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Cuadrilátero por kallenparms

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Notas del capitulo:

Nota: Bleach y su personajes son propiedad de Tite Cubo (espero haber puesto bien el nombre que todavia no me lo aprendo muy bien.

Como ya dije, este es mi intento de acrecentar los ff escritos como base en el universo Alfa/Beta/Omega Dynamics, que igualmente aclaro, no me pertenece.

Cuando Yuroichi le invitó (por no decir que prácticamente le obligó) a ir y “disfrutar” de aquel espectáculo barbárico, famoso por la naturaleza del mismo, y que parecía ser la nueva atracción del circulo snob al que pertenencia algunos de sus allegados; no queriendo ir en contra o mejor dicho, intentando quitarse de encima a la fastidiosa mujer morena que fungía como amiga y compañera de negocios, aceptó acompañarle a lo que él consideraba un lugar de mala muerte; pensó que se aburriría, su intención era quedarse unos cuantos minutos y luego salir de ahí sin dar explicaciones; sin embargo no todo salió como planeaba, Yuroichi se encargó de mantenerle atrapado en aquel lugar.


El evento iniciaba con un un desfile tipo pasarela de Omega (tanto hombres como mujeres, destacando en cantidad en su mayoría los primeros) Byakuya no podía dejar de relacionar aquello como un mercado de esclavos, los jovencitos por lo regular entre 15 y 17 años, eran exibidos como perros de raza, irónicamente traían como accesorio un collar con cadena (probablemente para que no intentaran huir en algún descuido). Luego de haber mostrado la “mercancía” daba lugar la subasta, donde pujaban por los espécimenes; quien  ofreciera el mayor monto ganaba la oportunidad de luchar en el cuadrilátero contra el Omega, si el retador resultaba ganador, obtenía como premio al otro, para hacer con él lo que le viniera en gana; asquerosamente el acto que más se disfrutaba era humillar y desflorar al jovencito derrotado.


Esa noche su morena acompañante le había insistido en asistir, pues se llevaba a cabo una  pelea con nada mas y nada menos que el Omega más famoso en todo el Rukongai, el pelirrojo aguerrido que se destacaba por haber afrontado una considerable cantidad de peleas, de las cuales salió victorioso. Si bien Byakuya escuchó historias sobre dicho personaje anteriormente, la vedad que no les había tomado mayor importancia; eso hasta que le vio en escena. No era el típico Omega asustadizo, de esos que desbordan fragilidad o belleza femenina, no; era un tipo bien plantado, de mirada fiera y actitud insolente, cuerpo fibroso y fuerte; Byakuya sintió deseos de admirarle, su curiosidad se encendió y poniendo más atención se dedicó a presenciar la pelea, concretamente los movimientos del pelirrojo, que eran salvajes y un poco descordinados, aunque bastante efectivos;  Kuchiki supo que su estilo de pelea no contaba  con algún patrón, aprovechaba las oportunidades que veía a la mano y golpeaba con rapidez; dos asaltos duró el combate, dejando al retador inconsciente tendido sobre el cuadrilátero; el pelirrojo se mantenía de pie, probablemente más a base de determinación que otra cosa, pues estaba bastante lastimado, sudoroso y respirando con dificultad, sin embargo era claro que no podía dejarse caer, de hacerlo contaría como derrota, debía mantenerse avante hasta pisar fuera del cuadrilátero. Byakuya le vio bajar del cuadro con pesadez, haciendo demasiado esfuerzo, unos pasos adelante, uno de los asistentes o guarda espaldas, le tendió la mano y le ayudó a internarse hasta donde suponía se encontraban los vestidores.


El Alfa azabache se encontró contrariado,  pues en ese instante nació en él un interés profundo por aquella criatura, quería saber todo sobre el Omega, y apostar por poseerle; sonaba retrograda en su cabeza, pues no estaba de acuerdo en someter y humillar a los Omega, estaba consciente de que debía tratarles como compañeros de vida, con respeto,  y ser considerado con sus deseos, enseñanza trasmitida a él por su padre quien siempre trató a su madre de la misma forma. Sin  embargo en este caso su instinto ganaba a su razón, le deseaba, le quería para él, de cualquier forma y si la más fácil era retándolo  y venciéndolo, pues eso haría, lo mas pronto posible, pues no dudaba que debido a la fama del Omega, le lloverían ya propuestas para otra subasta y no podía permitir dejarle su destino a la suerte.


El prestigio de su familia fue una carta a favor para acceder a la puja por el pelirrojo, pues éstas no eran de dominio publico como las otras, no; Abarai era demasiado valioso, sólo los mejores postores tenían la posibilidad de formar parte. Al final nadie pudo sobrepasarle en ofrecimiento y ganó la posibilidad de obtenerle; claro que siendo hombre letrado y de negocios, no dejó cabo suelto, analizó el contrato adquirido y viendo que podía sacarle el mayor provecho, firmó; la noche en que le venció fue una de las mas gratificantes en su vida, si bien el pelirrojo no venía de buena cuna y socialmente no era aceptable para un noble de su alcurnia, lo mismo le daba, conseguir al pelirrojo para él, era lo primordial, hacerle suya de forma en que ambos desearan, era el siguiente paso a seguir.


 


No le mintió cuando le prometió que no le violentaría, y que lograría que se le entregara por voluntad propia. Le instaló en una de las habitaciones cercana a la suya, igual de espaciosa y bien amueblada, el pelirrojo lo merecía y le trataría como nunca antes le habían tratado, a cuerpo de rey.


Durante un mes le visitó en su recamara, pues el Omega empecinado en desconfiar no salia de ella, arisco se mantenía encerrado, vigilado por alguno de los guardias de la casa, que se postraban en la puerta; Byakuya le visitaba diario, trataba de iniciar conversaciones cortas, pues tampoco era una persona muy sociable, aun así hacía un sacrificio y convivía con el Omega, se le ocurrió que la mejor manera de acercarse a él y ganar un poco de confianza era dándole clases de estilográfica, en lo cual era muy bueno; al principio Renji se mostraba reacio a colaborar, pero poco a poco y tomando en cuenta los gestos amables de su “captor” decidió que era más inteligente seguir la corriente, tal vez de esa manera su panes de huir se concretarían en breve.


La adaptación entre ambos se dio de manera progresiva, Kuchiki ahora se desenvolvía abiertamente, como si le conociera de años, mientras Renji aceptaba las visitas diarias mas tranquilamente y aunque lo negara, las esperaba con ansiedad, pues Byakuya era prácticamente la única persona con la que hablaba directamente en todo ese tiempo.


Esa tarde Byakuya había terminado con sus labores un poco mas temprano de lo normal, le inquietaba  el reciente comportamiento de Renji; creyó haber librado ya el obstáculo de la comunicación, sin embargo hacía dos días atrás que el pelirrojo actuaba de nuevo extraño, retraído y nervioso, las ideas extrañas sobre eso nublaban sus pensamientos, no quería creer que hubieran retrocedido de nuevo y que Abarai estuviera buscando la forma de abandonarle, eso no lo permitiría, si ya tenía planeado darle mas libertad, ahora con estos acontecimientos no dudaría en duplicar la seguridad e inventar algún nuevo pasatiempo para ganarse definitivamente al pelirrojo.


Eso iba elucubrando en su camino a la habitación; olvidando completamente las reglas de etiqueta se adentró sin haber tocado, y la imagen que encontró casi le deja sin habla.


El sol se encontraba aun en lo alto, por lo que la iluminación artificial no hacía falta, las cortinas de las ventanas estaban corridas y con los vidrios abiertos, una suave brisa entraba por ellas, logrando que el lugar se notara fresco y agradable. Frente a dichos ventanales y tumbado sobre el cheslong negro, se encontraba cual largo era el cuerpo del pelirrojo, gimiendo quedito y restregándose hacia arriba y abajo, empujándose con los pies,  le cubría un ligero yukata blanco y corto, que dejaba ver sus torneadas y blancas piernas.


-¿Renji? - cuestionó sin saber como interpretar la escena.


El pelirrojo al escuchar aquella voz casi se cae del mueble, asustado se levantó como si un resorte le hubiera empujado fuertemente, le miró con terror por un par de segundos y salió corriendo a esconderse en el baño.


-¡Vete!- gritó desesperado – no... no quiero verte...


Byakuya se quedó petrificado, no sabía como definir aquella imagen que le recibió, pero ahora lo que le preocupaba era la reacción de Renji, se veía muy agitado y las palabras por lo que podía notar le costaba pronunciarlas. Se cercó a la puerta del baño y tocó un par de veces.


-Renji ¿que te pasa? Déjame entrar


-¡No, que te largues ¿Que no entiendes? Déjame solo!


-No me voy a ir – pronunció con dureza, comenzaba a cansarse de los “caprichos del pelirrojo y estaba dispuesto a enseñarle quien manda – te doy tres minutos para que abras esta puerta y me expliques que te pasa, sabes que no me gusta que jueguen con migo, y no voy a permitir que me desobedezcas.


Seguido de un pequeño silencio, los sollozos del  Omega se dejaron escuchar, Byakuya  se sorprendió aun más y ahora quería echar la puerta abajo.


-Por favor... no entres... necesito un medico – suplicó entrecortado.


-¿Un medico, para que quieres...?


-¡Por favor! - gritó de nuevo, se escuchaba bastante cerca, probablemente estaba recostado sobre la puerta, contrario a la posición  del Alfa. - lo necesito, por favor.


Byakuya se quedó estático frente a la puerta por unos segundos, los sollozos seguían escuchándose  y le preocupaba bastante el comportamiento del otro, así que accedió a buscar al Galeno.


 


Tan pronto el medico ingresó en la habitación, el Omega salió de su encierro en el baño, pero se negó a que le auscultaran frente a Kuchiki, el azabache reacio a dejarle solo, pero sabiendo que no llegarían a ningún lado si alguno de los dos no cedía, decidió  darle espacio al especialista, después de todo el Omega se veía desesperado y de una u otra forma terminaría por enterarse de la condición del pelirrojo.


 


Su mascara imperturbable no dejaría a nadie saber que realmente se encontraba muy preocupado por el Omega , ese que desde el primer momento en que lo vio, se ganó un lugar especial en su pensamiento. Alrededor de diez minutos habían pasado desde que abandonó la recámara y ya la impaciencia comenzaba a ganarle, afortunadamente no fue necesario romper más su imagen ante los demás, pues segundos después el medico salía con una sonrisilla tranquilizadora.


-¿Que es lo que le sucede doctor, dígame su condición es grave? - preguntó apenas dar unos pasos.


-¿Es buena idea hablar aquí? - señaló mostrando que estaban en el pasillo y que cualquiera podía escucharles.


-Tiene razón – aceptó sorprendiéndose de lo imprudente que se estaba comportando. - Sigame.


Caminaron al final del pasillo y se adentraron a lo que parecía el despacho, Byakuya cerró las puertas tras de ellos y le instó con una mano a que tomara asiento,  de igual forma él se sentó frente al galeno.


-¿Le ofrezco un té, alguna otra bebida?


-No se preocupe señor Kuchiki, estoy bien de momento, creo que lo mejor es que hablemos de lo que nos atañe – Byakuya asintió con seriedad, volviéndose a poner la mascara de indiferencia. - Lo que le pasa al señor Abarai no es nada raro, ni peligroso, de hecho es bastante normal, tomando en cuenta de que es un Omega que está entrando a la madurez completa. Sabemos que los Omega suelen manifestar el inicio de su vida reproductiva en un rango de catorce a quince años, por supuesto esto no es una regla, habrá quien se manifiesta a edad más temprana o lo contrario, uno o dos años después; el historial del señor Abarai nos dice que el primer calor lo experimentó a la edad de quince años, y fue tratado con supresores desde entonces, por lo que tengo entendido, él utiliza la inyección, con efectividad de dos meses, su nerviosismo y desesperación en estos momentos se debe a que el tiempo de efectividad de la ultima puesta se acortó alarmantemente (según sus palabras) pues un día antes de que viniera a vivir con usted el medico encargado de su salud, le había administrado la dosis, eso nos da como resultado un mes de efectividad, él intentaba que le suministrara otra dosis, pero me temo que no va a ser posible.


-¿Por que no? - preguntó enfadado - yo soy responsable de él, y autorizo totalmente que se le administre, si es para su comodidad, no me opongo, después de todo...


-No me mal interprete Señor Kuchiki - Interrumpió con cortesía,  - el motivo por el que me niego a ponerle la dosis no es por un capricho; si los supresores que están diseñados para durar dos meses dejaron de tener efecto, es por una razón, eso sólo sucede cuando el Omega está cerca o convive regularmente con un Alfa  compatible,  otra forma en que se le conoce es “pareja destino” muy pocos son afortunados de encontrarse con su otra mitad. El propio organismo de Abarai le está gritando que lo ha encontrado, se deshizo de todas las sustancias en su cuerpo para que él pueda aparearse y lograr la madures por decirlo de algún modo; de nada serviría que le aplicara un supresor, de hecho le ocasionaría daños irreversibles,  un shock en su organismo, la única forma en que los síntomas desaparezcan es obviamente, darle al cuerpo, lo que el cuerpo pide, y en estos momentos, lo que Abarai necesita es ser tomado, preferentemente por el Alfa que despertó su naturaleza Omega.


Kuchiki no interrumpió la explicación en ningún momento, claro que entendía perfectamente a lo que el medico se estaba refiriendo, en el mundo, la pareja destino era como un cuento de hadas que se le contaba a los niños, la idealización de una vida perfecta,  Byakuya lo consideraba un mito pues nunca había conocido a nadie que diera fe de ese hecho, ni siquiera sus padres o algún familiar y ahora se topaba con eso; debía reconocer que la atracción y conexión que sintió con el pelirrojo era por demás extraña, que se había dado muy rápido, que cuando lo tuvo a su merced en el cuadrilátero tuvo que usar por completo su auto control, pues su instinto estuvo por ganarle a si razón. Y es que no había otra explicación para su comportamiento actual, la preocupación por el bienestar del Omega, el querer complacerlo de una u otra forma, la posesividad y el deseo; teniendo en cuenta que sólo él tenía acceso a la convivencia con Renji. La conclusión: Renji era su pareja destino, su otra mitad y en estos momentos lo necesitaba, pues pasar por un celo sin la presencia de un Alfa era muy incomodo y más cuando ningún supresor serviría para aplacar los bochornosos síntomas.


¿Seria capaz de tomar a Renji en su actual condición? Después de todo le había prometido al pelirrojo que jamas le forzaría, que lograría que él mismo le pidiera el hacerlo suyo No era hacer trampa el aprovecharse del calor por el que atravesaba su Omega?


 

Notas finales:

^^ bueno, un agradecimiento por el apoyo, me alegra mucho que la historia les llamará la atención, de la misma manera les invito a crear mas historias con la dinamica Alfa/Beta /Omega.

Hasta bien prontito. si alguno de ustedes sigue Ojos Vacíos, no desesperen, a mas tardar el martes colgare nuevo capitulo.


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