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DEJAME AYUDARTE A RECORDAR por lyra

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-¿Y donde dices que es la fiesta?-le pegunta Tom a su hermano.

Estaba en su habitación, esperando a que terminara de arreglarse. Georg y Gustav se habían cansado de esperarle y cogiendo el coche de Georg se habían ido hacía 10 minutos.

-En esa sala antigua que han reformado hace poco. La que está en las afueras- le contestó Bill mientras intentaba abrocharse sin éxito su collar.

Se lo acababa de comprar esa misma tarde. Lo vio en el escaparate, llamándole a gritos. Era muy caro, pero no le importó pagar ese alto precio. Era una cadena de plata con una guitarra colgando de ella. En cuanto la vio le recordó a Tom y por eso se lanzó a comprarla. Para que cada vez que se la pusiera al cuello Tom estuviera en su corazón.

Y si ese era el precio que tenía que pagar para que fuera la única manera de que Tom estuviera en su corazón, él lo pagaría con mucho gusto.

-Como no te ayude a esta paso no saldremos nunca de casa-le dijo Tom viendo que no acertaba a abrocharse el collar, como si estuviera nervioso por algo.

Como nervioso lo estaba él cuando le quitó con fuerza la cadena de sus manos pensando que se la iba a poner alrededor del cuello. De ese cuello que cada vez que se lo veía le entraban unas ganas enormes de besárselo y pasar su lengua por él. De notar cómo le latía su corazón al pasar la sangre por sus venas. De notar como quería ser esa sangre circulando dentro de él.

-Cuidado, que lo puedes romper-protestó Bill cuando le arrancó el collar de las manos.

“Y con él mis sueños. Pues sueño con estar contigo a todas horas. Pero como ese sueño nunca va a cumplirse me conformaré con llevarte en mi cuello, bien cerca de mi corazón”.

Tom se queda mirando el colgante con curiosidad. Sabe que es nuevo, que nunca se lo había puesto antes.

“¿Por qué habrá escogido un colgante en forma de guitarra? Ya me lo podía regalar a mí. Me gusta mucho. Así cada vez que me lo pusiera me acordaría de él, recordaría que Bill me lo regaló con todo su cariño. Cariño del que yo no soy su dueño”

-¿Me lo vas a poner de una vez o no?-le dice Bill sacándole de sus pensamientos- Y luego eres tú el que siempre mete prisa. Parece que te has quedado hipnotizado mirándolo.

-Es por que me gusta mucho- dice parpadeando con fuerza- ¿Me lo regalas?

-¡Ja! Ni hablar. No sabes lo que me ha costado conseguirlo

“Y lo que me está costando conseguirte a ti”

Tom se acerca a Bill y le retira el pelo con una mano. Coge un mechón entre los dedos y lo hace girar entre ellos mientras piensa en lo suave que tiene el pelo.

Bill nota como le retira el pelo hacia un lado y le gusta ese gesto. También nota que le ha cogido un mechón entre los dedos y nota como se lo frota.

¿Por qué?

-¿Es que tengo algo pegado en el pelo?-le pregunta con mucha curiosidad

Esto hace que Tom lo suelte de inmediato avergonzado porque su hermano ha notado que le estaba acariciando el pelo.

-Sólo era una pelusa, ya te la he quitado-miente cada vez más rojo, y agradeciendo que Bill esté de espaldas y no le pueda ver la cara en esos momentos.

Le rodea el cuello con el collar y se lo abrocha con las manos temblorosas.

Bill lo nota pero prefiere no decir nada. Sabe que está nervioso, pero no sabe cual es el motivo. Lo único que sabe, que presiente, es que esa misma noche lo va a averiguar. Y no puede evitar sonreír al ponerse él también nervioso.


Llegan a la fiesta con más de media hora de retraso. Bill se empeñó en conducir él y se han perdido.

Dos veces.

Hasta que al final Tom le obliga a parar y a que le deje conducir a él, sin hacer caso de sus pobres excusas de que de noche no se ve nada y que esa carretera está muy mal iluminada.

-Sino no llegamos hasta mañana-le dice muy satisfecho al coger el volante. Además, es su coche y le encanta conducirlo.


-Ya era hora-les dice Georg en cuanto los ve llegar- ¿Qué habéis estado haciendo todo este rato? ¿Planchando la ropa que os ibais a poner?

-Bill quería dar un paseo en coche antes de venir-le contesta Tom con una sonrisa de oreja a oreja.

-Estás muy gracioso esta noche-le dice Bill sacándole la lengua.

Esto hace que la sonrisa de Tom se congele de inmediato. La lengua de su hermano. Con su piercing brillando en medio como si fuera una perla en el interior de su concha. No puede apartar la vista de ella. De esa lengua que ha salido por esos labios, llamándole a gritos para que haga algo con ellos.

Nota que la garganta se le empieza a secar, que necesita tomar algo urgentemente que le refresque la garganta, y de paso le enfríe la mente.

-Voy a por una cerveza-dice con la voz ronca.

Necesita alejarse de Bill urgentemente y sale huyendo a la barra.

-¡Una cerveza, deprisa!-le grita a la camarera-¡Qué!

Se da la vuelta corriendo cuando nota que le tocan el hombro y se encuentra cara a cara con Bill, que le ha seguido hasta la barra.

-No hace falta que me chilles.

-Perdona, no te había visto-le dice entre dientes. (“No te quería ver”)-¿Querías algo?

-Sí, que me pidieras una cerveza.

Tom se gira de nuevo en la barra y pide otra cerveza para su hermano. En cuanto se las tiene en sus manos se vuelve y le da una a Bill.

-Eres pequeño para beber estas cosas. Ten cuidado de no emborracharte con ella-le dice sonriendo.

-Lo mismo te digo-le contesta Bill volviendo a sacarle la lengua.

Y Tom se queda otra vez prendado de ella, con una estúpida sonrisa en sus labios.

Entonces alguien le da un empujón y él derrama su cerveza sobre la camiseta de Bill.

-Ten más cuidado, me has duchado en cerveza y casi me estropeas la camiseta-protesta Bill intentando limpiarse con las manos sin lograrlo.

-Lo siento, me han empujado-se disculpa Tom avergonzado. Si no hubiera estado distraído con su lengua eso no habría pasado.

-Será mejor que me limpie en el baño.

-Te acompaño- dice sin poder contenerse.

Se dirigen al baño y cuando llegan dejan salir a un chico que estaba en él y entran quedándose a solas los dos.

Bill comienza a mojar una toalla de papel y a pasársela por la camiseta.

-Déjame que lo haga yo-le dice Tom quitándole la toalla de las manos.

-puedo hacerlo yo sólo, no soy un bebé-le dice enojado.

-Yo te he manchado y yo te limpiaré-le contesta haciendo caso omiso a sus protestas.

A Bill esa situación le parece ridícula. Sólo espera que nadie entre en esos momentos en el baño y les pille de esa manera. …l de pies apoyado en el lavabo mientras que su hermano le está limpiando la camiseta.

Sobretodo ahora, que nota como le coge el borde de la camiseta y se la sube un poco para llegar mejor a la mancha. También nota un escalofrió cuando le roza con un dedo su estomago.

Tom coge la camiseta y se la sube un poco, dejando al descubierto el estómago de su hermano. Se fija en su piel, tan blanca, y piensa que debe estar muy suave al tacto. Y antes de que pueda contenerse le pasa un dedo por ella, notando como Bill se estremece.

-¿Ocurre algo?-le pregunta pícaramente, como si no supiera lo que le ha provocado a su hermano.

-Me has hecho cosquillas, nada más-le dice con un hilo de voz.

Tom decide que lo mejor es que se concentre en limpiarle la mancha y dejarse de tonterías o al final iba a pasar algo que lamentaría el resto de su vida.

¿O a lo mejor no?

Se concentra en la camiseta de Bill. En el dibujo que tiene y no puede evitar sonreír.

-¿Se puede saber que te hace tanta gracia?-le pregunta Bill con mucha curiosidad.

-No sabía que te gustara llevar camisetas con dibujos de gatitos. No es propio de ti.

-No es un gatito, idiota. Es un león.

Tom lo mira con más detenimiento y se da cuenta de que tiene razón, pero no quiere dársela.

-Pues a mí me parece un gato. Me parece que he visto un lindo gatito-le dice imitando a los dibujos de Piolín y Silvestre, los que veía con su hermano cuando eran pequeños.

Esto hace que Bill suelte una sonora carcajada.

-Pero que tonto eres a veces. Y por eso te quiero tanto-se le escapa

Tom deja de limpiarle la camiseta y levanta la mirada.

-¿Qué has dicho?

-Que eres tonto-repite muy bajito

Pero Tom lo ha escuchado muy claramente. Su hermano le ha dicho que le quiere mucho

Bill nota que la actitud de su hermano ha cambiado. Está muy raro y hace que se ponga tenso intentando quitarle la camiseta de entre las manos para poder apartarse de él.

Tom nota que quiere huir de él pero no se lo va a permitir. No ahora que ya está tan cerca de su objetivo. Sin soltar la camiseta le agarra con la otra mano del cinturón, arañándose con la hebilla.

-¡Ay!

-¿Qué te ha pasado?

-Que el gato me ha arañado.

Se están mirando fijamente a los ojos. Saben lo que hay detrás de ellos. Es algo que han tratado de ocultar por mucho tiempo pero que no lo han conseguido, y esa noche va a salir a la luz.

-Eres tonto-le vuelve a repetir con la voz muy débil.

-Ya lo sé. Y también sé que me quieres mucho-le dice tirando más del cinturón para atraerlo hacia sus brazos. Hacia su boca.

-¿Qué es lo que me vas a hacer?-le pregunta Bill con un hilo de voz, aunque ya sabe la respuesta y comienza a separar los labios lentamente para darle la bienvenida.

-Darte lo que llevamos toda la vida esperando-le dice Tom con otro hilo de voz.

Y posa sus labios sobre los de Bill muy despacio, notando cómo él los cierra en torno a los suyos con fuerza para que no se escape. Sus lenguas comienzan a frotarse con pasión, como si estuvieran jugando entre ellas. Tom quiere que la suya entre en la boca de Bill, y se frota con insistencia contra la suya, para apartarla de su camino. Quiere llegar al fondo de su boca y tocar esa perla que lleva dentro y que le llamaba a gritos desde su concha.

Bill nota que quiere estar dentro de él y se lo permite, retira su lengua para que entre en él todo el amor de su hermano. nota que va directo a su piercing y cierra los ojos dejándose llevar por las sensaciones que está sintiendo.

Tom levanta una mano soltando por fin la camiseta y se la pone en el cuello para hacer más profundo el beso, para llegar hasta el fondo de su corazón. Nota que Bill gime contra su boca, le está gustando mucho lo que le está haciendo y él no piensa parar hasta dejarle satisfecho.

Ahora es Bill quien quiere estar dentro de él. Ha quedado saciado y se lo quiere agradecer, quiere hacer lo mismo por él. Y le empuja con suavidad la lengua para sacarle de su boca y poder meterla en la de él.

Tom se deja llevar, quiere que ahora el amor de Bill le llene, que explote en su interior.

Bill comienza a meter su lengua cuando nota algo que le llama más la atención. Es el piercing que su hermano tiene en el labio y decide probar con él, hacerle sentir lo mismo que sintió él cuando jugó con el suyo. Y comienza a lamérselo con mucha suavidad. Nota que Tom pega un respingo y sonriendo contra su boca empieza a hacer girar el piercing con la punta de su lengua.

Tom no puede respirar. Jadea contra la boca de Bill. Le están entrando unas ganas locas de gritar pero logra contenerse.

Bill nota que su hermano está a punto de reventar y decide terminar con esa tortura. Retira lentamente y con mucho pesar su lengua de sus labios y se aleja un poco más para poder verle los ojos.

Tom suspira aliviado cuando por fin puede volver a respirar y se queda mirando a su hermano a los ojos.

-¿Qué estás mirando?-le pregunta con mucha felicidad en la voz.

-Tu amor por mí en tus ojos.

-¿Por qué no nos hemos dado cuenta antes de esto?

-Porque estábamos ciegos, y hoy hemos visto la luz.

Oyen el jaleo de gente que se acerca y se separan con tristeza.

La puerta se abre de golpe y entran dos chicos riéndose a carcajadas. Los dejan pasar y salen deprisa. Quieren encontrar un rincón para estar a solas y continuar lo que han empezado.

Llegan a donde están Georg y Gustav y les dicen que se van a casa antes de que Bill coja un resfriado con la camiseta empapada. Les dicen que se queden, que como tienen dos coches ellos se irán en el de Tom.

Y se marchan corriendo hacia el coche. Quieren ir deprisa a casa. A empezar una nueva vida juntos.


Lo que pasa es que no saben lo que el destino les tiene preparado. No saben con lo que se van a encontrar por el camino.

No saben que esa vida que quieren empezar esa misma noche también va a acabar esa noche.

Tirada en mitad del asfalto.

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