—Te amo.
—Yo también te amo, más que a mi propia vida, Sasuke.
Sasuke.
Sasuke.
¿Por qué?
—¡¡Eres un maldito estúpido!!-corrió sin dirección, sin un guía. Sin corazón, sin sentimientos de por medio más que el llanto que revelaban sus ojos color cielo.
El muchacho que corría desesperadamente de aquella casa a la que alguna vez visitó por su novio. La persona a la que amó más en su cota vida de diecisiete años. Era un chico de contextura normal delgada, cabellos rubios y de piel tostada, pese a sus constantes chistes malos y problemas que ocasionaba en la escuela, cuando ocurría una pelea su temple cambiaba radicalmente a uno de furia y total descontrol. Nadie podía pararle, ni siquiera los profesores y las amenazas no surtían efecto en él. Sin embargo, existían ciertos límites que él mismo acataba. Si la pelea se volvía fiera, desistía de romperle la cara al otro durante el recreo y lo agarraba a la salida. Después de todo, no quería ser expulsado. Sus abuelos tenían bastante con su pesado trabajo y no quería causarles una sobredosis de angustia y preocupaciones. Lamentablemente perdió sus padres cuando todavía era muy pequeño, pero el amor de sus abuelos fue suficiente para él, bueno, hasta cierto punto. Él necesitaba otro tipo de amor, y ese amor pudo dárselo Sasuke Uchiha. Un hombre. El hombre más maravilloso del mundo. Pero hubo una grave situación ahorita mismo y no sabía bien como asimilar lo ocurrido minutos antes.
Su novio de cabellos negros azulados de hermosa piel pálida y ojos color ónix, al parecer, le había sido infiel. Corrección. Le fue infiel. Sus ojos no le habían engañado, se estaba acostando en su habitación con su hermano mayor. El corazón en ese instante dolió insoportablemente, tanto que no pudo ni llorar, solo quedar boquiabierto y sentir como automáticamente algo vacío le llenaba por completo. La idea era ir a visitarlo después de clases, le había informado de que estaba con gripe y no podía asistir ese día. Con toda ilusión de llevar la tarea y hacerla juntos, llegó a su hogar tocando la puerta, pero esta no se abrió. Volvió a insistir y nada, tomó el picaporte y con sorpresa esta se abrió con su presión, entró desde luego llamando a Sasuke. Al igual que él, Sasuke no tenía padres y vivía solo con su hermano, Itachi Uchiha. No tuvo que revisar mucho el primer piso, los gemidos de arriba le alertaron con descontento y miedo algo de lo que no creía capaz, de lo que nunca creyó que podría hacerle su pelinegro. Subió las escaleras haciendo el mínimo ruido posible, al llegar al final contempló tres habitaciones a lo largo del pasillo, el primero era el cuarto de Itachi, el segundo de Sasuke y al fondo lo que fue la habitación de sus padres. Los sonidos obscenos venían específicamente de la habitación del medio, la de Sasuke, con temor, con dolor, observó justamente la puerta entreabierta y ojeó entre la pequeña abertura la decepcionante imagen que aturdió todos sus sentidos. Itachi… estaba embistiendo a Sasuke, a su novio, y este, parecía disfrutarlo más que bien. Ahogó los sollozos y bajó lentamente sin hacer ruido, y tal como entró a ese lugar de infierno, salió disparado apenas cruzar la puerta y correr con los ojos llorosos.
¿Desde cuándo le era infiel con su propio hermano? ¿No significaba nada para él?
Su relación parecía tan maravillosa, casi como un cuento de hadas. Habían llevado dos años, dos hermosos años de novios. Y lo que había tomado tanto tiempo él en construir con sus sonrisas, sus halagos, su atractivo, sus atenciones, su pasión… ahora todo era basura. Sasuke no le amaba, Sasuke… ¿Le había utilizado? ¿Qué ganaba con eso? Solo romperle el corazón en mil pedazos. Pisarle sus sentimientos, porque a pesar de ser alguien fuerte, con aire de astucia y brutalidad en su personalidad, por dentro era débil como cualquier ser humano. Sí, nadie podía contra él, a excepción de Sasuke, su amor. Le había derrotado en segundos, la barrera que se alzaba orgulloso en lo alto había sido derribada fácilmente por su cruel acción. Por esas aberrantes imágenes y sonidos que aun circulaban en sus memorias y no había forma de poder eliminarlas.
Paró en una plaza repleta de niños a esas horas de la tarde. Se sentó en una banca pasándose continuamente las manos por toda la cabeza, apretándose el cabello, intentando calmar el odio y la tristeza que crecían con intensidad. Respiró agitado, había corrido mucho sin proponérselo, su cuerpo estaba exhausto. Acomodó sus brazos a cada lado del asiento dejándolos apoyados en el respaldar y mirando el esplendoroso cielo sin nubes de por medio, de alguna forma ver aquello le tranquilizaba. Cerró sus ojos y se dejó relajar con el viento acariciándole el rostro, sí, era hora de superarlo.
—Soy fuerte. Soy fuerte y puedo con esto. Vamos, Naruto, no dejes que nadie te derrote.-se sonrió a sí mismo. Aún con la mochila en su espalda, se puso de pie y comenzó a caminar ya más tranquilo a su casa.
Dolía. Dolía demasiado, ese ardor en su pecho no sanaría de un día para el otro, pero al menos, no dejaría que nadie le viese caer de rodillas. Con la frente en alto a partir de mañana, con actitud indiferente, sellando aquella grieta en lo más profundo de él, solo así podría encarar a Sasuke en los próximos días.
—Fue hermoso-susurró llegando a casa-Lo que tuvimos, Sasuke, fue hermoso. Gracias por dármelo, no fue lo bastante duradero, pero… podrá serlo en el futuro con mi verdadero amor-sonrió entre lágrimas-Adiós, para siempre mi amor.
…
….
Al día siguiente él no vino ni tampoco al otro. Finalmente cayó el día viernes, Sasuke apareció en la puerta del colegio sumamente molesto. El enojo era obviamente debido al rubio, Naruto observó a sus compañeros entrar al establecimiento, una vez que Sasuke se encontró solo, él se acercó y este no titubeó en hacer lo mismo con cara de pocos amigos.
—¿Por qué no has contestado mis llamadas ni mis mensajes? ¡Te he llamado cientos de veces!-reclamó-¿Qué explicación tienes al respecto, Naruto?
—¿Explicación?-preguntó desinteresado. Ver los días transcurrir había sido de grata ayuda, no ver a Sasuke, le había dado fuerza suficiente como para prepararse para este día y el suficiente valor para no ponerse a llorar como nena frente a él-Sí, he notado tus llamadas y tus constantes mensajes, borré tu número y ahora tengo un celular nuevo-sacó de su bolsillo delantero el nuevo móvil-¿No es genial? Tiene más aplicaciones que el anterior-habló como si nada. No había sentimientos de por medio, prácticamente, el blondo le hablaba vacíamente.
—Naruto, ¿me estás tomando el pelo? ¿Por qué has borrado mi número?-preguntó malhumorado.
—Porque no quiero saber más nada de ti, no es tan difícil de entender ¿O sí?-le miró fijamente.
—¿Q-qué?-por primera vez, Naruto presenció aquel tartamudeo de desconcierto y ¿miedo quizás? Sus ojos eran tan expresivos.—¿Por qué…?-preguntó con inseguridad.
—Tú sabes porque-dijo tranquilo, pasó de él para llegar hasta la puerta.
—¡Espera, Naruto!-el azabache le sujetó fuertemente de la muñeca, y el oji-azul pudo percibir su pulso irregular, el claro temblor-Yo… yo…-no salían, simplemente no podía decir palabra alguna. Temía, tenía miedo a seguir preguntando.
—Está bien, Sasuke-le tomó el brazo y se lo quitó sin intenciones de ejercer fuerza alguna, no estaba enojado, ya no, simplemente ya no había más amor de por medio.-Podemos ser amigos-le sonrió poniendo una mano en su hombro.
—¡Yo no quiero ser tu amigo! ¡Soy tu novio!-gritó, sus ojos comenzaron a escocer.
—El timbre va a sonar, será mejor entrar pronto-siguió hablando con desinterés-Que tengas un buen día, Sasuke-se apartó de su lado y siguió avanzando.
—¡TE AMO!-gritó Sasuke al borde de la desesperación.
El blondo se detuvo de repente y giró sobre sí mismo con una rígida expresión. Levantó su mano derecha y mostró claramente su dedo medio solamente levantado, un gran insulto que no estaba acostumbrado a hacer, y mucho menos a Sasuke.
—Dale esto a Itachi de mi parte ¿sí?-bajó su brazo-Dile a ese hijo de…-se detuvo de inmediato al pensar en la pobre Mikoto Uchiha-Dile a esa basura de tu hermano, que le deseo la peor de las desgracias, porque él se ha quedado con lo más valioso que yo tenía en mi vida-terminó por decir con frías palabras y le dio la espalda.
Fue ahí que Sasuke quedó helado por completo captando todo con facilidad. Naruto había ido a casa, había ido y les había visto tener relaciones, se dejó caer de rodillas y sus ojos repletos en lágrimas sin poder mantener un segundo más la calma. Por haber caído en las redes peligrosas de Itachi, bajo sus encantos, había perdido a lo más valioso que tenía. Quería morir.
—¡NARUTO! ¡TE AMO! ¡YO TE AMO!
—Falsas palabras… querido Sasuke.-susurró.
—¡NO PUEDES DEJARME!
—¡VELO POR TI MISMO, SASUKE!-gritó para que lo oyera-¡Sé feliz con Itachi!
Vio la figura del blondo perdiéndose dentro de la institución y simplemente se abrazó en el piso en posición fetal lleno de dolor y arrepentimiento.
—Te amo, te amo, te amo ,Naruto… te amo.
Sencillamente Naruto no podía con eso. No podía perdonar una infidelidad. Era hora de seguir adelante.
—Hora de vivir y buscar mi verdadero amor-sonrió con el pecho dolido, estaba seguro, confiaba en que aquellas heridas podrían cerrarse lentamente con el paso del tiempo.