Capitulo 11: Entrevista con el vampiro
Severus llamo a dos pequeños elfos, les ordeno que llevaran cada equipaje a los cuartos correspondientes; mientras el joven mago miraba cada rincón de la mansión con una mirada de fascinación, jamás había visto algo igual, era como recordar su primer día en Hogwarts, se dio cuenta de que el lugar poseía muchos detalles muggle, le pareció raro, la escalera estaba ubicada delante a la sala donde se encontraban, la entrada principal se encontraba en la misma habitación, la cocina detrás de la escalera, era una puerta más pequeña, detrás de esa puerta había otra, que daba a los dormitorios de los elfos, frente a esas puertas, en la otra pared se creaba un elegante marco, con puertas de roble, muy parecidas a las principales, ese era el comedor, poseía un gran mesa, un gran candelabro de cristal al igual que todos los cuartos principales, tenía varias pinturas de paisajes, ventanas que permitían ver el hermoso paisaje donde se ubicaba la mansión.
-¿Severus, donde se encuentra ubicado este lugar?-pregunto el chico al ver tan maravilloso paisaje.
-Estamos en la Isla grande de Chiloé, es un archipiélago ubicado en un pequeño país del sur de América.
-¿América, tan lejos estamos?-dijo algo alarmado el chico.
-Bueno, si, herede este lugar cuando tenía 15, era de mi familia muggle, me la dieron después de enterarse de que mi padre tenía un hijo, él jamás me hablo de este lugar. Se contactaron conmigo a través del ministerio de magia.
-Pero, si eran muggle ¿cómo sabían que hay magos?-le dijo confundido Harry.
-Porque, aquí hay varias familias de magos, como mi familia siempre vivió aquí conocía muy bien a todo el mundo, sin excepción.
-Qué curioso, magos y muggle viviendo juntos, sin mayores inconvenientes.
-No es tan así, Harry, solo mi familia conocía el mundo de los magos, los demás muggle no tienen idea, solo crean leyendas de brujas y brujos.
-Ya, ya veo ¿y no queda nadie más de tu familia muggle, Severus?
-Sí, pero ellos viven en otras partes del mundo, y son muy viejos, yo soy el único heredero joven que queda.
Harry no podía dejar de mirar el paisaje, se parecía tanto a Inglaterra que no pareciera que se hubiese ido, estaba realmente maravillado.
Luego el chico subió a recorrer el resto de la casa, el segundo piso tenía 5 habitaciones, un era de Severus, otra era la que ocuparía él, y las demás servían como cuartos de invitados a excepción de una que estaba sellada, Severus le había dicho que ahí tenía una sorpresa para él y que debía esperar hasta el día de navidad. El terreno era bastante extenso, el muchacho podía observar varios metros de distancia con los vecinos, kilómetros pensó, que esos no podían ser metros si no kilómetros de distancia, había un gran árbol cerca de la mansión, era un viejo roble, el pocionista le conto que su familia lo había traído desde Inglaterra cuando llegaron a la isla, claro eso fue ya hace mucho.
Ese primer día paso muy deprisa, más de lo que Harry hubiese querido, después de cenar un plato tradicional de la zona, un curanto pero que fue preparado de la forma no tradicional, se encontraba tan cansado por su paseo por los terrenos que al acostarse en su cama se quedo completamente dormido, ni siquiera la fuerte lluvia pudo molestarle.
Cuando despertó, se puso la ropa muggle que normalmente utilizaba, unos jeans y una camisa, bajo a tomar desayuno, Severus lo esperaba ya sentado, tenia puesto unos pantalones negros y una camisa del mismo color, y se había tomado el pelo con una coleta, estaba tomando un café y leía el profeta. Harry se acerco hasta él y le dio un beso en la mejilla con un sonoro “buenos días”, se sentó junto a él y comenzó a devorar su desayuno.
-¿Dormiste bien, Harry?-dijo el mago bajando el periódico y mirándolo con dulzura.
-S... Si...dormí muy bien-se había puesto rojo pues con Severus nunca había tenido esta clase de trato, cuando se veían siempre era después de clases, sin ninguna mayor formalidad y ahora no sabía cómo comportase en una mesa, ¡maldición!.
-Hoy día a la hora de almorzar vendrán unos muggle que cuidan la casa, son una mujer, su marido y su hija, ellos no tienen idea de la magia, fueron contratados para asegurarse de que nada malo pasara y aparentar con los demás muggle.-tomo un sorbo más de café y volvió a leer el profeta.
-Claro pero ¿qué les dirás? Bueno tu eres el dueño pero y ¿yo? Por lo que se los muggle no son muy abiertos de mente.-dijo el chico que se comía una tostada con un vaso de leche.
-Bueno diremos que tu eres mi sobrino y que he hemos venido a pasar la navidad aquí, y no te preocupes por ellos, Harry tal vez los muggle sean cerrados de mente pero son muy fáciles de engañar.-le sonrió coquetamente para que se tranquilizara.
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Hoy una semana antes de navidad tendría una importante misión, la primera que el señor tenebroso le encomendaba, estaba nerviosa pero sabía que su padre confiaba con ella si le había dado esta misión es porque confía en que es lo suficientemente capas de convencer a unos colmillos para que mueran en batalla por unos ideales.
Se apresuro a guardar su varita y cambio su forma, se transformo en un fénix azul, era tan grande como Fawkes y sus plumas eran de un bello azul metálico; abandono la mansión con un simple aleteo, le gustaba ser un fénix, desde que había visto a Fawkes volar practicaba un poco de vuelo todos los días, ahora podía hacerlo como él, podía sentir el viento sobre su cara, la brisa que la envolvía, estaba tan feliz que comenzó a cantar.
No se había dado cuenta cuando ya estaba en el lugar que se había acordado para la reunión, era en un claro, en medio de un bosque de Inglaterra, se suponía que debía verse con el líder de una importante “manada” de vampiros, su nombre era Louis, la chica no sabía mucho de él salvo que era francés.
Aunque era de noche el vampiro distinguió al fénix azulado que se acercaba hasta tocar el suelo ahí se transformo en una bella chica de cabellos negros que vestía una túnica verde y negra, ella parecía enfadada y el vampiro sabía muy bien porque lo estaba.
-Tú no eres Louis, dime quien eres tu-le dijo la joven que se le acerco hasta quedar relativamente cerca.
-Mi nombre es Castiel soy, por así decirlo, hijo de Louis, él me envió por que si el Señor Tenebroso se atrevía a mandar a su sucesora, pensó que sería muy justo que él enviara al suyo ¿no te parece?-le dijo coquetamente.
-Bueno creo que en eso Louis tiene razón, y bien ¿cuáles son sus términos?-Eli estaba siendo muy directa con él, estaba decepcionada, realmente quería que fuese Louis con quien estuviera hablando, así seria todo más rápido.
-Hablo por todos mis hermanos y hermanas cuando digo que la presión del ministerio frente a nuestra forma de vivir es innecesaria, estamos cansados que nos limiten a territorios, es mucho más difícil cazar, también estamos asustados nuestro numero ha disminuido mucho en los últimos años, nuestro clan es uno de los pocos que va quedando y es solo porque Louis se mantiene tajante, solo queremos una forma de vivir digna y sin limitaciones, solo eso.
-El Señor Tenebroso les ofrece todo esto y más si se unen a nosotros y convencen a los otros vampiros también de unírsenos, si ganamos podemos hacer de este un mundo mejor para todos nosotros, sabemos que el ministerio les limita mas y mas, únanse y no se arrepentirán, se los aseguro.-no sabía cuándo pero como si siempre hubiese estado ahí vio a otro vampiro cerca de Castiel.
-Y ¿cómo sabemos que dices la verdad? fiarnos de ustedes no es muy razonable, después de todo anteriormente el Señor Tenebroso fue vencido sin más por un bebito de solo unos meses.-dijo en tono burlesco y sintió como el otro vampiro se reía.
-Quizá tengas razón, fiarse de alguien que ha sido vencido así no vale la pena.
-Entonces si tu tampoco crees en él ¿porqué le sigues tan fielmente? ¿Acaso eres una impostora?
-Le soy fiel porque yo también creo en algo mejor, y tengo mejor respaldo que el Señor Tenebroso, tengo planes para todo esto, acaso crees que una vez que él muera yo seguiré con su legado de forma intacta. Si no puedes fiarte de él fíate de mi.
-¿Cómo fiarme de alguien que traiciona? Además nadie sabe nada de ti, un día solo apareciste como sucesora del Señor Tenebroso pero nunca nadie supo algo de ti, eres como una mentira que nace y se evapora en el caos.
-Bueno, al menos esta mentira sabe cómo mantenerse, tú no sabes lo poderosa que soy, tú no puedes ni imaginarlo.-Eli sabia que tenia perdido el apoyo de los vampiros, estaba lista para marcharse cuando Castiel llamo su atención.
-Está bien, nos uniremos pero no al Señor Tenebroso si no que ti.
-¿Y eso porqué? ¿por qué a mí y no al Señor Tenebroso?-dijo mirándole directamente a los ojos.
-Te diremos eso a su tiempo, nos volveremos a ver aquí mismo el día después de navidad, tu elijes, si vienes te diré el por qué y si no simplemente olvídanos.-se notaba que en sus palabras había una seguridad que podría convencer a cualquiera.
-Muy bien nos veremos aquí el 26 de Diciembre, el día después de navidad.-dio la vuelta y tomo la forma del fénix azulado, los vampiros veían como ella partía hacia el alba, mientras que ellos volvían a la oscuridad.
Estaba sentada en la biblioteca mirando la chimenea, pensando en todo lo que había pasado durante la noche. Lo había vuelto hacer, hablo de más y ahora tenía problemas, serios problemas, sería mejor no ir el día 26 y no contar con ellos, era más fácil que llevar a cabo una mentira ¿pero si ella le contaba todo esto a Tom, y así de igual forma obtenía la ayuda de los vampiros?...no eso era peor si Tom sabía que estuvo diciendo que él era un perdedor y ella la nueva “señora de las tinieblas” arruinaría todo, de nuevo.
Por el momento su única salida era mentirle y decirle que todo había salido bien que tenía todo el apoyo de los chupasangres y el día 26 hacer misión imposible para hacer como si estuviera en la mansión, con Harry y con los vampiros, maldición, alguien debería castigar seriamente a la chica.
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El almuerzo había salido muy bien, a Harry no le costó trabajo disimular que era sobrino de Severus, sabía cómo comportarse frente a muggles, después de todo llevaba 15 años viviendo con sus insoportables tíos, quien no disfruto mucho el almuerzo fue Severus, mientras le contaba a los cuidadores en un Castellano que dejaba que desear el por qué de su visita y de otras cosas sin mayor importancia tenía que ver como la hija de los invitados, María, coqueteaba con Harry, y como el chico nunca supo entender muy bien a las mujeres le costó trabajo captar las insinuaciones de la joven.