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Enamórame por Fullbuster

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Gray Fullbuster POV


 


Esta noche no había dormido muy bien, principalmente porque mi habitación seguía sin tener cerrojo, pero cuando salí de la casa de Lyon bien pronto para ir al hospital a ver a Natsu, aproveché a pasar por un cerrajero y comprar un pestillo para colocar en mi puerta. Quizá no fuera suficiente para detenerle, pero ayudaría a frenarle. No podía arriesgarme mucho más a estar allí sin tomar medidas y sabía perfectamente, que a Lyon se le ocurriría algo para tenerme.


En este momento, al menos ya no me daba tanto asco, quizá porque había dejado de verle como mi hermanastro, era sólo otro chaval como lo era yo, no era nada mío, él tenía razón, ya no le veía como familia, Jellal era mi única familia ahora.


Llegué al  hospital y Natsu estaba ya desayunando. Lo primero que hizo al verme tras indicarme que me acercase y devorase mi boca con aquella dulzura suya tan característica, fue preguntarme por Jellal, pero es que tampoco podía decirle mucho al respecto, no sabía nada de él.


~        ¿Y Loke? – me preguntó.


~        Ni me lo nombres – le dije enfadándome – es un capullo, por su culpa no encuentro ahora a mi hermano. No quiero ni verle – le dije muy convencido.


~        No le has avisado de que Jellal ha desaparecido… - me afirmó Natsu – deberías hacerlo, quizá esté preocupado.


~        ¿Cómo va a estar preocupado? Fue él quien lo echó, no pienso contarle nada.


~        Ven aquí gruñón – me dijo Natsu mientras me acercaba a él con una mano en mi cintura para darme otro beso. – Tu hermano estará bien ¿vale?


~        Vale


Natsu me miraba con una gran sonrisa y no sabía muy bien que es lo que pasaba, pero yo le sonreí mientras me sentaba en una de las sillas de la habitación. Él seguía allí mirándome con esa sonrisa y al final no pude evitar preguntarle.


~ ¿Qué pasa?


~ Mira – me dijo destapándose los pies y yo miré fijamente como los dedos hacían un amago de moverse.


~ ¿Los estás moviendo? – le pregunté levantándome con una gran sonrisa.


~ Sí – me dijo – bueno aún queda mucho para correr pero es un avance – me dijo sonriendo


No pude evitar lanzarme a besarle mientras él se quedaba sorprendido al principio y luego empezaba a corresponderme, invadiendo mi boca con su lengua juguetona. Me quedé allí con Natsu prácticamente toda la tarde y lo peor era cuando tenía que despedirme para volver a la casa de Lyon… que asco. Ya estaba pensando en irme cuando alguien abrió la puerta y nos quedamos sorprendidos los dos de ver a Lyon allí.


~ ¿Qué haces aquí Lyon? – le preguntó Natsu


~ Venir a por lo que es mío – dijo muy serio haciendo referencia a mí.


~ Él no es nada tuyo – le dijo Natsu – vete de aquí Lyon


~ No me iré sin él – repitió mirándome.


~ Iré cuando quiera – le dije muy convencido


~ De eso nada, vendrás conmigo ahora – dijo cogiéndome del brazo y empujándome hacia él.


Natsu le gritó para que me soltase y yo intenté hacerle una llave, pero sacó una pistola apuntándome directamente a la cabeza y me quedé paralizado.


~ No vuelvas a intentar una de tus llaves, porque comprobaremos si tu hermanito te enseñó a defenderte de una pistola – me dijo muy serio


Y no, de una pistola apuntándome directamente a la cabeza, no me había enseñado nada y sé que él sabía quitárselas de encima, aunque también sabía que era muy arriesgado hacerlo y más, cuando yo no sabía nada de cómo hacerlo. Natsu estaba histérico pero a mí no me quedó más remedio que acompañarle.


Me empujó hacia delante y caminó tras de mí escondiendo la pistola entre su cuerpo y mi espalda sin dejar de apuntarme ni un solo segundo. Yo creía que la gente se daría cuenta de que me estaban amenazando, pero no, nadie se percató. Llegamos al ascensor y bajamos a la primera principal para salir del edificio.


Atravesamos el parking y me abrió la puerta de la limusina que siempre llevaba. Me empujó dentro y una vez allí, subió el panel que nos separaba de su chófer mientras le decía que arrancase y me ataba las manos con una cuerda que ya tenía preparada allí en los asientos. Al final acabé con las manos bien agarradas a uno de los soportes de encima de la ventanilla.


~ No sabes cuanto tiempo he deseado esto, Gray – dijo aflojándose la corbata hasta quitársela y me asusté, porque creí al menos que esperaría hasta llegar a casa.


Tampoco quise decirle que parase porque tenía completa seguridad en que no lo haría, como él decía… hacía mucho tiempo que esperaba esto. Empezó a quitarse la chaqueta también y la tiró por los asientos sin mucho cuidado mientras se acercaba a mí y acariciaba mi pecho incluso por encima de la camiseta que llevaba. Agarré con fuerza la manivela de encima de la ventanilla por rabia e impotencia, además de para estar más cómodo, porque las cuerdas me hacían daño en las muñecas sino las dejaba colgando en vez de agarrarme.


Sentí sus labios en mi cuello besándolo con suavidad mientras sus manos subían ahora por dentro de mi camiseta. Cerré los ojos porque no quería verle, no quería saber lo que iba a hacer y aún así, podía sentir sus caricias y me daban asco, pero ya no era asco porque una vez le hubiera considerado mi hermano, sino porque estaba con Natsu, quería a Natsu y no me gustaba imaginar como se habría puesto con esto, porque sabía que se imaginaba lo que iba a pasar con Lyon.


Me quejé cuando mordió mi cuello y sentí como sonreía tras hacerlo. ¡Le odiaba! Pero no podía evitarlo, aún así, me negué a gemir, me negué a hacerle saber que podía sentir algo con él, porque mis gemidos serían sólo para Natsu. Sin embargo lo que más agradecí, es que con las manos atadas, ahora no podía quitarme la camiseta sino me desataba y no creo que se arriesgase a hacerlo, porque podía inmovilizarle mientras no tuviera la pistola.


Tampoco tenía muy claro donde íbamos, pero de lo que estaba seguro, es que el vehículo estaba en marcha y desde luego… Lyon tenía bastante prisa, porque sus manos bajaron a mi cinturón empezando a quitarlo para colar sus manos por dentro del pantalón rozando mi miembro a la vez que sonreía. Aunque quise gemir, preferí morderme los labios antes que dejar escapar cualquier sonido que pudiera incitar a Lyon, porque podría tener mi cuerpo, pero no tendría absolutamente nada más de mí ¡yo era de Natsu! En cuerpo y alma.


Odiaba su mano rozándose en mi miembro que empezaba a crecer, pero no podía hacer nada contra eso, era algo físico, podía decirle veinte veces que no me gustaba esto… o que me dejase, pero mi miembro seguiría alcanzando su tamaño, sentía placer igualmente al mínimo tacto, era puramente… físico.


Me besó la espalda levantando mi camiseta mientras colaba sus manos bajo mi ropa interior para tocar aún mejor mi miembro, y sabía donde acabaríamos, aún así, intenté controlar mis ganas de jadear, apreté mis parpados cerrando con fuerza los ojos y continué mordiéndome el labio inferior.


~ ¿No tenías ganas Gray? – Me preguntó Lyon – yo ya tenía demasiadas, vamos… disfruta


~ No voy a disfrutar contigo – le dije – jamás.


~ Pero si lo estás haciendo, mira como te estás excitando.


~ Sí, porque estoy pensando en Natsu – le mentí pero le sonreí para que se tragase la mentira y pareció funcionar porque no le sentó nada bien.


Me mordió el lóbulo de la oreja y cuando acabó, aprovechó para  susurrarme al oído con esa voz que tenía y tanto odiaba.


~ Piensa en quien quieras – comentó – pero voy a follarte y lo voy a disfrutar. Por fin tu novio no se meterá en medio.


Grité cuando sentí como uno de sus dedos invadía mi interior y no fue porque hiciera muchísimo daño, fue porque no era Natsu y yo no quería nada con Lyon, fue por sentirme impotente sin poder hacer nada para evitarlo.


~ Hazlo ya Lyon – le dije sonriendo y se sorprendió.


~ ¿Qué? – me preguntó sin poder creérselo.


~ Que lo hagas de una vez, sólo es sexo, quiero acabar cuanto antes contigo.


~ No es sólo sexo – me dijo.


~ Si lo es, porque puedes tener mi cuerpo, pero jamás podrás tener mis sentimientos, sigo siendo de Natsu y sólo de él, así que acaba de una vez.


Volví a gritar cuando sentí esta vez dos dedos en lugar de uno moviéndose en mi interior. Además de eso, sentía algo húmedo, creo que había puesto lubricante, pero de Lyon ya no me sorprendía nada. Yo solo podía mirar por la ventanilla las calles casi desiertas y me concentré en las luces de la calle mientras Lyon seguía introduciendo dedos en mí y moviéndolos para dilatarme.


Aún así, pude sentir como Lyon se arrodillaba encima del sillón y se posicionaba para entrar en mí. Dolió cuando empezó a entrar, con lentitud y grité del asco que me daba hacerlo con él mientras él hacía sonidos de placer a medida que se hundía en mí. Se detuvo cuando llegó al fondo y cogió con una de sus manos mi cintura mientras con la otra cogía mi cabello lanzando mi cabeza hacia atrás.


~ Voy a enseñarte Gray… como se monta a los perros como tú – me dijo moviéndose en mí y tampoco es que pudiera hacer mucho, porque me dolía cada movimiento por el tirón de pelo que daba.


Realmente si soltase mi pelo estaría mejor, pero le gustaba hacerlo así, le gustaba tenerme sometido, le gustaba como él decía… montarme, como si fuera su perro. Por el cristal podía verle moverse y sentía su miembro dentro de mí entrando y saliendo una y otra vez, a cada movimiento más rápido mientras él gemía, cerraba sus ojos y disfrutaba con cada penetración.


No quise llorar, esta vez no, no le daría ese gusto, como decía mi hermano… sólo era sexo, él no podía controlar lo que yo sentía. Quizá el tribunal dijo que Jellal no era una buena influencia, pero creo que era la mejor influencia, porque él era igual que yo, un superviviente, conocía la vida y sabía caminar por ella. Quizá no era el mejor modelo a seguir, por lo menos como vivió, pero sí su carácter, era un luchador y yo no iba a ser menos que él, teníamos la misma sangre corriendo por las venas y si él podía sobrevivir a estas cosas, yo también.


Lyon empezó ahora a tocar mi miembro intentando hacer que me corriese y sé que acabaría haciéndolo, porque era algo físico, si me tocaban me corría, daba igual si era la persona con la que quería o con la que no, no podía evitarlo, eso no significaba que me gustase.


Aceleró el ritmo de su mano cuando estuvo a punto de correrse él en mí y desde luego, llegó antes él al clímax de lo que lo hice yo. Tardé por lo menos cinco minutos más una vez salió de mí y acabé llenándole la mano con mi líquido. Después de aquello, sólo recuerdo que me inyectó algo, porque perdí el conocimiento en poco tiempo. Ni siquiera sé donde me llevaba.


 


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