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Serpientes y leones por Sh1m1

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Notas del capitulo:

La inspiración me volvió a coger con esta historia, me encanta cuando me pongo a escribir y sale de un tirón.

Os dije que serían 3 capítulos, pero no, cuando escriba el 4 os digo. No me gusta que las historias me hagan esto, pero bueno también es lo bonito, que tengan vida propia.

Estas no son mis horas habituales de publicar, pero no me quería ir a la cama sin subir este capítulo que escribí en el día de hoy.

Está poco revisado, perdonad los posibles fallos de gramática y ortografía.

Espero que os guste.

Besos, Shimi.

Capítulo 3. Londres


Theo andaba contrariado, la despedida con los exGryffindors había sido cordial, pero nada más.

Cualquiera después de esas dos noches de puro sexo ardiente hubiera esperado algo más. No sabía qué más pero si algo diferente a “Que te vaya bien, Nott”.

¿En serio? Aquella era la despedida más pésima que había tenido hasta el momento. No se consideraba alguien con baja autoestima, pero aquello no cuadraba con lo vivido hacía escasas horas y allí estaba ella con una sonrisa y aquellas estúpidas palabras.

Algo como “fue estupendo” o “llámame y hazme tuya”… algo diferente, tampoco es que se plateara nada más con la castaña. No frecuentaba relaciones, pero aquella indiferencia le resultaba grosera, muy grosera.

La cara de su amigo no lucía mucho mejor, realmente el moreno había bebido más de lo aconsejado y lucía una bonita resaca, era estúpido, hubiera podido tomar una poción contra ello. Pero ahí estaba, como un muerto en vida esquivando a conciencia la mirada de determinado auror.

Al menos los otros dos fueron realmente cordiales con ellos, era buen tipo ese Longbotton, y ella, bueno, no creía que su nombre y el aburrimiento pudiera nunca ir en la misma frase.

En la oficina de trasladores se separaron, tentado a tener unas palabras a parte con Granger desistió cuando ella tomaba un memorándum que le llegaba en esos momentos y su rostro aunque hermoso avecinaba tormenta.

Oh, gracias ya había tenido su ración por ese día.


—Llévame a casa, y déjame morir allí como un buen amigo—le pidió Blaise.

Con eso sí podía cumplir, pensó dando una última mirada a Granger


Blaise se sentía a punto de estallar, nunca, nunca bebía tanto, le parecía del todo vulgar llegar a ese estado y más tener tremenda resaca al día siguiente. Sí, podría haber comprado alguna poción para ello, pero la nebulosa de estar entre los brazos de Ron Weasley diciéndole tonterías de enamorado le hacían preferir el coma en vida en el que se encontraba.

Evitó al auror todo el tiempo posible, y con un simple “Adiós” se despidió de todos. No, no le miraría más.

Cada uno en su esquila del cuadrilátero, gracias. Ya había tenido suficiente del pelirrojo. 

Él quería volver a su vida, a su modo de llevarla, y no a sentirse tan estúpido de no entender un no y seguir insistiendo mientras le miraban con condescendencia.

Mierda, eso le había jodido. Él era fabuloso, no un baboso, gracias a Merlín nadie vio eso y dudaba que Weasley fuera a hablar de su experiencia homoerótica con él. Él en su lugar no iría alardeando de que iba besando chicas por ahí.

Dormiría, tomaría la condenada poción, comería y al día siguiente volvería a ser el de siempre. Seguro.


o0o


Theo giraba la carpeta que llevaba entre sus manos con la renovación de los permisos del Club, hacía un mes aproximadamente, pero la idea seguía rondando su mente. 

Quizás una visita de cortesía ya que estaba en el Ministerio no fuera tan mala. Eso solía pasar, ¿no? Bien ellos no eran amigos que se visitaran, pero él quería comprobar algo.

Caminó hacia el departamento de Leyes mágicas algo nervioso, pero decidido, Theodore Nott no era un cobarde y nunca lo había sido. Una visita de cortesía seguro que la hacía bufar y eso podría ser divertido.

Era un departamento atestado de pergaminos, no podía comprender como nadie podía trabajar en ese desorden de papeles, pero salió de sus pensamientos cuando chocó contra él una chica con lágrimas en los ojos.

Buscó a quien preguntar por la morena entre las pilas de pergaminos y volúmenes completamente polvorientos. No podía imaginarla en aquel ambiente, sinceramente.

—Disculpe ¿Hermione Granger?—preguntó a lo que parecía un moño alto.

La anciana bajo el moño parecía tan antigua como muchos de los rollos allí apilados. Sus ojos acuosos se abrieron cómicamente, y señaló una puerta más adelante.
Él le sonrió y agradeció la indicación con la mejor de sus sonrisas.

Delante de la puerta, tomó por un momento aire, si fuera sincero consigo mismo se diría que deseaba verla, y como allí en su cabeza no había nadie juzgando, se dio ánimos y llamó con decisión.

—Adelante—le llegó la voz firme de Granger. Mierda su sola voz le transportaba a aquella habitación de Rumanía.


Theo no hubiera podido esperarse el orden reinante en aquel despacho, la antítesis del caos exterior, y en medio del lugar en una pulcra mesa, Hermione Granger, tan hermosa como la recordaba sumergida en la redacción de un documento con su vuela pluma mientras ojeaba otros documentos.

—Te he dicho mil veces que hables y no te quedes ahí mirándome como un pasmarote, Lucy—dijo molesta, pero sin mirarle.

—No sé si esa tal Lucy salió corriendo con lágrimas en los ojos hace unos segundos, pero no me extrañaría—dijo divertido Theo cuando ella alzó la vista hacia él—. Buenos días, Granger.

—¿Nott?¿Qué demonios haces aquí?—dijo ella aún sentada.

—Yo creo que realizando una visita de cortesía—contestó.

—Solo tú podrías hacer esas tontas cosas—dijo dirigiendo una nueva mirada a su vuela pluma que esperaba mirándolos a los dos intermitentemente.

—Ya sabes, estúpidamente cortés, ¿no?

—Absolutamente—dijo finalmente levantándose. Ella vestía pulcramente un traje de chaqueta, pero el sabía todo lo que escondía esa ropa e involuntariamente reaccionó dando un paso hacia adelante—.Y bien… ¿Hola?

Él río, tenía algo que le recordaba a su amigo Draco, tenía un don para sonar desagradable con escasa palabras.

—¿Qué tal todo?—le preguntó.

—Bien, como siempre—contestó ella colocando las manos en sus caderas—. Como habrás podido comprobar allá afuera, luchando contra el caos cada día.—Parecía cansada—.Y todos esos allá afuera no ayudan, a veces pienso que si tan solo me dejaran todo a mí acabaríamos antes.

—No lo dudo, créeme—dijo Theo, esa mujer sería capaz de eso y mucho más.

—Odio trabajar rodeada de ineptos—sentenció—. Y no disfruto perdiendo mi tiempo.

Wow, directa, desde luego.

—No te preocupes, mi visita será breve.—Se recompuso Theo con su mejor sonrisa—Me preguntaba si te gustaría cenar algún día conmigo, siempre y cuando, esos ineptos no te maten antes de estupidez.

Ella lo miraba sorprendida, estaba claro que no espera aquello.

Se sentó sobre el borde de su mesa y acarició el puente de su pecosa nariz desviando su mirada. En esa pose Theo sintió la necesidad de abrazarla, estúpido, sí. Sobre todo cuando él se acercó y ella le lanzó una mirada que lo dejó estático donde estaba.

—Veamos, Nott—dijo ella tomando impulso—. Follamos, follamos mucho, pero no tengo interés en nada más, ni ahora ni nunca ¿Lo entiendes?—dijo ella seria—. Espero que así sea y que con esto no tengamos que soportar una nueva incómoda situación.

—Entendido, Granger—dijo completamente serio, su sinceridad rayaba en la crueldad, él nunca había tratado a ningún amante de ese modo, por mucho que algunos se hubieran pasado de pesados. Ella estaba siendo hiriente a conciencia.—Cuídate.

Comprobado, allí no había más que una arrogante, hermosa, sí, pero desagradable chica con problemas afectivos.

Salió de allí con la más que clara idea de nunca más volver.

Podía entender a Lucy, alguien con un carácter frágil lidiando con esa arpía a diario se quebraría rápidamente.


o0o

Cuando la noche inició Blaise no hubiera podido imaginar que acabaría de ese modo.


Un tipo completamente colocado estaba en mitad de la pista de baile del Merlin’s, eso llegados a un punto no hubiera sido un problema, el problema era que tenía su varita, y no, no la que todos hubieran estado pensando, en el cuello de otro mago. 

El problema era que el desquiciado era un ex de Blaise y el mago atacado su actual ligue. 



Solían tener esas cosas bajo control, pero cada tanto algo así pasaba. Una escena de celos, algún vaso roto, incluso una nariz sangrando, pero no esto, nunca esto. Ese tipo de relación enfermiza le resultaba del todo detestable, había muchos peces en el mar ¿por qué ir contra el que no quiere nadar más en tus aguas? 

Notó a su lado a Theo y los chicos de seguridad rodeando a su ex amante, mierda, ni siquiera recordaba con claridad su nombre. Aquello solo iba de mal en peor.


—¿Qué tiene él que no tenga yo?—le gritaba totalmente ido.

—Por favor, suéltale y hablemos de esto—intentaba Blaise rascando en su memoria por el nombre del individuo, nada, cierto era que no solía tenerlos muy en cuenta, no duraban tanto como para retenerlos. 

—¿Protegiendo a tu novio?—dijo totalmente herido, apretando más su varita contra el cuello ajeno. Al pobre rehén lo acaba de conocer, y le miraba con los ojos como platos totalmente atemorizado por la situación.

—Él no es mi novio, hablemos, por favor—repitió Blaise cada vez más molesto.

—Entonces te dará igual que le raje la garganta, ¿no?—realmente ese hombre estaba del todo fuera de sí. 

—Háblame, anda, olvídate de él—insistió, estaba completamente acojonado, y notaba como el otro temblaba en el agarre.

Gracias a Merlín, ya no quedaba nadie en el club, habían podido echar a los más curiosos, no necesitaban público si no conseguían que aquello acabara bien.

—Amigo, piensa mejor lo que haces—escuchó una voz familiar a su espalda.

—Él, él es mío, nadie tiene derecho a tocarlo….—le decía a alguien a las espaldas de Blaise, él no tenía que girarse para saber quien era.

Un grupo de aurores con sus varitas en alto los estaban rodeando lentamente.

Y lo cierto es que Blaise se sintió mucho mejor al saber que Weasley estaba allí haciéndose cargo de eso. Él estaba al límite y tenerle detrás le dio mucha tranquilidad.

—Este no es el modo de ganarte su afecto, créeme—le dijo Weasley.

—No… pero este no le tocará—dijo furioso.

—Oh, ese pobre hombre no es tú problema—dijo divertido.

Blaise estaba alucinando, quizás no hubiera sido tan buena idea que estuviera allí, ¿se estaba burlando de ese loco?

—No, Marcus, él no es tu problema—mierda, sí, se llamaba Marcus, ey cómo lo sabía Weasley. Pero el hilo de pensamientos de Blaise se fue por el caño cuando sintió las manos del auror en sus caderas acariciándolo.

Los ojos de pupilas dilatadas de su loco ex estaban abiertos como platos, probablemente los suyos también más cuando sintió como el auror lo atraía contra su cuerpo y deslizaba su gran mano sobre su vientre. 
Todo fue más rápido de lo que su dañado cerebro pudo asimilar. El tal Marcus aflojó el agarre de su ligue, dirigiendo su varita hacia ellos dos, pero no pudo hacer más cuando cuatro aurores lo hechizaron a la vez y se lanzaron contra él arrebatándole la varita y esposándolo

Él seguía apoyado contra Weasley, aún tenía sus manos sobre él y cuando le habló Blaise tardó en poder articular palabra.

—¿Estas bien?—le repitió.

Al ver que no contestaba lo giró sobre su cuerpo hablándole a escasos centímetros.

—¿Estas bien?—Joder aquello era como un deja vu de Hogwarts, entre sus brazos y salvándole de nuevo.

—Sí..., creo.—Intentó separarse pero el pelirrojo lo tenía bien sujeto. 

Un par de meses desde Brasov y todo seguía igual, Blaise no era inmune a su mirada limpia.

—Bien hecho, Weasley—dijeron a su espalda, Blaise aprovechó para separarse—. Poco ortodoxo, eso sí.

—Gracia jefe.

—Nos llevamos a este individuo al Ministerio.—El hombre era mayor que ellos pero robusto como parecían ser todos los aurores. Vio como llevaban al ex furibundo escoltado entre otros dos.


—Yo te quería, ¿por qué? ¿Por qué?—gimoteaba.

Blaise se sentía del todo abochornado, desde luego tenía que empezar a seleccionar mejor a sus amantes; la abstinencia no entraba en sus planes de vida.

—Weasley, acompañe al señor Zabini al Ministerio para tomarle declaración.

—Eddison, al otro muchacho llévelo usted—su fallido ligue lo miraba aún estupefacto.

—Lo siento—susurró a su lado cuando el tal Eddison lo acompañaba.


Su ligue los miraba a todos desconcertado mientras masajeaba su cuello, definitivamente esa noche no echaría un polvo.

Estaba deseando llegar a casa y darse una buena ducha, en el cuartel de aurores Weasley le dejó con otro compañero tomándole la declaración, se sintió tan expuesto cuando le hicieron relatar la relación que había mantenido con Marcus Hohm que dicho en voz alta parecía casi peor. 

—¿No lo llevó a su domicilio nunca?—le preguntaba el auror.

—No.

—¿Todos los encuentros fueron en el despacho y en la —rebuscó entre los pergaminos—sala oscura?

—Cuarto oscuro—corrigió Blaise


—¿Qué?

—El término correcto es cuarto no sala.—Podía darse cuenta que el auror estaba respirando tomando paciencia, estaba claro que no se sentía cómodo con la terminología ni con las prácticas de su club.

Y Blaise adoraba molestar a los tipos así.

—Como sea—dijo finalmente el funcionario—. Lo importante es saber que el sujeto no conoce su lugar de residencia por si planea en el futuro buscarle de nuevo.

Blaise estaba atónito, ¿de nuevo? ¿Es que no iba a hacer nadan con él? Mierda, tener a un loco acosador no era plata de buen gusto.


—Vamos, Will no asustes al señor Zabini—dijo Weasley a su lado—. Creo que le está quedando bien claro las consecuencias de su loco amor por este hombre y que no volverá a molestarlo.

—Pero no hubo delito...—dijo el tal Will.

—Créeme, le quedó claro.—Esta vez no le hablaba a su compañero sino a él. Algo en su tono le hizo confiar.

—Yo acompañaré al señor Zabini a su domicilio de todos modos para comprobar que todo está correcto.


Aquello tenía un cierto aire a lo vivido en Brasov, Weasley acompañándole a su habitación. Tan solo que estaba vez estaba del todo exhausto por lo que había ocurrido aquella noche, por la intervención de dicho auror sobándole, cosa de la que tampoco es que fuera a quejarse, pero que le había tocado la fibra sensible. 

Y ahora allí estaban, de nuevo andando por el corredor que llevaba a la puerta de su apartamento. Jugaba con la llave entre sus manos sin saber bien que decir.

—Abre y déjame pasar delante—le dijo autoritario—. Dudo que haya llegado hasta aquí, pero siempre es mejor prevenir que curar, o al menos eso siempre decía mi madre—concluyó giñándole un ojo.

Abrió y vio como esas anchas espaldas entraban en su lugar más personal, el motivo por el que el tarado de la noche no lo conocía era porque el jamás invitaba allí a nadie, nadie salvo Theo y Draco habían estado y debía decir que incluso ellos en contadas ocasiones.

Le escuchaba abrir puertas y lanzar hechizos pero hasta que no lo volvió a ver acercándose hasta él no supo que había estado mordiéndose una de sus inmaculadas uñas.


—¿Y bien?—preguntó algo ansioso.

—Nada, todo limpio—dijo Weasley enfundando su varita.

Soltó el aire de los pulmones mucho más tranquilo.

—Gracias.

Weasley ya estaba fuera de su apartamento, y le sonrió.

—Es mi trabajo—dijo correctamente—pero fue divertido verle la cara desencajada a aquel tipejo. He de decirte que tu ojo para los ligues es pésimo.

Y ambos comenzaron a reír, Blaise se relajó después del estrés acumulado. 

—Bueno, he de irme mi turno aún no ha acabado.—A pesar de que estaba trabajando, a Blaise le hubiera gustado estar un poco más con él, en cierto modo su compañía le tranquilizaba.

—De nuevo gracias y pásate cuando quieras por el club, tendrás tragos gratis—¿Había sonado demasiado agradecido? ¿Le tomaría aquella propuesta velada a volver a verse?

—Te tomo la palabra, pero quizás te salga caro, no me has visto beber.

—Asumo el riesgo—no quería volver a coquetear con él, pero tenía deformación profesional.—Buenas noches, Weasley.

Estaba girándose para entrar en su adorado hogar cuando el auror lo detuvo.

—¿Hoy no vas a darme mi beso?

La cara de Blaise era un cuadro, ¿en serio había escuchado bien? ¿Un beso? ¿Le estaba pidiendo que le besara?


—¿Perdona?—le preguntó girándose.

—Pensé que los besos bajo el quicio de una puerta conmigo eran ya una tradición.—Sus ojos azul cielo brillaban en plena noche. Pero en su cara había un mohín chistoso. El cabrón le estaba tomando el pelo.


Blaise acortó la distancia entre ellos y le dio un suave beso en los labios, si quería bromas él le iba a callar la boca. Que además le diera la excusa perfecta para volver a besarle eran minucias.


—No debemos faltar a las tradiciones, ¿cierto?— le dijo cuando se separó y le cerró la puerta en las narices.






Theo estaba escribiéndole un email a Draco sobre lo sucedido en el club esa noche, cuando alguien llamó a su puerta. 

Había dejado a Blaise con Ron Weasley, la intervención del pelirrojo le hubiera hecho sonreír si no fuera porque tenían en mitad de la pista a un loco queriendo rebanar cuellos con su varita.

No pensaba que esos dos fueran a separarse por toda la noche, pero al parecer sus cálculos no habían salido bien.

Cuando abrió la puerta y no fue su amigo quien apareció, se dio cuenta que era absurdo que fuera él, hubiera aparecido por red flu.

No, obviamente no era Blaise, una morena de pelo corto y ojos duros le miraba desde abajo.

—¿Granger?

Ella parecía por primera vez desde que se habían encontrado algo menos segura de sí misma. Posiblemente fuera la última persona que hubiera esperado ver en su puerta y al parecer ella opinaba lo mismo.

Pero no le dio tiempo a preguntar si le pasaba algo cuando se alzó sobre sus puntas y besó sus labios.

Mierda, debería rechazarla no tenía ganas de jugar a ese juego, ya había tenido suficiente de su cruda personalidad. Pero realmente le gustaba su sabor y las manos que acariciaban su pelo.

La alzó agarrándola de ese pequeño trasero suyo mientras ella lo rodeaba con sus piernas, cargándola hasta la cama de su habitación.


No, aquello no era buena idea pero no iba a dejar de disfrutar de ello, menos cuando la morena gimió su nombre contra sus labios.


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