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El Sendero de la vida por Fullbuster

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Sasuke Uchiha


 


Menudo espectáculo en la mesa. Gaara y Kankuro se habían quedados sorprendidos al escuchar aquello por parte de Naruto y a mí me había destrozado verle así, llevaba ya unos días mirando fotografías de mi familia y creo… que extrañaba a la suya o al menos el hecho de no haber vivido nunca lo que era tener una familia. Gaara le había dado de lleno donde más le dolía.


- Te has lucido – le dije enfadado a Gaara.


- ¿Qué culpa tengo yo que no tenga padres?


- De eso… ninguna, pero no debiste decir nada.


- Pero él no pertenece a esta familia – se quejó – además empezó el abuelo.


- A mí no me metáis en esto, sólo estaba bromeando – dijo mi abuelo en forma de excusa – he intentado que se sintiera más cómodo.


- Pues lo estáis haciendo de maravilla – me quejé -  vamos… os estáis luciendo. En vez de ser educados y hacerle sentir como parte de la familia lo estáis humillando e hiriendo.


- Sasuke – me llamó Gaara.


- No me hables ahora mismo, estoy muy enfadado contigo. Me voy a mi habitación, también se me ha ido el apetito – les dije lanzando la servilleta en la mesa y marchándome de allí.


Me fui a la habitación dejando a todos allí pero cuando fui a entrar resulta que Naruto se había encerrado dentro, creo que ni recordaba que yo dormía allí con él y no me extrañaba con todo lo que había ocurrido allí abajo. No tenía la cabeza donde debía de estar, sino bastante lejos de aquí, estaría pensando en su familia entristecido y no sabía qué hacer para animarle.


Decidí dar una vuelta por el jardín hasta que pensase las cosas, luego volvería para ver si estaba bien. Creí que necesitaría algo de tiempo y me senté en el banco de la terraza con la chaqueta. Era aún de día, pero es que en esta época del año no había más remedio que aguantar la luz. Estábamos en los seis meses de luz.


Intenté relajarme y pensar dónde estaría ahora mi novia, a saber… Singapur, Malasia… el Caribe… ella era azafata y trabajaba muchas horas, demasiados días, cogía vueltos a todas partes del mundo aunque siempre decía que no disfrutaba tanto como la gente se pensaba, ya que iba simplemente de un aeropuerto al hotel y del hotel al aeropuerto para el siguiente vuelo, así que no veía nada de las ciudades a las que viajaba.


Creo que tenía que ser muy aburrido, casi tanto como lo era mi trabajo y pensé en Naruto… él sí sabía vivir la vida y no cómo hacíamos mi novia y yo que nos dedicábamos a trabajar. De hecho… nunca le había pedido a mi novia venirse a vivir conmigo, tampoco habría aceptado, estábamos tan ocupados siempre con nuestros trabajos que pocas veces nos veíamos y empezaba a darme cuenta, que con Naruto pasaba muchas más horas. Me gustaba su compañía y me alegraba el día, había empezado a sonreír y se lo debía a él, era quien daba alegría a mi vida. Creo que me estaba enamorando de Naruto, de su vitalidad, de su energía, de su carácter fuerte y a la vez inocente, era una de las mejores personas que había conocido y por un momento… no quise perderle, no podía dejar que esto le afectase porque me gustaba estar con él.


Sé que era una farsa que en cuanto le dijera que no le necesitaba se esfumaría de mi lado, no podía permitirlo así que intentaba retrasar ese momento. En realidad mi plan había fracasado desde el principio, pero yo había decidido seguir con la mentira por Naruto, le quería y estaba tratando de aclarar mis sentimientos, ya no sé si quería a mi novia o a Naruto. Sólo necesitaba algo de tiempo para darme cuenta realmente de lo que me estaba pasando.


Me sorprendió cuando Gaara se sentó a mi lado bien abrigado con su chaqueta. Sonreí con sutileza sin que me viera y es que en el fondo era un buen chico, sólo estaba perdido y confuso, era normal, su padre nunca había estado con él y se sentía solo, lo había pagado con Naruto pero era un chico listo, se daría cuenta de que esa no era la manera.


- Lo siento – me dijo sonrojado y avergonzado.


- No es a mí a quien le debes una disculpa – le comenté serio y seco intentando aparentar duro.


- Lo sé, ahora iré también a hablar con Naruto y a disculparme – me dijo – pero quería pedirte perdón también a ti, es tu pareja y yo no me he portado muy bien con él.


- El hueco que tengo para ti no cambiará Gaara. Naruto sólo trata de acercarse a ti y puede ser un gran amigo, él también puede estar a tu lado, no alejes a la gente que te quiere porque tu padre sea un imbécil, si se quiere alejar de ti es su problema, tú no lo hagas, no te quedes solo voluntariamente, la soledad no es buena.


- Lo sé – me dijo – voy a ir a hablar con Naruto – me comentó.


Se marchó hacia el interior y yo me quedé un rato más aquí fuera viendo correr al perro de mi abuela por el jardín. Me gustaba esta tranquilidad, el no tener que trabajar, estaba empezando a vivir la vida y todo era gracias a Naruto. Subí al cabo de unos diez minutos y vi la puerta abierta. Me acerqué pero no quise entrar, preferí quedarme en el pasillo y escuché como hablaban Gaara y Naruto.


Me sorprendió cuando dejé de escucharles y me asomé un poco para ver cómo se abrazaba Gaara a él, aquello sí me extrañó pero en parte me alegré.


- ¿Me acompañarías entonces al museo de reptiles? – preguntó Gaara y yo me reí en el pasillo porque sabía cuánto odiaba Naruto los reptiles.


- Eh, si, claro, te acompañaré – le dijo Naruto no muy convencido.


Sé que iría, lo había prometido y se aguantaría su repulsión por los reptiles con tal de complacer a mi primo. Él era siempre así, pensando en los demás antes que en él mismo.


- ¿No conociste a tus padres? – le preguntó Gaara justo cuando yo estaba pensando en entrar y decidí no hacerlo, esperé porque yo también tenía un poco de curiosidad por su pasado, nunca lo habíamos hablado.


- No – le dijo Naruto – el primer recuerdo que tengo es del orfanato.


- ¿Ni siquiera tienes una fotografía?


- No, no tengo nada. Supongo que tienes suerte de tener fotos de tu madre, al menos puedes saber cómo era. Yo no tendré nunca esa opción, ni siquiera sé cómo se llamaban, no puedo buscar información al respecto.


- Eso debe ser triste – le comentó mi primo.


- Te acostumbras al final a estar solo, aunque no es el gusto de nadie estarlo. Tienes mucha suerte de tener a tus hermanos y familia. Quizá tu padre no esté mucho con vosotros pero él se lo pierde, está perdiendo la posibilidad de conocer a su hijo y eso es lo más importante en la vida, algún día se dará cuenta de todo el tiempo que ha perdido.


- Mi padre nunca tiene tiempo para mí, no hacemos cosas juntos.


- Bueno… yo puedo hacerlas si quieres. ¿Qué te apetecía hacer?


- Quiero ir a ver el hotel de hielo – le dijo – ese que está hecho de hielo al completo.


- Vale, entonces iremos, se lo podemos decir a Sasuke.


- Genial – comentó sonriendo y aproveché aquel momento para entrar.


Gaara al verme decidió salir de la habitación dándole las buenas noches a Naruto y me sorprendió. Le di también las buenas noches a Gaara y cerré la puerta en cuanto salió.


- ¿Parece que va mejor la cosa, no? – le pregunté.


- Eso parece – me dijo sonriendo.


- ¿Estás mejor? Lamento lo de ahí abajo, no era intención de mi abuelo…


- Lo sé y Gaara ya se ha disculpado así que dejemos el tema, no ha pasado nada.


- Lo de tu familia… ¿Era cierto? ¿No los conociste ni sabes nada de ellos?


- Tenía un hermano pero me dijeron en el orfanato que mi padre lo entregó a alguien con el que tenía una deuda o algo así. No sé si es cierto o no.


- ¿Lo has buscado?


- Sí, bueno… lo he intentado con el poco dinero que ahorro pero contratar detectives privados para ello es muy caro y no me lo puedo permitir. Estoy ahorrando para ello.


- ¿Así que una deuda? – le pregunté – suena raro.


- Seguramente es una mentira, había un hombre en aquel orfanato que no era precisamente muy bueno, fue quien me contó eso, seguramente mintió para hacerme dudar o herirme, no sé. Quizá algún día conseguiré información correcta, quien sabe… hasta puede que encuentre algunas fotos de mis padres.


- Todo es posible – le dije sonriendo – así que iremos al hotel de hielo, es un buen plan.


- Mejor que el de los reptiles.


Sonreí y decidimos irnos a dormir. Como prometí le dejé la cama a Naruto y tiré una manta al suelo para dormir allí. Yo ya estaba acoplado cuando escuchaba a Naruto moverse y me incorporé para ver cómo intentaba huir de la luz que entraba por la ventana.


- ¿Qué haces? – le pregunté.


- ¿Cómo se puede dormir aquí con tanta luz? – preguntó y sonreí mientras me levantaba a pasar las gordas cortinas que evitaban entrase la luz – eso está mejor – me dijo – Gracias, Sasuke.


- De nada, ahora duerme, mañana será otro día.


Me desperté por unos insistentes golpes en la puerta y porque recibí un golpe de un cojín en la cabeza.


- Despierta de una vez, Sasuke – me susurró Naruto.


- ¿Qué pasa? – pregunté.


- Tu abuela nos trae el desayuno a la cama – me dijo.


- ¿Y qué?


- ¿No crees que se preguntará por qué estás en el suelo durmiendo?


- Joder – dije levantándome de golpe y recogiendo la manta con los cojines para meterme en la cama mientras Naruto me hacía un hueco – pasa abuela – le dije una vez acomodado.


Mi abuela entró trayéndonos el desayuno con una sonrisa y los dos la miramos fingiendo que habíamos dormido en la misma cama. No tardó mucho en irse y al final acabamos desayunando juntos. Creo que era la primera vez que desayunaba con alguien en la cama pero ver la sonrisa de Naruto y esos ojos azules tan llamativos me gustaba.


- Naruto – le llamé mientras me hablaba de lo que podríamos hacer hoy.


- ¿Qué? – me preguntó sorprendido.


- Buenos días – le dije y se sorprendió.


- Buenos días, Sasuke. Nunca me imaginé que pudieras llegar a ser amable.


- Supongo que la gente cambia.


- Ya veo. Me gusta este nuevo Sasuke – me dijo sonriendo – ya no eres tan aburrido.


- ¿Eso es que sigo siendo aburrido?


- Un poco, pero tranquilo… si sigues conmigo unos días más, te convertiré en un chico interesante.


 


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