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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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En esa última semana, a Kagami no se le había pasado por la cabeza la posibilidad de sentir algo por alguien, tampoco la idea que estuviera hablando demasiado de Aomine, ni de Tetsu, ni que estuviera volcando su parte paternalista con ellos olvidándose de su novio. Era cierto que ahora estaba más relajado cuando Himuro estropeaba sus planes juntos pero era porque siempre tenía algún plan para hacer con Aomine o con Tetsu. Quizá estaba descuidando su relación con Himuro.

 

Trató de pasar del tema, no quería darle más vueltas de las necesarias, pero no podía. Al acabar su turno intentó pasar desapercibido para irse a su casa. Una vez cambiado, salió del vestuario y cogió su teléfono del bolsillo para llamar a Himuro. Quizá era hora de hacer algo especial con él, de reavivar esas llamas que ahora prácticamente eran unas leves brasas de lo que una vez fue un incendio. Esa fogosidad se había convertido en cenizas y no podía dejar que su amor fuera muriendo poco a poco. Estaba a punto de colgar cuando Himuro contestó.

 

- ¿Kagami? ¿Ha pasado algo? – preguntó preocupado.

 

- No, es sólo… que te echaba de menos. ¿Quieres que quedemos para tomar algo?

 

- Claro que me gustaría pero… tengo que entregar un informe importante para esta tarde.

 

- ¿No puedes salir ni siquiera unos minutos?

 

- Lo intentaré pero… estoy aquí con un compañero, ambos trabajamos en este caso.

 

- Ya veo.

 

- ¿Por qué no quedas con Tetsu?

 

- Sí… supongo que podría pero… está con Aomine y no quería molestarles en su día libre.

 

- Intentaré ir en cuanto pueda.

 

- De acuerdo – sonrió Kagami – con que lo intentes me basta.

 

Kagami había estado caminando hacia fuera del edificio. Iba a colgar, cuando al levantar la mirada del teléfono, apareció Aomine junto al pequeño Tetsu frente a él. Ambos venían caminando, arrastrando sus bicicletas y con la mochila con la comida.

 

- Buenos días Kagami – sonrió Aomine cogiendo la bici de un Tetsu que salió corriendo a abrazarse a sus piernas.

 

- Buenos días – sonrió ampliamente Kagami al ver a Tetsu allí agarrado a sus piernas. - Creí que queríais un día en familia. ¿Qué hacéis aquí? Es la hora de comer.

 

- Te vimos cuando íbamos en la bicicleta y Tetsu quería invitarte a comer con nosotros. Así que aquí estamos – sonrió Aomine de nuevo.

 

- Yo… no, es mejor que vayáis vosotros – dijo Kagami tratando de excusarse, nervioso al ver a Teppei sonreír tras la espalda del moreno.

 

- Venga… por favor – susurró Tetsu – ven a comer con nosotros.

 

- Yo…

 

- No le hagas poner esos ojillos de cordero degollado, te convencerá al instante – susurró Aomine.

 

- Mejor otro día – dijo finalmente Kagami soltando al pequeño Tetsu.

 

Pese a la sonrisa del pelirrojo, Aomine se olía algo extraño, más que nada por esa mirada melancólica que tenía en aquel momento. El moreno dejó las bicis en el suelo y cogiendo a Tetsu por los hombros le sonrió antes de comentarle que cuidase las bicis un segundo. No se alejó mucho del pequeño, pero lo suficiente como para que no pudiera escucharles, entonces cogió la muñeca de un sonrojado Kagami que apartó la mano enseguida dándose cuenta que era cierto, esos sentimientos por el moreno estaban mal.

 

- Ey, ¿Estás bien? Me estás preocupando – comentó Aomine esta vez más serio de lo normal.

 

- Sí, estoy bien. Es sólo que hoy tengo un día ocupado.

 

- Podemos decirle a Himuro que venga si quieres. Tengo comida de sobra para todos y sino… podemos coger algo en un bar.

 

- No es eso…

 

- ¿Qué es entonces?

 

- Es…

 

Kagami se calló de golpe, no podía decirle a Aomine que dudaba de sus sentimientos, que estaba sintiendo algo por él, todo estaba mal, no era ético enamorarse de alguien cuando estaba feliz viviendo con su novio.

 

- Está bien – dijo al final – llamaré a Himuro para decirle donde estaremos.

 

- Genial – sonrió Aomine – Tetsu se alegrará.

 

Aomine se marchó a paso rápido hacia Tetsu mientras Kagami le observaba y se preguntaba a sí mismo… si Tetsu sería el único en alegrarse de aquello. Quizá le habría gustado que Aomine también se alegrase de compartir ese momento juntos.

 

Tras el resoplido, Kagami ayudó a coger la bicicleta de Tetsu y les acompañó hacia el parque. Allí les esperaban los compañeros de Aomine, todos comiendo sus bocadillos y sacando algunos tentempiés. Le daba un poco de vergüenza ir allí, no conocía a esos chicos, pero Aomine le presentó enseguida y le invitó a sentarse con todos. Había momentos entre las bromas y las amenas conversaciones, que Kagami se sentía parte de algo, parte de la vida de Aomine pero eso también le traía confusión, porque muy dentro de él, se daba cuenta que se estaba dejando embelesar por ese policía, sus sentimientos estaban cambiando, ya ni siquiera le veía como a un amigo, le veía como algo más importante, quizá se estaba enamorando y eso era peligroso.

 

Fue a coger el segundo sándwich cuando sus dedos tropezaron con la mano de un despistado Aomine que iba a coger el mismo trozo que él. Ambos se sonrojaron pero Kagami fue el primero en apartar con rapidez la mano dándose cuenta esta vez de esa misteriosa corriente que parecía unirle al chico. Aomine simplemente sonrió pese a quedarse algo sorprendido por la brusca reacción del pelirrojo de apartarse de él. Todo en la actitud de Kagami era extraño, algo le pasaba a su compañero ese día pero el moreno no sabía qué era, tampoco podía imaginar de qué se trataba.

 

- Lo siento – se disculpó enseguida Aomine pensando que quizá había hecho algo mal, pero sonrió intentando quitarle importancia al asunto – cógelo tú.

 

- No, da igual, cogeré otro – intentó sonreír Kagami.

 

Aomine no quiso forzar aquella situación, así que cogió el sándwich y lo partió por la mitad dándole una parte al pelirrojo.

 

- Solucionado – le dijo con una sonrisa.

 

La duda por si coger aquel trozo o no hacerlo, no tardó en llegar a la estresada mente de Kagami. Todo estaba muy mal, todo lo que hacía ese moreno era sencillamente perfecto, era familiar, se preocupaba por la gente, era un buen anfitrión y hasta le daba buenos consejos como amigo pero él… como todo un idiota, se estaba enamorando de una persona de la que no debería enamorarse. Pensó en Himuro, no podía hacerle eso, no podía traicionar su amor de esa forma, así que trató de mentalizarse que su vida era Himuro, que su amor tenía dueño, trató de mentalizarse que seguía amando con toda su alma a Himuro antes de coger con indecisión el trozo de bocadillo que Aomine le daba con una sonrisa que le atraía demasiado.

 

Para Tetsu, aquella situación no pasó desapercibido. Era posible que Aomine fuera demasiado despistado y no se diera cuenta de lo que ocurría, pero a él no se le escapaba nada. Tras varias familias y casas de acogida, había aprendido a identificar esos sentimientos en las parejas. En la última en la que estuvo, el esposo tenía una gran amistad con su compañera de trabajo más que por su esposa, había visto el brillo en los ojos, las caricias, los leves roces que pasaban desapercibidos para la familia, pero también veía cómo se comportaba con su esposa, la forma fría y demasiado cariñosa con su compañera. A temprana edad empezó a ver esos detalles que un niño no debería ver, pero que ahora, una vez más identificaba en Kagami.

 

Akashi miró a Tetsu, estaba claro que era un chico observador, estudiaba a las personas y a su edad no se daba cuenta del potencial que tenía, pero las estaba estudiando. Sus movimientos, sus sonrojos, la forma en que se comportaban, ese niño era especial y supo en aquel instante, que quizá sería un buen jugador de baloncesto si conseguían enseñarle con su débil físico. Akashi no pudo evitar sonreír, porque le recordaba a alguien, le recordaba a un jovencito que servía un café horrible en una mugrienta cafetería del extremo oeste de la ciudad.

 

La escena de Kagami, no pasó desapercibida para nadie, ni siquiera para un Himuro que había conseguido escaparse del trabajo para ir a comer con él. Al final… para poder salir había tenido que arrastrar a su compañero, a Reo Mibuchi.

 

- No sé cómo me he dejado convencer para venir aquí – aclaró Reo viendo la escena, pero entonces se percató que su compañero y el mejor abogado del buffet, estaba pendiente de ese sonrojo y ese temblor de manos de su novio al coger el sándwich – Ey, ¿Himuro?

 

- Perdona ¿Qué decías?

 

- Qué no sé cómo me has convencido – repitió nuevamente con seriedad.

 

- Porque tengo un gran poder de persuasión – sonrió Himuro empezando a caminar hacia los chicos.

 

- Oye Himuro… ¿Estás bien? – le detuvo Reo.

 

- Sí. ¿Por?

 

- Sabes perfectamente el motivo. Lo hemos hablado muchas veces. Kagami y tú…

 

- Somos compatibles.

 

- No, no lo sois – le dijo – míralo bien, a él le gusta esto y a ti… te gusta el trabajo, te gusta demasiado el trabajo. Con Kagami no puedes hablar de estos temas pero…

 

- No empieces Reo, sabes que no me gusta que te insinúes.

 

- Lo siento.

 

Himuro inició de nuevo su camino en dirección a su novio. En parte sabía que Reo tenía razón y algo en su interior se fracturaba y se separaba. Amaba a Kagami, pero hacía meses que sentía algo especial por Reo, algo fuerte y único pero nunca se había dejado llevar por aquel sentimiento por miedo a meter la pata en su trabajo, en su vida sentimental, en su vida privada… en todo. No estaba acostumbrado a perder el control sobre las riendas de su vida y ahora todo era un caos aunque intentaba no aparentarlo. Estaba perdiendo a Kagami y lo sabía, hacía meses que lo veía y se había intensificado con la llegada de Tetsu y Aomine. En cierta forma lo entendía, sabía de sobra que no era culpa de ninguno de ellos, pero aun así… lo perdía y sus sentimientos cada vez estaban más confusos con Reo. Pasaba muchas horas con él, hablando de lo que ambos amaban… los casos y su trabajo, tenían una conexión que no tenía con Kagami. Eso lo estaba torturando desde hacía días y ahora veía… que Kagami había empezado también a torturarse con un Aomine que ni se había dado cuenta de lo que estaba pasando en la relación de la pareja.

 

Cuando llegaron ambos abogados, Aomine sonrió y les presentó enseguida al resto. Kagami por un lado, se sentía feliz de que su pareja hubiera podido ir  y dejar un momento el trabajo aparcado, pero también sentía un ambiente extraño, la frialdad en ambos. Ahora entendía a Teppei cuando habló que no parecían una pareja, era cierto, faltaba sentimiento, faltaba avivar las llamas que una vez existieron, se habían acomodado demasiado tiempo en esa fría relación dedicada a sus trabajos.

 

- ¿Qué tal va el caso, Himuro? – preguntó Aomine distrayendo a Himuro, quien le miró absorto en aquellos ojos azules que tenía, era cierto lo que Kagami y Tetsu contaban de él, te hacía sentir bien al hablar con él.

 

Himuro le comentó algo sobre su trabajo, estaba claro que Aomine no se estaba enterando de muchas cosas, aunque sí siguió algo sobre el código penal y las leyes, por lo que le dio pie a Himuro a continuar. En aquel instante, Himuro supo que ese moreno le estaba intentando acoplar a un ambiente más relajado hablando de temas que él conocía, lo hacía sentir a gusto. Era increíble cómo podía entender lo que la gente necesitaba en cada momento y no se extrañó en que su novio se hubiera fijado precisamente en eso. Kagami necesitaba comprensión y que estuvieran con él, le había dejado tirado demasiadas veces y Aomine había hecho el trabajo que él tenía que hacer, estar a su lado e invitarle a hacer cosas. Pero también se dio cuenta, cómo trataba de ayudar en la relación de ambos, halagando su romance y sonriendo sin darse cuenta, que Kagami se estaba fijando de una forma muy distinta a una relación de amigos. Pero Himuro sonrió. Esa noche, Kagami y él deberían hablar muy seriamente y poner en orden sus sentimientos, tanto los suyos por Aomine con los propios por Reo, algo no iba bien en su actual relación.


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