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Un año después por Sh1m1

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- Demasiada sonrisa, Malfoy.- escuchó a sus espaldas.- Cualquiera diría que estás enamorado.

Draco salió de su ensimismamiento y enfrentó a Zabini, alto y apuesto, con su característica sardónica sonrisa, le estaba mirando desde la columna del dosel de su cama en el dormitorio de Slytherin.

- No sé de qué estás hablando.- dijo sin poder ocultar la sonrisa, mientras llenaba la cartera con los libros del día.

No podía quitarse esa estúpida sonrisa desde el día antes. Sabía lo que le hubiera dicho su padre " un Malfoy nunca muestra la fuente de su felicidad pues es su mayor debilidad". Bien ya no había ningún Malfoy que le dijera nada, pero podía entender a qué se refería. Tristemente él no había tenido muchos momentos de felicidad que hubiera tenido que ocultar.

Bueno, estaba claro que era un sentimiento demasiado bueno, pero querís disfrutarlo aunque fuera en aquel momento, mientras le durara, vivir al día, como estaba haciendo desde que todo acabó solo que este nuevo cariz le era del todo desconocido.

"Te estas convirtiendo en un estúpido optimista Gryffindor" pensó para si mismo.

Tomó rumbo al comedor para el desayuno escoltado por un divertido Zabini, uno de los pocos que seguían a su lado una vez todo volvió a la calma. Aunque de momento no quería contarle el motivo.

Cuando se encontró en el comedor intentó no mirar directamente hacia la mesa de Gryffindor, vamos no seas una estúpida colegiala enamorada, se dijo a sí mismo. Había tenido alguna breve relación anteriormente, con Pansy Parkinson, incluso encuentros con el otro sexo, pero nunca había sentido esa sensación en el estómago. También pensó que ninguno de ellos había sido el mismísimo Harry Potter, la gallina de los huevos de oro del mundo mágico y su némesis durante siete años. Eso le dejaba otorgarse el privilegio de sentir miles de duendecillos de Cornualles revoloteando por su estómago.

Después de untarse unas tostadas y servirse una taza de té, se concedió echar una mirada. Miles de duendecillos bailaron claquet al encontrarse unos ojos esmeraldas fijos en él. Sintió subir el color por sus mejillas al verle lazarle la sonrisa más encantadora que jamás hubiera visto.

Siempre había sido esa, jamás a él desde luego, habría tomado alguna poción para volverlo aún más atractivo, maldito niño dorado, le estaba robando una idéntica sonrisa honesta en mitad de cientos de alumnos. Su reputación de gélido glaciar se estaría resquebrajando como icebergs en el Polo Sur. Podía escuchar los cascotes caer ... Demasiado drama se dijo a sí mismo, y sonriendo ampliamente concentró su mirada en aquellas interesantísimas tostadas y en la charla intrascendental sobre Quidditch que sacó un alumno en la mesa.

Primera clase Post terremoto Hogsmeade como le acababa de bautizar, realmente estaba de un excelentísimo humor esa mañana. Pociones con Gryffindor, sí,gracias a Merlín. Ocupó su asiento de todo los días y escuchó una rápida disculpa y una risa inconfundiblemente juguetona.

- Todo tuyo, Potter.- dijo Zabini, dejando pasar a un sonriente pero algo tímido moreno.

Verlos compartir pupitre ya era habitual, pero no se le escapó el tono burlón del otro, era un "te he pillado, Malfoy"

- Gracias.- contestó y se sentó junto a él.

Podía sentir la energía correr por todo el lado derecho, el que colindaba con él. Su cuerpo deseaba su proximidad, como de dos imanes que estaban casi rozándose sin dejar que terminaran de tocarse.

- Buenos días, Draco.- su nombre nunca había sonado tan bien en boca de otro, debió reconocerlo.

- Buenos días, Harry.- puso toda la intención en pronunciar su nombre de pila, algo que siempre había deseado.

Automáticamente sintió el lado izquierdo del moreno pegarse a su derecho, como si los imanes no hubieran podido aguantar más, gracias a Merlín por ello. Se sentía como si ahora estuviera más completo.

- ¿Tuviste buenos sueños?.- le preguntó Harry, maldito, sonrojándose por tan íntima pregunta.

- Pertubadores.- contestó.- Curioso, nunca había soñado con casas destartaladas con paredes polvorientas.- terminó levantando una ceja y mirándolo profundamente.

Ahora el sonrojado era el moreno, pero sin dejar de mirarle embobado. El aire parecía haberse condensado en ese momento.

- Adoro las casas destartaladas de paredes polvorientas.- con una voz que era puro sexo.

Bien, jugar a esto sabiéndose tan vulnerable a los efectos que unas simples palabras dichas con ese tono ronco no había sido una gran idea pues ahora se encontraba con una incipiente erección y unas ganas obsesivas por lanzarse a lamer los labios de Harry.

No iba a decir que no era una situación que aborreciera pero sí que ojalá hubieran estado solos para poder hacerlo. Por su mirada, Harry, parecía estar pensando lo mismo.

- Quizás, esta noche se repitan mis sueños.- dijo en voz más bajas.

- Eso espero.- la pierna del moreno hacía presión contra la suya. Tuvo que agarrarse a todo su autocontrol para no tocarle, pero se contuvo.

Yo también.- dijo finalmente.

Qué sentido tenía obviar algo que deseaba tanto, volver a sentir su boca, sus manos, acariciar aquella piel bronceada que había atisbado a ver, sentirlo mucho más que contra aquella pared.

Aquella clase de pociones iba a pasar a formar parte de los momento más calientes de su vida, curiosamente junto a los otros que recién había vivido con el mismo león ardiente.

Aprovecharon cada ocasión para rozarse, contuvo el aliento en el momento en el que Potter aprovechó para tocar tan cerca de su entrepierna que casi dejó escapar un jadeo. Puñetero Niño caliente dorado, a menos de 10 minutos de terminar ambos lucían unas erecciones visibles a pensar de la más ancha de las túnicas y no parecía que fueran a bajar en un buen rato.

Ambos tardaron en recoger sus pertenencias, demorando salir a su siguiente clase. Curiosamente Draco se percató que Granger y Weasley no estaban ejerciendo de perritos falderos de Harry por una vez, mierda, eso de puro extraño solo podía significar que sabían algo y querían darles intimidad.

- ¿Te veo luego?.- le dijo cuando estaban prácticamente solos.

- Sí.- dijo Draco.- Arrancándole una enorme sonrisa.

El invernadero esta vacío a la hora de comer.- dijo algo más cerca.- ¿Te parece si improvisamos otro picnic?

¿Realmente estaba hablando de comida?

- Allí nos vemos.- dijo ansiando lo que podría volver a pasar.

Por el resto de la mañana su mente no podía dejar de estar dispersa, clases que se le antojaron interminables hasta que por fin la hora señalada había llegado.

- ¿No vienes al comedor?.- le paró una voz cuando estaba dirigiendo hacia el patio de la escuela en vez de hacia el comedor como el resto de Slytherin.

- No tengo hambre, voy a intentar descansar un rato.

Menuda mierda de excusa acababa de lanzarle a Zabini, el cual estaba dejándole bien claro que no se iba a tragar semejante embuste. Pero le dejó ir sin más preguntas.

No quería parecer un ansioso saliendo corriendo hacia el invernadero, por lo que se obligó a caminar con calma, aunque a buen ritmo, por el tramo que le llevaría hasta allí.

Aproximándose al edificio completamente de cristal pero convenientemente inundado de una vegetación que ocultaba prácticamente su totalidad, les ofrecía un refugio adecuado durante al menos una hora.

Abrió la puerta introduciendo parte de su cuerpo dentro, cuando sintió un tirón que le metió completamente dentro. Lo primero que notó fue su cálidos labios sobre los suyos mientras lo sostenía parando la inercia del tirón con su robusto cuerpo.

Devolvió el ávido beso con todo el deseo que había estado almacenando desde Pociones, agarró el duro culo de Potter para pegarlo más a él si podía, lo que ocasionó que éste depositara un delicioso gemido dentro de su boca.

Podía notar lo duro que se encontraba y refregó su propia dureza contra él al tiempo que se separaba para tomar un poco de aire que no sabía haber necesitado, se miraron con las pupilas completamente dilatadas.

Harry subió una mano hacia su cabello acariciándolo con verdadera ternura y con el anhelo en sus ojos.

- Lo necesitaba.- dijo tímidamente.

- ¿Quieres más?.- dijo Draco aún agarrado a él.

- No lo dudes.- sentenció.

Fue Draco quien lo atacó esta vez, giró a Harry contra uno de los armarios de las herramientas de jardinería que utilizaba allí.

Le quitó la túnica, hoy quería más de él, quería ver y tocar más piel, el moreno se dejo hacer sin ningún problema. Aflojó su corbata y desabotonó su camisa mostrando unos pectorales bien formados, una piel bronceada en contraste con su blanca piel, dos pequeños pezones oscuros que deseaba lamer, y así hizo. Su sabor era maravilloso en su boca, y los gemidos que se escaparon de su boca le animaban a seguir succionando.

Entregado a Draco, Harry se apoyaba contra el armario con la cabeza hacia atrás. Draco se separó un poco y siguió contemplándolo, un reguero de oscuro vello negro bajaba desde su abdomen ocultándose debajo de su pantalón, quería ver cómo continuaba ese camino hacia abajo. Mordiéndose el labio con anticipación.

Desabrochó su pantalón abriendo la tela oscura del mismo, unos calzoncillos de tela azul contrastaban con la piel, demasiada tela cubría el camino que el quería seguir recorriendo, bajó ambas prendas lo que ocasionó que la dura polla de Harry brincara pegándose a su pelvis, era maravillosa como había podido ver brevemente en la Casa de los Gritos, pero tenerlo desnudo delante de él le daba otra dimensión.

La tomo en su mano, sintiéndola cálida y suave, acumulando humedad en la punta, se inclinó hacia abajo para recoger una gota que estaba a punto de correr por su ancho tronco con la punta de su lengua.

Notó como Harry se estremecía al notarlo y se curvaba para darle mas superficie a Draco. Aquella gota era deliciosa, un buen aperitivo antes del almuerzo, quería muchas más.

Levantó la vista y conectó con sus ojos verdes, el deseo le confería un rubor y un enturbamiento en los ojos que le volvía loco. Se acuclilló y siguió mirando directamente a sus ojos mientras sacaba su lengua para que Harry supiera anticipadamente que se disponía a hacer. Con los ojos turbios y bien abiertos, este vio como Draco le regaló una larga lamida desde la base a la punta de su durísima polla. Notó como su cuerpo se tensaba y a la vez se ablandaba como mantequilla sin apartar la mirada de sus ojos.

- Delicioso.- dijo en parte para sí mismo y en parte para él. Quería que supiera cuanto le gustaba.

Harry acarició su pelo, y Draco siguió lamiendo.

- Merlín, esto es demasiado bueno.- dijo entre jadeos Harry.- Pero si no paras voy a acabar en menos que se dice Quidditch.

Draco rió complacido, y se incorporó nuevamente. La entrepierna la notaba totalmente comprimida dentro de su pantalón.

Al ponerse completamente de pie Harry le agarró por la nuca y le beso profundamente compartiendo el sabor a él mismo que había dentro de la boca del rubio.

- Es mi turno.- dijo mientras le giraba para intercambiar posiciones. Aquello sonaba francamente bien.

Le sacó la túnica y desabotonó su camisa revelando una blanquísima piel, sus pezones de un color rosáceo muy suave contrastaban con el pecho que tenía frente a él, una suave pelusa en vez de aquella espesa mata oscura. Dos cuerpos diferentes pero igualmente atractivos y ardientes en ese mismo momento, pensó Draco.

Harry acariciaba sus pezones, recorría sus costillas y su plano abdomen, jugueteaba con la suave pelusa rubia que se sumergía dentro de sus pantalones. En sus ojos había deseo, deleite ante lo que veía, lo que sus anchas manos abarcaban sobre su cuerpo. Sintió por un momento como si quisiera grabarse su cuerpo en la mente con sus ojos y sus manos, pero tuvo que añadir a ellos también con su boca, cuando comenzó a besarle todo el torso.

Sí, aquello era una maravilla, estaba totalmente caliente, reaccionando a cada roce de Harry y deseando el siguiente. Notó sus dedos trabajar con el cierre de su pantalón y aguantó la respiración, un suave calzoncillo verde oscuro tapaba toda su excitación, no duró sobre su piel un segundo. Se la apartó de un suave tirón. Harry no había sido el único en ir acumulando gotas en la punta de su polla, la suya lucía completamente húmeda. Igual que él había hecho, Harry rápidamente las retiró con una pasada de su lengua.

Se estremeció de placer al sentirlo, él no se retiró, siguió lamiendo obligando a Draco a agarrarse al mueble a su espalda. Solo le habían realizado una mamada en su vida, y por Merlín que no se parecía en nada a esta.

Harry se metió toda su polla dentro de la boca, Draco tuvo que morderse los labios para no gritar, agarrándose al fuerte pelo del moreno seguía el movimiento de su cabeza. Ya entendía cuando le había dicho que no podría aguantar mucho si seguía haciendo eso, él tampoco aguantaría mucho, lo reconocía pero era tan jodidamente placentero.

Harry en cuclillas, agarrado a uno de sus muslos, colocó la palma de la otra en una de sus nalgas, apretándolo y acercándolo más aún lo que provocó que estuviera completamente dentro de su boca, notó como hacía esfuerzo para tomarle entero. Y casi se corre al notar su garganta.

- No puedo aguantar más.- dijo separándole lentamente. Harry se separó de él de mala gana, y se incorporó para besarle.

- Te tragaría por días enteros.- le dijo totalmente excitando.

- Siempre que quieras..- contestó, agarrándole de nuevo la polla.

Ambos se contemplaban, querían más. Querían todo el tiempo del mundo para saborearse, pero Harry invocó un Tempus para saber la hora, habían agotado casi toda la hora de la comida y no querían ser pillados por alucinados alumnos de primer curso.

Harry tomó la polla de Draco nuevamente, le miró intensamente mientras la movía rápidamente, ritmo que imitó Draco a su vez, los jadeos se multiplicaron. Casi no podía mantener los ojos abiertos del placer que sentía. La boca de Harry en su oído y su mano trabajando velozmente.

La próxima vez que tenga tu polla en mi garganta, no pienso separarme hasta tragármelo todo cuando te corras.- aquello fue la puntilla final que necesita Draco para correrse salvajemente en la mano de Harry gritando su nombre.

Sintió como su mano era cubierta de aquel caliente líquido tan exquisito.

Se miraron nuevamente y ambos sonrieron cómplices mientras realizaban un par de hechizos de limpieza.

Recolocaron sus ropas, pero Harry aún llevaba torcida su corbata, Draco se acercó a ponérsela derecha y Harry le tomó de la cintura.

- Me vuelves loco.- le dijo sencillamente.

- Y tu a mí. - sentenció con un beso en sus hinchados labios.

 


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