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UNA NUEVA VIDA por lyra

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Oyen la voz de Simone cada vez más cerca. Bill está terminando de atarse las playeras mientras que Alex hace un buen rato que le espera vestido. No pueden evitar reír nerviosos pensando en lo que acaban de hacer, y en que casi les han pillado cuando sus gritos resonaron por el orgasmo.

-Esto no puede ser-dice Alex cogiéndole la cara con las manos.

-¿Cómo?-le pregunta sin entender.

-Tu cara. Está muy roja y sudada. Se nota que estás muy acalorado.

-Mi madre se va a dar cuenta, seguro-dice pasándose las manos por ella.

Pero Alex tiene una idea mejor. Coge la manguera y antes de que Bill pueda reaccionar moja su caliente cuerpo con agua fresca.

-¡Qué haces!-grita alejándose de él sonriendo.

-Darte una excusa…

No puede terminar de hablar. Simone aparece por la puerta del garaje en ese mismo instante y sonríe al oír la risa de su hijo.

-Me estaba ayudando a lavar el coche-dice Alex deprisa.

-Ya veo. Bill, te vas a coger algo.

-¡Mamá! Que no soy un niño-protesta escurriendo su mojado pelo.

-Vale, luego no me digas que te duele la garganta y no te sale al voz-dice Simone levantando una mano-Venía a ver si estabas bien, llevas mucho tiempo fuera de casa.

-Solo llevo media hora aquí, y tampoco es que me haya ido muy lejos. Deja de preocuparte por mí, estoy bien.

Simone asiente y emprende el camino de regreso a casa.

-Lo siento, no pensé e tu garganta, solo en refrescarte un poco-se disculpa Alex.

Bill se acerca a él y pone las manos en su desnudo pecho.

-No te disculpes de nada de lo que ha pasado hoy-le dice en un susurro.

Se apoya en él y poniéndose de puntillas le da un breve beso en los labios, pero Alex le envuelve con sus brazos y hace más profundo ese beso.

Se separan al cabo de unos minutos con las respiraciones agitadas.

-Será mejor que te vayas antes de que te vuelva a arrastrar hasta el sofá-le pide Alex sin soltarle.

-¿Cuándo te volveré a ver?-pregunta apoyando la cara en su pecho.

-Esta tarde podíamos dar un paseo por el parque, si has recuperado las fuerzas.

-Después de comer seguro que me quedaré dormido un buen rato, ven a despertarme con un beso y ya hablaremos.

Alex asiente y tras besarle en la frente le deja libre.

Bill se separa con esfuerzo y sale del garaje con una gran sonrisa en los labios. Llega a casa y sube a darse una ducha. Todavía se siente sudado y pegajoso.

Se mete bajo el agua y mientras se lava el cuerpo no puede evitar acariciarse. Se pasa las manos por su miembro, sonriendo al recordar la tierna manera en la que él le tocó.

-Aquí te dejo toallas limpias-le interrumpe su madre entrando en el baño.

-¡Mamá! Me estoy duchando-exclama enfadado.

Asoma la cabeza por la cortina y fulmina a su madre con una mirada.

-Perdona, no pensé que te molestara.

-Estoy desnudo-le explica sin necesidad.

-No seas tan tímido, a saber que harás cuando estés con una chica-dice sonriendo saliendo del baño.

Bill cierra la cortina de golpe y se mete bajo el agua templada. Así que su madre esperaba que estuviera con una chica…

“Pues que espere sentada”-resopla cortando el agua caliente.

Deja que el agua fría aclare sus dudas como la que porque su madre ha dicho “cuando estés con una chica”, ¿era tan evidente que nunca había estado con una? ¿Por qué pensaba que era virgen en ese tema? ¿No podía pensar que ya lo había hecho con alguna, igual que saltaba a la vista que su hermano lo había hecho con muchas?

Corta el agua y sale de la ducha en busca de las toallas que su madre le ha dejado en el lavabo. Se seca deprisa, no quiere ponerse peor de la garganta y esa era su segunda ducha en agua fría de la mañana.

Se viste y seca su pelo pensando en que luego se van a volver a ver. Han quedado. Es su primera cita y está muy nervioso. Se alisa el pelo a conciencia. Quiere estar guapo para él, aunque teniendo en cuenta que ya le ha visto con chándal, en pijama, …bueno, y desnudo, ya daba igual lo que se pusiera. Siempre le iba a encontrar atractivo.


Baja a comer, pero casi no puede probar bocado por los nervios, lo que hace que su madre le riña de nuevo. Resopla enfadado mientras su madre le dice que si no come nunca se va a recuperar ni a volver a los escenarios.

-Vale, mamá, es que me encuentro un poco revuelto-se excusa en tono cansado.

-¿Te encuentras mal?-dice poniendo una mano en su frente.

-No, solo es el estómago-dice sacudiendo la cabeza-No te preocupes, serán por todas esas pastilla que me tengo que tomar. ¿Cuándo podré dejar de hacerlo?

-Bueno cariño, eso lo tiene que decidir Peter, son para que no te sientas triste.

-Me siento muy feliz, solo que nadie se da cuenta-murmura levantándose.

Recoge su plato y deja a su madre terminar de comer sola. Sale al porche y se tira en la hamaca enfadado. Por la manera en la que ha hablado a su madre, por estar enfermo y no recuperarse nunca.

Cierra los ojos reteniendo las lágrimas que se quieren escapar.

“Ya estoy bien, ¿es que nadie lo ve? ¿Nadie se ha dado cuenta del brillo de mis ojos?”

Suspira y se deja vencer por el sueño que vuelve a apoderarse de su cuerpo.



Se gira en sueños suspirando. Sonríe cuando una mano acaricia su mejilla y más todavía cuando unos labios se posan suavemente sobre los suyos.

Abre los ojos y cuando logra enfocar la borrosa vista ve ante sus ojos al que siempre será el dueño de su sonrisa.

-Me pediste que te viniera a despertar con un beso-le dice Alex apartando el pelo de su dormida cara.

-Ahora mismo me levanto-le contesta bostezando.

Se frota los ojos tratando de espabilarse, pero el sueño le tiene todavía cogido en sus garras. Sus ojos se niegan a quedarse abiertos por mucho que lo intenta, así que se rinde suspirando.

-Lo siento-murmura en voz baja.

-No te preocupes, sigue durmiendo. Me quedaré hasta que te despiertes-le promete besando su frente.

Bill asiente bostezando y pone una mano bajo su mejilla para volver a caer en ese sueño artificial.

Alex se levanta de la hamaca antes de que salga Simone y le pille tan cerca de su dulce hijo. Se sienta en una silla al lado de Bill y se le queda observando dormir tan pacíficamente, pensando en quien pudo hacerle tanto daño en el pasado.

No se puede imaginar a alguien haciendo que sus ojos derramaran tantas lágrimas. Sabe que han sido muchas porque lo notó el primer día que él y su familia se mudaron a la casa de al lado.

Siempre tenía los ojos llenos de lágrimas a punto de ser derramadas. Debía de ser muy reciente, y esa mañana le había mostrado que era muy valiente al enterrar bien profundo tanto sufrimiento para entregarse al amor que él le ofrecía.

-¿Sigue durmiendo?-pregunta Simone desde la puerta.

Alex se levanta y asiente con la cabeza. Simone suspira y se acerca a su dormido hijo para taparle con la manta que lleva en las manos. Le acaricia el pelo y se vuelve para entrar en la casa.

-¿Desde cuando está así?-le pregunta Alex sin poder contenerse.

Simone se muerde los labios antes de contestarle. No sabe si su hijo querrá que cuente algo de su estado, siempre tiene que tener cuidado cuando habla a la gente de ellos, no sea que al día siguiente aparezca publicado en las revistas.

Pero ha visto lo bien que se lleva su hijo con Alex y decide sincerarse.

-Desde el año pasado. Tuvo problemas, por tantos conciertos sin descanso. Ha tenido una recaída y estamos esperando a que se vuelva a recuperar.

Alex asiente conforme conformándose con esa respuesta. Espera a que Simone entre en la casa de nuevo, pero ve que abre la boca para seguir hablando.

-Y luego pasó lo de su padre. Todo se le juntó, haciéndole caer en una depresión. Se está acercando el aniversario y por eso está así.

-¿Por su padre?-pregunta en un susurro.

Simone asiente y entra en casa cuando el teléfono empieza a sonar.

Alex se deja caer en la silla de golpe. En su mente aparecen imágenes que no se puede creer. No quiere hacerlo. Un padre jamás le haría eso a su propio hijo.




Casi una hora más tarde Bill se estira bostezando. Se frota los ojos y los abre esperando encontrarle a su lado, pero es Gordon quien está sentado cerca de él.

-Buenas tardes-le saluda cerrando el libro que tiene en las manos.

-¿Y Alex?-pregunta incorporándose.

-¿Alex? Tardabas en despertar y se fue a su casa.

Se sienta en la hamaca frotándose los ojos con esfuerzo y mira a su padrastro con los ojos entornados.

-Odio sentirme así, todo el día con sueño y sintiendo que el cuerpo me pesa una tonelada. ¿No podías hablar con Peter? Pídele que me cambie la medicación por otra más suave, o que me la quite del todo. Ya me siento bien, de verdad.

Gordon ve como su hijastro le suplica. Arruga la frente pensando si de verdad está bien del todo.

-Hablaré con él, pero no te prometo nada.

-Gracias, gracias. Me voy a buscar a Alex.

Se levanta más animado, y antes de salir corriendo abraza a Gordon y le besa en la mejilla.

Gordon le ve salir cojeando y sonríe. Ha vuelto a ganarse su confianza, ya no le da tanto miedo como en los primeros días.




Llama a la puerta de la casa de al lado y la abre una mujer que evidentemente es la madre de Alex.

-Tú eres Bill, tu madre me ha hablado mucho de ti, y Alex también. Pasa, está en su habitación. Arriba a la derecha.

Bill le da las gracias y sube despacio las escaleras. Llama a su habitación y entra cuando le da permiso. Cierra la puerta tras de sí y se acerca a la cama en donde está tumbado de espaldas con los ojos cerrados.

No se puede controlar y se inclina para rozar sus labios con un beso.

Alex abre los ojos de golpe y se le queda mirando.

-Quería despertarte con un beso-le dice sonriendo.

-¿Estás bien?-no puede evitar preguntarle.

-¿Por qué todo el mundo me hace la misma pregunta? Estoy cansado de que nadie se fije en que ya me encuentro bien-resopla acercándose a la ventana.

Mira por ella su habitación, notando que desde allí se puede ver toda su cama, pensando la de veces que Alex le habría observado dormir desde su habitación.

-Perdona, tienes razón-le dice levantándose de la cama y poniéndose a su lado.

Le frota los brazos con las manos y le besa el cuello dulcemente.

-Estoy cansado de todo. De estar enfermo, de sentirme triste a cada momento. De no poder hacer nada para remediarlo, solo esperar a que llegue el día en que me sienta bien del todo.

Alex le hace girar en sus brazos y le abraza fuertemente para que solloce contra su pecho.

-Te pondrás bien, ya lo verás. Y yo te pienso ayudar-le consuela contra su pelo.

Bill se separa al cabo de unos minutos y le mira con las mejillas bañadas de lágrimas, que Alex se encarga de limpiar con ambas manos.

-Ya me has ayudado-le dice firmemente.

Alex toma su barbilla con la mano y acerca su cara muy despacio a sus labios, besándole con delicadeza.

-Siempre estaré a tu lado, si me dejas-le promete tras besarle.

Bill asiente y le sonríe. Sabe como hacerle sentirse bien cuando su ánimo está por el suelo.

-Bueno, y después de que hayas venido a empapar mi camiseta con tus lágrimas, ¿te apetece dar ese paseo por el parque?-le pregunta intentando animarle.

-Siempre y cuando no me vuelvas a tirar sobre la hierba-le contesta riendo.

-Si lo hago, será para devorar tus labios tiernamente.

Salen de la casa tras despedirse de la madre de Alex y caminan hasta el parque bien juntos, llegando a rozarse las manos y cogiéndose de ellas cuando no les ve nadie.



Así transcurren dos días. Pasan juntos todo el tiempo que pueden, Bill casi no para en casa y Simone solo se tranquiliza cuando Gordon se lo pide.

Le ruega que deje de tratarle a su hijo como si fuera un bebe, que ya es mayorcito y podía cuidar de sí mismo. Que intente olvidar su intento de suicidio porque las circunstancias que le llevaron al borde del edificio no se iban a volver a dar.

Simone le hace caso y deja de vigilar tan atentamente a su hijo pequeño.


-¿A dónde vais a ir esta tarde?-le pregunta tratando de aparentar despreocupada.

-Al cine, hace mucho que no voy y me apetece mucho-le contesta terminándose toda su comida.

-Se me olvidaba, Tom llamó cuando no estabas. Está preocupado porque no le llamas ni le coges el móvil.

-Me lo dejé en casa. Luego le llamo-promete mirando que ya se le ha hecho tarde.

Recoge la mesa y se despide de su madre. Alex está afuera esperándole con el coche en marcha, en el que sube muy ilusionado.

-¿De verdad quieres pasarte 2 horas metido en una sala a oscuras?-le provoca sonriendo.

-Podemos hacer más cosas, además de intentar ver la película-le contesta de la misma manera.

-Conozco un sitio perfecto para hacer eso mismo que me propones. Solitario y muy bonito. Te gustará.

-Vale, me has convencido.

Alex acelera el coche y se pone de camino. Enciende la radio y Bill se asombra cuando oye salir su propia voz de ella.

-Siempre te llevo conmigo, me encanta tu voz, es muy dulce-le explica Alex sonriendo.

Pasados unos minutos Bill no lo puede evitar y comienza a cantar Heilig sin dejar de mirarle, quien intenta concentrarse en la carretera sin pensar en esa mano que sube lentamente por su muslo.

Llegan al final del camino, que resulta ser un apartado descampado en lo alto de una colina. Alex para el coche y se le queda mirando.

-Aquí es donde viene las parejitas a meterse mano por las noches-le informa.

-Bonita descripción de lo que vamos a hacer-le dice riendo.

-¿Y qué era eso que me hacías mientras trataba de conducir sin estrellar el coche?

-¿Yo? Estaba cantando.

-Pues nunca te había oído cantar tan animado.

Bill suelta su cinturón de seguridad y se inclina hacia él, quien le detiene con una mano.

-Aquí no, es muy incómodo. He traído una manta.

-¡Lo tenías planeado!-ríe saliendo del coche.

Cogen la manta y se dirigen a la sombra de un árbol cercano. Alex la extiende sobre la hierba y se echa en ella abriendo los brazos, en los que Bill se arroja para apoderarse de sus labios.

Comienza a besarle con violencia mientras le mete la mano por su camiseta, arañándole el pecho con cuidado.

-Oye, ¿qué has tomado hoy para comer?-protesta sonriendo.

-Más bien es que no he tomado-se le escapa.

Alex le coge la cara con las manos y le obliga a mirarle a los ojos.

-Dime que has hecho-le exige con dureza.

-Nada-le contesta firmemente.

-Bill, no me mientas-le suplica dolorido.

Bill se apoya en su pecho y se levanta, sentándose a su lado mientras que él se incorpora y le pone una mano por los hombros.

-Solo quería pasar un buen día contigo, no estar la mayor parte del día dormido-se defiende a punto de llorar.

Alex le atrae más a su cuerpo besándole la frente suavemente.

-No tendrás que tomarlas toda la vida. Date tiempo, mi amor-le susurra.

Bill levanta la cabeza y le mira con lso ojos llenos de lágrimas.

-Repítelo otra vez-le suplica.

Alex le hace tumbarse y se echas encima de él llenándole la cara de besos.

-Mi amor…mi amor…-dice tras cada beso.

-¡Mi amor!-repite Bill antes de que se apodere de sus labios.

Comienzan a besarse lentamente mientras Alex baja una mano hasta lograra desabrochar sus pantalones.

-¡Hey! Me tocaba a mí-protesta contra su boca.

Pero Alex niega con la cabeza. No quiere que le traiga malos recuerdos, y menos ese día que no se había tomado su medicación. No quiere que se ponga triste otra vez y rompa a llorar.

Baja `por su cuerpo levantándole la camiseta y dejando un caminote húmedos besos por su cuerpo, pasando la lengua varias veces por su ombligo y sonriendo al oírle lanzar un gran gemido.

Llega hasta su miembro y se lo besa a través del pantalón, notando en sus labios como palpita duro y preparado.

Le baja un poco el pantalón arrastrando con el la ropa interior de paso, dejando al descubierto una erección que va creciendo por momentos. La toma en sus manos dejando un húmedo beso en la punta, sonriendo cuando oye el grito que se le escapa de los labios.

Se lo recorre con la lengua oyendo sus jadeos y se lo introduce lentamente en la boca mientras le acaricia las nalgas con una mano.

Bill baja las manos y le tira del pelo desesperado, retorciendo el cuerpo bajo el suyo y levantando una rodilla para que tenga mejor acceso.

Alex se acomoda mejor entre sus piernas elevando con una mano sus caderas, introduciendo en dedo en su interior y succionando ese miembro que llena su boca.

Acelera el ritmo de las succiones sin dejar de meter dedos dentro de él, sintiendo que su respiración se entrecorta por momentos.

Saca el miembro de su boca y termina el trabajo con la mano, viendo con sus propios ojos como en su cara brilla la felicidad cuando el orgasmo le hace derramarse.

Ve como alza las caderas echando la cabeza hacia atrás y suelta un profundo gemido seguido de una carcajada que él no puede evitar imitar.

Saca sus dedos de su interior y se levanta para ir al coche, dejándole recuperar la respiración con los ojos cerrados.

Bill sonríe mientras su cuerpo se va relajando tras las últimas oleadas de placer que se lo recorren.

Abre los ojos de golpe cuando siente una toalla húmeda en sus piernas.

-Perdona, pero es que te has puesto perdido-le dice Alex sonriendo mientras le limpia con suavidad.

-No hay nada que perdonar-susurra cerrando de nuevo los ojos.

Siente como le vuelven a vestir y alza las caderas para que le suba mejor el pantalón.

-Te ayudará más, pero me has dejado exhausto-murmura sin fuerzas.

-No te preocupes, trata de recuperar las fuerzas-le dice abrochándole el cinturón.

-Lo intentaré, pero no prometo nada.

Alex se echa a su lado y le atrae para que repose la cabeza en su hombro, pero Bill levanta la cara y la pone contra su cuello, donde le deja un beso.

-Gracias por hacerme tan feliz-susurra contra su piel.

Se quedan dormidos lentamente, fuertemente abrazados y sonriendo porque por un día la tristeza no ha hecho acto de presencia.
Notas finales: Este capítulo no estaba planeado, me salio mientras lo iba escribiendo. Ni siquiera tenía un título pensado, pero mientras lo escribía escuché la canción de Manolo García “Por esto no estés triste, amor” y de aquí surgió el título.





Prueba a ser una nube, a flotar, alcotán sobre praderas.
Prueba a surcar ríos, a luchar por ellos,
A sentirte arcilla y caña de ribera.
Laurel en gota que espejea
Y errar cometa vegetal sin hilos


Prueba a surcar ríos aunque el agua solo llegue a tus rodillas
O te cubra y esté fría.
Verás que hay más
Que la corona de espinas bajo la que te resguardas,
Verás que hay más,
Verás que el mundo gira más.


Por eso no estés triste, amor.
Por eso no estés triste
Por eso no estés triste amor,
Que no estés triste.


Antes que la tristeza sea de suela de zapato
Humildad y camino
O letra de abecedario,
Ser látigo y restallar a la modorra los sentimientos,
Ladera para que resbalen las penas.


Por eso no estés triste, amor.
Por eso no estés triste
Por eso no estés triste amor,
Que no estés triste.


Prueba a ser arlequín,
Regalar inasible tu entereza.
Prueba a surcar ríos, a luchar por ellos,
Sentir que reverdeces, que creces en la entrega.
Tropel, caudal de mieles turbias,
Barquito liberado a la corriente.


Prueba a surcar ríos aunque sean ramblas de cantos
Si consigues alejarte de ti misma.
Verás que hay más
Que son rosarios de lamentos bajo los que te marchitas,
Verás que hay más
Verás que el mundo gira más.


Por eso no estés triste, amor.
Por eso no estés triste
Por eso no estés triste amor,
Que no estés triste.

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