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Sexy, Naughty, Bitchy Mello por Kurumi2413

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Notas del capitulo:

¡Hola! Ah, tardé mucho, demasiado. Lo sé. 

Antes de explicsciones y eso, feliz navidad y año nuevo... Atrasadamente XD 

Les quiero contar una pequeña anécdota... 

Bien, verán, tengo dos grandes amigas, que sólo conocía por facebook... Pues,mseré breve, adivinen qué. ¡Acabo de conocer a una de ellas es persona! Ah, dios, es genial, el concoer a una persona con la que llevas hablando ya más de un año... XD Es algo que no se puede describir con palabras... Bien, eso era todo... Y de paso, preguntarles si alguna vez ha conocido a un ciber-amigo en persona (? 

Ahora...

Advertencia: Drama everywhere. Las personas sensibles, por favor de preparar los pañuelos xD 

al final más explicaciones y notas... Por el momento, aquí, el 2do capítulo más largo de todo el fic hasta ahora.

 

Mello y Alice se despertaron en un sobresalto, ninguno tenían ni idea de lo que había pasado. La chica se levantó de donde se habían quedado dormidos, y lo primero que se le ocurrió hacer, fue ver por la ventana de la cocina que daba a la calle. Confundida, sin saber que esperaba ver realmente, se sobresaltó al ver una figura bastante conocida. Pero por mas que deseaba creer que no era quien pensaba, la suerte no estuvo de su lado en esa ocasión.

—Eh... Creo que esto no te gustará, pero al parecer era Matt, y... Bueno... Salió corriendo. –No pudo ocultar la preocupación en su mirada, su situación era fácil de malinterpretarse, siendo que el rubio tenía la camiseta semi-puesta, y se habían quedado dormidos el uno junto al otro.

Sin esperar una respuesta agradable de parte de su compañero, dirigió su vista hacia él, comprobando lo que creía. En un acto de espanto, se terminó de acomodar la camiseta a toda velocidad, mientras que, seguido de eso, abría la puerta de su casa, esperando ver al pelirrojo cerca y poder ir tras él. Pero al parecer ese día la suerte no estaba del lado de ninguno de los dos. Sintió que, lo poco que había comido ese día, lo cual era tan sólo un chocolate, se le revolvía en el estómago. Esa sensación no era para nada agradable, pero por más que intentaba calmarse, los esfuerzos eran en vano.

—¿Crees qué... –Sin siquiera atreverse a terminar de formular la pregunta, su comprensiva amiga, si así podía llamarse, asintió, con expresión preocupada.

En silencio y con la mirada perdida hacia un punto indefinido, comenzó a analizar las opciones que tenía. La primera, era ir a buscarlo a su casa. Lo cual, descartó completamente, pues seguro había entendido otra cosa al ver aquella escena, no querría verlo y para empeorar las cosas, estaría presente su padre. Eso no era en absoluto bueno, pues cuando recién se presentó ante él como la pareja de su preciado hijo, le dejó bien en claro que si le veía derramar una lágrima por su culpa, jamás podría volver a acercársele, ni siquiera mirarlo. De nuevo el estómago se le revolvió al pensar en esa idea. Apenas y lo aceptaba, ahora si algo malo pasaba, no quería ni imaginarse...

La segunda opción, la única que se le ocurría además de la anterior, y la más aconsejable según las situaciones, era mandarle un simple mensaje de texto pidiéndole que por lo menos le escuchara.

Sin pensarlo más, ante la atenta –e incluso algo incómoda– mirada de Alice, tomó su celular y comenzó a teclear con una rapidez impresionante.

"No es lo que piensas. Por lo menos déjame explicar las cosas. Att: Mello."

Colocó el número que mejor se sabía al derecho y al revés, e impaciente, presionó el botón de enviar.

—Maldita sea, maldita sea, maldita sea, maldita sea... –Comenzó a caminar en círculos, sin ocurrírsele nada mas que hacer. Sentía algo incómodo dentro de sí, que no podía describir. Simplemente debía desquitarse con algo, o en este caso alguien. –¡Esto es tu culpa! –Le reclamó a la chica, quien en realidad no tenía la culpa de nada. ¿Los nervios del momento, quizás?

—Pero si tú fuiste quien me dijo que ayudara en... –Mello la fulminó con la mirada, con una expresión desaprobadora.

—Me gustaría dormir y estar solo, ¿Sabes?

Alice suspiró y no tuvo más remedio que marcharse. Quería ayudarlo, pero ese no era el momento adecuado. Una vez más, tendría que esperar a que ambos se calmaran, como en la misma discusión que había tenido lugar en la escuela. Lo que no sabía, era que sería más complicado de lo que creía. Y también tenía que decirle a Ailyn, a pesar de que algunas veces le daban algo de celos la forma en la que esta se preocupaba por Mello. Pero comprendía, era y fue su amigo se la infancia, además de su 'primer amor'. Después de todo, ella también se preocupaba, tanto como por el rubio como por Matt.

Salió de ahí, sintiendo un portazo detrás de sí. Suspiró nuevamente, con algo de sueño, no le quedó más opción que irse.

 

 

#*#*#*#*

Consideró suerte que al llegar, las luces estaban apagadas, por lo que, cuidando no despertar a sus padres se dirigió 'sigilosamente' hacia su cuarto. Pero en realidad, esa palabra estaba demás, pues prácticamente corrió hasta su pieza, y sin poder evitar soltar un leve quejido, se tiró a su cama.

¿Estaba acaso, siendo infantil, como decía el rubio? ¿Era una suposición o realmente había ocurrido 'algo' ahí? En ese estado de nervios ni siquiera era capaz de pensar en algo en concreto. Lo único que quería era dormir, pero como no todo era felicidad en la vida, fue lo menos que logró hacer.

Se la pasó toda la noche (y madrugada) ,dando vueltas entre las sábanas, tratando de conciliar el sueño, sin dejar de pensar en lo que había visto. Esa imagen, se repetía en su cabeza miles de veces, lamentablemente sin poder evitarlo. Sabía de sobra que lo mejor sería preguntarle a Mello, pero una parte de él tenía cierto temor por por la respuesta. Por si fuera poco, sentía un horrible malestar en el estómago, que describía como nauseas, a pesar de saber que era por los mismos nervios. ¿Pero por qué estaba nervioso, si no había hecho nada malo? ¿Celos? No, ese sentimiento era diferente. En realidad, era como una mezcla entre tristeza, acompañado de un ligero enojo. A pesar de identificarlos así, seguía sin encontrar un nombre para eso o poder describir exactamente cómo se sentía. Era una sensación nueva, que jamás sintió ni esperaba que llegaría a sentir.

Cuando lograba dormir, terminaba despertando a los quince o diez minutos, y así sucesivamente. Cansado de dar vueltas sobre la cama, tomó su celular del escritorio donde tenía sus figuras de acción, con la intención de ver la hora; 5:55 A.M. Sin embargo eso no fue lo que le sorprendió, sino ver que había un mensaje, justo de la persona por la que no podía dormir: Mello. No quería abrirlo, pero la curiosidad le fue tan grande que termino haciéndolo.

Una vez lo terminó de leer, lo cerró, suspirando pesadamente. ¿Y todavía quería explicarle? Creyó que seguramente este ya se había dormido, sin tener idea del hecho que lo estaba pasando tan mal como él. Se talló los ojos, que ya le ardían, y sin ganas de seguir recostado observando el techo, se dirigió al baño para darse una ducha. Tal vez así se despejaría un poco, y podría ir a clases sin dificultad, aunque en el fondo era lo menos que quería, pues tendría que ver a Mello, y encima, desde hace un tiempo se sentaban en sitios que se encontraban bastante cerca.

Normalmente, cualquier persona no se daría un baño a las cinco se la mañana cuando no ha logrado dormir, pero con lo sofocada que estaba la habitación, y el verano que comenzaba a entrar, hacía un poco de calor. Se levantó con cansancio, dirigiéndose al cuarto de baño que había en su habitación. Tal vez así se despejaría un poco.

 

 

 

#*#*#*#*#*

Suspiró al observarse al espejo. Realmente lucía patético. Tenía el cabello revuelto torpemente acomodado, su arrugado uniforme, y unas notables ojeras. Tal vez, después de todo, si sería buena idea hablar con él. Aunque eso sería como lo que prácticamente decidiría su salud: Si las cosas salían bien, podría dormir plácidamente sin preocupaciones, mientras que, si algo fallaba, se vería perjudicado gravemente por las noches sin dormir. Si así se veía después de una noche, no quería ni imaginarse como lo haría después de varias.

Tomó su celular y vio el reloj por quinta vez. Estaba a tiempo, si se iba en ese momento, llegaría justo antes del timbre. Se había entretenido demasiado en la ducha, con pensamientos de toda clase, buenos y malos, pero todos entorno a un mismo y único tema, el que rondaba en su cabeza desde hacía rato. Como si la regadera tuviera la respuesta a todos sus problemas, en esa ocasión sí se excedió en cuanto a tiempo.

Sin desayunar, salió de su casa rumbo a la escuela, justo como creía, Mello no le estaba esperando como era costumbre. ¿Y decía que quería explicarle las cosas? ¡Pero así cómo! Estaba más enojado que por la madrugada. O tal vez era que estaba irritado por no haber dormido. No lo sabía, simplemente seguía sintiendo ese pesado sentimiento que de tristeza y enojo. Pero tampoco lo comprendía, ya que otra parte de él estaba desesperado por hablarle y preguntarle si lo que vio fue real o no. Quizás, sólo quizás estaba exagerando un poco, después de todo, el rubio no era capaz de hacerle eso, ¿O sí?

Era inevitable volver al mismo tema, por más que tratara de despejar sus pensamientos, le era imposible. Mientras ya caminaba por una banqueta, observó a varios niños que probablemente eran de preescolar, riendo mientras corrían de un lado a otro, sin preocupación alguna. En aquellos momentos, cuanto deseaba volver a esas épocas, donde su diversión estaba en cosas tan simples como ir al parque con sus padres, donde era feliz y no lo sabía ni se percataba de los problemas a su alrededor. Pero eso quedó atrás junto con los años.

Pensando en todas esas cosas, finalmente llegó a la escuela, y justo a tiempo, ya que una vez hubo pisado el edificio, sonó el primer timbre que anunciaba el comienzo de las clases. Inconscientemente, mientras se dirigía al salón, buscó la cabellera rubia que tanto conocía entre los otros estudiantes, sin embargo, lo extraño para él fue no encontrarla. Y era como creía, al entrar al salón, no estaba Mello.

Se sentó en su lugar, en parte aliviado, pero en realidad por dentro estaba desesperado. Quizás había hecho mucho drama por eso, y ahora había hecho sentir mal al rubio. O tal vez era todo lo contrario. No lo sabía, y era por eso que estaba desesperado, sin contar el sentimiento de nervios por saber cuál era la respuesta correcta.

Por su parte, una preocupada chica observaba el asiento vacío de su rubio amigo, y seguido las notables ojeras del chico pelirrojo. Suspiró, tal y como había dicho antes, ¿Qué no podían arreglar las cosas como personas normales en vez de ignorarse? ¿Y que era eso de no ir a la escuela? ¿Acaso Mello se había vuelvo paranoico? Si la situación seguía así, no llegarían a nada. Ya que el maestro había llegado y dado comienzo a su clase (Sin embargo, Alice, Matt y Ailyn ni se percataron de eso) ,la chica castaña aprovechando que se sentaba cerca de su "amiga", tomó su cuaderno, escribió algo en la última página, y se lo pasó a ésta.

"¿Qué les pasa ahora a esos dos? No me digas que volvieron a discutir... Matt tiene unas ojeras horribles y Mello no ha llegado. ¿Sabes algo?" Leyó Alice, a lo que rápidamente escribió la respuesta.

"Es que Mello me llamó ayer para que lo ayudara con 'eso' que está haciendo, pero como era de noche, nos quedamos dormidos, este chico fue a su casa para quién-sabe-qué, y lo malentendió todo, sólo alcanzamos a ver que corria."

"Ya veo, ¿Pero no sucedió nada, cierto?"

"¿¡Estás loca!? ¡Nada de eso!"

"Lo siento, ni siquiera debí pensar eso. Entonces, ¿Es por eso que no vino Mello?"

"No te disculpes. Y ni siquiera lo sé, ayer se puso tan histérico que me corrió de su casa y ya no supe nada. Tú lo conoces mejor, deberías de saber."

"Déjame pensar... Lo más probable es que se haya sentido culpable, pero quiera echarte la culpa a ti. Pero cuando Mello se enoja... No pasan cosas buenas, de alguna u otra forma, debemos de darles un 'empujón' con esto"

—¡Aghhh! ¡Maldita sea, los chicos son tan idiotas! –Espetó de la nada Alice, levantándose de su asiento y tirando el cuaderno a un lugar indefinido, ganándose la mirada de todos los presentes en el aula. Ni ella misma sabía por qué había reaccionado así, al parecer, había olvidado por completo que se encontraban en plena clase.

—¿Algún problema, señorita? –Preguntó el profesor, sin embargo, le ignoraron olímpicamente.

—Serás tú la idiota... –Murmuró Matt, lanzándole una mirada enfadada a la chica.

—¡Por lo menos no me comporto como niño y sé arreglar con madurez las discusiones! –Se defendió.

—¡Eso a ti qué te importa, maldita traicionera! ¡Nada más no te vayas a revolcar con medio colegio! –Se levantó también de su asiento, completamente enfadado, e indiferente las miradas expectantes de todos sobre ellos, mirándolos como si de un partido de ping pong se tratase.

—¡Oye! ¡A ella no la llames así! ¡No es su culpa que seas un inmaduro! –Para sorpresa de todos, Ailyn también se levantó, interviniendo en la pelea de ambos adolescentes. E incluso, después de haberle contestado así al chico, se sintió mal, pero su enfado del momento le había hecho reaccionar de tal forma. Daba igual, era mayor el sentimiento de enojo que de culpa. De todas formas, después se disculparía con él.

—¡BASTA! ¡Los tres, a la oficina del director, ya mismo! –Y así, los tres "antes-amigos", se resignaron. No querían tener más problemas de los que ya tenían, por lo tanto, no les quedó más remedio que obedecer a regañadientes.

Una vez salieron, el salón quedó unos segundos en silencio, y en unos instantes comenzaron los murmullos. Cada quien comenzó a crear los rumores que más creían posibles, y de a poco, juntaban los hechos. Crearon historias estúpidas, sin embargo la más acertada era la de Near, quien ya se imaginaba lo que pasó con mayor exactitud entre los cuatro.

 

 

 

#*#*#*#*#*

Después de una larga charla con el director, donde tuvieron que inventar otra cosa para no decir la verdadera razón de la pelea, los habían dejado libres. El castigo para los tres sería, en la hora de receso, limpiar un pequeño almacén que era donde guardaban los utensilios de educación física. Estaban enfadados, a pesar de todo el espectáculo que montaron en el salón de clases, tampoco era para tanto. Y a pesar de que el director los obligó a disculparse, la tensión seguía igual, y la situación no mejoraba. Matt le lanzaba miradas de enojo a las chicas, y éstas le respondían con la misma furia. ¿Es que ese chico no entendía lo que es un malentendido?

Una vez llegaron nuevamente al aula, las miradas de todos se clavaron en ellos, y unos cuantos murmullos y risas se escuchaban. Se dieron cuenta que habían perdido dos clases más, y ahora tendrían que pedir los apuntes. Para sorpresa del pequeño y aún enojado grupo de "amigos", cierto rubio miraba indiferente a la ventana, hasta que el ruido de la puerta cerrarse tras ellos se escuchó, volteó, dando a conocer que tampoco había dormido en toda la noche. Las chicas se miraron entre sí y suspiraron, sin necesidad de decir lo que ya era claro. Matt observaba a Mello directamente a los ojos, al igual que el ya mencionado, mientras cada uno se dirigía a su asiento.

Sin poder evitar los nervios, ninguno dijo nada durante el resto de la clase, sencillamente se ignoraban como a quien le era indiferente la cosa. Sabían que no era así, pero a pesar de eso, evitaron dirigirse palabra alguna. Y así fue, hasta que tocaron el timbre que anunciaba el descanso. El pelirrojo suspiró, aliviado por primera vez en su vida de tener que cumplir un castigo. No era que tuviera ánimos de realizarlo, sino que podía mantenerse lejos de Mello sin tener que hablarle.

El blondo salió primero del salón que él, Alice y Ailyn. Seguido, los tres castigados fueron sin muchas ganas a cumplir lo ordenado. La pelinegra, en un acto de empatía con Matt, se dirigió a él.

—Nosotras haremos el trabajo, tú ve a hablar con Mello. Pero por favor, deja de ser tan terco y escúchalo, ¿Sí? –Intentó sonreír, lo que sólo irritó al gamer.

—No necesito tu compasión. –Apresuró el paso, ignorando a la chica que ahora le insultaba por lo bajo.

Bajó las escaleras que llevaban al patio, y sin querer perder tiempo comenzó con unas cajas mal acomodadas. Sí, esa sería su parte, acomodar las cajas. Ya que Alice y Ailyn se encargaran de lo demás.

Comenzó apilando las pesadas, batallando con algunas, hasta que por fin, al cabo de diez minutos, ordenó con rapidez las más chicas. Para entonces, la castaña y la pelinegra ya se encontraban haciendo en silencio otras tareas como quitar el polvo de algunos materiales y ordenarlos. Quizás sí sería buena idea hablar con Mello, pues su enfado no era tanto con él, sino ahora lo era con Alice. Estúpidamente se había involucrado en esa pelea, y no pensó en las consecuencias.

Cuando terminó su labor, volteó hacia ellas.

—Acabé mi parte, me voy. –Y sin esperar una respuesta de su parte, salió del pequeño almacén. Quería por lo menos alcanzar a tomar algo de desayuno, después de todo, en su casa no había comido nada y comenzaba a darle hambre.

Caminaba con la mirada perdida hacia algún punto, hasta que, por mero descuido, cayó al piso. Eso de estar distraído no le funcionaba, pues había descuidado algo tan simple como fijarse por donde caminaba. Para su sorpresa, alguien le tendió la mano. Y no era la delicada y pálida mano de Near, o la de alguna de las chicas que había dejado atrás. No, era una mano que pudo reconocerla a simple vista. La mano que, para ser más exactos, recorría su cuerpo por las madrugadas con delicadeza entre tartamudeos. La tomó, y al alzar la vista, notó que sus sospechas habían sido correctas. Suspiró por enésima vez en el día. Al parecer, después de todo, no podría seguir ignorándole por siempre, Alice tenía razón en esa parte, debía de dar la cara y solucionar las cosas como personas maduras.

—Y... Bueno... ¿Te castigaron? –Preguntó Mello, haciendo que Matt tuviera ganas de darse una patada él mismo. Se suponía que diría algo, pero como casi siempre, el rubio se le había adelantado.

—Eh... Sí. –Contestó, tratando de esconder sus ojerosos ojos entre su rojo cabello.

—Escucha... Yo... En realidad, no es lo que parece.

—¿En realidad no lo es, Mello? ¿Y qué otra explicación le das? –Contestó, interrumpiéndole y tratando de sonar indiferente, a pesar de temblar por dentro.

—No puedo creer que seas tan estúpido, ¿Sabes? Deberías de saber que yo no miento, si algo de verdad hubiera ocurrido ahí, ni yo mismo me lo perdonaría. En vez de interrumpir, por lo menos podrías escucharme. –El rubio comenzaba a enojarse, y en esa situación, sabía que era la pero opción, por lo que decidió calmarse.

—¡Pero es que no tienes idea! ¡Eso es lo que me molesta, maldita sea! ¡Me insultas de forma tan fría que...! ¡No entiendes que eso me hace sentir mal! A veces, incluso llego a preguntarme si lo que dices que sientes es real, o sólo estás jugando conmigo, como el idiota que eras cuando te conocí. –Sonrió con amargura, recordando todas las suposiciones que tenía acerca de él.

—Tú... –Bajó la cabeza, sintiendo que en ese momento, incluso respirar le costaba. Sin embargo, siguió hablando tratando de no perder la poca cordura que le quedaba, y derrumbarse ahí mismo. No, él era Mihael Keehl, y no podía darse el gusto de hacer tal cosa. — ¿Acaso tienes una idea de lo que yo siento...? ¡NO! ¿¡Y sabes cómo lo sé!? ¡Al decir eso lo demostraste! ¡Puedes irte al mismísimo infierno!

—¡Bien! ¡Ándate a comerte a Alice por ahí! –Le replicó Matt, después de quedarse sin argumentos, y saber que con lo dicho anteriormente, sí había sido demasiado duro.

—¡BIEN! ¡SI ES LO QUE QUIERES CREER, PUES BIEN! –Ignorando a los alumnos que les rodeaban presenciando el acto, y a Near parado cerca, cada uno tomó un camino diferente, con las miradas de dos preocupadas chicas.

—¿Tienen algo interesante que ver, acaso? –Dijo Near. Y con eso, y una mirada fría de su parte, fue suficiente para que todos se dispersaran. Se preguntarán, ¿Y por qué eso? Claro, se sentía en deuda por lo que había hecho anteriormente en un acto de impulso. Sus sentimientos por el pelirrojo no habían cambiado, pero ahora no podía hacer nada aparte de intentar ayudarlo. Y lo dicho por el pequeño albino, a quienes más les tomó por sorpresa, fue a Alice y Ailyn. ¿Se traía algo entre manos, o eso por qué había sido? Pensaban.

Mello pateó una piedra que había cerca, con un nudo en la garganta y al borde de derramar unas cuantas lágrimas de ira, se marchó del lugar, rumbo al salón. Ahora estaba más que molesto, estaba furioso. Después de todas las cosas que habían pasado y el intentar demostrarle de todas las formas que estaban a su alcance el que le quería más que a nadie en el mundo, lo mejor que podía hacer era sacarle en cara eso, que era un idiota y que eso parecía nada más que un juego para él. ¿¡Qué sabía Matt sobre lo que en realidad sentía!?

O... Tal vez era cierto lo que le decía, y sus esfuerzos habían sido en vano. Algunas veces sí llegaba a insultarlo, y lo admitía internamente, pero jamás con la verdadera intención de herirlo. ¡Y todavía se atrevía a creer que le engañaba con la chica pelinegra! Con el estómago y la garganta hechos un nudo, pensó lo que menos quería. A pesar de que sus sentimientos por Matt no cambiarían, eso no significaba que lo perdonara tan fácil. Había herido su orgullo, le había hecho sentirse una mala persona y además le reclamaba por algo que no había hecho y nunca haría ni ebrio.

En vez de ir al salón, sus pies le dirigieron al baño que habitualmente estaba más solo que los demás. Y así era, no había ni rastro de un alma además de él. Y fue una suerte, ya que al verse al reflejo, no pudo sentirse más patético. Sus ojeras no ayudaban en su imagen. Era completamente inevitable que las palabras del pelirrojo no resonaran en su cabeza como eco. "A veces, incluso llego a preguntarme si lo que dices que sientes es real, o sólo estás jugando conmigo, como el idiota que eras cuando te conocí." Pero claro. Rió con amargura, se sentía más que herido. Pero sabía que también había herido al chico por insultarlo. Maldita sea, ¿es que acaso no comprendía que esa era su forma de ser? Por más que lo intentara, no podía cambiar eso de un instante para otro. ¿Y qué no lo compensaba con otras acciones? Tal vez hasta demasiado.

Sintió un cálido líquido caer por su ojo izquierdo, pero no le dio importancia. De todas formas, no podía estar llorando. Hacía demasiado tiempo que no lo hacía, y según él, la situación no era tan mala como para llegar a eso. Pero si fuera otra persona la que le hubiera dicho esas mismas palabras, no le habría tomado importancia. Ah, todo tomaba sentido entonces, ya que Matt no era cualquier persona, y por eso le habían dolido. Pero no, estaba seguro que no era eso. No podía serlo.

O era que ya era tiempo de detener aquella historia. El tiempo que habían tenido probablemente se les gastó, y no había sido suficiente para tenerse la confianza suficiente, así como también podía ser simplemente un malentendido por celos e impulsos. No lo sabía, lo único que tenía claro, era que el intento número uno por arreglar las cosas, había fallado. Sólo el tiempo diría que ocurriría, y eso lo hacía desesperarse.

Se echó agua en la cara, tratando de alejar esos molestos pensamientos. Pero nada funcionaba. En ese momento, ni siquiera podía decir con exactitud que sentía. Se sentía herido, triste, furioso, enfadado y mal consigo mismo. ¿Es que realmente era una mala persona? ¡Claro que lo era! Como si alguna vez hubiera hecho algo bueno por alguien...

No, en realidad Mello era una buena persona. Pero él no lo creía así. Después de lo sucedido, Matt incluso logró bajarle el autoestima y hacerle sentirse inferior. Ese era uno de sus mayores defectos que más lo lastimaban, pues normalmente tenía la autoestima alta, pero con unas simples palabras, especialmente de la persona más importante para él, lo cambiaba todo. Derrumbaba todo.

Una vez pudo calmarse un poco, salió del baño, dirigiéndose nuevamente al patio, con la mirada de varios sobre él. Alice y Ailyn se le acercaron apresuradamente, con una notable preocupación en el rostro.

—Hey... ¿Cómo estás? –Preguntó Alice. Pero Mello no respondió. Al ver eso, su grado de preocupación creció. — Tranquilo... No dejaré que me 'vayas a comer por ahí'... –Sonrió de lado, y el rubio le puso mala cara. —¿Qué? No me mires así, sus gritos se escucharon por toda la escuela...

—Es verdad, ¿Cómo te sientes? –Esta vez, habló Ailyn.

—¿Por qué les interesa? Normal, supongo. –Rodó los ojos.

—No mientas, porque normal no estás. No te conoceré tan bien como otras personas, pero, ¡Mírate! ¡Se te nota desde lejos! Esto no puede quedar así.

—Y Matt se pasó con eso... ¿Cómo es que ni siquiera te deja hablar? –Ailyn suspiró.

—Saben... Ya no importa. Lo que tiene que pasar pasará. Es todo, nada más. –Sonrió de forma que a ambas chicas les pareció triste. Y seguido, hizo un ademán con la mano, en forma de despedida, y se marchó del lugar.

 

 

 

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No, no, no. Eso no estaba bien. ¿¡Por qué había reaccionado así!? ¡Él no era el impulsivo, ese era Mello! Pero en ese instante no pensó ni lo que decía. Y ahora se arrepentía como quien acaba de cometer el peor error de su vida. Y de hecho, para él, lo era. Sabía que había herido al rubio, todo por un simple una simple tontería, un malentendido. Podrían haber discutido millones de veces, pero esta vez era diferente. No podía decir por qué, pero se sentía diferente. Un simple "Lo siento" no era suficiente para todo lo que había dicho, y lo sabía. Lo único que quería era retroceder el tiempo y evitar todo eso. Volver a la normalidad. Pero lo hecho hecho estaba, y ahora tendría que buscar una buena manera de hacerle saber cuanto se arrepentía.

Las clases habían acabado, y notar que no había nadie esperándolo como era costumbre, se sintió mal de nuevo. Él y su gran boca. Y sus malditos arranques que rara vez le daban.

Mientras caminaba, notó los suaves pasos de Near detrás de él. Se volteó, y pudo comprobar que así era. Suspiró nuevamente con desánimo y le saludó.

—¿Qué hay, Near?

Realmente no tenía ganas de hablar con Near. Ni con nadie. ¿Es que su 'algo' que tenía con Mello se había terminado? No, nunca dijeron eso ni durante la pelea. Pero suponía que si no aclaraban las cosas, prácticamente ese sí sería el final de todo. Pero se negaba a creer eso, los últimos meses de su vida fueron los mejores. Es decir, el rubio se había llevado todo de él. Y no en el sentido de lo material, sino más bien en cosas como un sentimiento llamado amor, que ahora le pertenecía únicamente a Mello. Por eso sentía miedo. Su conclusión era, que mientras no dijeran "fin", lo tomaría como una simple pelea.

Ahora comenzaba a sentir ganas de llorar. Pero Near estaba ahí, no podía.

Si las discusiones seguían y no llegaban a nada, lo único que quedaría serían los buenos momentos del pasado. Que fueron de los dos, y simplemente de ambos. Comenzó a temblar, bajando la cabeza y olvidándose del albino.

—¿Matt? –Le llamó. — ¡Matt! –Pero no respondía.

Por su parte, el pelirrojo pensaba en que, por lo menos esperaba que Mello recordara las tardes de invierno caminando por la ciudad mientras reían entre bromas, las noches enteras sin dormir, entre suspiros llenos de "Te quiero". Maldita sea, le hería y después se arrepentía. Ni él mismo se comprendía. Sólo quería verlo, y que la vida no siguiera pasando, como cuando una sola caricia era suficiente para que los relojes se detuvieran y los minutos se alargaran. Esos momentos de los dos.

—Matt, reacciona. –El albino comenzó a preocuparse enserio cuando soltó un quejido y notó una lagrima. Ah, no, cualquier cosa, menos eso. Sabía que el gamer era bastante sensible y algunas veces lloraba por cualquier cosa. Ahora que lo pensaba, incluso se había tardado en llorar en esa ocasión.

Se recriminó internamente por esos pensamientos. En vez de eso, debería de ayudarlo. Pero no sabía cómo. Puso una mano sobre su hombro, lo que le devolvió a la realidad al otro.

—¿Estás bien? –Preguntó, a pesar de saber la respuesta.

Ahora Near estaba enojado con Mello. Hizo llorar a su amigo, y además lo hirió, era por eso que Matt reaccionó así, no era culpa suya. Ahora, seguramente el pelirrojo pensaba que era su culpa. Lo que el albino no sabía, era que en esos momentos, ambos creían que todo fue su culpa.

Y justo en ese instante, Mello pasó por ahí. Se detuvo en seco al observar a Matt sollozar con las manos en la cara. Su mochila cayó al piso, y después de recogerla sin dejar de mirar la escena con las manos temblorosas, Near le miró con mala cara, tomó el rostro de Matt entre sus manos, y al lograr que se agachara, le plantó un beso en los labios, asegurándose que el rubio observara eso. Quería que se sintiera culpable por sus actos, pero no sabía que ya se sentía así.

Respiraba con dificultad, y sin pensarlo siquiera, se fue corriendo de ahí en dirección a su casa, a pesar de que, lo único que quería era volver ahí y abrazar a el pelirrojo. Ahora realmente se sentía mal. Oh no... Cualquier cosa, excepto verle llorar. Era lo que más odiaba en el mundo, y que esas lágrimas hubieran sido derramadas por su culpa... Simplemente no podía perdonárselo. Quería secárselas y consolarlo, pero no podía, porque él era la causa de esas lágrimas. Encima, ¡Near le había besado enfrente suyo! Eso no era aceptable. Para nada. Discutieron, sí, pelearon, sí. ¡Pero no por eso el maldito albino tenía derecho de besarlo! Tal vez a ese niño le gustaba Matt, pero jamás nadie en el mundo podría amarlo tanto como él lo hacía. De eso estaba seguro.

Porque nadie sabe en realidad qué es lo que tiene, hasta que enfrenta el miedo de perderlo para siempre. Y sabía que esa era una posibilidad ya no tan lejana. Se moría por suplicarle que olvidaran eso, decir las cosas que nunca se atrevieron a decir. Dejar el miedo y el orgullo. Pero no era posible. O por lo menos no en esas circunstancias.

Por más listos que ambos fueran, inevitablemente seguían siendo bastante menores. Les faltaba mucho por vivir, y quizá en eso estaba el problema. No les era posible arreglar esos asuntos de la manera correcta por falta de experiencia. O quizás era otra cosa, nada era seguro. Y así, sin más, le atacaron unas terribles ganas de escribir. No sabía por qué, después de todo, no escribía desde hace... Bastante. Le gustaba releer lo escrito, pero no escribir de nuevo. Le traía malos recuerdos, por eso evitaba hacerlo.

Por otro lado, en otro lugar, Matt entró como en una especie de shock. ¿Near lo había besado? ¿Por qué? Más bien, seguía besándolo. No le gustaba eso. En más o menos el tercer o cuarto acto de impulso en el día, lo empujó, haciendo que, en vez de alejar al albino, cayera él mismo al suelo.

—Lo siento, pero es que yo... No puedo. –Murmuró, con una lágrima aún corriéndole en un ojo y en el otro notándose el húmedo rastro.

Tomó rápidamente la mochila que claramente había caído en el acto, y salió corriendo sin más, dejando a un confundido chico parado en la nada sin saber qué hacer.

Las cosas no podían ir de mal en peor, pues según notó, Mello había visto toda esa escena donde se veía patéticamente llorando, y luego a Near... Besándolo. ¿Y si ahora era él el que lo malentendía todo? ¡No podía haber más caos! ¿Qué tal si creía que ya lo había reemplazado?

Un momento. ¡No podía estar pensando eso! El hacerse suposiciones fue lo que creó el problema en un principio. No debía de cometer el mismo error, pasara lo que pasara. En vez de pensar en los 'posibles escenarios', era mejor buscar una solución. Y si no querían que esa situación se agrandara, tendría que ser rápido.

La pregunta era, ¿En realidad es tan fácil solucionar un malentendido como parece?

 

 

 

 

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La semana pasaba con suma lentitud. Nada había mejorado, es más, podría decirse que todo lo contrario. Para Ailyn y Alice, resultaba desesperante. En vez de resolver las cosas, terminaban discutiendo nuevamente y alejándose más y más. Las chicas la mayoría del tiempo estaban con Mello. Y Matt... Bueno, él tenía a Near 'de su lado', pero prefería no acercarse más de lo debido para no acabar en situaciones incómodas como la del beso. Sin contar que el chico albino no hacía más que observar cuando se encontraban y peleaban.

—¡Es que tú no puedes aceptar que le gusto a alguien, ese es tu maldito problema! –Trataba de defenderse el pelirrojo.

—¡Deja de ser egocéntrico! ¡Claaaro, como yo fui el que armó la escena de celos la otra vez! –Le respondía con el mismo "ánimo" el rubio, al lado de la castaña y la pelinegra.

El grupo de "antes-amigos" estaba parado en el umbral de la puerta del comedor. Y esta vez, la razón de aproximadamente la tercera discusión en el día, era bastante tonta. De hecho, todas las discusiones que se armaban comenzaban por cosas estúpidas.

—¡Déjame informarte que sí! ¡Ya, madura! ¿¡Acaso no sabes cuántas veces me aguanté el patear a alguna chica de lo mucho que se te acercaba!? ¡Encima tú ni cuenta te dabas!

—¡JÁ! ¿¡Y yo soy el inmaduro!? ¡Tú no te quedas atrás! ¡Mejor vete por ahí con la pelusa blanca descolorida de mierda!

—¡Entonces tú lárgate con Alice y Ailyn! ¿¡No te bastó con una, cierto!?

—¡Ellas no tienen nada que ver!

—¡Near tampoco!

Mello tomó un postre de chocolate con betún que tenía en su charola, y lo lanzó, con la intención de darle a Matt. Sin embargo, éste lo esquivó y termino dándole a Near.

La cafetería quedó en silencio por unos segundos, y seguido, todos estallaron a carcajadas. Excepto las cuatro personas que antes eran amigos... Y Near.

—¡YA BASTA, MALDITA SEA! –Gritó Alice, llamando la atención de los chicos.

—¡Tú cállate! –Le gritaron al unísono.

La razón de la esa pelea fue simple. Sólo quedaba un dulce de chocolate, y tanto como el rubio y el pelirrojo lo querían. Después de una batalla de miradas, "quién-sabe-cómo", terminaron peleándose, y metiendo a medio mundo a la conversación, sin razón alguna.

Quedarse sin argumentos era mala idea. La mayoría de las cosas que decían no tenía mucho sentido, y eran palabras que jamás dirían ni antes se atreverían a decir, más cuando se insultaban, que nunca era a propósito.

—Maldita sea, Mello. Vámonos de aquí ya, ¿Sí? –Lo jaló de los hombros y el susodicho se dejó llevar, no sin antes dedicarle una mala mirada a Matt.

El pelirrojo por su lado se fue de ahí refunfuñando, dejando al pobre de Near olvidado, y con la cara toda manchada de chocolate.

La suerte de ambos no fue muy buena durante la semana. Lo peor era que ya era viernes, el último día de clases. Literalmente. Al día siguiente comenzaba el viaje de fin de curso, y después, las vacaciones de verano. Si las cosas seguían así...

Ninguno quería ni pensar en esa posibilidad.

Se extrañaban demasiado, aunque no quisieran admitirlo. Una semana era demasiado tiempo... Y algo que los dos se preguntaban, era, ¿Por qué seguían discutiendo en vez de arreglar las cosas? El orgullo, quizás.

Si antes de pelear hubieran sabido que estarían tanto tiempo (para ellos, una semana ya era demasiado.) así, vaya que hubieran aprovechado hasta el último minuto. Pero no, y de hecho, fue todo lo contrario. El mismo día del malentendido, habían tenido la pequeña discusión en la escuela.

Ah, y las clases. Cada hora parecían días enteros. El receso ya había terminado, y ahora se encontraban en español. La mejor materia de Mello y en la que más participaba. Pero estaba muy callado. Demasiado para ser él.

Ya que más daba... La última semana no hacían casi nada y todo se basaba en álbumes de recuerdos, firmas, dedicatorias y despedidas. Después de todo, probablemente la gran mayoría de los que estaban ahí jamás se volverían a ver en un mismo salón de clases... Y cabía la posibilidad de que Mello y Matt tampoco. Por lo menos no, si no se arreglaban pronto. Vaya forma de acabar el ciclo escolar...

En las demás materias todo fue parecido o igual. Los maestros hacían dinámicas por ser el último día, y todos participaban animadamente, excepto cierto grupo de 'amigos'.

Y entonces, después de tanta espera, sonó el timbre. Todos se levantaron de sus antiguos sitios, y los que no podrían ir al viaje escolar, ya lloraban y se despedían de todos.

Indiferente ante todo eso, o más bien, tratando de hacer parecer que le daba igual, Mello se fue por su parte. Y Matt por la suya. Alice y Ailyn igual,ente. Resultaba triste, pero en esos momentos era nada más y nada menos que la cruel y cruda realidad.

Mello ya ni siquiera sabía qué sentimiento era más fuerte, el de enojo o tristeza. A pesar de las circunstancias, se estaba esforzando por terminar 'eso'. Y por eso mismo sentía enojo. Él esforzándose por terminarlo, y Matt culpándolo de cosas que no hizo.

Y tristeza porque se sentía culpable por haberlo herido y hecho llorar. Pero también porque lo habían herido a él. Lo había herido la persona más importante en su mundo, y donde más dolía.

No quedaba nada más que esperar un milagro de parte del viaje y todo ese asunto de la graduación... Sabía que era poco posible, pero tenía una pequeña esperanza. O no, quizás estar durmiendo prácticamente nada y comer solamente chocolates y una que otra sopa instantánea le estaba sentando mal...

 

 

 

A Matt le preocupaba Mello. Odiaba admitirlo, pero era así. Tenía incluso más ojeras que él, lucía más pálido de lo normal y considerando su pésima salud, eso no traería nada bueno. Quizás, lo mejor era dejar esas discusiones se lado y arreglar las cosas de una buena vez por todas.

Intentaría disculparse apropiadamente en el viaje... Pero no sería tan sencillo, eso estaba claro. Porque vamos, ambos querían volver a la normalidad cuanto antes... Sin embargo eso no quitaba el hecho de que se hubieran herido mutuamente. Diciendo cosas que jamás pensarían decir.

Ya planearía algo... Se le tenía que ocurrir algo, a como diera lugar, así sería. Y también tenía que disculparse con Alice y Ailyn, pero ellas de momento no importaban tanto.

Sólo había que actuar, y esperar a ver qué sucedía.

Definitivamente, ese viaje de fin de cursos sería largo... Y para nada corto. ¿O sí?

Notas finales:

LOL, enserio chic@s, me maté leyendo algunos reviews, ¿de verdad creen que Mello es capaz de engañar a Matt? xDDDD 

la razón de la pelea es simple. Y me gustó la idea de el por qué peleaban, porque es gracuoso si se llega a pensar bien... si a alguien no le quedó muy claro, lo quedará en el siguiente capítulo ._./ 

puse ese malentendido porque, en primera, no se me ocurrió algo mejor. En segunda, es fácil de malentenderse, y si alguien lo notó, no fue tanto por esa la razón principal de la discusión, si no que poco a poco se fue haciendo más y más grande... @.@U

¡y me salieron lectoras fantasmas! Al final una pequeña pelea de estos dos no les viene fan mal, ¿eh? XD a los que no les gusta el drama... Tranquil@s, no pienso extender demasiado esta parte...

¡El especial de navidad se arruinó por que no publiqué a tiempo! ;__; bien, eso en parte es bueno porque me da tiempo de agregar otras cosas que antes no hubiera podido...

última cosa, tengo planeado actualizar este fic todos los Miércoles, a partir de este *Excepto en exámenes, ejem.* así que... Bien, es uno de mis propósitos.

ah. Ya ni sé como quedó el capítulo porque no revisé. En fin, muero de sueño y a doferencia de algunos, yo no estoy de vacaciones DX 

siento que se me olvida algo, pero enserio ya no puedo más. cualquier cosa lo digo el siguiente capítulo... 

hasta el miércoles! Nos vemos~

PD: Sí, esta parte es necesaria Q_Q


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