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Enamórame por Fullbuster

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Gray Fullbuster POV

 

 

 

Me desperté abrazado a Natsu y me encantaba sentirme así de protegido. Lo malo de hoy, es que el sexo había sido… suave, porque no podíamos hacer ruido con Romeo en la habitación de al lado ¡por eso mismo quería tardar en tener niños por la casa! Yo quería disfrutar ahora de todo el tiempo perdido con mi novio, quería sexo salvaje con él y no esto de tener que ir escondiéndonos por si estaba Romeo por allí cerca.

 

Me levanté de la cama, me vestí y salí a preparar el desayuno, aunque para cuando llegué a la cocina, me sorprendió ver a Romeo levantado viendo dibujos en la televisión y comiendo un cuenco de cereales. Lo peor de todo… es que encima había preparado el desayuno para los demás y sinceramente… él no tenía porque hacerlo, era algo que teníamos que hacer nosotros.

 

Cogí un cuenco con cereales y lo llené de leche sentándome frente a la televisión con él. Me sonrió mientras volvía a meterse la cuchara llena de cereales en la boca. Los dibujos eran un poco feos, a mí por lo menos no me gustaban, pero no dije nada, al que tenían que gustarle era a él.

 

- ¿Qué tal has dormido? – le pregunté

 

- Bien, gracias – me dijo mientras volvía a ver los dibujos

 

- ¿No quieres preguntar algo? – le pregunté dudando porque le había soltado todo lo de su madre de golpe y no había dicho nada, era un chico muy serio.

 

- No – me dijo – bueno… ¿Cuándo la conoceré? – me preguntó.

 

- En cuanto le avise de que estás aquí – le dije – quiero planteárselo bien antes de que se lance a por ti como una loca, porque ha estado desesperada buscándote.

 

- Yo creía que ella me había abandonado, igual que mi padre.

 

- No – le dije de nuevo – te robaron del hospital –le comenté – tu padre fue quien te llevó a ese lugar y tu madre estuvo muy grave durante años, pero ha estado buscándote incansablemente, se alegrará de tenerte de nuevo con ella – le sonreí y él sonrió

 

- ¿De verdad se alegrará? – me preguntó.

 

- Claro que si, las madres siempre son las madres – le dije – ella te quiere mucho, te lo aseguro.

 

Natsu se levantó en aquel momento y con una gran sonrisa, se vino a desayunar con nosotros al sofá, aunque él fue algo menos discreto que yo.

 

- Qué dibujos más feos – dijo de golpe y Romeo le miró extraño

 

- Un poco – dijo de golpe – ¿Es que no hacen nada decente en la televisión de Japón?

 

- Claro que sí – le dijo Natsu ofendido porque se metieran con su país – lo hacen, sólo hay que buscar un buen canal – dijo quitándole el mando y buscando un canal de dibujos.

 

Colocó un canal de dibujos y sonrió devolviéndole el mando a Romeo. Creo que en el fondo, ambos se llevaban muy bien porque además Romeo no dejaba de mirarle como si le admirase.

 

El timbre sonó y a mí me extrañó mucho aquello, porque yo no esperaba a nadie y por la cara que puso Natsu, él tampoco esperaba a nadie. Natsu fue quien se levantó del sofá para abrir, principalmente porque aunque yo vivía con él y siempre me repetía que era “nuestra casa”, en el fondo yo seguía sintiéndola un poco como… “su casa” porque era de él, la pagaba él para ser concretos.

 

Abrió la puerta y tanto Romeo como yo miramos hacia la puerta. Había un hombre mayor con una larga barba blanca y un ojo con un parche. ¿Quién narices era ese? Romeo sí pareció reconocerlo porque se escondió tras de mí como si no quisiera ir con él.

 

- ¿Quién es? –le pregunté.

 

- Purehito – me dijo – es nuestro abuelo

 

- ¿Tenemos un abuelo? – le pregunté.

 

- Sí – me dijo – contactó conmigo hace un tiempo, decía que quería que fuera a vivir con él, pero yo no quiero, porque es muy controlador y no quiero tener que hacer con mi vida lo que él quiera para poder tener una familia.

 

- Tranquilo que no irás con él. ¿Fue por él como te enteraste de dónde vivía yo? – le pregunté y él asintió.

 

- No quería que me encontrase, lo siento por la mentira de ayer.

 

- No pasa nada, ahora estás conmigo y tu madre no dejará tampoco que vayas con él.

 

Escuchamos a Natsu hablando con aquel hombre y al final, le permitió entrar comentándole que haría un café. Romeo no se soltó de mi brazo en ningún momento y cuando Purehito se sentó frente a nosotros en un sillón, nos comentó lo preocupado que había estado por Romeo y su desaparición, aunque esperaba que estuviera aquí con sus hermanos.

 

Natsu volvió con el café y Purehito se puso a hablar sobre algo de Romeo y de coger su custodia al haber fallecido su hijo Silver. Al parecer se enteró de la existencia del chico y quería recogerlo de la calle, igual que a los demás que su hijo había abandonado a su suerte.

 

- Discúlpeme – le dije – pero no necesitamos su caridad – le comenté con cortesía – yo ya tengo mi vida planeada, vivo con mi novio y no me hace falta que nadie me saque de ningún lado. El otro chico al que está buscando tiene trabajo, novio, casa y coche propio, es completamente independiente así que estoy seguro de que se negará a recibir cualquier ayuda, en cuanto a Romeo que es menor de edad, no puede ir con usted – le dije.

 

- ¿Por qué no? – me preguntó serio.

 

- Porque tiene una madre y va a ir con ella, por algo es su familiar más cercano, además vive aquí en Japón actualmente.

 

- Pero… a mí me dijeron que su madre había muerto.

 

- Sí, un falso rumor – le dije- necesitó cirugía para sobrevivir, pero sigue viva, así que Romeo tiene con quien quedarse. Podía haber llamado por teléfono y le habríamos ahorrado el viaje hasta aquí para decirle esta mala noticia – le comenté y Natsu pasó su mano sobre la mía entrelazando sus dedos a los míos.

 

- Bueno, pues lamento escuchar eso, me habría gustado pasar más tiempo con mis nietos – dijo con una sonrisa que a mí me pareció algo forzada – en cuanto a la herencia que os corresponde – me dijo – Silver tenía unas empresas que debía haberos cedido a vosotros, aunque si el otro hermano que tenéis tiene su propia vida no creo que le interese la empresa.

 

- No creo – le dije –es feliz con el trabajo que realiza

 

- Entonces os lo comentaré a vosotros dos que seréis los interesados – nos dijo mirándonos a Romeo y a mí. – La empresa es una fuerte revista sobre deportes, hay un acuerdo por el que la empresa pasaría a los hijos de Silver a su muerte, sin embargo hay una cláusula donde dice que para poder obtener los derechos de la empresa, debería casarse uno de los hijos con la heredera del socio mayoritario de la empresa, Juvia Loxar.

 

- Espere, espere – le dije - ¿Tengo que casarme para poder heredar algo que ya es mío? No lo entiendo

 

- Son las normas que impuso Silver, casándose, la empresa sería toda suya y las acciones pasarían automáticamente a Juvia, por lo que seríais los dueños por excelencia de toda la revista. Tampoco han dicho que tenga que ser usted quien se case – me comentó – cualquiera de los hijos.

 

Pensé en Jellal y él estaba claro que se negaba, tenía a Loke y por otro lado, tenía a Romeo, que sólo tenía diez años ¿cómo iba a casarse? Imposible, no me quedaría de otra que ser yo, pero yo no iba a casarme, tenía a Natsu conmigo.

 

- ¿Me dejaría recapacitar todo esto un tiempo? – le pregunté

 

- Por supuesto, estaré en este hotel – dijo dándome la tarjeta – avísame cuando te hayas decidido.

 

- De acuerdo.

 

Natsu le acompañó a la puerta y cuando se giró me preguntó en qué estaba pensando. Le expliqué que quería un abogado que revisara todos estos acuerdos que había dejado en una carpeta encima de la mesa para que comprobase si todo era legal y si había algo que se nos escapaba sin que tuviera que casarme para tener nuestra herencia.

 

Todo este tema de la herencia, me estaba cansando un poco, porque no me fiaba del todo de ese hombre que decía ser mi abuelo… más que nada porque conociendo a su hijo Silver, podía hacerme una idea de cómo podría ser el padre, no me fiaba de nadie de esa familia.

 

El abogado me llamó en dos días tras revisar todo y me comentó que no había duda de que había que casarse, aunque siempre quedaba una opción, acordar en secreto con la otra parte implicada, Juvia Loxar, la cual… llegaba hoy al aeropuerto. Me facilitaron su número de teléfono y decidí llamarla para quedar al día siguiente a hablar sobre todos estos acuerdos.

 

 


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