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UNA NUEVA VIDA por lyra

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Despiertan una hora después. Bill abre los ojos y mira la cara de la persona que tranquilamente duerme a su lado. Sonríe y levanta una mano para pasar los dedos por esos labios entreabiertos que dejan escapar un cálido aliento.

Alex nota la suavidad con la que le roza los labios, y cerrándolos un poco besa la punta de esos finos dedos que tan dulcemente le han despertado.

-Perdona, te desperté-se excusa Bill retirando la mano.

-Entonces me vengaré-le dice abriendo los ojos.

Le toma con fuerza en sus brazos y se apodera de sus labios antes de que por ellos salga alguna protesta. Le estrecha rodando por la manta, haciéndole quedar debajo, sintiendo sus manos recorrerle la espalda bajo la camiseta levantada.

Tras unos intensos minutos sus labios se despegan y Alex observa esa cara en la que la tristeza brilla por su ausencia.

-Podía quedarme así le resto de mi vida, entre tus manos que tan feliz me han hecho hace un rato-le dice con una gran sonrisa.

-Mejor que no sigamos por ahí, o nos quedaremos aquí a pasar la noche-le contesta quitándose de encima.

Se levanta y le tiende una mano para ayudarle. Recogen la manta y se dirigen al coche con pereza. Ninguno de los dos quiere que ese fantástico día llegue a su fin.

Se está haciendo de noche y se están retrasando. Suben al coche y Alex lo pone en marcha para llevarle a casa.

-¿No llamas a tu madre para que no se preocupe?-le pregunta de la misma manera.

Bill echa mano a su cazadora y maldice por lo bajo.

-Me he dejado el móvil en casa, últimamente lo hago mucho. Antes estaba todo el día pendiente de el, pero cuando estoy contigo me relajo demasiado y se me olvidan las preocupaciones-contesta sonriendo.

Alex le pasa el suyo y Bill marca el número de su casa. Espera a que de la señal y al segundo tono es respondida su llamada.

-¿Bill?-pregunta una voz preocupada.

-¿Tom? ¿Qué haces en casa?

-¡A ti que te parece! No me llamas ni atiendes mis llamadas, me tenías preocupado y decidí venir a verte. Llego a casa y me encuentro a mamá toda preocupada porque hace horas que saliste de casa y ni llamas para decir que estás bien. ¿Dónde estás? ¿Y con quien?

-Le dije que iba al cine con Alex, y luego hemos ido a tomar algo. Ya vamos camino de casa-le explica tras su largo discurso.

-¿Quién es Alex? ¿Y por qué no has llamado para avisar de que te ibas a retrasar?-le exige saber.

-El vecino de al lado, y no he llamado porque me he dejado el móvil en casa. Alex me ha prestado el suyo. Llegaremos en media hora.

Cuelga el móvil antes de que su hermano le siga haciendo preguntas y lo aprieta en sus manos con fuerza.

-Entre los dos no me dejan respirar-dice resoplando.

-Se preocupan por ti, es normal que se haya enfadado.

-Me gustaría que dejara de hacerlo, todo el rato preguntando si estoy bien o mal, o si como o dejo de comer. Me agobian, no me dejan respirar tranquilo.

Jadea furioso, siente que las lágrimas están a punto de salir y no quieres dejarlas, aunque sabe que su voz ya le ha delatado ante Alex.

-Bill, ¿Cuánto hace que no te tomas la medicación?-le pregunta preocupado.

-¿Y eso a que viene?-le contesta enfadado.

-No puedes dejar de tomarla así como así. Mírate, has pasado de estar muy feliz a enfadarte con todo el mundo, incluso conmigo.

-Pero al menos ya no estoy triste.

-Puede darte un bajón cuando menos te lo esperas. Tómatela esta noche, hazlo por mi-le suplica.

-Me lo pensaré-le contesta tras unos minutos de silencio.

Continúan el resto del viaje sin hablar, ni siquiera encienden la radio. Aparca delante de la casa y se vuelve para mirarle.

¿Quieres que te acompañe? No se atreverán a reñirte conmigo delante-le dice con una media sonrisa.

-No, gracias. Me lo merezco, debí haber llamado antes. Muchas gracias por esta maravillosa tarde.

Alex mira hacia la casa y tras comprobar que nadie les puede ver se inclina y roza sus labios unos segundos.

-¿Nos vemos mañana?

-Está mi hermano en casa, lo más seguro es que se quede a dormir. Hace mucho que no le veo y le he echado de menos.

-Lo comprendo perfectamente. No importa, nos veremos cuando se haya ido.

Sale del coche y le despide con la mano cuando arranca. Coge aire y camina hacia la casa para enfrentarse a su enfadad familia.




Se pone el pijama con resignación. Después de la bronca que le ha echado su madre y tras haberla contestado mal le habían castigado en su habitación.

Hasta Gordon se puso de su parte, no le defendió como había hecho en otras ocasiones en las que su madre le agobiaba con sus palabras.

Se asoma a la ventana con la camiseta de la mano y sonríe cuando ve que ya le está esperando, llevándose una mano a los labios y lanzándole un beso que siente llegar hasta los suyos.

Nota que la puerta de su habitación se abre y tras despedirse con la mano se da la vuelta y se pone la camiseta disimulando.

-Te he traído un poco de comida-le dice su hermano entrando con una bandeja.

-Pensaba que mamá me había castigado sin cenar-le contesta con ironía.

-No seas tan duro con ella, estaba preocupada y tú vas y la contestas mal. ¿Qué te pasa? Has cambiado, nunca antes la habías hablado así.

-Las circunstancias me han cambiado-dice en voz baja.

Se sienta en la cama y cruza las piernas bajo el cuerpo. Tom se sienta enfrente de él de la misma manera y le mira preocupado.

-Llevamos mucho tiempo separados y nos hemos distanciado. Ya no me cuentas nada, y cada vez que llamo no estás en casa porque has salido con ese tal Alex.

-Me sentía solo y él estaba ahí, me hace compañía cuando tú no estás a mi lado.

-Ahora lo estoy, y no te pienso volver a dejar. Ya me encuentro bien, puedo volver a cuidar de ti como en los viejos tiempos-e dice sentándose a su lado y abrazándole.

-No necesito que me cuides, no soy ten frágil como un niño bebe-dice soltándose de su abrazo.

-Vaya, pues si que has cambiado-dice levantándose.

Está a punto de salir de la habitación cuando la voz de su hermano le detiene.

-Perdona, he sido muy cruel contigo. Por favor, no te vayas. Quédate esta noche conmigo, como en los viejos tiempos-le suplica desde la cama.

Tom aprieta el manillar de la puerta en su mano. Sus palabras le han hecho mucho daño, que le dijera que ya no necesitaba que cuidara de él, cuando es lo que más quiere hacer en el mundo. Saber que le necesita a su lado, que sin él no puede vivir.

Pero también es verdad que le ha echado mucho de menos, sobretodo por las noches. Desde que se separaron, no ha podido dormir una noche entera. Se despertaba porque sentía que le faltaba algo, alargaba la mano en la oscuridad por su cama y solo tocaba la frialdad de las sábanas. Echaba de menos el calor de su cuerpo, el roce de su piel contra la suya, el dormir abrazado a la persona que más amaba en el mundo.

Suspira y se aleja de la puerta. Se gira y le ve esperándole de rodillas en la cama, suplicándole con la mirada que no le abandone.

Camina hacia él y le abraza fuertemente notando con gran alegría que se aferra a su cuerpo suspirando.

-Echaba de menos tus abrazos-dice con una sonrisa.

Tom ríe y le besa la frente. Se separan al cabo de unos minutos y comienzan a hablar como si la discusión no hubiera tenido lugar.

Tom le cuenta todas las noticias sucedidas en su ausencia mientras él cena sin ganas. Al cabo de media hora llaman a la puerta y Simone se asoma, sonriendo al verlos juntos de nuevo y entra para desearles buenas noches.

-Lo siento mucho, mamá-se disculpa Bill cuando le abraza.

-Prométeme que no lo volverás a hacer, me tenías muy preocupada-le suplica besando su frente.

-Te lo prometo-le asegura devolviéndola el beso.

Simone se va a acostar y deja que sus dos hijos sigan hablando y poniéndose al día.

Al cabo de una hora Tom cree que ya es hora de dejarlo y acostarse tras ver como su hermano bosteza por tercera vez.

-Ya es muy tarde, mañana seguimos. Voy a ponerme el pijama y cuando vuelva te quiero ver metido en la cama-le ordena con una sonrisa.

Bill asiente y espera a que su hermano se haya ido para asomarse a la ventana de nuevo. Pero no hay luz en la ventana de enfrente era muy tarde, pero albergaba la esperanza de que le estuviera esperando.

Decide hacer lo que le ha pedido su hermano y se mete en la cama a esperarle, echado de lado sin apartar los ojos de la ventana, viendo la suya a través de la descorrida cortina.


Minutos después oye que se abre la puerta de su habitación y sonríe cuando siente hundirse el colchón bajo el peso de otra persona. Se da la vuelta deprisa, solo para encontrarse con gran terror con la cara de su padre, que le sonríe con lascivia y le pide silencio llevándose un dedo a los labios.

Separa los labios intentando gritar, pero la voz no le sale. Levanta las manos formando dos puños con ellas con los que golpea el aire desesperado.

Unas manos le cogen por las muñecas y su voz por fin sale transformada en un débil susurro.

-No…..por favor….-solloza muy bajito.

-¡Bill! Soy yo, Tom….tienes una pesadilla…despierta-jadea tratando de evitar sus puños.

Solo entonces los ojos de Bill se abren y reconoce la silueta de su hermano dibujada en la oscuridad. Jadea intentando recuperar el aliento mientras las lágrimas bajan por sus mejillas.

-¿Tom?-pregunta asustado.

Tom asiente y le suelta las muñecas cuando ve que los puños se aflojan. Se levanta de encima de él y da la luz.

-¿Una pesadilla?-pregunta como si no lo supiera.


Cuando regresó de ponerse el pijama en su habitación le encontró ya dormido en la cama y se echó a su lado dispuesto a dormir, para despertarse minutos más tarde al sentir que su hermano se agitaba en sueños y sollozaba.

Bill asiente levantándose de la cama. Camina tambaleándose hacia el baño.

-¿Te ayudo? ¿Necesitas algo?-le pregunta levantándose también.

-Solo necesito un momento a solas-le susurra enfadado.

Entre deprisa y canda la puerta por si se le ocurre entrar a pesar de su negativa. Da la luz y se gira para ver en su reflejo que en sus ojos está de nuevo el miedo. Se acerca al lavabo y coge agua con las manos para lavarse la cara hasta tres veces. Se la seca en la toalla notando que las manos le tiemblan.

Sabe que es porque no ha vuelto a tomar su medicina, lleva dos días sin hacerlo. Alex tenía razón. Tras unos maravillosos momentos de felicidad, la tristeza había regresado con más fuerza que nunca, y con ella las pesadillas.

Ahoga un sollozo y abre deprisa su neceser de maquillaje, rebuscando en el fondo hasta que encuentra una de sus pastillas. La coge con manos temblorosas y se la introduce en la boca, volviendo a coger agua con las manos y tragándosela con esfuerzo rezando para que le haga efecto enseguida.

-Bill-llama su hermano a la puerta suavemente.

Cierra los ojos apretando los labios para que de ellos no salga lo que de verdad le quiere contestar. Quiere gritarle que le deje en paz, que deje de preguntarle si está bien cuando está claro que no es así.

-Ahora salgo-logra decir con voz ronca.

Respira hondo un par de veces y cuando creer que ya se ha calmado un poco abre la puerta para enfrentarse a su hermano.

Tom le ve salir del baño y arruga la frente al ver su rostro pálido. Quiere estrecharle en sus brazos, pero sabe que en esos momentos puede ser un error. Se aparta y le deja pasar. Le ve tumbarse en la cama con dificultad y taparse hasta arriba cuando su cuerpo comienza a temblar.

-¿Quieres que me vaya?-le pregunta sin moverse de donde está.

-Quiero que me abraces-le contesta con dificultad.

Tom corre a su lado y se mete deprisa en la cama atrayéndole a su cuerpo.

-¿Tienes frío?-le pregunta preocupado.

Bill asiente contra su cuello y suspira echándole el aliento.

-¿Me lo quieres contar?

-Lo quiero olvidar.

Tom se tiene que conformar con esa respuesta, sabe que no va a volver a hablar. Solo lo consiguió un día en el que bajó la guardia y le confesó que era su padre quien salía en sus pesadillas, pero le dio la vuelta al asunto para que creyera que era porque se acercaba el aniversario de su muerte y le echaba de menos.

Cuando él sabía que era todo lo contrario, que cuando su padre murió por fin pudo respirar aliviado.


Se pasa toda la noche sin dormir, abrazándole con fuerza mientras duerme profundamente. Vela su sueño toda la noche para que no se torne violento.

Ve amanecer desde la cama a través de la cortina no echada. Decide levantarse al ver que su hermano sigue plácidamente dormido. Se separa de su cálido cuerpo y se levanta bostezando.

Se muere de sueño, pero hasta que los de su hermano no vuelvan a ser placenteros él no descansará. Se acerca a la ventana para echar la cortina y que el sol no despierte a su hermano, cuando se fija en que hay alguien en la ventana de enfrente.

No le da tiempo a ver quien es, porque se esconde cuando le ve aparecer, pero su sexto sentido le informa de que es ese tal Alex que tanto menciona su hermano.

Corre las cortinas con furia. Debería de llevar mucho tiempo observándoles dormir, espiándoles desde su ventana.

Se gira y entra en el baño para lavarse la cara. Ve sobre el lavabo el neceser abierto de su hermano, con todas sus pinturas asomadas. Pero hay algo que le llama la atención.

En el fondo hay varias pastillas sueltas. Coge una y la observa con atención. Son de las que sabe que está tomando, o que debería de hacerlo.

También sabe que desde que lleva “encerrado” en casa las guarda su madre bajo llave. Tiene miedo de que con la recaída que sufrió vuelva a intentarlo, a terminar con su vida de una trágica manera.

Deja las pastillas en su sitio. Deja todo tal y como está para que su hermano no sepa que ha descubierto su secreto. De nuevo.

Toma una drástica decisión. Llamará a David para pedirle que aplace la entrevista del día siguiente, le mentirá diciendo que es él el que se encuentra mal. Esa era la última entrevista y luego se tomarían unos días para poder descansar y celebrar sus cumpleaños en familia.

Se quedará en casa esos días, al lado de su hermano tal y como le prometió aquel lejano día. No permitiría que les volvieran a separar. Cuidaría de él hasta que se pusiera buen.




Baja a desayunar con su madre, esperando impacientemente a que se despierte su hermano.

-Que raro, hacía mucho que no se le pegaban las sábanas-comenta su madre como si nada.

Tom no le contesta, sabe que era porque no se tomaba la medicación.

-Será porque anoche trasnochó, y luego os quedasteis hablando hasta tarde.

-Teníamos muchas cosas que decirnos-dice en voz baja.

“Aunque por lo visto se calló la mitad”.


Termina de desayunar y decide ir a despertarle. Entra en la habitación y sonríe al verle dormir tan plácidamente. Las pesadillas terminaron, de momento.

Deja a un lado la bandeja del desayuno que le ha subido y va hacia la ventana para dejar entrar el sol. Mira la ventana de enfrente, pero no hay nadie espiando escondido.

-¿Tom?

Se da la vuelta y se acerca a la cama. Su hermano se está despertando con esfuerzo. Continúa con los ojos cerrados mientras bosteza y se estira en la cama.

Se siente en ella y espera a que abra los ojos del todo y enfoque la vista.

-¿Has dormido bien?-le pregunta apartándole el pelo de la cara.

Bill asiente con la cabeza y se echa de lado para verle mejor. Ve la bandeja del desayuno y la señala con un dedo.

-¿Y eso?

-Te he subido el desayuno, sabía que no estarías en condiciones de bajar.

-Tengo el estómago revuelto, no creo que pueda tomar nada-le dice arrugando la frente.

-Seguro que se te pasa comiendo. Venga, hazlo por mi-insiste con su mejor sonrisa.

Bill accede solo para hacerle feliz. Se incorpora en la cama y deja que le ponga la bandeja en las rodillas. Coge una tostada y comienza a comerla sin ganas. Entonces se fija en lo que hay sobre un pequeño plato.

Allí, destacando en la blancura de la porcelana había una pequeña pastilla azulada.

-Que no se te olvide tomártela-le dice su hermano al ver que la mira con atención.

Bill suspira. No pensaba tomársela esa mañana. Solo cuando la necesitara, como esa noche. Ve que su hermano no le quita los ojos de encima, así que alarga la mano y la coge. Se la mete en la boca y coge el vaso de leche que le ofrece su hermano con una sonrisa. Se la traga con esfuerzo y le devuelve el vaso.

-Bien hecho. Bueno, ¿Qué hacemos hoy? Podemos salir a dar un paseo-dice muy satisfecho.

Espera a que le de una respuesta, pero solo se encoge de hombros sin decir nada.

-También nos podemos quedar en casa, así me sigues contando que tal has pasado estos días.

Sabe que en esos momentos está pasando por un bajón y que no tiene ganas de hacer nada.

Bill termina de desayunar con esfuerzo y se levanta de la cama mientras que su hermano recoge la bandeja y sale para dejarla en la cocina.

Entonces se mueve deprisa. Sabe que dispone de pocos minutos para actuar. Entra en el baño y se canda mientras comienza a jadear por los nervios.

Había pasado un año desde la última vez, pero esa vez era distinto.

Destapa el water y recogiéndose el pelo con una mano se inclina rozándose los labios con la otra. Nota como le tiemblan, pero tiene que hacerlo. No quiere volver a quedarse en ese estado de somnolencia perpetua en el que le sumergen las pastillas.

Nota que le baja una lágrima mientras reúne el valor. Suspira y cierra los ojos metiendo los dedos despacio en su boca, provocándose una arcada que le hace doblarse en dos.

Se apoya contra la pared con la mano libre mientras expulsa de su cuerpo la tan temida pastilla. Termina y cierra el water de un golpe, tirando de la cadena,

Se lava la cara deprisa por si su hermano regresa enseguida. Sale del baño tras comprobar que su cara no revela lo que acababa de hacer, viendo que de sus ojos bajan lágrimas de arrepentimiento.

Se vuelve a la cama temblando, cerrando los ojos intentando olvidar eso que ha prometido no volver hacer.



Se pasa toda la mañana dormitando, sintiendo que su hermano sube varias veces a ver que tal está.

Odia que hacer eso. Hace mucho que no está con su hermano, pero no puede hacer nada por impedir alejar de él ese sueño que le embarga.

-Me dijo que esta mañana no se encontraba bien-le dice Tom a su madre cuando le pregunta por él.

-Seguro que ayer le sentaron mal las palomitas del cine-dice Simone sacudiendo la cabeza.

-Seguro-le contesta Tom no muy convencido.



A la hora de la comida reúne todas las fuerzas que puede y baja a la cocina a comer en pijama.

-¿Te sientes mejor?-le pregunta su madre tocándole la frente.

-Un poco-le contesta con la verdad.

-Te he hecho una sopa, para que se te asiente el estómago.

Bill le sonríe agradecido. En esos momentos no tiene fuerzas ni para masticar. Tras tomarse la mitad, lo aparta a un lado apoyando un codo en la mesas y descansando la cabeza en la mano con los ojos cerrados.

Tom y su madre se miran en silencio. Deciden no decirle nada y cuando terminan de comer Tom logra convencerle de que se quede en el salón con él.

Se tumba en el sofá y Tom le arropa con una manta, sentándose a los pies del sofá en el hueco que su hermano le hace mientras busca algo en la tele con que distraerse. Al cabo de unos minutos oye que se ha quedado dormido y apaga la tele para observarle dormir.

Están solos en casa. Su madre ha salido a hacer unos recados y Gordon no volverá de trabajar hasta la hora de la cena.

Oye que llaman a la puerta, y tras comprobar que no se ha despertado corre a ver quien es, llevándose una sorpresa no muy agradable.

Se quedan en silencio mirándose. No se atreven en ser el primero en hablar. Al final Alex desvía la mirada incómodo. Pensaba que ya se habría ido, y por eso se acercó a la casa al ver que su madre salía.

-Venía a ver a Bill.

-Está descansando, hoy no se encuentra bien.

Alex levanta la mirada preocupado, se muere por preguntarle que le pasa, pero viendo la fría actitud de su hermano sabe que no se lo va a decir.

-Le diré que has venido-se despide Tom cerrándole la puerta.


Sabe que se ha comportado muy mal con él, pero se lo tiene merecido. Por pasar tanto tiempo con su hermano cuando él está fuera.



Dos horas después un Bill más animado se despierta sonriendo.

-¿Y esa sonrisa?-le pregunta Tom dejando la revista que estaba leyendo.

-He dormido muy bien. Me siento con fuerzas, he descansado mucho-le contesta estirándose en el sofá.

-¿Vamos a dar ese paseo ahora?-le pregunta tratando de no mirra como se estira.

-Espérame, me doy una ducha rápida y nos vamos.

Se levanta corriendo y sube al baño de su habitación. Se desnuda y entonces ve su neceser abierto sobre el lavabo. La otra noche fue muy descuidado al dejarlo a la vista de su hermano. Lo cierra y lo mete en el fondo de un cajón y entra a ducharse para despertarse del todo.



Tras una hora de paseo regresan a casa hambrientos. Simone sonríe y les prepara la cena, respirando aliviada al ver a su hijo tan animado.

Tras esa temprana cena salen al porche a sentarse en la hamaca. Mientras se mecen en ella, los ojos de Bill se desvían a la casa de al lado, más concretamente al garaje, y no puede evitar sonreír al recordar lo que allí sucedió.

-Vino a verte cuando estabas dormido, se me pasó decírtelo-le dice Tom al ver hacia donde mira.

-Estará preocupado por mí, iré a decirle que ya me encuentro bien-dice levantándose.

Echa a andar antes de que su hermano se lo trate de impedir. Llama a la puerta de la casa y sonríe cuando le abre la puerta.

-¡Bill! Me alegra ver que ya estás mejor-le saluda muy alegre.

-Me encuentro sólo bien, pero en unos segundos me encontraré mejor-dice antes de apoderarse de sus labios.

Alex le acepta de buen grado, haciéndole entrar en la casa y cerrando la puerta de una patada. Se apoya en la pared por la fuerza del beso que Bill le está dando, gimiendo cuando su espalda choca contra la dura pared.

-Lo siento-logra decir Bill antes de introducir la lengua en su boca.

Alex vuelve a gemir, pero esta vez por la impresión. Nunca había visto tanta pasión salvaje en un beso. Le devoraba la boca como si estuviera muy hambriento, bajando las manos hasta su miembro y acariciándoselo con fuerza, pero cuando él intenta hacer lo mismo siente que se pone tenso interrumpiendo las caricias y el beso.

-Perdona, he ido muy rápido-se disculpa al ver que se aleja de su lado.

Bill se le queda mirando. No entiende lo que ha pasado. Se lo estaba pasando muy bien y de repente el miedo vuelve y le hace reaccionar de esa manera. Se abraza el cuerpo con los brazos. Desvía la mirada, no se atreve a seguir mirándolo, no sabe que excusa dar a su comportamiento.

Pero no hace falta que le de una. Alex ya sabe el porque y decide sincerarse, para que sepa que lo entiende y que solo quiere ayudarle.

-Bill, lo sé todo. Sé porque reaccionas así cuando te toco.

Bill levanta la mirada con miedo. Da un paso atrás hasta apoyarse en la pared opuesta.

-¿Quién,…como lo has averiguado?-consigue decir.

-Nadie me lo ha dicho. Desde el primer día que te vi empecé a sospechar que algo iba mal. Y estos días he logrado saber el porque. Solo quiero que sepas que lamento mucho que alguien te haya lastimado de esa manera, que si hubiera estado contigo entonces lo hubiera impedido con todas mis fuerzas.

Bill rompe a llorar al oír esas palabras, era lo que más había deseado esos días, que alguien le defendiera del abusivo amor de su padre.

Alex corre a su lado para abrazarle, ofrecerle su hombro para que llora en el, para que saque de su cuerpo tantas lágrimas acumuladas. Decide que lo mejor es no decirle que sabe que esa persona fue su padre.

Tras largos minutos Bill logra calmarse lo suficiente para poder hablar.

-Si te hubiera conocido en esa época las cosas hubieran sido bien distintas-dice contra su pecho.

-Lo sé, mi amor, lo sé-le dice besándole el pelo.

Bill deja escapar una risa. Le gusta que le llame de esa manera. Le hace sentirse muy feliz. Se separa de él limpiándose las lágrimas de la cara.

-Me tengo que ir. Por lo visto, mi hermano ha decidido quedarse unos días, y le tengo en casa abandonado. No podremos vernos tan a menudo, pero intentaré escaparme unos minutos-le promete.

Le acompaña a la puerta y le besa brevemente los labios antes de hacerle una pregunta que se muere por formularla.

-¿…l lo sabe? ¿Tu familia?

Bill niega con la cabeza.

-No, nadie está enterado. Destrozaría sus vidas, y creo que con la mía ya es suficiente.

Se marcha a su casa respirando hondo por el camino. No esperaba encontrarse bien tras confesarle a una persona su calvario pasado. Pero lo que necesitaba era desahogarse, aunque no lo hubiera hecho con la persona adecuada. Sentía que esa persona tenía que ser su hermano, pero como le había dicho a Alex, con una vida destrozada ya era suficiente.



-¿Una fiesta para mañana? ¿No es un poco precipitado?-pregunta Simone a su hijo mayor.

Están hablando en la cocina. Tom ha aprovechado que su hermano había salido a ver al vecino para hablar a solas con su madre. Quiere darle una sorpresa a su hermano, para animarle, aunque en esos dos días le ha visto muy animado y por las noches no ha vuelto a tener pesadillas.

-Seremos pocos, solo Georg, Gustav y Andreas. Además, míralo de esta manera, no es una fiesta, solo una reunión de amigos. Para celebrar nuestro cumpleaños por adelantado-le explica Tom con una sonrisa-Lo hago por Bill.
Esto basta para terminar de convencerla. Sabe que haría todo lo posible por el bien de su hijo pequeño.

-De acuerdo, aprovecharé para salir a cenar con Gordon. Dese que Bill está en casa he pasado todos los días cuidándole y ha descuidado a Gordon.

-Os lo merecéis, un timeop de descanso.

-Como tú, que ya no podías más. Se me ha ocurrido que también podías invitar a Alex.

-No le conocemos, solo quiero que vengan nuestros amigos.

-Alex es amigo de tu hermano. Se ha portado muy bien con él, y Bill le aprecia mucho. ¿Lo harás?

Tom accede a regañadientes. No le gusta ni un pelo Alex, y menos desde que se pasa la mitad del tiempo con su hermano.

¿Qué harán juntos tantas horas?





-¿Vas bien?-le pregunta Alex entre jadeos.

-Si, no me distraigas-le pide riendo.

Sigue avanzando dentro de él. Es la primera vez que lo hace y se siente muy torpe. Se aferra a su cintura para ayudarse a entrar del todo, suspirando cuando por fin lo consigue, quedándose quieto mientras recupera el aliento.

Tras unos segundos, se mueve en dirección contraria, saliendo para volver a entrar, embistiéndole cada vez más deprisa hasta que siente como el orgasmo le recorre el cuerpo cuando se derrama dentro de él, dejándose caer sobre su espalda cuando las fuerzas le fallan.

Alex se mueve para que salga de su interior. Se ha contenido para no correrse con él, sintiendo su erección a punto de explotar.

Coge otro preservativo de la mesilla y se lo pone deprisa.

-Es mi turno-le dice girándole.

Bill deja escapar un meloso gemido. De deja girar mientras cierra los ojos y quedándose de lado pone una mano bajo su mejilla.

Contiene la respiración cuando siente sus dedos en su interior. Se mueven deprisa, lo que le hace sonreír al saber que está muy impaciente. Una vez preparado, le siente avanzar en su interior, agarrándole con fuerza por las caderas y tomarle el miembro con destreza.

Le quita el preservativo que aún lleva puesto y acaricia su piel con la palma de su mano, pasando los dedos por el y haciendo que se ponga duro otra vez.

Comienza a jadear con cada embestida, a gemir cuando siente el doce de sus dedos sobre su miembro y a gritar cuando le siente derramarse en su interior, logrando que él lo vuelva a hacer en su mano.

Sale de él y le gira para devorar esos labios que todavía tiemblan por la violencia de orgasmo. Rueda con él por su cama, haciéndole descansar sobre su pecho, notando como frota su miembro contra el suyo con suaves movimientos.

Finaliza el beso cuando él levanta la cabeza para coger aire y soltarlo en un profundo suspiro, seguido a continuación de una carcajada.

-Me has dejado echo polvo, no sé si podré moverme en una semana-le dice descansando la cabeza en su pecho.

Alex ríe con ganas mientras le acaricia la espalda, bajando las manos hasta sus nalgas.

-No, otra vez no, por favor. Déjame recuperar el aliento-le suplica riendo.

Alex sube las manos y le besa en la frente.

-¿A qué hora regresa tu madre?-le pregunta con los ojos cerrados.

No quiere que entre y les pille en esa incómoda situación.

-No importa, ella sabe que soy gay y lo acepta.

-Mi familia no lo sabe, no me gustaría que le contara algo a mi madre.

-No te preocupes, que nunca lo haría. Solo sabe que eres mi amigo y pasamos mucho tiempo juntos. No le he dicho nada de lo nuestro.

Bill levanta la cabeza y abre los ojos. Se le queda mirando con expresión preocupada.

-Lo siento, es que no estoy preparado para que nadie lo sepa. Si mi hermano se enterara…todos esos rumores que circulan sobre mí, porque nunca me han visto con una chica, ni siquiera besándome con una fan enloquecida… me gustaría acallar esas voces que tanto daño me hacen, que no entienden que estoy marcado para el resto de mi vida.

Alex levanta una mano y recoge con el dedo la lágrima que se le ha escapado. Le hace recostar la cabeza contra su pecho y le acaricia el pelo mientras le consuela.

-No te pongas triste ahora, no te hagas eso.

Bill levanta la cara y le mira con los ojos llenos de lágrimas. Alex le toma la cara con la mano y le besa en los labios para que no siga hablando, para que no haga que la tristeza se apodere de esos ojos en los que aún brilla la pasión sentida hacía unos instantes.




Se arregla deprisa. No sabía que iban a tener visita y quiere estar presentable delante de sus amigos.

Georg y Gustav acababan de llegar acompañados de Andreas. Le hizo mucha ilusión verles, y más aún cuando su hermano le dijo que era una fiesta sorpresa, por su cumpleaños.

Recibió los regalos que llevaban sus amigos para él y su hermano y solo entonces se subió a cambiarse de ropa y arreglarse tras despedirse de Gordon y de su madre, que les habían dejado la casa para ellos solos durante las 3 próximas horas.

Tras darse un último vistazo en el espejo comprobando que su maquillaje está impecable decide bajar a pasar un buen rato con sus amigos. Sonríe por el camino, recordando que Alex le dijo que la sombra azul le quedaba mejor, y por eso se la había puesto para esa ocasión.

Su sorpresa es mayor cuando le ve de pies en el salón. Está charlando muy entretenido con Gustav que no se da cuenta de su presencia.

-¡Alex!-saluda sonriendo.

-Tu hermano me invitó. Felicidades-le dice entregándole su regalo.

-No tenías que haberte molestado-le dice rozándole los dedos al cogerlo.

-Eso le he dicho yo-contesta Tom molesto.

Tiene entre sus manos la camiseta y al gorra que le ha regalado. Por muy mal que le caiga, tiene que aceptar que ha acertado con el regalo.

Bill abre el suyo con la ilusión dibujada en la cara. Tom le observa abrir el regalo sonriendo. Vuelve a tener esa expresión en la cara que tanto le gusta, abrir un simple regalo y ver como sus ojos se iluminan como cuando tenía 13 años y nada había pasado.

Saca una cajita de joyería y la abre con los ojos muy abiertos, con un brillo en ellos que refleja el de la cadena de plata que oscila delante de ellos. De esa cadena cuelga un angelote con una gran sonrisa en la cara.

Lo coge con los dedos y lo gira para leer la inscripción que siente que lleva por detrás.

“Nunca pierdas tu sonrisa, ilumina con ella el resto de mis días”

Sonríe al leerla y antes de que pueda decir algo, Alex se la coge de las manos y se sitúa detrás de él para ponérsela. Le aparta el pelo con una mano y rodea su cuello con la cadena, entreteniéndose en abrocharla rozándole la piel con la punta de los dedos.

En esos momentos se sienten como si solo estuvieran ellos dos en el salón, en todo el planeta, no hay nadie que se testigo de ese momento tan especial.

Un rayo ilumina el cielo y los hace separase deprisa. Todos ríen por el susto que les ah dado y entre risas comienza la fiesta.

-Parece que va a ver tormenta. Se está oscureciendo como si ya fuera de noche-observa Andreas muy divertido.

-Pongamos música, me quiero divertir-dice Bill riendo.

Todos le apoyan y en unos minutos la casa se llena de risas y música, mezcladas con el sonido de los rayos y truenos que iluminan el cielo.

Traen de la cocina las bebidas que Simone les dejó, haciéndoles prometer que no se pasarían. Bill acepta el refresco que le pasa su hermano, sabiendo que en su estado no puede beber alcohol.

-Feliz cumpleaños-brinda Tom con su hermano.

Da un trago largo a su cerveza sin apartar los ojos de su colgante. Se lo coge entre los dedos para intentar girarlo y leer la inscripción, pero su hermano se lo impide poniendo su mano encima.

-Es privado-le dice sonriendo.

Tom mira sus manos unidas, sintiendo algo que sabe que no debería. Carraspea nervioso y retira torpemente la mano.

-Venga, más alegría-le dice Georg al ver que se han quedado callados.

La fiesta continúa con el sonido de sus risas sobre la música y la fuerte tormenta que se ha desatado.

Bill observa lo bien que se ha integrado Alex, hablando animadamente con Gustav, quien le presta mucha atención. Pasado un tiempo Andreas reclama su atención y Gustav se acerca a servirse otra bebida.

-Vuestro amigo me cae genial-les dice a los gemelos al llegar a su lado.

-Si, gracias por invitarle-le dice Bill a su hermano.

Tom no responde, no separa los labios porque si lo hace la verdad saldría de ellos. Su hermano sabría que él no quiso invitarle, que su madre le había obligado.

Un grito de desolación resuena cuando la luz se va por la tormenta.

-Se os ha olvidado pagar el recibo de la luz-dice Andreas haciendo que los demás estallen en carcajadas.

-No os mováis, iré a por una linterna-se ofrece Bill.

Camina hasta la cocina, pasando cerca de Alex y rozándole la mano para que le siga. Entra en la cocina deprisa, sabe que solo tiene unos minutos de intimidad, y le quiere agradecer el regalo en esos momentos.

Abre un cajón del mueble y saca la linterna para que no se le olvide. Lo está cerrando cuando siente que unos labios comienzan a besarle el cuello.

Aún estando a oscuras los reconoce y se gira para recibir en los labios ese dulce beso y tan deseado, haciendo caso omiso a los relámpagos que recorren el cielo.

Como ese que hace que la cocina se ilumine por unos segundos, haciendo que alguien sea testigo mudo de ese gran amor que ha nacido con más fuerza que la misma tormenta.

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