Capitulo 12: Sin arrepentimientos
Se sentía extraño como si la mirada que tenia sobre él le incomodara pero al mismo tiempo deseara con toda el alma y quería que nunca se marchara.
Llevaban varias horas solos después que los invitados se marcharan y Severus no podía dejar de mirarle, cuando vio que esa chica intentaba llevárselo sintió como si su alma se partía, lo quería para él, solo y exclusivamente para él, quería poseerle pero no estaba seguro si el chico realmente deseaba lo mismo, no quería herirle.
Habían pasado el resto de la tarde en una terraza que tenía el cuarto de Severus, solo se miraban, no conversaban, tenían miedo, claro para Harry podría ser normal, quería tenerlo a él, a él y a nadie más, quería que cada sensación fuera única, se sentía apenado al pensar así, como una niña, otra vez.
Al contrario Severus sentía un poco de nervios pero no era por la misma razón, él también deseaba tenerlo pero no quería lastimarle, lo quería con todo su ser y su cuerpo se lo pedía a gritos, la básica necesidad de sentirse completo se hallaba solo a unos cuantos actos, pero realmente valoraba mucho al joven como para hacerle algo así, se decía para sí mismo cosas como, “es solo un niño” o “no debí llevar esto tan lejos” y volteaba su mirada hacia el horizonte, como si buscara alguna repuesta a preguntas que nunca se han hecho, eso hacía sentirse mal a muchacho, se sentía mal, sucio; cuando el pocionista volvió a esquivarle con la mirada Harry no lo aguanto más, se levanto lo más rápido posible y se fue a su cuarto, se tiro en su cama y echó a llorar, realmente creía que era su culpa. ¿Pero culpa a qué? Si nada había hecho pero así se sentía, realmente deseaba tener a Severus pero al parecer este no quería.
Acto seguido a la huida del mago el hombre reacciono, le persiguió y cuando le vio tendido en su cama entendió, entendió lo que pasaba, lo que quería, lo que ambos deseaban más que nada, tenía razón ya no podía dar macha atrás pero no se arrepentía, ahora ya nunca más.
Lo sacuido delicadamente para que pudiese ver que él se encontraba a su lado, el chico apenas pudo reaccionar, solo se limito a abrazarlo fuertemente.
-Severus, yo...yo te necesito, te necesito...-el pocionista le tomo la barbilla para darle un suave beso que fue correspondido con pasión, rápidamente las simples caricias pasaron a denudarse de forma desesperada.
El beso encendió aquella chispa que tenían abandonada, se besaron con más fuerza, más pasión ni siquiera la falta de oxigeno fue un impedimento para que no pudiesen continuar. Sus cuerpos pedían más, en un arranque de osadía y amor, dejándose llevar, cada sensación era nueva, cada toque, cada rose.
-Severus...Severus-gemía en su oído con cada envestida, no pudo evitar llorar pero aquellas lagrimas no eran de dolor o pena si no de una felicidad que para algunos es desconocida. Sus cuerpos jadeantes ya no podían más pero sus almas insatisfechas no les permitieron el descanso y una nueva lucha de besos y caricias se desato.
Era la primera vez que lo hacía con Severus, al principio solo se dejo llevar, solo quería sus caricias, sus besos. Nunca había sentido algo así, era como estar en el cielo y volver a la tierra.
Para Severus, no fue la primera vez pero así lo sintió, tan fuerte era el vinculo que sentía que todo era nuevo, como si jamás hubiese experimentado algo semejante, al principio se negaba, no quería lastimarle, no quería privarlo de la inocencia que el chico poseía pero el deseo de poseerle era más grande, el amor que sentía por él supero toda la moral que el profesor pudiese haber conocido.
Cuando los primeros rayos de sol tocaron sus rostros, aquella magia que habían sentido aun reinaba en el ambiente, aun podían sentir los roces y las caricias.
Los días siguientes las cosas se habían puesto mejor, su relación ya no era tan formal, se habían dado mayor confianza, Harry ya no se sonrojaba tanto al estar o hacer algo cerca de Severus y él ya no se mostraba tan mezquino con las caricias y los besos. Sin que ninguno se diera cuenta ya solo faltaba un día para navidad.
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Llevaba dos horas sentada en un sillón de la biblioteca pensando en todo lo que haría, había planeado todo de forma tan meticulosa que no estaba dispuesta a fallar, después de todo ese sería un día crucial.
Cuando entro y se sentó frente, se puso algo nerviosa, creía que empezaría a titubear pero se supo controlar, recordando las clases de transformaciones y le pregunto.
-¿Papá, el día 26, puedo ir a ver a mi madre?...Sé que no debería, pondría en riesgo todo y también...considerando quien es...pero esto significa mucho para mí, ¿me dejarías ir?- al final los nervios le ganaron y solo se limitaba a mirar el suelo, sentía que no tenia porque mirarle a la cara después de todo lo que había hecho. Tom la miro, vio su nerviosismo, sonrió y apoyo su puño en su mejilla, inclinando su cabeza.
-Elizabeth ¿cuando he podido yo resistirme a lo que me pides? te he perdonado la vida en varias ocasiones, te he enseñado, he tenido la paciencia para educarte como mi sucesora, te consiento, incluso te he perdonado tus desobediencias, claro que puedes ir a verla pero solo por 2 horas, si no creeré que me estas traicionando.-la chica comenzó a levantar su cabeza y su cabello cambio a verde oscuro, esto lo hacía cada vez que estaba contenta, se levanto e hizo una reverencia, sin enderezarse aun, dijo:
-No sabe cuánto me honra su permiso, mi señor.- volvió a sentarse en el sofá y Voldemort se paro del suyo y acariciando la cabeza de su hija, menciono.
-Tienes la tarde libre hasta la cena, puedes hacer lo que quieras, mientras te quedes dentro de la mansión.
La tarde paso volando y cuando Coal la llamo para ir a comer la cena de navidad, Tom aun no llegaba, solo había una pequeña nota encima de la mesa.
Llego más tarde, no hay nadie en la mansión, solo están Coal y tu. Recuerda no salir.
Lord Voldemort.
-¿Coal, es verdad, no hay nadie más en la mansión?
-Así es mi Señora.
-Bueno en ese caso, necesito que vayas a buscar a Harry Potter y que te quedes con él hasta que yo llegue mañana.
-Pero ama ¿si el amo Voldemort pregunta por mi?
-No te preocupes...de eso me encargo yo, ahora vete.
-Si mi señora, como diga- y el elfo desapareció de la mansión dejando totalmente sola a la chica.
Unos minutos después que el elfo se marchara la joven vio acercarse a la mansión una silueta cubierta por una capa negra, esta se movía en silencio y no se le podía ver ninguna parte del cuerpo, cosa que le pareció extraña, ya que si se tratara de un mortifago, se hubiese aparecido en la casa y no hubiese llegado a pie. Salió deprisa con la varita en alto para enfrentar al desconocido.
Para su sorpresa se trataba de un vampiro, era aquel quien había acompañado a Castiel la otra vez. Ambos entraron y Eli preparo la biblioteca para que ningún rayo de luz pudiese entrar, encendió la chimenea y unas cuantas velas, el vampiro tenía unas cosas que decirle y no pensaba en irse sin comunicárselas.
-Ven, toma asiento-dijo como buena anfitriona la joven.
-Gracias- el vampiro se quito la capa dejando ver la cara de un joven no mayor de 15 años, era castaño pero Eli pudo notar algunas mechas rubias y sus ojos la impresionaron; nunca había visto ojos más raros, era una mezcla de pardo con verde.
-¿Y cómo te llamas?-dijo la muchacha de forma formal.
-Mi nombre es Brandon, señorita Elizabeth.-le dijo muy calmadamente el joven de tez blanca. -He venido hoy, por que Castiel tiene unas cosas que decirle y me ha pedido hacer de mensajero; él primero le desea felices fiestas, segundo le recuerda que siempre que usted siga el plan los vampiros ayudaran en cualquier cosa y tercero me ha pedido que hasta que no se vuelvan a reunir yo sea su sombra para comprobar que todo lo que usted nos menciono la otra noche es verdad, usted ya sabe en la posición en la cual se encuentra Castiel no tiene el privilegio de cometer un error y más si ese es aliarse con el señor oscuro... y en este caso con la futura “Señora de las Tinieblas”, como él la llama.-Eli no pudo evitar reírse por ese último comentario, “Señora de las Tinieblas” era un titulo que no tenía planeado ocupar si todo salía bien pero viendo como estaba marchando todo era algo a lo que tendría que recurrir en caso de suma emergencia.
-Entiendo lo que Castiel quiere y acepto, “serás mi sombra” hasta mañana en la noche pero yo tengo más planes y cosas en mente para hoy y mañana, tu tendrás que acompañarme a todos lados.
-Claro, después de todo es eso lo que significa “ser tu sombra”.
-Bueno, en ese caso, cuando el señor oscuro llegue tu harás todo lo que te indique, no puedo explicártelo ahora porque hay alguien que ya ha llegado a la mansión, lo más probable es que sea él, así que solo sígueme la corriente.
Terminada la frase, unos pasos se escucharon cerca de la biblioteca, y al abrirse la puerta Tom se encontraba en el umbral junto con cinco mortifagos, entre ellos a Bellatrix, cola gusano y otros que la chica no pudo reconocer. Apenas Eli vio a su padre se paro e hizo una seña para que Brandon también lo hiciera, ella hizo una reverencia y el vampiro la imito, luego se escucho un “bienvenido mi Lord” y le presento a su acompañante, le explico quien era él y le invento la excusa de que Louis lo había enviado como “embajador” para estar más en contacto y que en los próximos días él estaría en la misión y luego se marcharía.
Luego de esa explicación Tom le dijo que realmente lo lamentaba pero que esta noche no podría cenar con ella, Bellatrix esbozo una burlesca sonrisa como lo haría una hermana menor que acababa de recibir la atención del padre. Los cinco mortifagos junto con el señor oscuro desaparecieron de la mansión para volver a dejar a Eli sola.
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Harry estaba terminando de vestirse para ir a la cena navideña que Severus había preparado cuando sintió un golpe en seco y una pequeña vos chillona que le resulto familiar.
-¡Señor Harry Potter...este...Harry!-le dijo el elfo para llamar su atención y el joven dio un giro en 180° para encontrarse con aquel pequeño elfo domestico que estaba al servicio de Elizabeth.
-¡Coal! ¿Qué haces aquí?
-Se...Harry, la ama Elizabeth me ha ordenado a que me quede con usted hasta que ella venga a visitarlo.
-¡¿Enserio?! Vaya, pero ¿estás seguro?-le dijo sin estar muy convencido de lo que el elfo decía.
-Claro que si, Coal jamás haría algo que sus amos no le ordenaran, a Coal le ordenaron venir a quedarse con Harry Potter hasta que su ama viniera a visitarle, eso fue lo que a Coal le dijeron-le respondió algo molesto el pequeño elfo.
-Muy bien, muy bien te creo pero ¿qué hago contigo mientras tanto?
-Coal puede ir ayudar en la cocina, claro si es que Harry Potter así lo quiere.
-No, no, puedes ir no hay ningún problema, pero no salgas de la cocina y si los otros elfos tienen algún problema que hablen conmigo, no quiero que Severus se entere...- la pequeña criatura desapareció y a los pocos segundo apareció una elfina un poco más alta que parecía estar molesta.
-Duny quiere saber porque hay un elfo nuevo en la cocina.
-No te preocupes Duny, Coal solo va estar hasta el 26, hasta que llegue su ama a visitarme, solo te pido que le den una que otra tarea y que ninguno le diga a Severus, es todo lo que les pido-la elfina se había quedado sin habla, el invitado de su amo le estaba rogando, ¡rogando! No sabía qué hacer, jamás le había pasado esto pero si el chico se lo estaba pidiendo no tenía otra que aceptar.
-Claro, como diga- la elfina desapareció y ningún otro elfo volvió a aparecerse.
Cuando Harry termino de arreglarse, bajo hasta el comedor donde la gran mesa estaba cubierta por variados platos típicos y grandes banquetes que para el chico eran casi en su mayoría desconocidas. Solo había dos puestos, los mismos que utilizaban cada día. Durante la cena, todo fue muy informal ya que solo estaban ellos dos y Severus no quería que el chico se sintiera incomodo.
Al terminar la cena ambos subieron hasta el balcón donde pudieron apreciar a la perfección los fuegos artificiales que habían lanzado desde la cuidad de Castro.
-Feliz navidad Harry.
-Feliz navidad Severus...
A la mañana siguiente Harry despertó a su compañero de cama con un dulce beso, luego se quedo un tiempo más a dormir mientras que Severus se levantaba en dirección al baño. Cuando volvió encontró al chico sentado en la cama esperando por él. Luego llego un pequeño elfo, cuando Harry le vio casi se la para el corazón, Severus arqueo una ceja pues era la primera vez que veía a ese elfo.
-¿Se puede saber quién eres tú?-le dijo con su autoritaria vos.
-Mi nombre es Coal, señor.
-Y dime Coal ¿se puede saber qué es lo que haces aquí?-Mientras todo esto ocurría el pequeño corazón del joven mago estaba a punto de detenerse, había dejado de respirar y sabía que ¡no podía dejar que el elfo dijera algo!
-Coal está aquí para estar junto al señor Harry Potter.
-¿Así?
-Claro señor, mi ama a enviado a Coal hasta que ella venga de visita.
-¿Y se puede saber quién es tu ama?
-Lo lamento señor, pero mi ama me ha prohibido decirle a otro que no sea Harry Potter quien es ella.-ahora Harry sabía que estaba perdido, si Severus sabía que Eli era quien vendría, él solo quería proteger a su hija pero tenía muy claro que para Severus ella solo era un “inconveniente”.
-Es la señorita Elizabeth tu ama, ¿verdad?
-A acertado, señor.-y el elfo dejo la bandeja del desayuno en el pequeño escritorio que estaba a un costado de la cama, hizo una reverencia para Harry y desapareció.
-¿Como...como sabias que era Eli?-dijo más calmado el chico.
-¿Quien más? Si no me equivoco ella es tu hija...ve come, yo terminare de vestirme y luego bajare.
Harry no probo ningún bocado, solo se paro, fue hacia la ventana, se quedo mirando hacia la nada pensando si hacia bien en no decirle que Elizabeth era su hija. Luego una extraña sensación le invadió, sentía que algo estaba mal, como si algo importante faltara, unas lagrimas se derramaron por sus mejillas.
Severus que aun permanecía aun en la habitación lo miraba, se le acerco y se puso junto a él.
-Harry...tu sabes que no me molesta...sé que Elizabeth es tu hija y que tu eres su padre...pero quiero que sepas algo, mientras tu estas a mi lado...yo siempre te amare, no me importa que en un futuro yo ya no esté contigo.
¿Porqué? ¿porqué Severus insistía con esto? Acaso no se daba cuenta, acaso tan poca fe le tenía al amor de Harry. ¿Sería qué no podía imaginar un futuro junto a él, que siempre se negaba a la posibilidad que Elizabeth fuera su hija y no de otro?
Todas estas inquietudes atormentaban al chico, lo apagaban, le hacían sentir temor, como si supiera que Severus no lo amaba y que este se resignaba a la idea de perderlo y no pelear por lo que habían construido.
-Severus...Tengo...tengo algo que decirte...-se volteo para poder mirarlo a los ojos. Ya no le importaba que Severus supiera que Eli era su hija, no lo entendía, si Severus realmente le amaba, si realmente deseaba estar con él hasta que el alma se extinga ¿Porqué cambiara eso el futuro de su hija, seria cierto que lo que Severus sentía por él no era más que un simple desliz?
-Severus...Elizabeth...ella, también es tu hija...-un silencio que se prolongo por varios minutos que se hizo de él, todo su mundo se detuvo y solamente el reloj continuo con su “tic-tac” cuando los labios de su amado se separaron.
-Harry...-Severus lo acerco hasta a él y ambos se besaron con tanta pasión, el joven mago sentía que poco a poco volvía a creer que todo lo que sentía por el profesor de pociones era verdad y lo que él sentía por su persona era tan cierto como que necesitamos aire para poder vivir.
Aquella mañana Harry pudo comprender que el amor que Severus le tenía superaba todo lo que él podía esperar, que siempre podía confiar en el hombre, que sobre todas las cosas nada podía ya separarlos. Esperaba con ansias el día de mañana para poder ver a su hija y ahora también podía hacerlo con Severus puesto que él ya había aceptado que Eli también era suya y que le esperaban muchos años más junto a su querido Harry.
Lo que el muchacho aun no entendía era ¿porqué Elizabeth le había dicho que su existencia corría peligro si su padre se enteraba que ella era su hija?