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Desde el principio por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Si ya lo se he tardado demasiado, lo se, pero no tengo mucho tiempo para escribir, me he apuntado a un curso de Japones intensivo por las mañanas (nos hacen aprender el Katakana en dos dias o.O), tengo el carne de conducir por las tardes y ademas tengo que mantener mi vida social U-U

Asi que a partir de ahora los capitulos seran semanales y no cada cinco dias como hasta ahora sorry.

Bueno dicho esto pasamos al cap de hoy, lo siento pero Bepo todavia tardara en salir n-n aun asi hemos llegado a la mitad del fic asique muchas gracias a los que habeis leido hasta aqui y me habeis dejado reviews.

Muchas gracias.

 

 

Aquella mañana cuando Doflamingo se dio la vuelta en la cama buscando el calor ya conocido del niño pequeño a su lado, solo encontró la suave sabana arrugada. Aun adormilado volvió a mover el brazo por la tela intentando localizar a Law que a lo mejor se había movido en sueños alejandose de él, pero no encontró más que espacio frio y vacío. Finalmente con una ligera alarma y preocupación abrió los ojos en la penumbra del amanecer para encontrarse solo en la cama.

 

—¿Law?—preguntó con voz dormida levantando la cabeza de la comodidad de la almohada.

 

Un ruido de mantas fue lo único que le contesto y girándose ligeramente se encontró al enano casi metido dentro del armario, mientras su querida ropa estaba totalmente arrugada y desordenada por el suelo. Bufando molesto se tumbo boca arriba en la cama con un brazo cubriendo sus ojos de la molesta luz.

 

—¿Qué narices estás haciendo a estas horas Law?—preguntó cansado.

 

Quería dormir, y quería hacerlo con el niño pegado a su lado como se había acostumbrado a hacer en los últimos años, ya que se había dado cuenta que cuando no escuchaba la respiración tranquila del niño contra su pecho o su cálido cuerpo amoldado contra el suyo le era imposible dormir. Sin embargo desde lo del accidente del año pasado Law había dejado de perseguirle y intentar estar con él todo el rato y ahora tenía suerte si conseguía verle alguna vez al día.

 

Porque Law había comenzado a estudiar medicina todos los malditos días para conseguir que el médico del barco le admitiese como alumno, ya que el hombre le había dicho que antes de enseñarle nada, Law debía aprender lo básico de medicina. Y así el niño se tiraba las horas muertas entre libros o preguntándole las cosas que no entendía al viejo hombre.

 

Y Doflamingo le echaba bastante de menos.

 

Por eso los pequeños momentos que compartía con el chaval, como por ejemplo a la hora de dormir o comer, le gustaba aprovecharlos al máximo. Aunque al parecer a Law le importaban una mierda como acababa de demostrar.

 

Y le jodia. Oh que si le jodia.

 

Volvió a escuchar movimiento en el armario y al levantar el brazo de sus ojos se encontró con la ya conocida intensa mirada del niño.

 

—Estoy buscando ropa—le explicó tranquilamente—mis camisetas me quedan pequeñas—y sin más volvió a meterse en el armario rebuscando algo que le cupiese.

 

Doflamingo tuvo que reconocer que Law había crecido bastante aquel año, aunque en comparación con los tres metros de Doflamingo seguía pareciendo un enano. Literalmente. Aun así  hacia mucho que no le compraban ropa y al rubio no le extraño que Law por fin hubiese decidido tomar medidas por su cuenta.

 

De repente Law paró todo movimiento y salió del armario con algo blanco entre sus manos.

 

—¿Qué es esto?—preguntó acercándose a él aun tumbado en la cama mostrándole la prenda.

 

No era más que un gorro de felpa con manchas negras decorándolo levemente. Doflamingo recordaba que alguien se lo había regalado aunque no se acordaba de quien y también recordaba que al no gustarle lo había tirado al fondo del armario con la intención de no volverlo a ver nunca más.

 

—Un gorro—murmuró aburrido volviendo a hundirse en el colchón.

 

Law lo miró con cara de “no me digas” y Doflamingo sonrió divertido.

 

Aprovechando que el enano estaba cerca le abrazó por la cintura y le alzó hasta la cama abrazándole como hacia cuando dormían. Law se revolvió en su abrazo y el rubio volvió a bufar. Por dios, si ni eran las siete de la mañana.

 

—¿Y porque tienes tu un gorro así? —preguntó incansable el menor mirándole curioso—¿me lo dejas?—preguntó con una ligera emoción en la voz mirándole por entre sus brazos.

 

—¿Te gusta?—preguntó Doflamingo ligeramente horrorizado con el gusto del otro—¿en serio?—

 

Law asintió en el abrazo mirándole expectante.

 

—En ese caso te lo regalo —murmuró con cara de derrota.

 

Su mano voló a la cabeza del chico para revolverle el pelo suavemente como siempre hacia, pero Law la apartó de un manotazo. Doflamingo frunció el ceño molesto mientras Law se sentaba en la cama aun rodeado por sus brazos y se ponía el gorro rápidamente. Como si aquel trasto fuese una barrera protectora contra su tendencia a despeinarle, como si le estuviese mandando una indirecta de que parase con aquello.

 

Aquello le cabreó aun más.

 

Odiaba la distancia que parecía estar intentando poner Law con él, pero sabía que no podía hacer nada por evitarlo, después de todo hacerlo sería como reconocer que le gustaba hacerlo. Sería reconocer que apreciaba a Law en público.

 

Y no sabía si era algo para lo que estuviese preparado.

 

Asique simplemente se levantó de la cama dejando a Law libre y se metió por primera vez en mucho tiempo, solo en la ducha intentando calmarse y recomponer su expresión neutra. Intentando convencerse de que lo que hiciese el menor no le importaba y que en el fondo Law estaba creciendo y era mejor que le dejase un poco de espacio.

 

Desgraciadamente no lo consiguió.

 

++++++++++++++++++++++++++++++++++++++

 

Doflamingo entró a la tienda seguido de su segundo al mando y del pequeño Law que observó el escaparate con cara aburrida y con el inseparable gorro que le había regalado ocultando su oscura cabellera.

 

Necesitaban armas.

 

Las municiones y balas de los pesados cañones habían ido desapareciendo batalla tras batalla y en la última que habían tenido hacia unos días, el armero había estallado en histeria nerviosa al no encontrar siquiera un poco de mecha pare encender los malditos cañones.

 

Asique Doflamingo ya hasta las narices del hombre regordete quejándosele cada dos horas había parado en la siguiente isla y había ido directo a comprar todo lo que necesitaban en la única tienda del pueblo donde se vendían aquellos trastos para la guerra.

 

Desgraciadamente la tienda no era lo que había previsto y con lo pequeña y vieja que era dudaba siquiera de que tuviese algo que pudiesen utilizar las armas de este siglo.

 

—Necesito cien balas de cañón del calibre ocho, mecha y pedernal para encenderlos, necesito también piedra de afilar para espadas, pólvora, y balas normales de pistola—comenzó a enumerar dirigiéndose directamente al dependiente sin fijarse siquiera en la tienda.

 

Escuchó a Law corretear a su espalda observando las armas y armaduras expuestas mientras el viejo suelo de madera chirriaba bajo sus pies. Vergo en cambio se quedó a sus espaldas como protegiéndole de cualquier cosa que pudiese pasar.

 

Estúpido complejo de guardaespaldas.

 

El dependiente de la tienda, un hombre de edad muy avanzada con espesas cejas pobladas y un barba que le llegaba hasta los pies les miro por un momento antes de asentir al capitán y desaparecer en la trastienda. Doflamingo parpadeó incomodo cuando el hombrecillo que no debía ni llegarle a Law a la cintura pero que sin decir nada imponía un ancestral respeto, les dio la espalda.

 

Law por su parte había pasado a la parte de las espadas y observaba las afiladas hojas casi con veneración, escrutando cada una fijamente. Había sables curvados en formas imposibles con las vainas decoradas con patrones geométricos de color dorado, había espadas de doble filo de aspecto sobrio o los redondeados mosquetes de punta afilada. También había elegantes Katanas que captaron al instante su atención y le hicieron querer acercarse más al estante para poder apreciar mas el azulado metal.

 

—Señor—dijo el dependiente a Doflamingo repentinamente haciendo que este saltase ligeramente por el susto—tengo todo lo que necesita, si me dice donde está su barco le llevare el cargamento en una hora como mucho—anunció.

 

Doflamingo miró al hombre en frente suyo con la sospecha en la cara. Por alguna razón le estaba poniendo nervioso y ni siquiera le había oído volver del almacén. 

 

De repente el capitán sintió un tirón en la manga de su camisa y salto asustado de nuevo con los nervios a flor de piel, pero al bajar los ojos observo que simplemente era Law que le miraba serio agarrando su camisa y volviendo a tirar como si fuese a pedirle algo.

 

—Ahora no Law—anunció apartando al niño un poco y volviendo a centrar su atención en el dependiente de las narices—Mi barco está amarrado en el muelle tres—le explicó al hombre—es el único que hay en ese muelle, lo reconocerá por...—

 

—Doflamingo—volvió a la carga Law tirándole de nuevo de la camisa.

 

—Espera un poco Law—le pidió de nuevo apartándole ligeramente cada vez sin menos paciencia y más nervioso.

 

Law bufó y se separó de él volviendo a dirigirse donde las magnificas espadas. El rubio suspiró cansado del niño y volvió a dirigirse al vendedor ,pero este curiosamente había desaparecido del mostrador por arte de magia.

 

—¿Que ocurre chico?—escuchó murmurar a sus espaldas y girándose se encontró al viejo al lado de Law y enfrente de las espadas.

 

Law miro al rubio con la misma cara sorprendida que debía de tener él, antes de fruncir el ceño aun mosqueado con el rubio por ignorarle y volverse a observar al viejo de larga barba con aspecto de duende.

 

—Me gusta esa espada—comentó señalando una larga Katana negra con cruces blancas decorando la vaina.

 

La larga espada estaba casi escondida de la vista del público y el vendedor se pregunto como la había descubierto el chico. Sus ojos brillaron por debajo de las cejas.

 

—Interesante—murmuró para sí mismo antes de alargar la mano y tomar la enorme espada entre sus manos, sosteniéndola como si se tratase de un delicado bebe. Luego se la tendió a Law —intenta abrirla—comentó el hombre con una calida sonrisa.

 

Law observó la espada entre sus manos maravillado olvidando durante un momento al resto del mundo. La espada era mucho más grande que él, pero descubrió que no le estaba costando esfuerzo sostenerla. Colocando entonces una mano en la empuñadura y otra en la vaina ejerció un poco de fuerza para desenfundar la hoja.

 

Un brillo gris azulado del mismo color que sus propios ojos apareció ante su asombrada mirada mientras la espada se deslizaba fuera de la vaina con un delicado suspiro. Law se dio cuenta de que tampoco le se estaba costando esfuerzo desenvainarla a pesar de ser tan grande, como si la propia espada quisiese que lo hiciese.

 

El silencio inundó la estancia mientras Law observaba la pulida y reluciente hoja bajo la luz del día. Observando su imagen reflejada en pulido metal.

 

Era simplemente impresionante.

 

—Interesante—repitió el hombre con aire conspirador devolviéndole al mundo. Law le miró sin comprender y dudoso aun al tener algo tan delicado entre las manos—esa hoja ha sido incapaz de ser desenvainada desde el primer momento que la tuve en mi poder— explicó el vendedor al ver su cara de curiosidad.

 

Law volvió a escrutar la hoja asombrado y luego volvió a mirar al vendedor con un aire arrepentido, pensando que había ofendido al hombre por haberla desenvainado cuando supuestamente no se podía.

 

El viejo soltó una carcajada ante su gesto.

 

—¿Sabes? Hay un antiguo dicho que dice que no es el espadachín quien elije a la espada si no que es la propia espada la que elije a su dueño. Yesta de aquí parece haberte escogido a ti chico—anunció el viejo con su risa polvorienta surcando el aire.

 

El hombre se acercó entonces a Law y tomando la espada entre sus manos huesudas volvió a envainarla elegantemente. Se quedó mirando durante un largo rato la preciosa arma como si estuviese hablando con ella y tomando una decisión, y finalmente en un movimiento casi de despedida volvió a tendérsela a Law.

 

—Esta espada es una Nodachi… perteneció a uno de los mejores espadachines del mundo y fue forjada por el mejor herrero de todos los tiempos. Mucha gente pagaría muchísimo dinero por ella asique espero que la cuides bien chico—anunció con un deje solemne—puedes quedártela—

 

Law le miro sorprendido antes de asentir y apretar el arma contra su pecho totalmente agradecido y alagado.

 

—Bueno estábamos hablando de un barco amarado en el muelle tres si no me equivoco—comento el anciano volviendo a acercarse al rubio que miraba la escena con una ceja levantada.

 

Doflamingo observó a Law con la enorme espada en sus manos y luego al viejo de nuevo tras la barra del mostrador. Su mirada parecía alegre.

 

Suspiró.

 

—Law dame la espada— le pidió al chico.

 

Law le miró aterrorizado como si le estuviese pidiendo que le diese una pierna o un riñón, aferrando la espada fuertemente contra su pecho negándose totalmente a hacerlo.

 

 Doflamingo bufó.

 

—No pienso dejarte usar una espada de verdad hasta que no aprendas lo básico de esgrima. No quiero que te acabes cortando un brazo por accidente—explicó implacable.

 

Law le fulminó con la mirada y fue a contestar seguramente con otro de sus comentarios sarcásticos asegurando que no era un inútil, pero Doflamingo volvió a interrumpirle.

 

—Te la devolveré cuando estés a su altura Law— prometió mirando al crio con aire solemne.

 

Law miró la enorme espada comprendiendo que en el fondo el rubio tenia razón. No sabia absolutamente nada de esgrima, y con una espada así no se podía hacer el gilipollas.

 

Asintiendo se dirigió al rubio y le tenido la espada con el ceño fruncido aun dudando de aquello. Doflamingo le observo un momento y luego le tomo de la cintura y le  alzó por el aire sentándole en el mostrador aun con la espada entre sus brazos. Law se tensó por la sorpresa, después de todo hacia mucho que Doflamingo no le tomaba en brazos, pero cuando quiso soltarse y bajar al suelo de nuevo, el rubio le abrazó fuertemente contra su pecho impidiéndole cualquier movimiento.

 

—Si en el muelle tres...—volvió a comentar Doflamingo ignorando los bufidos de protesta del chico entre sus brazos.

 

 

 

Notas finales:

Bueno creo que es el mas largo de todos los que he escrito hasta ahora asique no os quejeis n_n

¿Y bien que os ha parecido?¿Os ha caido bien el viejo de la tienda?¿Quien ha pensado que Dofy iba a robarle la espada a Law-chan? ¬¬ Desconfiados.

Se que es triste la separacion pero es necesaria, ya vereis porque. En el proximo volveran los problemas y saldra nuestra querida Dressrosa o.O

Pos eso un beso y espero vuestros reviews.

Sayonaraaa~


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