Esa habitación la conocía bien, el aroma, los muebles, todo, simplemente todo lo conocía demasiado bien como para no perderme si cierro mis ojos.
Caminé al balcón en el que se abría el cuarto y cerré la ventana. Si la dejaba abierta, el aroma que tanto anhelo se perdería. Tomé una de sus prendas y aspiré el perfume que emanaba, lo sentí llegar a todo mí ser: primero por mí cabeza, después en mi garganta, llegando a mi estómago donde hizo cosquillas para terminar en mis pies. Me hacía temblar, todo lo hacía.
– Si sólo te pudiera tener una vez más –compartí mis pensamientos con el aire, apuesto que me contestaría si tuviera voz.
Todo de esto sería distinto si no hubiéramos ido a aquella cena.
Insistió como tantas veces, con sus pucheros, con su tono de niño caprichoso… y al final, accedí. Esa misma tarde me arreglé para llevarle a la estúpida cena que sus compañeros de trabajo organizaron.
Si tan sólo hubiera dicho que no.
Subí al carro y abrí la puerta para que él pudiera entrar cómodamente, se abrochó el cinturón y me miró con una sonrisa grande.
– Vamos, Kyu… es sólo una cena.
Exacto, una cena que le dejó sin vida.
Evitamos los detalles por ahora, bastante doloroso es vivir con un deje de culpa como para poner a recordar la historia de este terrible suceso.
Por ahora puedo decir que lloré como nunca en mi vida. Dicen que llorando uno se desahoga mejor, ¿pero qué pasa cuando no es así? Porque en mi caso, es todo lo contrario a lo primero.
Pese a que llore más de dos horas, aunque pueda llenar océano pacífico con mis lágrimas, nada de nada me quitará el dolor que aún siento dentro de mí.
– Quisiera recobrarte, tenerte de nuevo, poder sentir tu piel. Los “te amo” que siempre me dabas en la mañana. Ryeowook, sin ti me he hecho un cobarde.
Y es que lo soy, desde su partida, mi nombre y apellido fueron borrados del mundo, dejándome con un poco de sustento para poder vivir y el deseo de hacerlo.
– ¿Puedo recobrarlo aún? – miré al techo, ese en donde habíamos pintado nubes para simular que veíamos el techo.
Kim Ryeowook, una persona más grande que yo, pero, definitivamente, más infantil.
– Puedes hacerlo – una voz tenebrosa llenó la habitación por completo. – Sabes quien soy – era una afirmación.
– Y aunque trate de olvidarte, siempre lo sabré – me recosté en la cama y cerré mis ojos lentamente.
– Hay una forma de hacerlo
– No seguiré tu juego
– Vamos, aún no sabes de qué se trata – su voz macabra y seca me decía que nada saldría bien si seguía con esto.
– Sólo sé que haga lo que haga, tú ganarás al final
No me equivoco, jugar con la muerte nunca es algo sano con lo qué divertirse.
– Tal vez sea así, o tal vez no… tú decides
– ¿Cuáles son mis posibilidades?
– Que lo recuperes en un 65%
– Eso es muy poco para mí, ¿no crees?
– Es simple: lo tienes 100% en carne y hueso…
– Pero… – le interrumpí
– Pero debes elegir cómo quieres vivir con él
– ¿A qué te refieres con eso?
– Acepta y ya verás – extendió su mano y sonrió haciendo mostrar sus ya podridos dientes.
– ¿Tengo algo que perder? – le observé dudosos, nunca fui el niño estúpido y no lo sería ahora.
– Tu alma y… la de él – comentó sencilla, simple; tanto que hasta me hizo aceptar su propuesta en ese mismo instante.
– Tiempo…
– Lo suficiente como para que decidas… Eso sí, hay un pequeño inconveniente, después de haber ‘vivido’ todas las situaciones sabidas y por haber, tendrás cinco segundos para escoger una de todas ellas… hay un tema en especial, pero eso lo sabrás si aceptas este trato
Tenga esa opción, de volver con él, ¿pero… situaciones?
No tengo nada más qué perder…
– Un tema, muchos “teatros” y sólo cinco segundos para escoger, me la pones difícil, ¿sabías? – ella sonrío satisfactoriamente… me tenía donde me quería.
– ¿Entonces… sí o no? – su mano volvió a estirarse y movió sus dedos esqueléticos incitándome a probar lo que por ley natural está prohibido.
– Si tardo más de cinco segundos…
– Tu alma se va al caño junto con la de Ryeowook… mira, niño, si no quieres, no aceptes. Mis dedos se están acalambrando y no te estaré…
Le interrumpí de manera decisiva.
– Está bien – y estreché mi mano con la suya –Con tal de volver a tener a Ryeowook
– Te aseguro que no te arrepentiras – y sonrió de nuevo.
Poco a poco mi cabeza tuvo un fuerte dolor que se intensificaba a medida que cerraba mis ojos, pero era imposible no hacerlo, ya que perdí mi sentido de orientación…
Hasta que no supe más de mí.