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Desde el principio por Cucuxumusu

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Notas del capitulo:

Woaaaaa me habeis dejado un monton de reviews mis amores, estoy super contenta n.n  asique como recompensa por vuestra generosidad os dejo este cap un poquito más empalagoso y aodrable que los otros. 

Espero que os guste wapos.

 

 

Vale, tal vez se había pasado un poco tirando al niño al mar, tal vez no había sido la mejor opción y tal vez y solo tal vez, todo aquello era culpa suya, pensó el adolescente sentado en el borde de su cama.

 

Cuando habían sacado al niño del mar, este no había hecho nada. Ni había llorado, ni chillado, ni nada, solamente se le había quedado mirando como en busca de una explicación, con la cara dolida y sus profundos ojos inexpresivos.

 

Sus tripulantes habían mirado al chico con preocupación ante semejante reacción. Él simplemente se había acabado de comer la madalena que había cogido de la cocina momentos antes. Luego, dedicándole una mirada burlona al niño, había salido de allí con su libertad recuperada, sabiendo que el niño no se le volvería a acercar en un tiempo.

 

Pero como siempre había gato encerrado y la cosa luego se había estropeado.

 

Law seguía siendo el mismo de siempre con el resto de su tripulación, gateaba de aquí para allá curioso, perseguía a la gente y reía enormemente cuando conseguía que jugasen con él.

 

Pero no se acercaba a él.

 

Huía gateando de la sala cada vez que le veía entrar o se escondía de su mirada cuando no tenia escapatoria. Seguían durmiendo juntos al no haber ninguna maldita habitación libre, pero la última semana el enano había cogido la costumbre de dormir en el frio y duro suelo en vez de con él en la cómoda cama.

 

Y aquello le tocaba las narices.

 

La culpa no había sido suya, la culpa era del insoportable niño, asique no tenía derecho a comportarse así con él. Además tampoco es que le doliese que el niño hubiese pasado de adorarle y perseguirle por todo el barco, al más absoluto desprecio y temor.

 

No, definitivamente no era eso.

 

Suspiró de nuevo mirando al niño en su cama con 39 grados de fiebre. Se había desmayado esa mañana en la cocina debido a una gripe que había cogido cuando él le había tirado al mar y que había ido aumentando de calibre por dormir en el frio suelo.

 

Sus tripas se apretaron en un nudo y él bufo enfadado consigo mismo. No estaba arrepentido, definitivamente no había sido su culpa.

 

El niño gimió bajito apretando las sabanas entre sus manos respirando con dificultad. Llevaba toda la tarde y parte de la noche durmiendo en un inestable sueño ligero, sin moverse ni un ápice e inmerso en las mantas que casi le ocultaban por completo. Tenía la cara roja por la fiebre y los finos y suaves mechones de pelo oscuro se le pegaban a la frente por el sudor.

 

Se veía tan vulnerable así, pensó de repente el adolescente.

 

Antes de que se diese cuenta su mano voló a la pequeña cabeza del crio y comenzó a acariciarle suavemente el cabello en una caricia tan tierna que muchos pensarían que un bastardo como él jamás podría dar. Su enorme mano se enredo en el suave pelo moreno, haciéndole notar al instante la elevada temperatura del niño.

 

Otra vez aquella sensación extraña se hizo presente.

 

Y entonces Law abrió los ojos y le miro con sus orbes grises delirantes por la fiebre. Doflamingo detuvo el movimiento de su mano mirando al chaval ligeramente asustado y sin saber qué hacer. Había pensado que el chico estaría dormido.

 

Pasaron los minutos mientras los dos se miraban en silencio sin hacer nada, totalmente expectantes y tensos. Finalmente Law, al ver que el rubio no hacia nada, le dedico otra mirada dolida, se dio la vuelta alejándose de su enorme mano y se escondió aun más entre las mantas. Huyendo de él.

 

Doflamingo gruño mientras aquella presión parecía querer arrancarle las entrañas.

 

—Escucha chaval… y escucha bien porque no voy a repetirlo otra vez— murmuró bajo mientras volvía la vista entre avergonzado y enfadado hacia la pared.

 

Law sacó su cabeza de entre las mantas y le miró con sus enormes y penetrantes ojos metálicos de nuevo, esperando a que dijese algo, totalmente serio, como comprendiendo que aquello era importante y no queriendo interrumpirle.

 

Aquello puso al adolescente aun más incomodo. En serio ¿Qué pasaba con los ojos del crio?

 

—Yo…lo siento vale— soltó por fin rascándose la cabeza incomodo, gracias a dios estaban a oscuras y no podía verle la cara, porque estaba casi seguro de que debía verse penoso— no… debería haber hecho eso—

 

Law miro al adolescente avergonzado enfrente suyo comprendiendo el significado de aquellas palabras. Acercándose al joven que le miraba dudoso, le dedico la sonrisa más grande que pudo poner en su estado y le agarró con dificultad de la camisa para captar todavía más su atención.

 

El rubio le miró ligeramente sorprendido ante la repentina nueva confianza del chico hacia él, pero realmente con el alivio pintado en su cara.

 

—…Mingo— susurro débilmente Law, como si con aquella palabra todo se solucionase.

 

 Doflamingo se quedó mirando al niño en su cama aun más sorprendido. ¿Acababa de decir su nombre?

 

O bueno, al menos un intento de él, pero era la primera palabra que le escuchaba decir.

 

Y era su nombre.

 

Ligeramente más relajado y contento le devolvió a Law la amplia sonrisa volviendo a pasar su mano por sus oscuros cabellos. Law lanzo una débil risilla al aire.

 

—Mingo— volvió a repetir.

 

—Je je, niño del demonio—

 

Tranquilamente y sin importarle porque estaba haciendo aquello, se metió entre las sabanas acompañando al chico. Luego, pasando sus manos alrededor del pequeño cuerpo lo apretó ligeramente contra su pecho de forma protectora.

 

Law estaba ardiendo y su respiración seguía siendo preocupantemente irregular, pero al rato dormía plácidamente entre sus brazos aun aferrando su querida camisa.

 

El rubio no tardo mucho en seguirle.

 

 ...........................................

 

 

 

El cansado adolescente volvió a frotarse las sienes intentando disminuir el dolor de cabeza que le achacaba. En sus regazo, el niño hipaba levemente después de haberse tirado una buena media hora llorando sin que nada ni nadie pudiese calmarlo.

 

Estaban en su camarote del barco sentados en la patética cama, como se habia vuelto la costumbre, despues de todo a las cinco de la mañana la gente no suele pulular por un barco.

 

El pequeño volvió a agarrarle de la camisa arrugándosela desastrosamente. Su querida camisa. La ultima limpia que le quedaba después de aquellas cinco semanas de aguantar a un niño babeante.

 

Atravesó al niño con la mirada en una clara advertencia, pero el niño simplemente le miró con una mueca de dolor y con las lagrimas rodándole por las mejillas tirándole de nuevo de la camisa llamandole desesperado.

 

—Oh venga ya— le gruño— ¿Vas a hacerlo otra vez?¿ Como puedes ser tan llorica? — le soltó malignamente.

 

El niño le miro enfurruñado conteniendo un hipido en el último instante y sorbiendo sus lagrimas bajito, como intentando demostrarle que él no era un llorica y que podía aguantarlo. Pero su estrategia resulto absurda al tener cara surcada por aquella mueca de dolor intenso.

 

Le estaban saliendo los dientes, les había dicho el médico del barco.

 

Los malditos y diminutos dientes que se veían como dos pequeñas manchitas blancas en la boca del enano y que le habían dejado ya sin dormir varios días.

 

Si, esos dientes.

 

 Law volvió a llevarse un puño a la boca mordisqueando su pulgar en un intento de parar el dolor en sus encías. Doflamingo se lo impidió agarrándole la mano y Law le miró de nuevo con sus penetrantes ojos grises suplicantes.

 

—Si eres un hombre aguanta el dolor joder—

 

Law le observo durante un rato, como si le hubiese entendiendo perfectamente a pesar de su corta edad y estuviese valorando si convertirse en un hombre merecía realmente la pena. Aun así, cuando el joven soltó su pequeña manita, Law no volvió a intentar hacer nada por llevársela a la boca.

 

El capitán sonrió al chaval irónico. Manipular al niño estaba resultando demasiado fácil y curiosamente entretenido.

 

Sin embargo a Law seguía doliéndole y se removió incomodo entre sus piernas apretando aun más en el proceso con sus manitas su querida camisa y mirando la cara del adolescente en búsqueda de ayuda.

 

Como si él pudiese hacer algo, pensó sarcástico Doflamingo.

 

Se oyeron pasos apresurados al otro lado de su puerta y Doflamingo levanto la mirada del niño poniéndose en estado de alerta y abrazando inconscientemente al chaval contra su pecho de forma protectora.

 

—Señor— chillo de repente Vergo entrando en su camarote dando un fuerte portazo.  Law saltó entre sus brazos y miró al otro con el terror pintado en su cara, empezando a sollozar de nuevo.

 

Y entonces, como volviéndose a acordar del dolor en su boca y sumándolo todo, estallo de nuevo en llanto desquiciado.

 

—Espero que sea importante Vergo, porque si no juro que te destripo vivo—amenazó el rubio con un tono de voz de ultratumba frotándose de nuevo las sienes.

 

Law tironeo de su camisa pidiéndole atención y mirando al otro con pánico. Doflamingo lo ignoro.

 

—Lo encontré señor— contesto su subordinado respirando con dificultad por la carrera hasta su camarote.

 

—¿El qué?—

 

El moreno rebusco entre su ropa hasta sacar una pequeña caja de la que extrajo un pequeño aparato de plástico.

 

—Un chupete—

 

Y sin esperar mucho más se acerco al niño que le miro aterrorizado y se lo puso a Law en la boca.

 

El niño abrió los ojos surcados de lagrimas sorprendido y miro a Vergo ya por fin reconociéndole, en busca de una explicación. Al no recibirla, se llevo las manitas a la boca liberando la camiseta (para alivio del rubio) y mordisqueo el chupete probando que era aquello.

 

Los dos adolescentes esperaron impacientes por su reacción inclinándose sobre el menor agobiantemente. Dependiendo de si a Law le gustaba o no, podrían volver a dormir tranquilos o seguir con el suplicio incansable.

 

Law entonces rio contento dedicándole al moreno una mirada feliz y inocente. El dolor disminuía bastante con aquella cosa.

 

Vergo suspiró aliviado al ver su reacción y Doflamingo se tumbó en la cama a sus espaldas revolviéndole el alocado pelo al niño ahora en silencio chupando el aparato.

 

—¿Por qué narices no se nos había ocurrido antes?—

 

 

 

 

 

 

Notas finales:

A que son suuuper monos? Dios como adoro a esta pareja, me ha encantado escribir la escena de la cama n3n

Sin embargo no todo es de color rosa y en el proximo cap seguira la tortura de Law y Doffy y la diversion para notros XD, os prometo que os vais a reir.

Pos nada wapos si quereis más ya sabeis como sobornarme (reviews) asique no seais tacaños.Dejadme sugerencias y opiniones si quereis e intentare meterlas por algun lado del fic si puedo n.n 

Un beso


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