Resumen de capítulo III:

—Y es cuando Damián te dice que te calles—dijo Raúl llamando su atención.

—Si, cállate—dijo Damián con una sonrisa a Matías, quien no acababa de quejarse del mal funcionamiento del elevador—. Haberme dicho, y te cargo cual princesa. —se burlo Damián encogiéndose de brazos.

—Oh, ¿Ya?, y darte el honor de manosear mi escultural cuerpo. Sueña Damián.chisto molesto, y adelantándose a ellos, subió lo que le restaba de tramo de escaleras. — ¡Me debes ese refresco!—exclamo apuntando y girándose por el pasillo.

—Es del otro lado. —Dijo Damián en voz alta, y frente a él y Raúl, observaron divertido como Matías regresaba como si nada sobre sus pasos y caminaba en la dirección correcta. 

Raúl se alejo de la cocina con un vaso de agua en sus manos, y se encamino sencillamente a la sala que vio al entrar al apartamento. Acomodándose en uno de los cómodos sillones de piel negra, se dejo estar tranquilamente.

Honestamente Matías lo estaba artando. En ocasiones parecía no entender sencillamente lo que él quería, lo peor de todo era que a Raúl no le importaba, siempre y cuando el otro no se alejara de él, ya suficientes despedidas había soportado en su corta vida, no quería tener que decirle adiós a su amigo solo porque a este se le ocurrió plantarle tremendo golpe en medio de una dispuesta sin sentido.

Raúl soltó un suspiro entendiendo el punto no expuesto por Damián, porque él jamás podría llegar a tomar represarías contra Matías. Aunque eso era una buena idea, después de todo Matías disfrutaba de lo lindo joderle el humor a toda hora.

Sus nudillos chocaron todo lo fuerte que pudieron contra la madera, emitiendo el arrítmico sonido tamborilezco. El pasillo entero emitió el eco del sonido, inconfundiblemente exquisito para quien supiera apreciar el buen sonido de la mejor madera tallada.

El sonido de unos pasos desde el interior del apartamento logro que los tres silenciosos se miraran entre sí, una muda  pregunta se formulo, y en un tácito acuerdo asintieron a mantener el silencio hasta que Dorian hiciera acto de presencia.

El eco de las cadenas al ser removidas, junto al pasador del seguro al aflojar bajo el sonido de la chapa dio paso a la figura de un joven con cabellos enmarañados. Su mirada dorada recorrió lentamente a cada uno de los que se encontraban frente a él, sin poderlo evitar, Dorian, el dueño de esos curiosos ojos, esbozo una sonrisa adormilada. Repaso sus manos sobre su cabello negro, acomodándolo fácilmente hacia atrás gracias al largo que lo mantenía.  Sin prestarles demasiada importancia giro sobre su eje, moviendo sus hombros en un acto por desentumirlos, sus omoplatos se marcaron sobre su clara piel, junto a la musculatura remarcada en su espalda, que desnuda de prenda invitaba a observar el pantalón estilo militar en negro que fácilmente acentuaba sus movimientos.

 

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Sandeces de la vida, o posibles travesuras del destino, sea cual sea la causa, siempre hay un efecto irreversible para toda situación.

También sea quizá, ese toque travieso que le hace falta a la vida de uno mismo…

Pero ciertamente Joel no espero que la vida le jugara tan mala pasada.

Y maldita fuera la hora en que el tiempo creyó adecuado sumarle una variante a su suma, pues dos más tres, menos diez, no puede dar simplemente dos

Cap: III