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El sexo no lo es todo... o sí por Misakiyeah

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Notas del capitulo:

+50.000 visitas tiene la novela aquí en amor yaoi y me siento muy afortunado de que guste a la gente! 

 

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La comida se me atragantó desde que oí RiRi, tenía que salir de allí e ir directamente a Cielo para advertir a RiRi, no podía arriesgarme a llamarla por teléfono y que Bill me oyese, sería mucho peor.


-Venga Sam, deja de remover la comida y come -ordenó con el ceño fruncido.


-Es que no tengo hambre... -susurré-. Deberíamos irnos a casa.


-¿A casa? Mi niño se quiere ir a casa -dijo mientras cambiaba su mirada a una lasciva-. A mí se me ocurren varias cosas que podríamos hacer en casa, o aquí...


Comenzó a acariciarme la mejilla de forma persuasiva, mientras moviendo sus dedos de forma cariñosa.


-¿Sabes? Me encanta que tu cara sea tan suave, es relajante -comentó mientras seguía acariciándome-. Eres perfecto.


Mi sonrojo se hizo notar, desvié la mirada hacia el plato de comida para que no me viese como un tomate, pero un dedo intentaba entrar en mi boca.


-Chúpalo -¿de verdad me estaba pidiendo esto? Lo miré de reojo, con una mezcla de sorpresa y vergüenza-. Quiero que mi zorrito chupe mi dedo, hazlo.


No sé por qué, pero no me atrevía a decirle que no. Era un momento bonito, cálido, silencioso y además no había nadie allí...


Lentamente comencé a lamerlo, mientras le miraba tímidamente. Me sentía un poco tonto al estar lamiendo un dedo, pero su cara era de pura lujuria, imponía. Poco a poco lo fui introduciendo en mi boca mientras él empujó un segundo dedo en mi boca, sacándome un pequeño gemido.


-Joder, si me provocas así no se puede ser romántico -gruñó.


De un momento para otro, estaba empotrado en la pared, entre sus brazos siendo embestido fuertemente por él, quien acallaba mis gemidos con besos en mis labios, quedándose solo en pequeños jadeos. Estaba excitado, no sé por qué, mis hormonas estaban revueltas.


Aprisioné más su espalda con mis piernas como señal para que fuese más rápido, orden que acató rápidamente. Había momentos en los que pensaba que me rompería si seguía así pero no quería que parara, quería romperme con él.


Cuando acabamos, nos limpiamos lo más rápido que pudimos, sobretodo yo, que había recuperado el miedo a que entrara algún camarero o camarera. Bill me miraba divertido, vistiéndose a ritmo mucho más lento.


-¿Qué? -refunfuñé sonrojado, terminando de ponerme los pantalones.


-Te ves hermoso así, nadie va a entrar, no te preocupes. Dije que saldríamos cuando acabásemos de comer -comentó gracioso, guiñándome un ojo.


-Tonto -rechisté, poniéndome bien la camiseta-. Bill, estoy cansado... quiero ir a casa -murmuré, necesitaba distraerlo para que no se fuese al trabajo.


-Está bien, mi zorrito necesita descansar -respondió, acercándose para propinarme un beso en el cabello-. Vámonos anda.


-¡Espera! -lo detuve del brazo-. No te has abrochado la camisa -dije, comenzando a abrochársela, mientras sentía su mirada clavada en mí.


El camino en coche se me hizo corto, Bill estaba meloso, me acariciaba, me daba besos cuando el semáforo se ponía en rojo, intentaba estar conmigo el máximo tiempo posible, no sé por qué pero me sonaba a despedida. Solo me limitaba a corresponderle y suspirar interiormente, dentro de dos semanas todo se habría acabado. Al llegar al hotel Palace, estacionó justo en la entrada.


-Sube a descansar, vendré lo más pronto posible -dijo dándome un beso en la frente-. Tengo trabajo.


-Está bien... -cerré los ojos para recibir su beso-. Nos vemos después.


Lo despedí desde fuera del automóvil, y hasta que no lo perdí de vista proseguí con mi plan. Entré en el Palace sacando mi teléfono, llamando un poco histérico a RiRi, pero me saltaba el buzón de voz, ¿por qué tenía que ser tan despreocupada esta mujer? Me ponía de los nervios.


Corrí por las calles de Nueva York como si fuese un auténtico paparazzi, intentando llegar lo antes posible para avisarle de que le estaban tendiendo una trampa. La gente me miraba como si estuviese loco, normal, yo también me hubiese mirado de la misma forma.


Al estar en la entrada de Cielo, volvió a imponerme como la primera vez. Hice la cola que había, aún era de tarde pero ya había fila para entrar, no me lo podía creer. Al llegar delante del segurata, un gorila de dos metros bastante pálido y ojos marrones que me miraba con una cara de confusión.


-DNI -ordenó frío.


-Eh... -mierda, había olvidado que a los menores de edad no les dejan entrar a las discotecas y menos a mí, que siempre me solían poner menos edad de la que tenía-. Pues -comencé a reír nerviosamente-. ¡Se me ha olvidado en casa!


-Pues ya puedes volver por donde has venido -dijo, mientras dejaba pasar a unas chicas que estaban detrás de mí.


-Espera Valerio, ¡viene conmigo! ¿No es así pequeño? -de repente noté como un brazo me rodeaba el cuello, y era él, Alexander Mangliano.


-Sí, ¡claro! -sonreí un poco nervioso, mientras el guardaespaldas nos dejaba pasar.


Entramos en la discoteca y era el mismo ambiente de siempre, olía a puro sexo, hormonas, música a tope y luces de láser apuntando en todas direcciones. Alexander llevaba puesto un traje blanco y una corbata de color azul.


-No sé qué hace un cachorrito tan inocente como tú por aquí, pero creo que necesitas mi ayuda, ¿no? -la verdad es que tenía razón, sin él no podría haber entrado al antro.


-Alexander, yo... bueno, no suelo venir a este tipo de sitios pero tengo una amiga a la que necesito ayudar -le susurré al oído, ya que bajó un poco la cabeza para que le hablara.


-Tranquilo, ya sospechaba que sería algo así. Pues bien, ¿a qué esperas, necesitas ir a la zona V.I.P, me temo, a que si? -preguntó mientras le asentía.


Subimos juntos a la planta de arriba, pero esta vez llevaba su mano en mi cadera, cosa que no me acababa de gustar, aunque no estaba en posición de quejarme de nada. Al llegar, recordé la frase de Bill antes de ponerme a buscar a RiRi como loco: "he mandado a Harold y a otro de mis guardaespaldas a que la vigilen de lejos" mis pies comenzaron a temblar antes de comenzar.


-Alexander, tengo un problema... -dije mientras acercaba mis labios a sus oídos para hablarle, él solo me miro haciéndome una expresión como para que le siguiera contando-. No me pueden ver aquí, ya sé que esto es muy oscuro y casi no se ve nada, pero aun así no puedo arriesgarme.


-Ya veo, ven por aquí entonces -me cogió de la mano, mientras que con la otra iba escribiendo algo en el móvil, nos dirigimos hacia la otra punta, donde se encontraba un joven que llevaba una camiseta negra y un delantal amarrado en la cadera, era un camarero.


-Alexander último favor que te hago, ¡el cuarto de material no es un picadero! -rechistó el de pelo negro con mechas verdes, era moderno.


-Tranquilo Josh, ya te lo compensaré monino -dijo cogiéndole del mentón, mientras que me arrastraba dentro de la salita.


-No es donde esperaba llevarte, pero creo que esto vale -comentó sonriendo, mientras se rascaba la cabeza.


-¡Muchas gracias Alexander! No esperaba que fueses tan amable conmigo... -comenté mientras me acariciaba mi brazo, mirando al suelo. Solo lo tenía como un pervertido, y ahora me arrepentía.


-No te preocupes, si no me equivoco, ahora necesitas que vaya a donde tu amiga para decirle lo que le quieres decir, ¿no? -preguntó sonriendo.


-Sí, bueno...pero es que no puedo contarlo -suspiré.


-No creo que te queden muchas más opciones, Sam, no diré nada, no traicionaré a un cachorrito como tú. Seguro que no es nada malo -respondió mientras se apoyaba en la puerta.


-Está bien... -terminé contándole todo, como conocí a RiRi, lo que consumía y la trampa que le estaban tendiendo, pero sin mencionar a Bill en ningún momento, no quería que Alexander pensara que mi novio era un extorsionador, porque en cierta parte, ¿no lo era, no?


-Vale, pues espérame aquí, iré a buscar a tu RiRi, será mi forma de agradecerle que me presentara a un chico tan guapo -dijo antes salir, riéndose.


Esperé paciente al principio, pero el tiempo iba pasando y pasando y Alexander no aparecía, ¿habría desistido en la búsqueda de RiRi? Quizás solo me había tomado el pelo, o quizás estaba con ella, o quizás le había pillado Harold y el otro guardaespaldas llamado David, comencé a comerme las uñas solo del nervio que me suponía estar solo esperando, no me gustaba que hiciesen las cosas por mí.


De repente, la puerta se abrió, dejando ver a Alexander con RiRi entre sus brazos, ¿desmayada?


-¿Qué le pasa? -pregunté acercándome a verla desde más cerca-. ¿Qué le ha pasado?


-Tranquilo, se ha desmayado mientras volvía conmigo, nadie la ha visto excepto yo -respondió mientras cerraba.


-Tenemos que sacarla de aquí, Alexander, por favor -supliqué mirándole con mi cara de niño desvalido, aunque no mentía, la verdad es que sí que estaba desvalido, necesitaba su ayuda sí o sí.


-Te ayudaré, pero no será gratis, soy un empresario al fin y al cabo, ¿sabes? -preguntó retórico, sin dejar su sonrisa de lado.


-Dime qué es lo que quieres, aceptaré lo que sea -respondí serio, sabía que al final sacaría su lado malo.


-Eso suena tentador... -dijo lamiéndose los labios-. Pero me conformo con una cita, si todo sale bien, tendrás una cita conmigo, no te pido el mundo, cachorrito.


-¿Solo eso? Pensaba que tú...-suspiré aliviado, otra vez había pensado mal de él-. Las citas que quieras si la sacamos de aquí -no sé por qué, pero pensaba que me iba a pedir algo mucho más perverso.


Ahora solo pedía que la diosa de la suerte me acompañara y que nadie nos pillara, no me quería imaginar a Bill si se enteraba de que yo, el que estaba cansado y supuestamente descansando en el hotel, estaba ayudando a fastidiarle un negocio.

Notas finales:

+50.000 visitas tiene la novela aquí en amor yaoi y me siento muy afortunado de que guste a la gente! 

 

Podéis encontrar más capítulos en https://www.wattpad.com/46313129-el-sexo-no-lo-es-todo-%C2%BFo-si-cap%C3%ADtulo-23-toda-ayuda <3

 


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