Harry lucía una sonrisa como pocos habían visto antes en él, un chico sin preocupaciones, algo que muy rara vez se podría haber dicho sobre él, siempre metido en algún asunto, bien por propia voluntad o como solía ser común, obligado por los acontecimientos.
¿Este era el regalo que le tenía guardado su destino? ¿Poder estar cerca de la persona a la que amaba, y que esta estuviera interesada en él?
Desde el día que descubrió que era un mago y que no tendría que vivir más con sus odiados tíos, Harry no se había sentido así de feliz, ni siquiera cuando destruyó a Voldemort, raramente podría considerar ese día feliz para nadie.
Intentando apartar esos turbios pensamientos, no iba a dejar que nada ensombreciera ese momento que tanto había deseado. Draco le sonreía abiertamente desde el otro lado del Gran Comedor. Malditas casas que hacían que no pudiera pasar las 24 horas del día con él.
Pero pronto llegaría la Navidad, y tenía planes para ellos, esperaba al menos que Draco no se sintiera acosado o incómodo con su propuesta. Quedaba menos de dos semanas para que comenzaran las fiestas y él tenía intención de volver a Grimmauld Place, a principios de curso ni siquiera se lo había planteado, podría haberse quedado en la escuela como otros años, o haber ido a la Madriguera con los Weasley, pero este año quería celebrar una Navidad mucho más íntima con su adorada serpiente, se le hacía la boca agua de tan sólo pensarlo.
El objeto de sus deseos tenía su tan característica ceja levantada, su cara debía ser todo un poema, pues el otro debía haber reconocido parte de sus anhelantes deseos.
Le hizo un gesto, para que pudieran verse más tarde. Aún se sorprendía de estar compartiendo aquello con el rubio, si años antes alguien le hubiera dicho algo al respecto, después de haber vomitado por horas le hubiera roto la cara por sugerirlo. Ahora, tal acto de violencia se lo reservaba al que osara apartarlo de su lado, y no estaba para que le provocaran, sentía una sensación de posesión que a veces le hacía sentir incluso mal, pero todo eso se le borraba de la mente cuando aparecía Malfoy en escena.
Se estaba dejando llevar, había decidido que le gustaba demasiado la sonrisa que ponía Harry cuando le decía que sí, ¿se podría estar volviendo adicto a esa deliciosa sonrisa? Bueno, si así era, iba a tratar de disfrutarla todo lo que pudiera, ya que los jadeos que emitía cuando se tocaban era clara rival para su "top 5 de las cosas que más me gustan de Harry Potter"
Algo maravillado del poder de Harry de encontrarle en cualquier lugar del Castillo, se separó del resto de sus compañeros esperándolo, sin fallo, llegó al cabo de 5 minutos, ¿le habría lanzado algún hechizo localizado? Debería preguntárselo, pero mierda, aquella maravillosa sonrisa de nuevo, le noqueaba, sí.
El Gryffindor fue directo a por sus labios, el top 5 sabía que rápidamente se le iba a quedar corto, mientras más conocía al chico en ese nuevo aspecto de su relación, más adicto se volvía.
- Hola.- dijo medio asfixiado cuando finalizaron el beso.
- Hola.- dijo algo sonrojado el otro.- No pude resistirme.
Bien, al menos no era el único adicto en aquella relación.
- Quería hablar contigo.- hizo una pausa, como tomando valor para lo que fuera a decirle, profundizando su mirada esmeralda dentro de él.- Quedan dos semanas para las vacaciones de Navidad, ¿qué piensas hacer esas dos semanas?
La pregunta la había realizado tan rápidamente que una vez su cerebro la descifró, el color abandonó sus mejillas, no lo había pensando, pero obviamente, no tenía ningún lugar al que regresar, ni en Navidad ni después de la escuela, esa realidad ante la que no había querido pensar aún, le acaba de golpear en mitad del pecho.
No quería tener un ataque de pánico delante de Harry, todo estaba yendo tan bien, y su realidad volvía a golpearlos de nuevo, Hogsmeade había sido su primer contacto con la suerte que viviría Draco, pero era nimia en comparación con el futuro que le esperaba una vez saliera de la escuela.
Harry le miraba con pesar, estaba claro que no había sido esa la reacción que había esperado de él.
- Draco, yo…- sus manos se sentían calidas sobre sus hombros, pero aún así no llegaron más adentro, donde el frío le estaba rompiendo.- Querría que vinieras conmigo a Grimmauld Place, ¿querrías?
Draco elevó sus plateados ojos, que ahora mismo eran dos pozos de pesar para colocarlos sobre las esmeraldas que tanto adoraba.
- No creo que pueda abandonar el Castillo, Harry.- no había tenido permiso para ir unas horas a Hogsmeade, mucho menos tendría posibilidad de conseguir un aprobación de dos semanas alejado de la supervisión de los profesores.
- ¿Pero querrías?.- Una tímida sonrisa apareció en el semblante de Harry, asombrado de cómo conseguía calentar su corazón con aquellos simples gestos, se quedó pensando sobre ello.
Dos semanas con Harry, en su casa, ya no era solo su corazón lo que se había calentado, y el color volvió a sus mejillas, aquel gesto hizo que la sonrisa de Gryffindor luciera tan cegadora como los rayos del sol en julio.
- Prometo darte todo el espacio que necesites, tendrás tu propia habitación.- deliciosamente radiante, pensó Draco.- ¿Qué me dices? ¿Querrías?
- Sí.- le dijo atrayéndolo hacia él y besándolo dulcemente.
Sólo él podía animarle tras sumergirse en el pozo negro que era su futuro.
- Déjalo de mi parte.- le dijo sobre los labios.
- Claro, ¿quién podría resistirse al Salvador del Mundo mágico?.- lo dijo sin pensarlo mucho, hacía tiempo que habían dejado las puyas.
Pero Harry, para sorpresa de Draco, sacó pecho y adoptó la pose de la estatua que esculpieron en el nuevo atrio del Ministerio, un Harry vencedor, había sido portada del Profeta más veces de las que le parecía razonable al rubio.
- Nadie.- soltó el moreno, uh mierda, cómo podía ser tan confinadamente sexy.- Excelente esa es la reacción que espero.- concluyó partiéndose de risa.
- Estúpido.- le dio una colleja, mientras seguía haciendo su pose de Salvador tipo El profeta, haciéndole volver a su pose habitual.
- Au.- se quejó Harry.- No sientes ningún tipo de respeto por mi excelente interpretación.- se acariciaba la cabeza tras el golpe, pero no dejaba de sonreír divertido.
- Ninguno.- concluyó Draco, volviendo a por más a los labios de Harry.