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EN MI SILENCIO por lyra

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Comieron en silencio sin esperar a su padrastro, había llamado diciendo que se retrasaba y quedando con su mujer más tarde para hacer unas compras importantes.

-Cuida bien de tu hermano mientras yo no esté-le pidió Simone a su hijo mayor.

-Ya lo sé-contestó Tom entre dientes.

Terminaron y los chicos se encargaron de limpiar los paltos mientras Simone se vestía y salía a reunirse con su marido. Al poco de irse, llegó la otra mitad del grupo, lo que provocó una débil sonrisa al cantante.

Pasaron al salón donde hablaron de temas sin importancias. Sentado en una butaca, Bill los miraba con gesto aburrido. Solo deseaba poder encontrar un momento a solas con su hermano, tratar de hacerle entender lo que sentía por él…y a la vez le daba miedo quedarse a solas con él…

-¿Salimos a dar un paseo?-preguntó Andreas.

-Bill, ¿te apetece?-le preguntó Tom sacándole de sus pensamientos.

Asintió sin muchas ganas y subió a quitare el chándal por otra ropa más apropiada. Entró en la habitación que compartía con su hermano y eligió unos vaqueros azules, la sudadera que él mismo diseñó con el logo del grupo y unas playeras cómodas.

Como no se había secado bien el pelo tras la ducha de esa mañana, decidió ponerse una gorra que ocultase que no lo llevaba bien peinado. Se la estaba colocando cuando la puerta se abrió de repente y entró su hermano.

Se dirigió a él sin decir nada y le cogió del brazo, haciéndole sentar en su cama.

-Te compré algo al final-le explicó con una sonrisa.

Se la devolvió de inmediato suspirando. Sabía que su hermano no se podía haber olvidado, solo que le gustaba hacerle pasar un mal rato. Esperó mientras le veía Scar una paquete de debajo de la almohada y se lo dejaba en su regazo.

-Venga, ábrelo-le animó sin dejar de sonreír.

Asintió y con manos temblorosas rasgó el papel marrón que cubría…

-Una pizarra-dijo Tom, como si su hermano no la hubiera visto-Así no gastarás tanto papel y lápiz.

Tragándose con esfuerzo las miles de lágrimas que se agolpaban en su garganta, asintió de nuevo sonriendo con esfuerzo. ¿Le regalaba una pizarra? ¿Es que era idiota su hermano o que demonios le pasaba?

-Te esperamos abajo-se despidió Tom dejándole solo.

Viendo que se cerraba la puerta de la habitación, se levantó de golpe y tiró la pizarra a un rincón gimiendo frustrado de no poder gritar bien alto. ¡Una maldita pizarra! Le podía haber comprado cualquier cosa, una cadena de plata, una pulsera…algo que cada vez que se lo pusiera le recordara que su hermano se lo regaló cuando el silencio le impidió ser sincero…

Sintiendo que se iba a echar a llorar de nuevo, agarró una cazadora de cuero que se puso sobre la sudadera y unas gafas grandes y oscuras tras las que ocultar esa tristeza que le impedía respirar….que le hacía suspirar…




Esa misma noche se acostó sin cenar. Su madre ni trató de persuadirle, regresó del paseo con algunas décimas de fiebre y le mandó a la cama mucho antes de las 9.

-Lo sabía-murmuró Simone fulminando con la mirada a su hijo mayor-Te pedí que cuidarás de él, tenías que haberle recordado que se abrigara bien y si se sentía mal volver a casa de inmediato.

-Llevaba una sudadera y su cazadora de cuero-se defendió Tom-Y no dijo nada de encontrarse mal…

-¡No puede hablar! Se lo debías de haber notado en la cara-insistió Simone en echarle a él la culpa.

Resopló cruzándose de brazos resignado. Nada de lo que el dijera, le iba a librar de ser el culpable del estado de su hermano. Terminado de cenar sin ganas, se subió a acostar.

Entró en la habitación sin hacer ruido, su hermano estaba en la cama metido echado de costado y no sabía si dormía…o lo fingía…

Esa tarde había estado de lo más raro, como si de un zombi se tratara. Paseaba dos pasos delante de ellos, sin mirar los escaparates de las tiendas por las que pasaban ni nada.

Ni siquiera se inmutó cuando de repente un fotógrafo le sacó una foto desde la acera de enfrente. …l si lo vio, pero consciente de que todas las miradas estaban sobre su hermano, se aseguró que tras la foto no le molestaran. Se puso en alerta a cualquier movimiento, y si le veía cruzar la acera para ir a por su hermano, le interceptaría por el camino, para pedirle amablemente que se metiera la cámara donde le cupiera.

Por muchas ganas que tuviera la gente de saber como se encontraba su hermano, debían de entender que su salud era primordial y necesitaba descanso para recuperarse cuanto antes.

Se desnudó en silencio, sabiendo que esa noche la pasaría en su propia cama, y solo. Dejó la sudadera que llevaba bien colgada del espaldo de una silla, descubriendo bajo de ella la pizarra que le había comprado a su hermano esa misma mañana.

Le dijo la primera tontería que se le pasó por la cabeza, que así no gastaría papel ni tinta,…cuando la verdad era que le quería decir que así podía escribir y borrar sin dejar pistas…que si había algo que deseara “decirle”, de esa manera le resultaría más fácil, pero…el miedo le impidió ser exacto.

Y ahí estaba el resultado: su hermano de morros, y él durmiendo solo.

Se sentó en su cama. Miró la mesilla, sobre ella estaba la libreta que aún usaba, pues dudaba que recurriera a la pizarra, a no ser que fuera para partírsela en la cabeza.

La cogió entre sus manos y ojeó encendiendo la luz de la mesilla, que giró para que no despertara a su hermano. Sonrió al ver su letra, tan pequeña y clara. Llegó a una página que le llamó la atención. Era su nombre escrito una y otra vez, tachado y vuelto a ser escrito.

Arrancó la página y apagó la luz cuando le escuchó soltar un gemido. Esperó en silencio con reteniendo el aliento, pero solo le sintió darse la vuelta en la cama y gemir una vez más en sueños.

Se acostó el también, poniendo bajo su almohada ese pedazo de papel, que ya era una declaración de amor para él. Porque si no, ¿para qué escribir su nombre una y otra vez?
Notas finales: Y en el próximo y último capítulo:


-¿Se puede saber que te he hecho para que me trates así?-estalló sin poderse contener.

-Jugar con mis sentimientos-se le escapó a Tom.

Maldijo por lo bajo cuando se escuchó decirlo. Abrió la botella y casi se bebió el contenido de un solo trago.

-¿Qué…qué has dicho?-preguntó Bill comenzando a temblar.

-Nada, estoy bebido no me hagas caso-contestó encogiéndose de hombros.

Se llevó de nuevo la cerveza a los labios, pero su hermano fue más rápido y de un manotazo se la hizo caer al suelo, donde se hizo añicos.

-Haz el favor de contestarme-le exigió.

-No quiero, y suéltame-dijo forcejeando.

Tras hacerle tirar la cerveza, le había cogido con fuera por las muñecas y no parecía querer soltarle hasta que le dijera cual era el motivo de su estado. No pensaba hacerlo, su hermano se lo había buscado.

A su parecer, sentía algo muy profundo por él pero se negaba a contárselo. ¿Qué iba hacer? ¿Vivir atormentado toda su vida?

Porque él sentía lo mismo, y le estaba pudiendo. No podía mirarle sin sentir algo, hablarle sin sentir ganas de gritar muy alto….ver sus labios sin sentir unas ganas inmensas de besarlos…

-No pienso soltarte-seguía Bill en sus treces.

-Nunca lo hagas-susurró esa vez Tom.

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