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Desde el principio por Cucuxumusu

[Reviews - 193]   LISTA DE CAPITULOS
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Notas del capitulo:

Bueno cielos muchas gracias por los miles de reviews, os quiero chicos n_n

Aqui teneis nuevo capitulo, a ver si os gusta.

 

 

Law se despertó con una agradable nebulosa cubriendo sus ojos. Una extraña sensación de agobio y asfixia que le había sacado del sueño entre jadeos y bocanadas de aire, sin embargo ahora, una vez despierto, la sensación seguía sin desaparecer. Parpadeo confuso intentando despejarse un poco más y fue entonces cuando tomo conciencia de su cuerpo: Estaba tumbado boca abajo en la enorme cama, abrazando tranquilamente la almohada y totalmente desnudo. Y la sensación de agobio y aplastamiento era causada por el enorme cuerpo de rubio tumbado también boca abajo contra su espalda cual pulpo pegado. Aplastándole contra el colchón, con sus piernas enlazadas con las suyas y con los brazos abrazando su cintura mientras roncaba con un aire satisfecho.

 

Law suspiró cansado y ligeramente molesto por lo fácil que era la vida del otro: Hacia siempre lo que quería sin preocuparse de las consecuencias.  Intentó alejarse entonces del cuerpo del mayor ahora que se había despertado y dudaba que pudiese volver a dormirse con sus ronquidos. Lo hizo lentamente para no despertarle del profundo sueño en el que parecía estar metido, solo un ligero movimiento, un amago de moverse y su todo cuerpo crujió y palpito dolorosamente.

 

La madre que lo pario.

 

Contuvo a duras penas un jadeo contra la almohada mientras intentaba que la sensación remitiese hasta algo soportable. Cuando lo hizo, intento volver a moverse con más cuidado esta vez, aparto con delicadeza los brazos del rubio de su cintura y con un poco más de esfuerzo y dolor consiguió salir de debajo de la mole que le aplastaba.

 

Camino un poco por la oscura habitación dando tumbos, pero estirando sus agarrotados y cansados músculos y se dirigió luego hacia el baño sin preocuparse de ponerse nada encima. Después de todo, lo último que se había intentado poner no le había durado encima mucho más de dos minutos.

 

Llevaban dos días así, desde que el rubio se le había abalanzado encima literalmente, no habían parado ni un momento. Ni habían comido, ni habían bebido, ni habían dormido más de veinte minuto entre ronda y ronda. Solo se habían dedicado a explorarse mutuamente como si el primer mordisco hubiese desatado su ansia y el famélico tigre hubiese salido al fin de la jaula. Por eso Law estaba tan cansado, por eso esta vez cuando se había despertado, en vez de atacar al rubio al instante como había hecho otras veces, le había dejado dormir. Por qué necesitaban descansar, comer y relajarse un poco o se iban a morir de agotamiento con tanto sexo.

 

Law cerró la puerta suavemente y encendió la luz del baño parpadeando ligeramente tras la oscuridad de la habitación. Se acercó entonces a la ducha y abrió el grifo dejando correr el agua para que se calentase a una temperatura decente. Necesitaba una ducha. Sentía todo su cuerpo empapado en sudor pegajoso y en semen suyo y ajeno, reseco entre sus piernas y por todo su cuerpo. Parecía una de esas chicas que salía en los videos porno que veia Sachi y que acababan cubiertas de semen tras una orgía. Era un poco excitante, sobre todo al haber sido el rubio el culpable de su estado, el sentirse tan marcado y tan deseado, pero a la vez era asqueroso, su piel estaba irritada y maltratada necesitando la relajante agua caliente.

 

Paseó por el baño esperando que el agua se calentase y sin tener la fuerza suficiente como para sentarse y apoyar su parte trasera en una superficie plana. Si, definitivamente iba a pasar unos largos y extenuantes días de pie sin poder sentarse. Y Doflamingo iba a saber lo que era dormir en el frio y minúsculo sofá durante un mes. Como mínimo.

 

—Le voy a matar—siseó entonces al fijarse también en el reflejo en el espejo.

 

Parecía un puto mantel a lunares, con el cuerpo plagado de mordiscos y chupetones. Por todo su maldito cuerpo. Desde el cuello morado hasta sus tobillos, desde su estómago hasta sus nalgas marcadas también con los dedos del otro que tanto le había estado apretando. Matarle era una venganza demasiado suave para todo aquello, le iba a hacer sufrir, y llorar durante horas. Le iba a dejar a dos velas durante meses, le iba a atar a una mesa y luego le diseccionaría con...

 

Apretó los dientes. Cabrearse no servía para nada y además el agua de la ducha empezaba a crear vapor, lo que indicaba que estaba a temperatura ideal. Abriendo la cortina se metió debajo del chorro de agua suspirando al sentirle sobre su piel. Ah aquello era un maldito placer. Los moratones palpitaron placenteramente por su cuerpo donde el rubio los había dejado. Recordándole con cada escalofrío como habían llegado hasta su cuerpo, como el mayor los había ido dejando lenta y concienzudamente en cada ronda. Se calentó al instante.

 

Suspirando ligeramente en la ducha y enfadado consigo mismo porque sus intentos de venganza hubiesen desaparecido tan rápidamente, cogió el jabón y escurriéndolo sobre una esponja se comenzó a frotar quitándose los restos del otro sobre su cuerpo. Luego, una vez estuvo satisfecho con el resultado, agarro la botella de champú y repitió el proceso en su pelo cerrando los ojos para que no entrase en contacto con sus ojos.

 

Y fue entonces, cuando estaba indefenso en aquel estado de ceguera, que sintió un cuerpo ya conocido pegarse contra su espalda. Gruñó molesto aferrando las manos del rubio que se paseaban por su cuerpo de nuevo a su antojo.

 

— ¿Qué te crees que haces?—le preguntó aun sin poder abrir los ojos.

 

—Mm—murmuró el rubio repasando un chupetón en su hombro que le había dejado la otra vez—bueno, me aburría solo en la cama y escuche que te estabas aquí duchando. Asique aproveche para hacerte una visita y ayudarte en tu tarea—respondió con una clara sonrisa en su voz.

 

Law bufó molesto intentando detener al otro que de nuevo volvía a la carga. En serio, una ronda más y juraba que le iban a tener que llevar en volandas al hospital.

 

—Ni se te ocurra—le advirtió—no quiero hacerlo más—Las manos en su cuerpo se detuvieron repentinamente tensas y Law, al darse cuenta de cómo se podía malentender lo que acababa de decir, se apresuró en corregir—no puedo más, necesito descansar, y además llevamos dos días sin comer ni hacer nada más que follar, ¿acaso no estas ya ligeramente satisfecho?— le soltó.

 

Al instante el otro se relajó y se apretó más contra el soltando aquella característica risilla suya. Sus manos delineaban su cuerpo como antes, trazando una invisible línea de una marca a otra. Como una red por todo su cuerpo que le atrapaba.

 

—No te oí quejarte mucho—continuo el rubio— Más bien lo contrario, estabas bastante...motivado— se burló juguetón.

 

Law frunció el ceño molesto y ligeramente sonrojado por lo que habían estado haciendo. O por lo que el rubio le había hecho hacer. Pero no iba a darle al otro la satisfacción de saberlo.

 

—Lo que sea, no pienso hacerlo. — murmuró reafirmando su postura y volviendo a frotarse el champú en el pelo.

 

Doflamingo suspiró claramente decepcionado pero no hizo nada más. Se ducharon en silencio, limpiándose al instante mutuamente sin la necesidad de decir nada, como si ambos no pudiesen mantener las manos lejos del cuerpo contrario por mucho tiempo, dándose algún que otro beso de vez en cuando lento y pasional. Al cabo de un rato salieron de entre el agradable vapor y se vistieron intentando esquivar la mirada ajena sobre sus cuerpos e ignorando a la vez sus nuevas erecciones como si no estuviese allí.

 

Luego bajaron a la cocina entre sonrisas y comentarios subiditos de tono, y se dedicaron a preparar el desayuno, ya que el resto de la gente curiosamente parecía que todavía no habían vuelto de la fiesta. Law sospechó del conveniente detalle, pero no dijo nada. Después de todo, no dudaba que le habrían escuchado gritar si hubiese habido alguien en la casa, y realmente no sabría como encarar luego a la gente que le había visto crecer.

 

Se pusieron a cocinar donde se repitió el mismo espectáculo que en la ducha: los roces repentinos, los besos y las sonrisillas cómplices. Law cocinaba tranquilamente ya que el rubio parecía no haber hecho un huevo en su vida, y este le recordaba la vez en que le había echo un pastel por su cumpleaños y casi le intoxica. Law le prometió que desde entonces había aprendido a cocinar, y que si quisiese matarle lo haría de una forma más "creativa".

 

—Ya está—concluyó por fin Law sirviéndole la comida.

 

—Estas seguro que no está envenenado—se burló el rubio. Aunque se estaba relamiendo al ver las tortitas que había hecho el menor, con el sirope chorreando por encima y el empalagoso olor rodeándole. Si, definitivamente había aprendido a cocinar.

 

—O te lo comes tu o te lo obligo a comer— le respondió el menor dándole una cariñosa colleja antes de sentarse enfrente suyo. Ocultando una ligera mueca de dolor al hacer contacto su trasero con la silla.

 

—Mmm ¿y cómo piensas obligarme?—le preguntó con tono seductor Doflamingo mientras se comía un trozo de tortita con las manos.

 

De una forma demasiado erótica y sugerente.

 

Law le fulminó con la mirada ignorando la provocación.

 

—Controla tu libido Donquixote-ya—le respondió dándole una suave patada por debajo de la mesa— o tendré que cortarte esa parte de tu anatomía que tanto parece gustarte— amenazó de paso.

 

— Y ¿qué harías con ella luego Law-chan?— continuó el otro juguetón.

 

Law se atragantó de golpe ante lo que el otro insinuaba. Oh estúpida imaginación salida del otro. Aquello sonaba tan...pervertido. Había abierto una puerta con el mayor  y realmente no sabía cómo manejarlo. Se sonrojo violentamente mientras fruncía el ceño molesto.

 

—La pelaría y la herviría en agua con sal para luego hacértela tragar— le contestó rápidamente con lo primero que se le ocurrió.

 

—Ya, claro— siguió el otro divertido sin quitar los ojos de encima de la adorable cara del menor.

 

Siguieron comiendo en el mismo tono, charlando, bromeando y metiéndose el uno con el otro. En un momento de la comida se miraron intensamente y luego, para desgracia del moreno, se abalanzaron sobre el contrario y acabaron haciéndolo de nuevo por cualquier superficie plana de la cocina. Sin poder estarse más de dos malditas horas sin parar, robándose las fuerzas cuando ni siquiera habían podido recuperarlas, con Doflamingo marcándole de nuevo con su boca y embarazándole una vez tras otra. Para dejarle finalmente aún más sucio entre la comida y su esencia de lo que lo había estado antes de ducharse.

.

.

.

 

—Aquí tienes lo que me pediste— le dijo Vergo dejándole unos papeles sobre la mesa en la que estaba trabajando.

 

Law miró los papeles que el otro había soltado, y luego, al reconocerlos, los observó sobrecogido.

 

—Gracias— le respondió escuetamente al de gafas. Y sin más, Vergo se dio la vuelta y salió de la habitación huyendo de él.

 

No se llevaba muy bien con Vergo. Y el sentimiento por lo visto era mutuo. El moreno era demasiado serio, seco, no acababa de calarle y le incomodaba. Era como si siempre le hubiese rechazado, podía aparentar por supuesto, como cuando de pequeño le leía cuentos, pero a él ya no podía engañarle. Además, después de los últimos meses cuando había empezado a acostarse con el jefe de la casa, la relación se había vuelto aún más fría y retorcida y el hecho de que le odiaba mucho más obvio. Pero tampoco es que le preocupase, sabía que el moreno no haría nada contra él a menos que fuese contra Donquixote.

 

La puerta se cerró de golpe y Law se quedó entonces solo en la pequeña habitación de la que se había adueñado desde que Doflamingo había decido no dejarle ni un momento tranquilo. Llevaban dos meses ya con aquello y ambos seguían con la misma pasión y necesidad que el primer día.

 

Las primeras semanas habían sido un suplicio para Law, su cuerpo parecía el de un viejo reumático de ochenta años, doliéndole a cada vez que se movía debido al vigorizante ejercicio. Luego se había ido acostumbrando, pillándole el ritmo y ahora era algo normal en su rutina. Lo podían hacer cinco veces en un día los días en los que casi ni se veían, los días buenos...se podían tirar todo el tiempo en la cama. Law juraba que nunca había comido tanto ni había tenido tanto sueño en toda su vida, era como si su cuerpo le pidiese a gritos energía. Y aun así, seguía habiendo veces en las que se quedaba sin poder moverse en lo más minino. Como la vez en la que el rubio había decidido utilizar sus hilos y un maldito vibrador durante tres largas y extenuantes horas, sin dejarle acabar hasta que se lo suplicó y rogó, o la vez en la que Law se había emborrachado y luego el rubio le había hecho el amor de la forma más lenta, lánguida y tortuosa de toda su vida, como castigo a su irresponsabilidad, o la vez...

 

Y por eso había veces que necesitaba relajarse y separarse de él.

 

Y para ello había elegido aquella pequeña habitación. No era muy grande la verdad, era parte de uno de los pequeños torreones de la casa y tenía lo imprescindible: simplemente una pequeña mesa de estudio con trastos por encima, unas pocas sillas apretadas unas contra otras, algunas estanterías contra la pared y un viejo y desgastado sillón enfrente del ventanal que daba a la costa. No era como el impresionante despacho de Donquixote espacioso y con cosas demasiado caras según su punto de vista, pero a él le gustaba encajonarse con aquella montaña de cosas que no le dejaban ni moverse, le recordaba a cuando era pequeño y pululaba por el abarrotado barco del mayor.

 

El rubio sabía que cuando estaba allí no quería que le molestasen y lo respetaba, aunque sabía que si se tiraba demasiado tiempo encerrado en aquel lugar luego el rubio podía ponerse peor y la cosa acabaría con él por los suelos.

 

Pero ese no era el problema allí. El problema era el pesado sobre que Vergo le había dejado en la mesa, la que contenía los informes de las islas cercanas a donde Doflamingo le había encontrado.

 

El que contendría la información de sus padres.

 

Era algo que siempre había querido saber pero nunca se había atrevido a preguntar. Y ahora por fin lo tenía a su alcance. Aun así no sabía si quería leerlo. ¿Y si sus padres le habían abandonado aposta? ¿Y si no le habían querido? O que pasaba si habían muerto y ya no podría ni verlos. Siempre habían sido un seguro para él. El saber que a lo mejor alguien le estaba buscando por algún lugar del mundo, el saber que alguien le había querido, que tenía una familia y un lugar al que pertenecía. Una ilusión de un niño huérfano. Pero ¿y si todo eran imaginaciones suyas? ¿ y si no era tan bonito?¿ Y si no le querían en sus vidas y por eso le había abandonado?

 

Tomo el sobre sintiendo como le quemaba en sus manos. Tenía que leerlo. Tenía que saber que había pasado. Abrió el sobre y extrajo de él la montaña de papeles.

 

Miles de nombres y ciudades con sus problemas de hace veinte años pasaron delante de sus ojos. Pero él solo buscaba uno en concreto. Trafalgar. Su apellido. Lo único que le quedaba de su familia. Al fin lo localizo en el informe de una pequeña isla. Separándolo de los demás lo leyó tranquilamente sintiendo la adrenalina correr por sus venas como si su vida dependiese de aquellas palabras.

 

¿Le querían o no? ¿Tenía un lugar al que volver o uno al que llorar?

 

Leyó el escueto informe devorando cada palabra. Luego lo leyó otra vez y otra vez mientras un nudo se formaba en su garganta. Dolor e ira. Y sobre todo un ligero sentimiento de venganza. Aquello era simplemente una broma de mal gusto. Una maldita broma.

 

— ¿Qué haces Law-chan?—susurró de repente Doflamingo abrazándole desde atrás.

 

Law parpadeo asustado dando un brinco en el asiento. No le había oído entrar. Había estado tan metido en aquello que ni se había dado cuento que se había echo de noche y que llevaba tanto tiempo allí metido. Tanto, que el rubio le había ido a buscar. Mierda.

 

—Nada—le respondió rápidamente dejando los informes e intentando ocultarlos de los ojos curiosos del otro. No quería decirle que estaba buscando a sus padres, porque no sabía cómo se lo tomaría.

 

Doflamingo acepto su respuesta sin presionarle en lo más mínimo, respetando su espacio y sus decisiones. Law se lo agradeció.

 

Y después, el rubio, girándole la cabeza hasta encararle, le beso lentamente. Y Law le respondió al instante ansioso por el otro. Le necesitaba en aquel momento, lo que acababa de leer había sido...demasiado para él. Doflamingo pareció entender su necesidad porque le respondió al instante igual de pasional, llevando aquel inocente beso del principio a algo más profundo. Mientras, comenzaba a introducir una mano por el pantalón del menor apretando suavemente su miembro y sonriendo al ver que Law no se había preocupado ni por ponerse ropa interior.

 

— ¿Esperabas que pasase algo Law?—le susurró divertido.

 

Pero Law no le respondió, no quería hablar, solo quería sentir al otro y olvidarse del asunto en la mesa, asique, levantándose de la silla y encarando al mayor, comenzó a desvestirle ansioso mientras le empujaba contra el pequeño sillón en la habitación. Cuando consiguió que el mayor se sentase en el viejo sillón, se arrodilló entre las piernas del otro con su cara a centimetros de su entrepierna. En una clara indirecta de lo que pensaba hacer.

 

—Law, espera, no tienes porque...nng—el mayor no pudo ni prepararse.

 

Law totalmente impaciente le lamio al instante siguiente de haberle liberado de sus pantalones. Sin la más mínima paciencia. Sin dejarle siquiera excitarse. Simplemente engulléndolo violentamente desde el primer momento y jugando con él con un hambre y necesidad que nunca le había visto.

 

—Law...joder...espera—murmuró sin fuerzas para defenderse del ataque tan repentino del menor. Aquello no era lo que había estado planeando joder.

 

Pero Law siguió sin hacerle ni  puñetero caso y simplemente siguió succionándole y acariciándole sus testículos y muslos, arañándole fuertemente como un gato en celo, sabiendo lo que aquello le excitaban. Doflamingo se dejó caer contra el respaldo a los dos segundos totalmente derrotado. Era la primera vez que Law le hacía aquello o que tomaba la iniciativa de aquella forma, normalmente era él el que buscaba al moreno, el que se preocupaba en saborearle y hacerle gritar. Por eso ahora que tenía al menor jugando con él de aquella forma, con su estúpidamente hábil lengua recorriéndole veloz y arrancándole gemidos con cada movimiento, engulléndole más allá de lo que era humanamente posible y con aquellos ojos grises plagados de urgencia y necesidad, no pudo más que dejarle hacer.

 

Law era increíble. Le podía poner en danza en un solo instante, y en aquellos momentos estaba a punto de correrse con las escasas pero efectivas lamidas que el otro le había dado. Era bastante patético. Acaricio la mejilla del menor suavemente instándole a que se relajase y decelerase. Y Law, como no, hizo exactamente lo contrario. Estúpido cabezota. Gimió sin poder más con el ansioso asalto, y con un ronco gruñido se corrió en la boca de enano. El otro siguió succionándole ansioso intentando tragarse cada mínima gota que el otro pudiese darle, sin disminuir la velocidad ni un poco, como si quisiese saborearle de nuevo.

 

—Law...por favor...— y como si aquello fuesen las palabras mágicas el menor se separó de él. ¿Asique Law quería hacerle suplicar eh? ¿Era una venganza por lo del vibrador? por qué no lo entendía, ambos se lo habían pasado muy bien aquella vez y...

 

Doflamingo suspiro aliviado al ver a Law ponerse de pie dando por finalizada aquella tarea. Pero el alivio volvió a esfumarse al ver como el otro se arrancaba los pantalones literalmente y se subía a ahorcajadas sobre él con la misma o incluso más urgencia que la vez anterior. Oh tío ya no podía mas, necesitaba dos mínimos segundos para poder volver a levantar su miembro para aquello. Solo un rato, para que el orgasmo anterior dejase de palpitar por su cuerpo, para que la sensibilidad y agudeza sensorial remitiesen mínimamente.

 

Law le pasó los brazos por el cuello abrazándole y acercando sus bocas de nuevo, dejándole sentirse a sí mismo en sus rojizos labios.

 

—Law ¿qué narices te pasa?—preguntó empezando a preocuparse. ¿Le habían drogado? ¿Que narices pasaba?

 

—Nada—murmuró el menor comenzando a frotar su flácido miembro contra su entrada— ¿es que no puedo querer también esto algún día?—

 

—Si pero...oh joder—Law se acababa de empalar en su miembro de una estocada y comenzaba a montarle salvajemente. Y Doflamingo se contempló de nuevo aprisionado entre aquellas firmes y suaves paredes, comenzando a excitarse de nuevo a la fuerza— Law por dios, espérate dos malditos minutos— le ordenó.

 

El moreno sonrió malignamente contra su boca comenzando a mover sus caderas en círculos. Dejándole sentir cada mínima parte de su interior. Doflamingo tembló y le agarró de las caderas intentando pararle. Su cabeza se apoyó contra el hombro del otro jadeante.

 

—No me des ordenes Donquixote-ya—le recordó el otro entretenido— además te estas excitando lo quieras o no, y así es más divertido—

 

Doflamingo gruño comenzando a alzar sus caderas contra el cuerpo encima de él. Law tenía razón, volvía a estar excitado y total y absolutamente erguido. Pero aun así era él el que debería de estar encima torturando al moreno, no al revés. Law le apretó fuertemente entre sus paredes y el rubio soltó un ligero sonido de desesperación. No podía volver a correrse tan rápido. Definitivamente esta vez iba a aguantar más o iba acabar llorando con su orgullo de hombre por los suelos.

 

—No hagas eso—le dijo a Law entre jadeos apretándole aún más contra su cuerpo y hundiendo su cabeza en el pecho del menor. Law le acaricio el pelo mientras soltaba una risilla.

 

— ¿El que exactamente Doflamingo?—le pico aún más— ¿te refieres a esto?—murmuro volviéndole a apretar aún más fuertemente y durante más tiempo— ¿o a esto?— su voz se volvió totalmente seductora mientras comenzaba a girar sus caderas en círculos sin parar de apretarle.

 

El rubio soltó un rugido contra su cuello mientras le clavaba los dientes sobre una marca que le había dejado allí una de las veces anteriores. Law solo sonrió entretenido. Se lo estaba pasando en grande, estaba empezando a entender por qué al rubio parecía gustarle tanto torturarle. Por qué el hacer a alguien tan fuerte y poderoso como Donquixote suplicar y rogarle, o el hecho volverle loco con unos ligeros toqueteos y besos era simplemente increíble. Aquello podía convertirse en su nuevo entretenimiento sin lugar a dudas.

 

—Te voy a matar Law—susurró el rubio restregándose contra él a una velocidad impresionante, entrando y saliendo de él rápidamente— cuando acabemos aquí, te voy a llevar a la cama....ah... te voy a atar otra vez y voy a violar ese pequeño agujero tuyo hasta que no puedas ni andar—

 

Law gimió entre sonrisas sintiendo como el mayor golpeaba su próstata con cada envite. Él tampoco iba a durar mucho más a aquel ritmo. Sobre todo con la conversación subidita de tono y siendo él el que llevaba esta vez la voz cantante.

 

—Me gustaría verte intentándolo—se burló—porque no creo que te puedas mover mucho después de esto— le retó.

 

Esta vez fue el turno del rubio de reírse amargamente. Mientras las embestidas se volvían cada vez más erráticas y profundas dejando a los dos jadeantes y con ganas de más contacto, más besos, más pasión.

 

— ¿Quién ha dicho que vaya a ser yo el que te castigo?—respondió Doflamingo—Como has dicho, yo necesitare un momento para recuperarme…nng… pero por suerte, los vibradores van a pilas y duran y duran y duran— murmuro mientras le embestía al ritmo de sus palabras.

 

Law gimió enfadado mientras aferraba al rubio de los hombros clavándole las uñas al llegar a los primeros síntomas del orgasmo y arqueándose entonces sobre el mayor. Sobre todo al recordar lo que había pasado aquella vez.

 

—Me...me dijiste que los habías tirado—le soltó con un tono de voz entre enfadado y plagado de placer.

 

—Sí, y tu estúpidamente me creíste—

 

Doflamingo le mordió un pezón que quedo a su alcance en aquel momento con una sonrisa malévola, mientras, le sentía estremecerse y correrse sobre su estómago. Law se arqueo y tenso como un arco soltando un pequeño grito que sonó alto y claro en la pequeña habitación. Doflamingo le lamió el cuello mientras le apretaba a su vez llegando el también al orgasmo al verle así.

 

Cuando volvió a este mundo se encontró a Law acurrucado contra su pecho acariciándole un brazo de los que le envolvían. Todavía con la respiración acelerada y las mejillas sonrojadas, pero sin pizca ya de querer volver a repetir el asalto. Doflamingo le dio un beso en el pelo mientras le devolvía la caricia en la cadera mimosa. Juraba que se podría quedar así por horas, abrazado al menor, sintiéndole totalmente suyo después de una sesión de sexo rápido.

 

—Felicidades—soltó de repente el enano con voz pastosa, como si se estuviese quedando dormido.

 

Doflamingo ante esto parpadeo confuso.

 

— ¿Por qué?—preguntó.

 

—Por convertirte en Shichibukai— anunció—felicidades—

 

Y Doflamingo sonrió contento apretando al enano entre sus brazos. Asique se había enterado. Ahora entendía todo el royo de la mamada y el tomar la iniciativa. Estúpido enano. ¿Cómo podía ser tan adorable y tierno? ¿Acaso quería que le violase en serio?

 

—Gracias enano—comento revolviéndole el pelo en el que curiosamente no llevaba el gorro hoy. Le encantaba su pelo, era tan suave, tan perfecto y rebelde como su propia personalidad. Se quedaron así un rato, acariciándose y recuperando la respiración. Sintiéndose mutuamente y sin querer separarse en lo más mínimo. Era en estos momentos cuando Doflamingo pensaba que podía morir feliz.

 

—Te quiero Law— le soltó de pronto y por primera vez.

 

Sintió al menor tensarse entre sus brazos ante la repentina confesión, como si no estuviese todavía del todo preparado para dar ese paso y reconocer los sentimientos que tenían poniéndolos en palabras, pero luego oculto su cara entre sus brazos y le respondió con voz temblorosa:

 

—Bueno…eres un maldito pervertido que no me deja ni dos segundos tranquilo, egocéntrico, cabezota, manipulador, que siempre hace lo que le da la gana y me miente—

 

A Doflamingo le empezó a aparecer una ligera venilla en la frente. ¿En serio? ¿Le decía que le quería y el otro decidía insultarle? ¿Le estaba rechazando de aquella forma?

 

—…pero también te quiero idiota—

 

Y con eso el rubio sonrió totalmente feliz, y supo que ninguno de los dos iba a dormir aquella noche.

 

 

 

Notas finales:

Waaaa han pasado por fin la barrera del "te quiero" lo que les ha costado jajaja dios adoro a Doflamingo salido, es demasiado entretenido jaja

Bueno el proximo capitulo es el ultimo señores O.o creo que voy a llorar T^T Bueno, espero que os haya gustado, ¿Que creeis que va a pasar?¿Como acabara?

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Nus vemooos


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