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UN ROMANCE PARA KELLIN por suicidal teddy

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DOS CARAS DE UNA MONEDA

 

Las luces de los faroles iluminaban la calle cuando entró a la cafetería. Eran más de las siete y el lugar estaba abarrotado de gente. Halló a su ex novio sentado en la mesa del día anterior; llevaba una gorra de lana ya que la tarde había sido particularmente fría. El saco negro, desabotonado, cubría un sweeter gris y una camisa de cuadros azulados. Al verlo, levantó la mano para llamar su atención.

- Qué suerte que todavía estés escribiendo - le dijo de buen humor. Una taza de café reposaba en la mesita, junto a un lapicero y una hoja de papel escrita -. Ven, aquí hay un espacio.

Se sentó frente a él y observó sus cálidas pupilas verdes. Su mano derecha sujetaba el bolígrafo de tinta negra, según comprobó en la caligrafía de su ex novio, impresa en letras pequeñas y redondeadas.

- Una carta - señaló en voz alta.

- Ah sí. Acabo de terminarla. Dejamos de escribirnos hace un tiempo, pero se me ha ocurrido enviarle una- explicó amablemente -. Será una sorpresa - con cuidado, dobló el papel en cuatro y lo guardó en el bolsillo de su saco -. ¿Te sientes bien?- estiró su brazo hacia su cabeza con intención de tocar su frente, pero se apartó bruscamente.

- No hagas eso.

- Tienes fiebre, estoy seguro.

- Es una gripe; cualquiera la tiene.

- Solo me preocupo, bueno, no importa - se encogió de hombros y guardó el lapicero en bolsillo de su camisa -. Sabía que vendrías - comentó de repente.

- ¿Por qué lo dices?- preguntó a la defensiva.

- Un presentimiento, te tengo una gran noticia - explicó con entusiasmo -. Seguro que no lo has notado.

- ¿Te vas de la ciudad para siempre?- preguntó con ilusión. Su ex novio le devolvió un gesto de incomprensión.

- ¿Qué? No. Lo que sucede es que hoy es veintitrés de octubre - a medida que hablaba su alegría se fue apagando.

- ¿Qué hay con eso?- no entendía a dónde quería llegar.

- Pues esa era la fecha de nuestro aniversario - se atrevió a decir -. Tendríamos dos años juntos.

Era increíble la forma en la que se las arreglaba para asfixiarlo con tonterías como ésa. Por eso no toleraba su compañía.

- Estaba pensando que podemos hacer algo; ir al teatro.- prosiguió con cautela, adivinando su rechazo.

- Tengo cosas que hacer más rato - no tenía dignidad. Era eso lo que tanto le molestaba.

- Lo dije por mañana. A decir verdad, también tengo planes para esta noche y sé que tienes una agenda ocupada - sus dedos acariciaban el borde de una servilleta de papel. A pesar de haber sido cruel, todavía estaba allí, esperando recuperar el tiempo distanciados -. Bueno no importa; será en otra oportunidad - su móvil emitió un ruido que distrajo su atención por varios segundos. Su ex novio sonrió -. Vinieron por mí - sentenció guardando el teléfono.

- ¿Quién?

- Craig. Está afuera - la silla chirrióo con un lamento casi inaudible cuando se puso de pie -. Al menos te abrazaré - sin consultar, lo rodeó por los hombros y lo atrajo a su cuerpo en un abrazo sincero. Quiso aparatarlo de sí, pero en el camino a su cintura, sus manos se toparon con el bolsillo de su saco, del cual se asomaba unos papeles doblados. La carta.

- Oye - murmuró y sin pensarlo dos veces, extrajo lo que la situación le insinuaba que tomara. Lo arrugó mientras descubría que había más de una hoja y las escondió en el bolsillo de su abrigo.

- Lo sé - repuso su ex novio - Ya me voy - se marchó dejándole un sentimiento de enojo en el corazón.

 

Enviar cartas, a sus veintiún años, era ridículo. Pero en su ex novio, todo era cursi, meloso o dramático, lo sabía de sobra; le encantaba vivir en un cuento de hadas y, aunque lo negase, solo quería ser el centro de atención de su ser amado, la reciprocidad que tanto proclamaba era una mentira.

 

Dejó sobre la mesa aquello que acaba tomar deliberadamente. Con cierto cuidado separó las hojas de papel arrugado y leyó la primera de ellas; la famosa carta dirigida a Craig.

 

Craig,

 

Me animo a escribirte esta carta porque sabes y sé que hay cosas que no podemos decir mirándonos a los ojos, sino que necesitamos cierto grado de privacidad para expresar nuestros sentimientos más genuinos. Eso lo aprendí de ti y es una de las lecciones más valiosas que me has regalado. Muchas gracias.

 

En estas últimas semanas han sucedido cosas increíbles; viejos amores han retornado a nuestras vidas para demostrarnos que para ser feliz (te lo dije) hay que recorrer un camino difícil. Ambos tenemos asuntos pendientes con estas personas y, por mi parte, tengo la esperanza de poder resolverlo pronto.

 

En cuanto a ti, no te imaginas (o tal vez sí) lo ansioso que estaba por conocer a Kellin. Lo he visto esta mañana en tu oficina, no me lo has presentado, tal como te lo pedí, y me ha causado la mejor impresión. Es un chico muy guapo, para ser honesto (puedo estar un poco celoso, pero estoy tratando de no hacerlo!) y aunque nos ha mirado con algo de recelo, estoy seguro de que es una gran persona. Sí, sé que con el tiempo perdonará tus errores, así lo hayas arruinado miles de veces de las formas más torpes. No eres una mala persona y tienes toda la intención de compensar su pasado. Lo lograrás, ya verás.

También sé que estás preocupado por la forma en la que el destino me ha conducido a Jake en éstos dos días. Por favor no lo hagas, confía en mí. Jake es una persona difícil, lo sabes,él sigue creyendo que todas las cosas que digo son para hacerle sentir culpable o peor aún, lástima. Antes no lo comprendía, pero ahora trato de tomar todo más precaución.

 

Ya no soy el mismo, ése que conoces bastante bien por mis relatos. No tiene nada de malo; todos cambiamos. Me he vuelto una persona más realista, sí, pero por mi propia seguridad. Quizá si te hubiera conocido antes que Jake habrías pensado que soy un pobre idiota, acostumbrado a que todo en su vida siempre tenga un final feliz. Porque él es la persona que más he amado en mi vida, de la misma forma en la que te ha sucedido con Kellin y eso, como bien dices, es lo que nos une, porque somos las caras de una misma moneda.

 

Hace unos días me preguntaste si, después de que todo termine, me quedaría contigo; en un nuevo lugar, en cualquier punto del mundo al que pudiésemos llegar. No soy tan bueno con las palabras como tú, pero estoy dispuesto a compartir un indefinido contigo. Es decir; sí. Sí a todo.

 

Recordó las pupilas verdes y cálidas de su ex novio. Le habían envuelto, como antaño, en un cariño ligero, infinito, que era capaz de despertar el amor sin levantar sospechas. Lo había vivido y luego arrancado de su pecho apenas despertó de su ensueño y descubrió su propio error . No, él no había cambiado en absoluto; seguía siendo la misma ladilla de siempre, con la ingenua terquedad de ver el lado bueno de las cosas y pretender que uno lo siga en ese suicidio reflexivo. Era un manojo de sentimientos baratos que no estaba interesado en conservar y sin embargo, se sentía traicionado por haber confiado su historia a un desconocido, por haberle abierto su corazón a ese sujeto llamado Craig.

 

Enojado, desplegó la otra hoja; era para él, sin duda: la reseña impresa de una obra de teatro que se estrenaba al día siguiente. Era un...

- Veo que te gusta tomar lo que no es tuyo - una voz le habló al oído y enseguida lo habían cogido del cuello del saco con gran fuerza. Unos ojos azules lo miraban amenazadoramente.

- Suéltame o te parto la cara - era capaz de estampar su puño en ella y, si se le antojaba, agarrarlo a patadas en medio del salón.

Craig lo liberó y tomó la carta que descansaba en la mesa.

- ¿Sabes que esto es correspondencia ajena? - le preguntó.

Se encogió de hombros.

- No vuelvas a buscarlo- ordenó como si tuviera derecho a ello

- Es él quien se acerca a mí. Lo sabes - todo, Craig sabía todo sobre ellos; el idiota le había confiado su historia como si le perteneciera solo a él.

- Mas te vale que controles tu maldito hocico, Jake. Se amable con él y desaparecemos como tanto deseas - sus palabras resonaron casi susurrando, denotando la certeza de quien se cree dueño de algo.

- Me sorprende que estés tan seguro de no ser un pasatiempo. Es evidente que el estúpido no sabe lo que quiere.

- Es evidente que tú no sabes lo que quieres - enfatizó -. Las casualidades no existen. Tu presencia esta noche solo puede tener una razón - explicó con tono casual mientras guardaba la hoja en el bolsillo de su camisa -. Es más te recomiendo que te enamores otra vez. No es saludable aferrarse a las personas.

- No sé de...

-Me están esperando - interrumpió amablemente -. Nos vemos en la entrevista.

 

Craig desapareció en medio del murmullo de la gente, ajena a sus historias. Aquella plática acaba de dejar un nudo en su pecho, algo parecido a un deseo de venganza, sí,  contra esa sonrisa burlona que había aparecido en sus labios y le había sugerido que se enamore otra vez. Realmente creía que tenía a su ex novio de su lado, que había olvidado al amor de su vida como solía pregonar. Buscó en su teléfono aquel número que tantas veces lo había llamado.

 

"El teatro no esta mal"

 

La respuesta no se hizo esperar.

 

"Verdad que no???"

"Que Craig no se entere de esto"

"No puedo hacer eso, eventualmente le contaré"

"No ahora"

"Mmmm...está bien; esperaré un poco"

"Ok. Te aviso luego"

 

Ahora solo faltaba la segunda parte del plan.

 

*****************************

 

Engullí el último pedazo de torta de chocolate mientras recordaba la tarde terrible que había tenido gracias a Craig.

Confieso que todo inició por mi causa; la identidad de que aquel chico misterioso que lo había visitado el día anterior, me tenía curioso. ¿Podía ser el chico lindi? Obviamente no había preguntado quién era, mi orgullo jamás me lo permitiría,  pero a cambio había esperado la hora del almuerzo para hurgar en su computadora, aprovechando la soledad de la oficina.

La primera ventana que vi fue su cuenta de drive; en ella encontré rápidamente un archivo que tenía por título "lindo" y lo abrí esperando hallar alguna pista. Efectivamente, Craig había escrito un capítulo más de la historia.

 

SOLO TIENES QUE DECIRLO

 

La brisa fría golpeaba sus mejillas, provocando un ligero ardor en su piel. Despacio rodeó el cuerpo de su acompañante. Allí, de madrugada en el parque y en lo mejor del invierno, su novio temblaba contra toda su voluntad y con razón pues apenas llevaba un sweeter de lana, seguramente suponiendo que regresaría pronto a casa y que ninguno de ellos dos terminaría en tan comprometedora situación.

 

Se habían reunido horas antes en un café que quedaba a una cuadra de allí. Su relación estaba terminada y de hecho, liberarlo del noviazgo que los unía y que sus amigos llamaban "no te quiere", era lo mejor que podía ofrecerle en toda su vida.

 

Fueron ellos precisamente, los que habían logrado precipitar esa ruptura inminente, ese "no es para ti" que supo desde siempre e ignoraba a propósito. Los consejos, los sermones, estuvieron de más; aún así le susurraban, destacaban,  le abrían los ojos; a espaldas de su novio en reclamos fulminantes o en su propia cara con enfrentamientos infructuosos. Entonces el chico lindi supo que faltaba poco para que se hartara de él y, como era imposible amarlo más, al menos eso creyó, resolvió  dejarlo.

 

- Si eso quieres - su novio se encogió de hombros.

 

Allí estaban, en la terraza del café; su novio con su silencio habitual y él con su parloteo incesante. De repente, sus palabras se habían convertido en una despedida.

 

- No podemos vivir ajenos a lo que nos rodea. Tarde o temprano acabará con nosotros - y a pesar de todas las oportunidades que le dieron, tampoco hacía un esfuerzo por llevarse bien con su familia y amigos.

- Es mi personalidad y no voy a cambiar por ti.

- Nunca he esperado eso, pero es obvio que vamos a terminar mal. Lo último que quiero es tenerte como un recuerdo amargo en mi memoria.

- El idiota de Ryan te ha dicho esas cosas.

- Y tiene razón. Te amo como no tienes idea, pero es cierto que no eres feliz conmigo y, para ser honesto, a veces yo tampoco.

Su ex novio bajó la mirada, visiblemente enojado por lo que acababa de decir.

- Será mejor que me vaya- Se puso de pie y tomó el móvil que descansaba sobre la mesa.

- Mark - pronunció en un susurro. Se detuvo a escucharlo-. Prometiste que no me dejarías- acusó.

- Así será. A dónde quiera que vaya, te buscaré y si me necesitas, solo tienes que decirlo. Dejaré lo que sea e iré hacia ti.

El chico lindi regresó a casa con la voz de su ex novio retumbando en su mente. Quiso dormir, olvidarse de todo por un rato, pero le fue imposible. Lo amaba y era mejor así. Con este pensamiento comenzó a sentirse más tranquilo y tal vez lo hubiese logrado si su ex novio no le hubiera enviado aquel mensaje de texto cerca de la medianoche.

 

"Te necesito. Estoy en el mismo lugar, esperándote"

 

De modo que lo había encontrado sentado en la acera, frente a la cafetería ahora cerrada. Habían caminado hacia un parque para poder hablar con tranquilidad y, en una banquita de madera, vio caer unas lágrimas. El vacío en su corazón lo sumergió en un abrazo, un beso, los botones abiertos y la calidez del cuerpo de su novio que en un instante se alojó entre sus piernas. Hicieron el amor en el parque, con la misma pasión de siempre. Finalmente, se sentaron a ver el cielo estrellado que se ceñía sobre ellos y supieron  que no era necesario decir que su noviazgo había sobrevivido otra vez. Tomaron sus manos y, sin dirigirse la mirada, sonrieron.

 

Entonces comenzaron a sentir frío.

 

- Mark - solté distraídamente al finalizar la lectura-. Ése es su nombre.

- ¿Está mono no? - salté sobre mi asiento al reconocer la voz de Craig, quien me observaba desde un rincón con los brazos cruzados y una sonrisa maliciosa.

- ¿Qué haces allí? - chillé corriendo a mi escritorio - ¿En qué momento entraste? - debí suponerlo; yo y mi mala suerte.

-  Deben gustarte mucho mis historias para que tengas la nariz pegada a mi computador a cada descuido mío - se acercó a mí y se apoyó sobre los mangos de mi silla de modo que quedé atrapado - ¿Qué es lo que quieres saber exactamente? - su voz era grave, seductora y su perfume perturbaba mi sentido común. No, otra vez no.

- Quiero saber si existe - demandé repentinamente poderoso y dueño de la situación -. ¿Lo conoces? ¿Qué relación tienes con él?

- ¿Por qué? - preguntó con serenidad a pesar de mis exigencias. Sin duda Craig ya no era el mismo, su actitud era distinta; había madurado.

- Que te importa. Solo dímelo y ya - estaba sobre mí, mirándome fijamente con esos grandes ojos azules que me invitaban a tomarlo de la camisa y besarlo.

- De acuerdo - dijo con tono casual -. Sí, su nombre es Mark, lo conocí el año pasado y es mi novio. Llevamos juntos cuatro...

 

A veces uno descubre de lo que es capaz una vez que ha actuado. Así supe que podía abofetear a Craig sin ningún motivo aparente.

 

- Ay - solté al sentir el hormigueo en la palma de mi mano.

 

Al instante una fuerza repentina me empujó hasta que mi silla golpeara contra la pared. Seguramente Craig me haría pagar caro mi atrevimiento.

 

- No quiero morir- dije con un vergonzoso hilo de voz. Cerré los ojos, dispuesto a lo peor.

 

Un beso. Fue lo que recibí; uno intenso, breve, en la frente. El perfume desapareció y, al abrir los ojos, descubrí que Craig ya estaba sentado en su escritorio. Mi cara estaba roja como una fresa. ¿Qué diablos había sido eso?

 

- No vuelvas a fisgonear en mis cosas - habló Craig cortante -. ¿Entendido?

 

No me miraba, pero era claro que estaba enojado. Al parecer no era el golpe que le había dado, sino ¿El beso que había recibido? No, no. De solo pensarlo se me escarapelaba el cuerpo.

 

- ¿Entendido? - repitió amenazador.

- Tu tía en bicicleta ¿ya? No me hables así - Craig se detuvo y respiró profundo, midiendo sus palabras.

- Dices que ya no sientes nada por mí. No actúes como si estuvieras celoso, bolita.

- Muérete, Craig - me enfurecí. Cretino maldito. ¿Cómo se atrevía?

 

- Lo haré apenas te hayas ido a la mierda.

 

El enojo me duró hasta el final del día. Estaba tan fastidiado que decidí atragantarme con una buena y enorme porción de torta de chocolate, así que terminé en la pastelería colindante. En la cola para pagar, mientras injuriaba el nombre de Craig por milésima vez, me percaté de un rostro conocido; era tan bajo como yo, con el cabello castaño, lacio, un tanto crecido y una mirada fría, ausente. Era el artista con el que Craig se había entrevistado el día anterior.

- Hola - me saludó -. Tú eres Kellin.

- Esto...sí - parecía menos amable de lo que era.

- Yo soy Jake. Te invito un café.

 

No pude negarme, además por qué habría de hacerlo. Nuestra empresa estaba interesada en su talento así que era propicio mantener buenas relaciones con él.

Charlamos con elocuencia; para ser un artista tan joven, Jake conocía bastante de música y, en mi opinión, tenía las influencias correctas. Era una persona madura, resuelta, segura de sus convicciones y al parecer, tenía el profesionalismo que otros de su edad carecían. Era una novedad porque a pesar del hermetismo que transmitía, de ser el tipo de persona que no tolera a cualquiera, conversamos de todo un poco, con fluidez e incluso descubrí que su sonrisa era dulce, capaz de cambiar completamente la expresión de su rostro.

 

De modo que cuando consulté el reloj eran casi las ocho, Jake se había ido a los servicios mientras yo remembraba todo lo ocurrido con lo último de mi porción de torta.

 

- Me demoré un poco, lo lamento - Jake me despertó de mi ensueño.

- Descuida. ¿Ya nos vamos? - pregunté dejando la cucharita sobre la mesa.

- Sí, tengo que estar en el teatro a las ocho - comentó despreocupadamente.

- Son las ocho y cinco. ¿Está lejos?

- No es nada importante - se encogió de hombros mientras nos dirigíamos a la puerta -. Supongo que nos vemos después.

- Claro; tienes mi número. No dudes en...

 

Una mano sostuvo mi muñeca con fuerza y tiró de mí hacia atrás. En un segundo, mi sorpresa se transformó en temor; frente a mí,  con el ceño fruncido y los labios apretados en señal de furia, unos ojos azules me indicaron que me hallaba en graves problemas.

 

El viejo Craig había regresado.

 


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