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Un diablillo se coló en mi vida. por Fullbuster

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Era tarde cuando un cansado y silencioso Kagami entraba por casa seguido de otro silencioso Himuro. Ninguno deseaba iniciar una conversación, pero el moreno, sabía que tarde o temprano deberían hablar de lo que estaba ocurriendo en su relación. Algo iba mal, iba muy mal, pero a veces, pese a que ambos lo sabían, preferían callar y continuar por el aprecio que sentían el uno por el otro.


- Oye Taiga… - inició Himuro pero al ver cómo se giraba Kagami con ese rostro cansado, se detuvo - ¿Quieres que prepare yo la cena mientras te das una ducha relajante?


- Claro. Te lo agradecería – sonrió Kagami.


- Vale. Ve a cambiarte. Me pondré enseguida a preparar algo.


Tras darle a Himuro un tierno beso en la mejilla, Kagami se dirigió a la ducha. No cabía duda que estaba indeciso, hasta su cuerpo le delataba. Anteriormente habría abrazado a Himuro y le hubiera dado un apasionado beso, pero ahora… tan sólo le había salido darle un tierno beso en la mejilla.


Se desvistió con pereza, casi más apesadumbrado que otra cosa. Teppei había causado graves indecisiones en él. Por una parte, sabía que amaba a Himuro, eran cinco años de larga relación, una relación en la que compartieron tanto momentos buenos como malos momentos pero siempre habían estado juntos y lo habían superado. Ahora… conocer a Aomine, había trastocado su mundo. Himuro nunca compartió su sueño, era un chico tierno pero demasiado trabajador, su futuro profesional se interponía constantemente en su futuro familiar, en cambio para Kagami, sólo deseaba formar una familia. El trabajo estaba bien y era importante para él pero… no quería vivir para trabajar, quería trabajar para vivir y sentía que no estaba viviendo lo suficiente.


Con Aomine todo era fácil, compartían el mismo sueño y deseo, eran compatibles. Cuando estaba junto al moreno sentía que estaba completo, ambos tenían buenos trabajos, pero desconectaban de ellos al llegar a casa y disfrutaban como si fueran una familia. Los días libres, Aomine quería siempre hacer cosas fuera de casa con Tetsu, él sí era capaz de vivir fuera de su trabajo. Quizá eso era lo que echaba en falta a Himuro, quién siempre traía trabajo a casa. El trabajo era su mundo, quizá lo era todo para él.


Kagami pensó que quizá una buena ducha conseguiría aclararle un poco las ideas, que el agua se llevaría esos sentimientos por Aomine de la misma forma en que se llevaba la suciedad y el sudor, pero no fue así. Al salir de la ducha, seguía con la misma indecisión que cuando había entrado a ella.


Enrolló la toalla en su cintura y se sentó un segundo en la tapa del inodoro tratando una vez más… de resolver aquellas dudas que le estaban carcomiendo. Cuando se decidió a salir, observó a un silencioso Himuro cocinando algunas verduras en la sartén. Algo le ocurría también a ese moreno y lo sabía. Tantos años de convivencia pasaban factura cómo para entenderse sin tener que hablar. Algo les preocupaba a ambos. Kagami se sentó en el taburete al otro lado de la barra americana y mantuvo el silencio, hasta que se dio cuenta, que su pareja ni siquiera se había percatado de su presencia.


- Oye Himuro – empezó a hablar sorprendiendo al moreno que estaba sumido en sus propios pensamientos - ¿Estamos bien? – preguntó preocupado.


- No lo sé – dijo el moreno cabizbajo.


- Tampoco yo estoy seguro – dijo Kagami algo cabizbajo – es decir… yo te quiero.


- Y yo a ti Kagami, pero… hoy ha sido un día extraño.


- Lo ha sido, sí – aclaró Kagami.


- He visto cómo miras a ese chico Kagami, hace mucho tiempo que tus ojos ya no tienen ese brillo cuando me miran a mí y creo que es en parte culpa mía, no he sabido darte lo que querías.


- Si lo has hecho – dijo Kagami – yo… te quiero Himuro y no me importaba posponer la familia para más adelante pero…


- Tetsu ha precipitado tu instinto paternal y yo no estoy preparado para esto… para la familia y lo sé. Te quiero mucho Kagami pero… creo que nos hemos acomodado demasiado, que ya ni siquiera es amor lo que sentimos el uno por el otro, tan sólo… nos sentimos a gusto y confortables en esta vida y hemos confundido el cariño con el amor. Aomine te gusta y si no lo hace es que eres un idiota – aclaró Himuro intentado sonreír – a cualquiera le gustaría un chico como él y más cuando busca lo mismo que tú, una familia.


- Yo no… no he tenido nada con Aomine ni lo había pensado siquiera – se intentó defender como pudo, pero Himuro se acercó hasta él dejando el trapo de la cocina en la encimera y cogiéndole de las mejillas sonriendo.


- Lo sé, pero yo necesito serte sincero y quiero que tú puedas serlo conmigo. He tenido algún pensamiento extraño con mi compañero de trabajo y lo lamento, nunca pasó nada entre nosotros pero…


- ¿Te atrae? – preguntó Kagami.


- Sí – le dijo Himuro con sinceridad.


- Creo… que también me atrae un poco Aomine – aclaró Kagami – somos un desastre – sonrió Kagami haciendo sonreír levemente a Himuro.


- Sí lo somos.


- ¿Qué vamos a hacer?


- No lo sé. ¿Qué piensas tú?


- ¿Qué te parece si lo pensamos detenidamente esta semana? Quizá una atracción no quiere decir que les queramos. Esta semana… miremos a ver dónde nos llevan estos sentimientos Himuro y decidamos al final de ella qué hacer con lo nuestro.


- ¿Y si ocurre algo con Reo y me doy cuenta que le quiero? – preguntó Himuro preocupado.


- Entonces me alegraré de que seas feliz. Es mejor darnos cuenta ahora de nuestros sentimientos que no cuando sea demasiado tarde.


- Sí… creo que tienes razón – dijo Himuro dándose la vuelta para volver a mirar las verduras, intentando disimular así las lágrimas que querían caerle de los ojos.


Era cierto que sentía algo por Reo, pero también sentía algo por Kagami y le dolía a él tanto como al mismo Kagami darse cuenta que aquella relación no aguantaría mucho más. No soportaba la idea de hacer daño a ese pelirrojo, de hacer daño a la persona que durante tantos años había estado a su lado conviviendo, la persona de la que se enamoró y que ahora… parecía estar enamorándose de otro. Toda la relación se derrumbaba.


Aquella noche, Kagami prefirió dormir en otra habitación. Rozó con su mano el otro lado del colchón, sintiendo las frías sábanas en su mano. No pudo evitar recordar todo lo que había vivido junto a Himuro, buenos momentos, unas grandes aventuras… un gran amor que ahora llegaba inevitablemente a su final. Ante aquel pensamiento, no pudo evitar llorar sin saber, que también Himuro en la habitación principal, lloraba aquella pérdida.


***


La puerta de la casa se abrió al instante. Para Chihiro, aquello ya era todo un desafío porque él, tenía que intentar varias veces girar la llave en una deteriorada cerradura. A veces se quedaba hasta diez minutos tratando de abrir la puerta de su mugriento apartamento, pero era lo único que podía permitirse con su salario.


- Vamos, pasa – le insistió Akashi dejando que el chico entrase el primero.


Chihiro esperó a que Akashi encendiera la luz y entonces, entró en aquel lujoso salón en pleno centro de la ciudad. Todo era de primera calidad, las cristaleras, los muebles, hasta el suelo que pisaba parecía ser demasiado caro.


- Veo que te sobra el dinero – le achacó con total seguridad Chihiro, él nunca había tenido pegas para decir las cosas con sinceridad y sin pelos en la lengua. Eso hizo sonreír a Akashi. Era la mayor cualidad del chico y le encantaba lo directo que era.


- A mi padre le sobra – sonrió Akashi – el piso es suyo. Hace unos años trabajaba y venía a dormir aquí. El piso estaba muy cerca de su empresa, así que le venía bien. Ahora ya apenas pasa por la empresa, lo lleva todo su encargado y él maneja las cosas desde casa, así que el piso quedó en desuso. Desde hace un par de años vivo yo aquí por aprovecharlo.


- Ya veo – aclaró Chihiro – de todas formas no me quedaré mucho tiempo.


- No tienes opción Chihiro, ahora soy tu tutor legal.


- No quiero causarte problemas, en cuanto esto se arregle me marcharé. Voy a encontrar a mi hermano, buscaré un trabajo y podré mantenerle.


- Con tu nivel de estudios nunca te darán un buen trabajo Chihiro y el dinero siempre será una carga para ti al igual que el mantener a tu hermano. Si quieres que tu hermano tenga mejor vida, vas a necesitar pagarle los estudios o no vas a poder.


- Me las ingeniaré – dijo Chihiro.


- Déjame ayudarte.


- No necesito la ayuda de nadie – dijo con seriedad. Para Akashi estaba claro lo que ocurría, no era un chico fácil, pero no era su culpa, sino las circunstancias de la vida que le habían forjado ese carácter.


- Vale – aclaró Akashi sin querer indagar más por ese día – tu habitación es la del fondo del pasillo, el baño está a la derecha. Siéntete como en tu casa. Yo tengo que ir mañana al trabajo así que… no sé, mira la televisión si quieres o algo. Mañana te traeré unas llaves del apartamento para que puedas salir y entrar cuando quieras. Me voy a dormir. Buenas noches Chihiro.


Akashi se marchó hacia su habitación dejando al menor allí en el salón. Estaba claro que algo en su vida había ocurrido para que fuera tan reservado y sobre todo… tan independiente. No le gustaba pedir ayuda a nadie, ni se fiaba de la gente.


Mientras se cambiaba al pijama, el pelirrojo no podía dejar de pensar en Chihiro. Era cierto que en cierta forma, sentía algo por ese complicado chico, había algo en él que le llamaba la atención pero sabía de sobra, que no podría estar a su lado como él deseaba, era demasiado joven aún. Chihiro tenía toda una vida por delante y no estaría dispuesto jamás a esperar dos años para formar una relación con alguien que le sacaba casi doce años. Tenía que quitarse a ese chico de la cabeza y lo sabía.


- Mierda Akashi – se dijo a sí mismo – no puedes enamorarte de un chiquillo como él. ¿Qué narices te sucede? – Se miró al espejo un segundo y pensó una vez más en la mirada perdida de ese chico - ¿Qué ha ocurrido en tu vida? – preguntó en un tono bajo sabiendo que nadie le respondería a eso.


A la mañana siguiente cuando despertó, se sorprendió cuando el horrible olor del café llegó a sus orificios nasales. Era el tradicional y horrendo café de Chihiro, de eso no cabía duda. Las nauseas llegaron enseguida hasta él, no podía ser que ahora tuviera que vivir con ese café.


- Buenos días Akashi – escuchó que decía el chiquillo desde la cocina – te he preparado el desayno.


- Chihiro… son las cinco de la mañana – le aclaró Akashi mirando el reloj de su muñeca.


- Lo sé, pero entras a las seis a trabajar, ¿No?. Ya que me has acogido en tu casa un tiempo, quería prepararte el desayuno al menos. No me gusta sentirme inútil, además… yo… lo… lo siento por lo de ayer – dijo algo ruborizado, lo que consiguió sacar una sonrisilla en Akashi.


- No te preocupes. Tendrás tus motivos y no voy a obligarte a que me cuentes nada, pero quiero que sepas que esta es tu casa. Aquí puedes venir siempre que lo necesites y por cierto… no te lo tomes a mal pero… tu café es espantoso.


Chihiro se sonrojó aún más mirando el rostro sonrojado de Akashi. Por un segundo, desvió sus ojos a la taza que tenía en la mano y miró dentro aquel oscuro y espeso café.


- Pero… yo creía que venías siempre por el café.


- Iba para que no te despidiesen, tu café es horrible – le sonrió Akashi viendo como se decepcionaba Chihiro – pero no te preocupes, ven, te enseñaré a preparar uno por el que todos pagarán por beberlo – sonrió Akashi conisugiendo así que Chihiro sonriera – tira ese café anda. Voy a enseñarte.


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