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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Naruto Uzumaki


 


El despertador sonó a las cinco de la mañana y aunque con sueño, me metí en la ducha gritando cuando salió el agua fría. Debía estar acostumbrado ya a que me pasaran este tipo de cosas, siempre venía medio dormido a la ducha y no me acordaba de esperar a que el agua caliente se encendiera ¡Era todo un caso perdido!


Aparté la ducha de mi cuerpo hasta que empezó a salir caliente y me metí bajo el grifo. Me lavé entero y salí secándome con la pequeña toalla. Me vestí con los primeros vaqueros que encontré en el armario y con una camiseta corta. Miré la bolsa con las bromas que había comprado y sonreí, esos chiquillos se iban a enterar de que había nuevo niñero en esa casa y a mí no era tan fácil sacarme de un trabajo. Yo no renunciaría.


Cogí la chaqueta de la moto colocándomela y busqué con la mirada dónde había dejado el casco y las llaves. Bajé ya preparado poniéndome el casco una vez llegué a la moto y me subí a ella mientras subía bien la cremallera de la chaqueta y me colocaba los guantes. Arranqué la moto y conduje hasta la casa de la familia Uchiha. El guardia al verme me comentó que me esperaban y me abrió la puerta a la gran mansión. Dejé la moto aparcada en un lateral donde no estorbase a los coches que pudieran entrar y toqué el timbre. Me abrió la puerta una de las muchachas de la limpieza y me indicó que todos se habían marchado ya a trabajar pero los niños aún dormían.


Me fui a la cocina y ayudé a la cocinera a preparar los desayunos. Ella me comentó lo que solía tomar cada uno de ellos. Gaara que era el más pequeño de los primos solía comer cereales con la leche, Kankuro era más de tostadas y Temari se comía unas tortitas de maíz. Pregunté por el pequeño Kiba, el hijo del chófer y me comentaron que no solía desayunar con la familia Uchiha, sino con sus padres. Supuse que vendría más tarde para que le acercásemos al colegio.


Preparé todo, incluidas las bromas y cuando bajaron a desayunar los dos chicos, me miraron y resoplaron mostrando su disgusto de verme allí, a mí me dio igual y me senté a desayunar con ellos.


- ¿Y vuestra hermana? – pregunté.


- En el baño – dijo Kankuro de mala forma – siempre se encierra allí por las mañanas.


- Pierde el tiempo maquillándose y recogiéndose el pelo, ni siquiera sé para qué lo hace – exclamó con disgusto cuando cogió la caja de cereales.


No me parecía nada raro que las mujeres perdieran más tiempo en el baño, supongo que le gustaría ir arreglada a la universidad, este era además su primer año y aunque yo había venido de niñero cuando ya llevaban medio curso, supuse que le gustaba maquillarse o lo hacía por algo en concreto, ya lo acabaría averiguando. Para eso me pagaban, para que tuviera controlados a sus hijos y además, para asegurarme de que no les ocurría nada extraño, debía informar de las cosas a su madre.


Eran mayores para tener un niñero, pero es que yo no era un niñero como tal, era casi como el guardián de esos chicos, el que vigilaba sus fechorías para luego contarlo a Mikoto, era quien debería encargarse de tratar de evitar que siguieran causando problemas a todo el mundo. Supongo que me habían contratado para que estuviera al pendiente de ellos veinticuatro horas puesto que su padre no se ocupaba y tanto Fugaku como Mikoto trabajaban muchas horas fuera. Yo era el que les hacía compañía.


Miré la caja de cereales y es que una de mis bromas estaba allí metida. Gaara me miraba mal, supongo que pensaba que trataba de quitarle a su adorado primo cuando estaba muy lejos de la realidad, su primo jamás se fijaría en alguien como yo, esto era puro teatro, fingir ser algo que no éramos y en parte me sentía mal engañando a la gente, yo nunca había sido así. Quizá debería decir la verdad y estaba pensando en ello cuando escuché a Gaara.


- ¿Por qué aceptaste el trabajo? Lárgate de nuestra casa, ¿No te quedó claro que no te queremos?


- Bueno, tú no me quieres pero  no me importa, tengo a tu primo – le dije – supongo que no podemos caerles bien a todo el mundo, soportaré tu insignificante desprecio – le indiqué – Venga, desayuna o llegarás tarde a clase.


Gaara me miró mal, pero él siempre me miraba mal así que no se lo tuve en cuenta. Yo no podía dejar de mirar el paquete de los cereales y cuando lo volcó hacia el cuenco de leche cayendo la araña de plástico de golpe empezó a gritar y salió corriendo junto a Kankuro. Me reí junto a la cocinera que estaba allí viendo ambos como salían Kankuro y Gaara corriendo por el pasillo. Aproveché para sacar la araña de plástico del cuenco y la verdad es que parecía real, aunque no lo fuera.


- Menudo grito han pegado – se reía la cocinera.


- Esos chicos no saben con quién se han metido en esto de las bromas.


- Por fin ocurre algo divertido en esta casa – me aclaró – hace años que no oía risas, ni bromas, esos chicos eran los únicos que bromeaban y para echar a sus niñeras – me explicaron.


Menos mal que Temari me había comentado el día de antes que sus hermanos odiaban las arañas porque yo jamás me lo habría imaginado, principalmente porque tenían una serpiente de mascota, yo no habría tenido algo así jamás.


Temari bajó en aquel momento maquillada y bien arreglada a desayunar. Miró extrañada cuando sus hermanos se cruzaron con ella en el pasillo de camino hacia sus habitaciones subiendo las escaleras de dos en dos y gritando. Se acercó hasta la mesa de la cocina y se sentó a desayunar mientras me miraba con interés.


- ¿Qué les ocurre? – preguntó.


- Les he gastado una pequeña broma – le dije.


- Les está bien empleado entonces.


Temari sonrió y desayunamos hablando un poco sobre lo que haría hoy. No me contó mucho, se centró en hablarme de las asignaturas que tenía en la universidad y yo no me enteré de nada, jamás había estudiado algo tan elevado como eso.  No quise ser muy entrometido pero que no hablase de otra cosa que no fueran estudios era extraño, quizá algún día cuando tuviera más relación y confianza con ella le preguntase qué ocurría por la universidad que la tenía tan preocupada.


- Iré a llamar a mis hermanos – comentó Temari y le dejé ir a buscarlos, tenía que acompañarles a clase.


Bajaron arreglados aunque con morros de mala leche pero a mí eso me daba igual. El que entró corriendo por la casa fue Kiba que se abrazó a mi pierna directamente y yo con una sonrisa lo cogí entre mis brazos para darle un gran abrazo. Su padre venía por detrás y nos marchamos de allí hacia las clases. El resto de los chicos no me habló. Dejamos a Gaara y a Kankuro en el instituto, a Kiba en el colegio y a Temari en la universidad. Aquí cada uno parecía ir a un lugar diferente. En cuanto acabé mis funciones me marché a casa a descansar hasta que se hiciera la hora, lo mejor de todo, es que Sasuke no me molestó ni me molestaría ya que tenía que estar trabajando en este momento.


Aproveché después de descansar un poco en buscar en el periódico algún trabajo. Llamé a muchos, pero nadie buscaba a gente para trabajar o al menos, yo no era el indicado, sólo era un chico sin estudios. Pocos querrían contratarme. Esto iba a ser complicado, creo que al final sólo sería un pobre camarero toda mi vida, ni siquiera sabía por qué miraba otros trabajos, siempre me decían que no tenía la suficiente experiencia para ellos o que me faltaban estudios.


Cuando me tocó la hora de ir a buscarles, fui de nuevo a la mansión Uchiha y acompañé al chófer a buscarles. Recogimos primero a Kiba que era el primero en salir y luego pasamos por el instituto a por Gaara y Kankuro. Lo extraño es que Temari solía venir sola a casa, pero hoy nos había llamado para que la recogiéramos.


La esperé fuera del coche mientras escuchaba a Gaara y a Kankuro discutir sobre algo. Temari salió del edificio y la vi observar a un chico de coleta alta que hablaba animadamente con unas chicas junto a sus colegas. Creí que se conocían, pero tras verla sonrojarse se alejó de allí agachando la mirada y viniendo hacia el coche.


- A Temari le gusta ese chico – canturreó Kankuro y Gaara sonrió.


- Shh, a callar – les dije a ambos.


Creo que empezaba a entender lo que ocurría, a Temari le gustaba aquel chico por eso se arreglaba tanto. Pese a todo, creo que no se había atrevido a hablar con él jamás. Parecía un chico bastante popular, rodeado con sus amigos, con esas chicas mientras ella venía sola. Vi a un par de aquellas chicas mirar mal a Temari, pero no dije nada, esperé a que ella llegase y le sonreí cuando se subió al coche. Ella sonrió levemente y sé que le ocurría algo, imaginaba que no se llevaba nada bien con esas chicas, era probable que no pudiera acercarse a ese chico con todas ellas allí.


Llegamos a casa y Temari se fue con rapidez hacia su habitación sin querer hablar. Gaara se marchó de allí en dirección a la cocina para merendar y Kiba se vino conmigo hasta que Sasuke apareció de una esquina cogiéndome del brazo y diciéndole al pequeño que se marchase para la sala de estudio. Le indiqué que fuera y me quedé allí con Sasuke.


- ¿Yo no te dije que te alejases de mi familia? – me preguntó susurrando.


- Tú no puedes negarme el trabajar – le comenté.


- Esto sólo es un teatro – me remarcó.


- Lo sé – le dije – tranquilo que lo sé. Tú no podrías sentir nunca nada por mí.


Mikoto llegó en ese momento y de la mano venía Kiba asustado y llorando creyendo que Sasuke y yo estábamos discutiendo. Nos quedamos atónitos al ver a Mikoto aunque sabíamos que no se habían enterado de nada de nuestra conversación.


- Kiba estaba asustado, creía que os estabais peleando. ¿Discutíais? – preguntó Mikoto y yo miré a Kiba asustado con sus manitas restregándose los ojos rojizos.


- Ven aquí – le dije agachándome para abrazar a Kiba – no estábamos discutiendo, quiero mucho a Sasuke, nosotros no discutimos.


- Sasuke gritaba – me dijo Kiba medio llorando aún.


- Sasuke es muy gruñón – le dije sonriendo y Kiba sonrió.


- No discutía con él Kiba – dijo Sasuke.


- No os creo – nos comentó.


Sasuke se acercó a nosotros y me miró intentando suavizar la mirada pero yo sabía que seguía enfadado conmigo, no le gustaba que estuviera aquí con su familia y menos cuando Temari bajó diciéndole a su primo que dejase de gruñirme. Me tomó por sorpresa cuando unió sus labios a los míos, cuando noté su mano en mi nuca acercándome hacia él, cuando su pulgar rozó mi mejilla.


Una lágrima resbaló por mi mejilla y no sé si era tristeza o felicidad lo que sentía en este momento, pero los labios de Sasuke sobre mí eran increíbles, el chico sabía besar, era un maldito borde, serio y antipático pero besaba como ninguno, con una suavidad impresionante, con una lentitud que jamás esperé encontrar en él.


- Ves, no estamos peleando – dijo Sasuke al soltar mis labios.


- No – les dije – no peleamos – comenté sorprendido aún porque se hubiera atrevido a besarme.


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