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EN MI SILENCIO por lyra

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Casi una hora más tarde y viendo que su madre estaba ocupada hablando con su padrastro, Tom logró escaparse a ver como estaba su hermano. Se asomó a la puerta de su habitación y sonrió al verle en la cama estirándose.

Entró del todo y se sentó en el borde de la cama, llevando por instinto una mano a su frente.

-Ya no estás tan caliente-le dijo sonriendo más.

Le miró extrañado, su hermano buscaba algo con la mirada y la siguió hasta que al fin lo comprendió. Se estiró por encima de él y alcanzó la libreta que descansaba sobre la mesilla.

Bill le sonrió al cogerla y tomando también el boli que le pasaba se puso a escribir en ella.

“¡Tengo hambre!”-le enseñó lo escrito sonriendo.

Tom lo leyó y rompió a reír a carcajadas. Asintió con la cabeza y le dejó solo el tiempo que tardaba en bajar a la cocina y avisar a su madre. Le ayudaron a recostarse contra las almohadas y le vieron devorar el plato de carne asada sin poder evitar poner mala cara cada vez que tragaba.

Terminó y suspirando le dirigió una mirada a su hermano que comprendió de inmediato. Enseguida se puso en marcha y mientras que su madre recogía la bandeja donde le subió la comida, le acercó el portátil que acomodó sobre sus rodillas.

Esperaron en silencio mientras se encendía y una vez que tuvieron acceso a Internet se pusieron manos a la obra. Mientras que su hermano entraba en la cuenta de correo que la discográfica les hicieron a nombre del grupo, Tom se descalzó y se acomodó a su lado en la cama.

Sin apartar la mirada de la pantalla, Bill tecleaba procurando no mirar a su hermano, que tan cómodamente se había tumbado a su lado. Carraspeó con cuidado y abrió una ventana nueva usando el programa del Word en el que escribiría sus respuestas.

Mientras esperaba a que se abriera el correo, no se pudo resistir a preguntarle una cosa a su hermano.

-“¿Por qué no quisiste posar a mi lado?”-escribió en la pantalla.

Tom leyó su pregunta y suspiró antes de contestar.

-Tú eras la noticia-repitió la misma excusa que le dio al fotógrafo-Además, no estaba arreglado y las fotos serían espantosas.

-“¡Qué tonto eres!”-escribió riendo-“En todas las fotos en que salimos juntos hacemos una buena pareja”

Tom se quedó mirando a su hermano de reojo tras esas palabras que ya desaparecieron de la pantalla.

“¿Una buena pareja?”-pensó alzando una ceja-“¿Tú también lo piensas?”

Dejaron de pensar en ese tema cuando ante sus ojos se abrió el correo que la revista les mandó con la entrevista. Se pusieron más cómodos y empezaron leyendo a primera pregunta. Trataba de sus comienzos, recordando que una vez dijo que la creatividad se alimentaba de los recuerdos dolorosos y querían saber cuales eran los suyos.

Tras pensarla en silencio, se pudo a teclear su respuesta, hablando de que lo que más daño le hizo fue el divorcio de sus padres a tan temprana edad.

Su hermano a su lado leía por encima de su hombro lo que había escrito, asintiendo conforme.

Continuaron con la entrevista, comentando algunas de la preguntas, y estudiando más a fondo las que les parecía un tanto delicada. La que más le llamó a atención al cantante fue una que hacía referencia a su hermano, al que miró alzando una ceja.

Se esperaba que hubiera alguna que le mencionara, pero nunca se llegó a esperar que preguntaran a que edad perdió su hermano la virginidad. Le siguió mirando, esperando que se negara a contestarla, pero estaba muy equivocado…

-A los 14-contestó Tom sin dudarlo.

-“¿De verdad la quieres contestar?”-escribió en el portátil-“Esta entrevista la va a leer medio mundo, mamá la primera”

-Bill, mamá ya lo sabe. Hablé con ella el mismo día, le pedí consejo y me dijo que mientras que fuera con mucho cuidado era libre de hacer lo que quisiera-le explicó sin ningún tipo de vergüenza-Ella misma me proporcionó los condones, imagino que cuando te pasó a ti pudiste contar con su apoyo.

Se quedó en silencio mientras le veía pulsar las teclas y escribir su respuesta mordiéndose los labios, gesto en el que se fija preocupado.

-¿Es que tú aún no…?-comenzó a preguntar sin poderse contener.

Le vio negar con la cabeza inclinada, y solo pudo exclamar un “¡vaya!” en voz baja. Le sintió suspirar y esbozar con esfuerzo una sonrisa mientras murmuraba que pasasen a la próxima pregunta.

Contestan las demás en un tenso ambiente, que es roto al llegar a la última pregunta.

-No me parece muy acertado que quieran saber como te gustaría ser enterrado-comentó Tom incorporándose a su lado.

-“Que es una operación muy sencilla, no pienso morirme en ella”-bromeó sin conseguirlo.

-Sigue sin gustarme-insistió Tom cruzándose de brazos-Silke dijo que si alguna no te gustaba se podía quitar, y esta….

-“Es solo un juego. Solo voy a decir que quisiera estar guapo”-escribió sonriendo.

-Sí, pon que quieres que te peinen como siempre y te dejen bien maquillado-le siguió la broma con sarcasmo.

Abrió los ojos como plato al ver como su hermano escribía la chorrada que acaba de soltar.

-Bill, era una broma, borra eso-le dijo poniéndose muy serio.

-Te he dicho que solo es un juego, tranquilo-murmuró resoplando sin dejar de escribir.

-Y encima quieres que te entierren con una cazadora de cuero negra-leyó por encima de su hombro-Estás loco, hermano.

Bill rió sin dejar de teclear. Con esa respuesta ponían punto final a la entrevista. Mandó el correo de vuelta a la revista y apagó el portátil estirándose.

-¿Cansado?-preguntó Tom quitándole de encima el portátil.

Negó con la cabeza, cogiendo de nuevo la libreta y escribiendo en ella.

-“Aburrido, más bien”-leyó Tom en voz alta-Eso lo arreglo yo enseguida.

Se levantó corriendo de la cama y rebuscó en el primer cajón de su escritorio hasta dar con una funda de dvd, que se escondió tras su espalda mientras se giraba y le dirigía a su hermano una sonrisa.

Le vio alzar una ceja preguntando y antes de que se devanara el cerebro pensando le enseña el título.

-Prison Break-leyó Tom en voz alta-La primera temporada, podemos verla en nuestra tele, toda la tarde hasta que te canses.

Bill asintió sonriendo y se recostó mejor en la cama mientras su hermano manipulaba el dvd. Antes de que la serie empezara, su madre entró a ver que tal estaban, llevando en sus manos una bandeja con una pequeña merienda.

Los hermanos se lo agradecieron y Simone les deja que vean a solas la serie. Volviendo a ocupar su sitio, Tom se acomoda al lado de su hermano cogiendo un sándwich que su hermano le pasó encantado.

Iba a pasar las últimas horas antes de su operación en compañía de la persona que más quería….amaba….deseaba….



Pasaron toda al tarde sin apartar la mirada del televisor siguiendo esa serie que desde que viera el primer capítulo engancho al cantante. Solo la apagaron cuando su madre les anunció que si iban a bajar a cenar o también se la tenía que subir en una bandeja.

Además le recordó a su hijo pequeño que debía terminar de cenar antes de las 11, para estar ya listo para la operación. Los dos hermanos se dieron por vencidos y apagando el televisor bajaron a la cocina, momento en que el timbre sonó y su padrastro abrió la puerta dejando paso al padre de sus hijastros.

-Jörg-saludó Gordon estrechando su mano.

Jörg le sonrió y enseguida sus ojos volaron al más pequeño de sus hijos. En sus ojos le vio reflejado el miedo que estaba sintiendo y se apresuró a abrazarlo, susurrándole contra el pelo que todo saldría bien.

Entran en la cocina sin soltarle aún y se sentaron a la mesa. Mientras hablaba con su ex mujer, sus hijos comían o trataban de hacerlo en silencio. Los mayores hablaban de la operación que iba a tener lugar al día siguiente, y los dos solo querían que se callasen, no veían que de esa manera estaban poniendo más nervioso al pequeño.

Parece que al final se dieron cuenta y cuando están tomando el postre ya habían cambiado de tema. Sintió ponerse tenso a su hermano a su lado, y le puso una mano en el brazo, tratando de calmarlo en vano.

-Me voy ya a la cama-murmuró el cantante en voz baja.

Se levantó y todos le imitaron preocupados.

-¿Te sientes mal?-preguntó Simone corriendo a su lado.

-Tal vez te ha vuelto a subir la fiebre, esta tarde te has excedido trabajando-apuntó Jörg.

Resopló cubriéndose la cara con las manos, solo quería estar a solas. Sintió que su hermano le tocaba de nuevo en el brazo, el único que entendía por lo que estaba pasando.

-Le estamos agobiando-explicó Tom a sus padres-¿Por qué no subes y te vas acostando? Yo iré en un rato.

Le dirigió una amplia sonrisa. Se despidió de su padre con un fuerte abrazo y con un beso de su madre. Su padrastro le guiñó un ojo y él le dijo adiós con la mano, echando a correr escaleras arriba.

Se encerró en la habitación que compartía con su hermano y se apoyó en la puerta suspirando. Cada hora que pasaba y le recordaba del poco tiempo que le quedaba, hacía que su estómago diera un vuelco y que la respiración se le agitara.

Necesitaba una cosa con urgencia en esos mismos momentos, pero en su estado….no debería….

“Al diablo”-pensó resignado.

Se separó de la puerta y abriendo el primer cajón de su cómoda sacó un paquete de cigarros que escondía de los ojos de su madre bajo su ropa interior. Caminó hasta la ventana y la abrió de par en par, aspirando el frío aire de la noche. Sacó un cigarro y el mechero que siempre metía dentro. Lo encendió con manos temblorosas y aspiró hondo una buena bocanada.

Contuvo el aliento hasta que sintió que los pulmones le iban a estallar y que la garganta le comenzaba a picar. Exhaló el humo y siguió fumando en soledad.




-Mamá, así solo consigues ponerle más nervioso-riñó Tom a su madre.

Su madre estaba contando que esa noche no debería dejar solo a su hijo, que estaría muy nervioso y la necesitaría a su lado. Nada más escuchar sus planes. Tom se negó de inmediato. Era él quien debería estar a su lado, el que le abrazaría con fuerza en esa noche que se les haría a los dos eterna.

-Cariño, deja que Tom cuide de su hermano-intervino Gordon.

Jörg asintió dando la razón. Comprendía que tanta atención hacia su hijo pequeño solo le molestaría. Sonrió al ver a su mujer acceder a regañadientes y dejar el cuidado de su hijito pequeño en su hermano.

Se despidió hasta la mañana siguiente, quedando en encontrarse en la puerta del hospital a las 7 y media de la mañana. Abrazó a su otro hijo y se despidió de su ex mujer en la puerta.

-Todo saldrá bien-le dijo a su ex mujer.

-Lo sé, lo sé-repitió Simone en voz baja-Pero no puedo evitar estar asustada.

-Y Bill lo ve, y se asusta también-le hizo ver-Debemos mostrarnos fuertes delante de él.

Simone asintió y se despidió de su ex marido. Cerró la puerta y regresó a la cocina, donde su hijo le comunicaba que él ya se iba a la cama, prometiéndole con una mirada avisarla si la necesitaba.

Dejó que sus padres fregaran y se acostaran, y subió a reunirse con su hermano en su habitación, abriendo la puerta sin llamar y arrugando la frente nada más oler el tabaco que había en ella.

-Pero… ¿qué demonios estás haciendo?-preguntó logrando no levantar la voz.

Cerró tras de si la puerta y dando dos pasos se puso a su lado, quitándole el maldito cigarro de los labios y tirándolo por la ventana.

-Si mamá te hubiera pillado, te tiraba a ti también por la ventana-siguió Tom con su enfado.

-Solo eran un par de caladas, no el maldito paquete-murmuró enojado el cantante.

-El médico te lo ha prohibido-le dijo cerrando la ventana de paso-¿Por qué no nos haces caso? Solo queremos lo mejor para ti, pero nos ignoras y sigues maltratándote….

Dejó de hablar al escuchar el débil sollozo que se le escapó a su hermano. Se giró de inmediato y le vio ponerse a temblar a su lado. Le acogió entre sus brazos y le meció en ellos mientras le susurraba que le perdonara.

-Lo siento, me he pasado…pero lo hago porque te quiero- se le escapó en voz baja.

Dejó de llorar al escuchar sus palabras. ¿Lo había oído claramente? ¿O era una mala jugada de su retorcida mente?

Debió de ser eso último, su hermano nunca llegaría a pensar de la misma loca manera que él. Suspiró y secándose las mejillas se separó con esfuerzo sorbiendo con fuerza por la nariz.

-Pensé que un cigarro en mi estado no podría hacerme más daño-explicó en voz baja.

Tom suspiró y siguió frotándole la espalda. Su hermano llevaba razón, solo habían sido un par de caladas, pero… ¿lo suficiente para empeorarle?

-Lo siento-se disculpó de nuevo-Necesitabas relajarte y voy y te grito.

-Estoy bien, son los nervios….no puedo con ellos-le confesó en voz baja-Yo…necesito…ya ni sé lo que necesito…

-Te diré lo que vamos a hacer-comenzó a decir echando a andar hacia la cama-Nos pondremos los pijamas y me contarás que es lo que de verdad te pasa.

-Me han prohibido también hablar-dijo logrando sonreír.

Pensar que iba a pasar en sus brazos una noche más le hacía echarse a temblar. Bajó la mirada a sus manos entrelazadas, dejándose llevar hasta la cama y sentándose en ella suspirando.

-Ponte el pijama-le dijo Tom tendiéndoselo-Cuando venga mamá a arroparnos, hablamos.

Asintió en silencio y se desnudó despacio, cubriendo su cuerpo con un pantalón a rayas de pijama y una camiseta blanca. Su hermano vestía un mismo pijama, solo que su camiseta era como siempre más ancha, pero al final le vio como se la quitaba y la dejaba sobre su vacía cama.

Apartó la vista de su pecho, sobre el cual pasaría la noche como la anterior, y se metió en la cama retirando hacia atrás las sábanas. Enseguida se le unió su hermano y ambos se acostaron de costado, mirándose en silencio hasta que sintieron que la puerta se entre abría.

Se hicieron los dormidos, cerrando con suavidad los ojos mientras que su madre se inclinaba sobre ellos y les besaba. Una vez que oyeron que se marchaba, abrieron los ojos de nuevo, pero se quedaron en silencio.

Se miraban fijamente a los ojos, a través de la escasa luz que se colaba por al ventana. Los dos se tenían tantas cosas que decir, pero ninguno de los dos encontraba las palabras adecuadas….
Notas finales: Y en el próximo capítulo:




A su alrededor había mucho movimiento. Escuchaba como el doctor Kauffman ordenaba que le trajeran eso y se llevaran aquello. Casi pegó un bote cuando una enfermera le colocó un gorro de plástico apartándole de la cara su largo pelo, lacio en esos momentos.

-Esto ya está-anunció el doctor Kauffman sonriéndole.

Se acercó a la camilla y le hizo una señal al anestesista, que se colocó tras su cabeza y le puso delante de la cara una mascarilla.

-Ahora te vamos a dormir-le explicó el doctor Kauffman-Quiero que respires hondo y no pienses en nada, solo relájate.

Asintió con la cabeza. Cerró los ojos y aspiró hondo el gas que emanaba de la mascarilla. Pero aunque el doctor Kauffman le pidió que no pensara en nada, su último pensamiento coherente antes de caer inconsciente fue para su hermano.

“Te amo”-quiso gritar bien alto.

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