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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Notas del capitulo:

Aviso: Las actualizaciones se detienen aquí hasta el día 13 Lunes debido a un viaje inesperado que me ha surgido. No tendré internet para actualizar pero el Lunes se continua la historia. Un saludo a todos.

Naruto Uzumaki

 

 

 

Ver a Sasuke sonreír era escalofriante, también era raro… pero sobre todo escalofriante. Cuando una persona así de seria como era él sonreía… eso no podía significar nada buena y asustaba. Yo que estaba allí presente viéndole me asusté mucho. Claro que luego él se defendió enseguida diciendo que no había sonreído, algo típico de la gente como Sasuke.

 

Seguía pensando que ese chico debía de haber sido engendrado por una máquina, no había conocido a alguien tan soso y aburrido como él. Sólo pensaba en trabajo y empezaba a entender el motivo por el que no tenía novia. Era imposible que alguien pudiera llegar a sentir algo por un tipo como Sasuke, no tenía vida social, sólo trabajo y más trabajo, era un muermo de persona, un aburrimiento, nadie querría esa clase de vida para sí mismo.

 

- Oye Sasuke – le dije antes de que se marchase de la cocina mientras me sentaba en la encimera - ¿Dónde estaba Kiba? No le he visto en la mesa.

 

- ¿Kiba? ¿Por qué tendría que estar en la cena?

 

- Es tu primo, ¿No? El chiquillo ese de seis años.

 

- Cinco – me corrigió – y no, te has confundido, él no es mi primo.

 

- Yo creí…

 

- Creíste mal. Mis primos son Temari, Kankuro y Gaara.

 

- ¿Entonces quién es Kiba? – pregunté.

 

- El hijo del chófer de mi padre.

 

- ¿Tenéis chófer? – pregunté sorprendido – claro… como no… debí suponerlo por la casa, la comida, las ropas elegantes…

 

- Sí, tenemos chófer – dijo Sasuke algo borde.

 

- ¿Qué hacéis aquí? – nos preguntó Mikoto – venga vamos, salgamos a terminar el postre.

 

Mikoto sonreía con una gran dulzura y nos invitó a pasar de nuevo al comedor. Bajé de la encimera y salí de allí siendo seguido por Sasuke. No mencionó ni una palabra y sé que estaba enfadado conmigo por algo, no sabía el motivo.

 

- ¿Se puede saber qué te pasa? – le pregunté girándome hacia él y susurrando para que no nos escuchasen.

 

- Nada – me dijo.

 

- Ya… pues disimulas fatal – le dije marchándome al comedor y sentándome en mi sitio, eso sí… me aseguré que no hubiera más cojines de pedorretas en el asiento.

 

Tras la cena, Gaara se empeñó en que fuera Sasuke quien le acompañase a la habitación y le diera las buenas noches. Yo no quise decir nada, sabía que era mayorcito para dejarse arropar pero también está seguro que era un truco de Gaara para hablar con él, seguramente le preguntaría por qué me había traído a mí.

 

Me daba la sensación de que esos chicos necesitaban mano dura o a un padre. No había visto ni conocido a su padre y eso era extraño. Yo si hubiera tenido hijos habría dado lo que fuera por estar con mi mujer y nuestros hijos, pero este hombre no parecía estar de acuerdo con lo que yo haría, prefería no estar por aquí y no lo entendía. Quizá era yo quien estaba equivocado, al fin y al cabo me había criado solo.

 

Cuando Sasuke se marchó a la habitación de Gaara vi como Temari cogía el teléfono de la sala de estar y se lo llevaba. Creo que escondía algo porque trató que nadie la viera llevarse el teléfono inalámbrico. Sonreí pero no dije nada, me quedé callado hasta que vi como Fugaku se marchaba al despacho por un tema empresarial en el que estaba inmerso. Mikoto se acercó a mí con una sonrisa y me ofreció un té en la cocina, así que yo le sonreí y la acompañé.

 

Nos quedamos ambos allí solos tomándonos el té con tranquilidad mientras ella me comentaba sobre su trabajo. Sonreí porque parecía una mujer muy fuerte y muy amable.

 

- ¿En qué trabaja? – le pregunté sonriendo.

 

- Oh… ahora trabajo en una asociación de acogida de animales como voluntaria – me dijo sonriendo – antes era empresaria, una de las buenas.

 

- Me lo creo – le dije sonriendo y ella sonrió también – pero se quedó embarazada.

 

- Sí – me dijo – dejé el trabajo para criar a mis hijos, mi esposo y su empresa funcionaba bien y esto es lo que hemos conseguido.

 

- Es una gran empresa.

 

- Sí, lo es.

 

- ¿Y esos chicos? Tus sobrinos…

 

- Oh, su padre… bueno… está muy ocupado con sus seducciones a jovencitas. Se marcha de viaje y se olvida de ellos hasta que rompe con sus ligues. Por lo general esas jovencitas con las que sale no suelen ser muy cariñosas ni amantes de los niños y menos de estos, ya has visto como son.

 

- Les gustan las bromas.

 

- Se pasan muchas veces – me dijo Mikoto – supongo que intentan llamar la atención, echan de menos a su padre.

 

- Lo entiendo – le dije – supongo que necesitan paciencia.

 

- Y una niñera. Llevamos buscando una mucho tiempo, todas renuncian el primer día, no soportan sus bromas. De hecho me sorprende que no hayas salido corriendo en la primera.

 

- Si no he salido corriendo con esa serpiente… no creo que salga ya – le dije sonriendo y Mikoto se rió con ganas.

 

- Naruto… sé que esto puede ser muy raro pero… Has dicho que buscabas trabajo, yo busco alguien que se ocupe de estos pequeños diablillos y tú pareces perfecto, has aguantado toda una noche con ellos.

 

- No creo que yo sea el más recomendado para el puesto.

 

- ¿Por qué no?

 

- Yo… sólo tengo los estudios básicos, apenas podría ayudarles con los deberes, ellos dan cosas que yo no he dado nunca.

 

- Sé que lo harás bien, a mí me harías un favor. Sería simplemente vigilarles un poco, estar al pendiente, ayudarles en lo que puedas, recogerles del instituto. Te dejo conducir el coche si quieres.

 

- Se lo agradezco, de verdad, pero no me saqué el carné de coche, sólo el de moto. No tuve dinero para pagar las prácticas, eran muy caras.

 

- Bueno, entonces te llevará el chófer. Por favor Naruto, necesito un poco de ayuda y a ti se te dará bien, lo sé.

 

- Está bien – le dije rindiéndome.

 

Terminamos de tomar el té y Sasuke aún no había bajado, seguramente tenía una charla muy larga. Yo estaba convencido de que esta noche o mañana por la mañana llamaría Mikoto a sus sobrinos para comentarles que tenían nueva niñera, yo. Eso no les gustaría ni un pelo.

 

- ¿También Kiba? – le pregunté a Mikoto – le he visto antes por la casa, el pequeño ¿Verdad?

 

- Kiba, sí, es el hijo del chófer de la casa. Viven en la casa de al lado, en la casa de al lado de la piscina. Es un encanto de niño – me dijo Mikoto sonriendo – le gusta mucho estar conmigo, me hace dibujos todos los días. Es un niño precioso y simpático, nada que ver con mis sobrinos.

 

- ¿Me ocuparé también de él?

 

- Viene muchas veces por la casa. Sí, tendrás que ocuparte de él. Mis sobrinos lo adoran y juegan con él todos los días. Siempre está por la casa. Su padre muchas veces le dice que no venga, que nos puede sentar mal o puede molestar, es un buen hombre pero aunque le decimos que su hijo no nos molesta, él a veces lo duda. Supongo que es porque es un empleado y no es conveniente que su hijo juegue con los nuestros, eso diría la sociedad… a mí me da lo mismo, ese niño es la alegría de la casa.

 

En cuanto Sasuke bajó, nos marchamos. Subí en el coche pero en cuanto salimos del jardín me bajé del coche cogiendo el casco de la moto y conduje hasta mi casa. Ni siquiera nos despedimos y supe que Sasuke estaba enfadado conmigo. Tampoco me importó, ya se le pasaría.

 

Dormí muy a gusto esa noche en mi casa aunque aún seguía riéndome de las bromas de esos críos. Puede que fueran unos toca narices, pero en parte me habían hecho gracia, hacía muchísimo tiempo que no me enfrentaba a cosas así, desde el orfanato. Creo que nos íbamos a divertir y más ahora que sabía un poco sobre la vida de esos chicos, se sentían solos y abandonados, yo me sentí así una vez. No era un dolor igualable su sufrimiento al mío, ambos teníamos una parte buena y una mala.

 

Ellos conocían a su padre, le echaban de menos pero sufrían su ausencia, se sentían abandonados por él. Yo no conocí a mis padres, no sufrí la ausencia porque no sabía lo que era tener padres, murieron en un accidente, pero aunque no sufría esa sensación de abandono, sufría la soledad, eso lo compartíamos. Eran dos dolores diferentes pero a la vez, demasiado similares.

 

Por la mañana me despertó el teléfono sonando y lo cogí con mi voz de dormido para escuchar a Sasuke al otro lado gritándome, algo ya normal en él.

 

- ¿Cómo se te ocurre aceptar el trabajo de mi madre? – me preguntó.

 

- ¿No querías que conociera a tu familia? ¿A qué viene tu queja?

 

- Era sólo conocerla, fingir salir y ya está, no volver a verlos. Les diría que todo iba genial y como mucho cenaríamos con ellos alguna vez, no quería que estuvieras allí todos los días.

 

- Pues lo lamento Sasuke, haber avisado antes de tu plan, porque por lo que vi anoche… tu plan era un asco, hacía aguas por todas partes – le colgué aunque escuché como me pedía que ni se me ocurriera colgarle.

 

Me llamó un par de veces más, yo apagué el móvil cuando me di cuenta que no me dejaría dormir a gusto. A medio día cuando me desperté, me fui a una tienda de bromas, esos chavales se iban a enterar, no sabían con quién se habían metido. Yo no era como las otras niñeras o novias de Sasuke que habían conocido, ah no… yo era Naruto Uzumaki, me había criado solo en un orfanato, había aguantado las bromas de mis compañeros allí, yo mismo había hecho bromas, yo era un luchador que no abandonaba y me había dispuesto ser un apoyo para esos chicos, claro… que primero tendría que esforzarme para ganarme su confianza y todo empezaba en las bromas. Si querían jugar lo tendrían, yo no me dejaba pisotear por nadie.

 

Cogí la moto y me marché a la mansión Uchiha, quería empezar pronto con el trabajo. Fugaku no estaba ya por la casa y me abrió una chica del servicio después de que los guardias me dejasen acceder al interior. Mikoto me sonrió enseguida en cuanto me vio y me acompañó hasta el instituto de los chicos para que supiera donde tenía que venir a recogerlo. Me explicó el primer día todo lo que tenía que hacer pero lo peor… fue cuando vi lo que estudiaban, la mitad de estas cosas yo no lo había dado.

 

Una vez todos en casa, Mikoto se marchó a su trabajo de voluntaria y yo me quedé con los chicos, claro que cuando les dije que tenían que ir a hacer los deberes, resultó que la única que me hizo caso fue Temari, porque Kankuro se marchó ya que quería ver no se qué programa de la televisión y Gaara prefirió encerrarse en su cuarto a leer y me estampó la puerta en las narices. Suspiré al ver el panorama hasta que Temari apareció en la puerta de la sala de estudio sonriendo.

 

- Son complicados – me dijo.

 

- Ya lo veo.

 

Entré con ella en la sala de estudios y se sentó para hacer sus deberes. Miré lo que hacía, no entendía nada. Después de que Gaara me dijera encima que era un inútil y no tenía estudios, me había quedado un poco dolido.

 

- Puedo ayudarte si quieres – me comentó Temari – puedo darte unas clases sobre esto.

 

- Te lo agradecería. ¿Eres tú quien les ayuda?

 

- Sí, soy la mayor y cuando nuestro padre desapareció con esas golfas y nuestra madre falleció… supongo que me tuve que hacer responsable de ambos. Kankuro es el mediano, tiene diecisiete años, está a punto de acabar el instituto y Gaara es el pequeño, tiene dieciséis – me comentó – está en plena edad del pavo. Es el que peor lleva lo de nuestro padre, él siempre le decía que era el responsable de lo que le ocurrió a nuestra madre. Intenté consolarlo pero no ha habido forma.

 

- Entiendo un poco cómo se siente – le dije – te agradezco la información, me ayuda bastante a comprenderles.

 

 


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