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Aprendiendo a confíar por Neko uke chan

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Notas del capitulo:

Bienvenidos al desenlace de la historia~ pasen adelante y lean con confianza.

            Antes de ser capaz de considerar siquiera el dejar de forcejear, chillar y retorcer su muñeca entre la mano de su captor para poder ubicar hacia donde lo arrastraba, Misaki se encontró frente al bien conocido deportivo rojo. Imposible de ignorar, estacionado sobre la acera.

 

Usami velozmente lo soltó para abrir la puerta. El joven sintió un impacto en su cuerpo al ser empujado contra el asiento del copiloto, un leve dolor recorrió toda su espina dorsal por el golpe contra el objeto inerte: más duro de lo acostumbrado pese a estar forrado de terciopelo. La puerta del conductor fue cerrada fuertemente y el brusco balanceo en el interior del auto sólo logró alborotar más las dudas de Takahashi.

 

–¡¿Qué demonios te pasa?! – la voz le salió en un hilo más agudo de lo esperado, a mitad de camino entre un regaño y un grito,  simplemente no concebía una explicación para la actitud tan extraña en su casero.

 

Lo miró fuerte y fijamente, más confundido y nervioso que molesto, buscando en aquellas orbes grisáceas algún atisbo conocido y lo encontró:

 

Preocupación. Agudizó la mirada.

 

No, era algo más.

 

Miedo, mucho miedo

 

Una angustia que rayaba en el pánico que nunca había encontrado en esos ojos. Se quedó helado frente a él, sin saber qué hacer.

 

El escritor, quien no había dicho palabra en todo el ajetreo en que su compañero le, resopló espesamente, como si hubiese estado conteniendo un aire tóxico desde hacía horas.

 

–¿Se puede saber porqué no atendías mis llamadas, Misaki? Estaba pensando que podría ocurrirte algo ¿Tienes idea de cuán preocupado estaba? –Comenzó lentamente, conteniendo las ganas de gritarle– Tenía tanto miedo que no podía soportarlo. Estabas solo con ese indeseable tipo y después lo del accidente, simplemente no sabía que esperar– la expresión dolorosa con que hablaba quedamente, midiendo las palabras, demostraba por sí sola porqué Akihiko podría llegar a hacer locuras y exagerar, con tal de verificar la integridad de su amado.

 

          No había que preguntar demasiado, solo sentir esa mirada tan protectora que le dedicaba al menor era una razón. Y eso inquietaba a Misaki, ser de una manera directa o indirecta la causa de su imprudencia.

 

Frunció el ceño y tomó aire, expulsándolo precipitadamente en una sarta de palabras.

 

–Mi celular se descargó, y por culpa del tráfico tan pesado no pude llegar a la biblioteca ¡cerraron toda la avenida!.  Se supone que estarías en la editorial y luego volverías a casa ¿cierto? también te dije que regresaría a las cuatro y aún no son las dos de la tarde, ¡Ah! no es mi culpa que el destino se haya puesto en mi contra ¡además, eres muy desconfiado! ¡Yo también estaba nervioso por tus constantes llamadas ¿sabías?! y traté de ponerme en contacto contigo pero no, ¡no pude! El destino conspiró contra mí hasta que senpai me prestó su teléfono ¡me salvó! ¡Y-y luego vas gritándome y arrastrándome hasta tu auto! ¡¡Idiota Usagi!!

 

 Habló tan rápido que parecía un idioma inentendible, mutando de expresión y color en el rostro a una velocidad imposible. Casi asemejaba el monólogo de un guionista descuidado, pero su acompañante no reaccionaba gratamente por toda la aglomeración de estrés y preocupaciones y acontecimientos que lo tenían al borde de un infarto. Sus ojos sólo se extendían en asombro.

 

            Pese a que Akihiko se sentía más aliviado, sí, y sorprendido por igual al ver que Misaki estaba lo suficientemente bien como para gritarle y reclamarle, no podía dejar de pensar en qué podría haber pasado si aquel auto negro que colisionó hubiese sido el medio de trasporte del chico. De tan siquiera imaginarlo, se empañaba por completo su mirada.

 

Bajó la cabeza.

 

–…Gracias al cielo que estás bien, Misaki, no sé que podría llegar a hacer si te pasara algo

 

Sonrió tristemente, abalanzándosele en un abrazo posesivo que tomó al aludido por sorpresa. Éste al tener recostada la cabeza del mayor contra su hombro, resignado, en una especie de petición de mimo, le crujía el corazón en desasosiego; rodeó su espalda con una mano en un medio abrazo. El rostro le ardía en vergüenza.

 

 –Entiendo que te preocupes por mi Usagi-san, pero comprende también que no soy un niño y puedo cuidarme solo, no me gustaría que hicieras alguna estupidez por andar pensando cosas innecesarias y pesimistas. Uno no puede vivir esperando siempre lo peor– Hablaba quedamente, casi en susurros, sintiendo como se relajaba entre sus brazos.

 

Continuó. –Además, no soy ningún imprudente que busque meterse en problemas por gusto

 

De una manera que él mismo no entendía, su enojo se estaba disipando tan pausadamente como había llegado Después de todo, siempre hago excepciones cuando se trata de Usagi-san confesó para sí, sin apartarse de ese contacto que le brindaba el adulto desde el asiento de conductor, sobrepasando el freno de mano que separaba ambos puestos.

 

Y aunque no lo acepte, hay cosas que escapan de mis manos, así que no quiero que por algún capricho mío te llegue a causar problemas

 

La frase quedó en su pensamiento como un amargo recuerdo del accidente de tráfico en el que murió el matrimonio Takahashi hace años. No podía decir que no lo entendía y por eso no podía molestarse del todo.

 

El novelista deshizo parcialmente el agarre para poder observar esas esmeraldas grandes y expresivas, antes de perderlas de vista en un beso largo y profundo, delicado para no quebrar esa pequeña seguridad que se había formado por las palabras de Misaki , sin embargo, apasionado para trasmitirle todo lo que bullía en su interior.

 

 –Tienes razón Misaki, quiero confiar en ti. Aunque sé que eres independiente, tal vez demasiado y eso me abruma…solamente te pido que también confíes en mí y me hagas saber cuándo puedo ayudarte. Por favor, no me hagas sentir innecesario para ti. Mantente siempre a mi lado, a  salvo.

 

Si el joven universitario creía saber cuan inseguro y posesivo era su casero, descubrió de su propia boca que no tenía ni la menor idea. Su rostro estaba contraído en una mueca de vergüenza y pesar, el estudiante no sabía qué decir o hacer, estaba tan aturdido como el mayor. Y entonces incrementó su miedo.

 

Mucho miedo al entender el miedo de Usami.

 

Pensó un par de segundos torturantes en los peores escenarios posibles pero no imaginaba ni su muerte ni la de su senpai…pensaba en Akihiko. Al saber que siempre luchaba contra la probabilidad de desaparecer un día y dejar un vacío en sus seres queridos, su corazón se contraía al considerar como sería la vida de su pareja sin él.

 

No sobreviviría…Usagi-san no podría vivir sin mí porque también moriría conmigo, es mi mitad. No podría…yo no…

 

Antes de percatarse, sus mejillas y sus ojos ardían tanto como su pecho y sentía que sus lágrimas eran frías, muy frías y dolorosas. Le abrazó, escuchando como se le quebraba la voz –No seas idiota…¿Quién dijo que no confío en ti? Eres una molestia egocéntrica y manipuladora que no puede ni cuidarse a sí mismo, eres descuidado y dependiente de los demás… pero eso no me importa porque te necesito, siempre te necesitaré a mi lado, Usagi-san.

 

Estaban terriblemente conscientes de su relación con el otro, al punto de palparlo en la piel.

 

–…Misaki

 

–¡Y ya no digas más nada! No puedo con tanta agitación…

 

Se separó del conductor sintiéndose abruptamente mareado por los nervios y el azoramiento. Definitivamente, podría desmayarse por varias razones. Akihiko sonrió tiernamente, y tras limpiar con su pulgar las lágrimas que manchaban el rostro del más joven (haciéndole desviar la mirada, sonrojado)  colocó el marcha el automóvil camino a casa.

Notas finales:

Bien, damas y caballeros, ya llegamos a la recta final del fic ¿qué les ha parecido hasta el momento? comentarios, dudas, sugerencias e insultos (okno) pásenlo por escrito. ¡Harían feliz a Suzuki-san! XD

 

Nos leemos al otro~

 

 


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