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Serpientes y leones por Sh1m1

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Notas del capitulo:

Hola!! Parece que este fic me pilla en horas extrañas a la hora de publicar, pero aquí os lo dejo. Espero que os guste.

4. Serpientes y leones


 


 


 


Theo contemplaba como los músculos de delgado cuerpo de Hermione se movían al colocar sus ropas de nuevo, aún estaba asombrado de la visita de la morena. 


 


De la ansiedad con la que había devuelto sus besos, y la necesidad con la que lo había tomado.


 


Si alguien le hubiera dicho hacía unas semanas que Hermione Granger pudiera vivir en un estado como aquel le hubiera dicho que se equivocaban de mujer.


 


Pero a veces las ideas que nos formamos de los demás son solo aquellas que ellos nos dejan ver, y había más, mucho más bajo esa capa de fuerza que ella levantaba a su alrededor, lo había visto en sus ojos, en sus manos y en sus labios esa noche. Y ahora, junto a sus ropas la estaba levantando de nuevo.


 


—¿Estás bien?—le preguntó llevado por el impulso de no perder ese momento.


 


—Tengo prisa, tenía que estar en el Ministerio hace 20 minutos—dijo ella sin mirarle, notaba como trozo a trozo la barrera se alzaba.


 


 


—¿Quieres cenar conmigo esta noche?—le preguntó intentado colarse dentro una vez más.


 


—Lo siento, no puedo—nuevamente no le miró. Tan solo se puso de pie y buscó sus zapatos fuera de la habitación.


 


Theo se levantó, no eran las respuestas bordes a las que le había acostumbrado, pero sabía que estaba tratando de huir de su casa.


 


La encontró calzándose en el salón y lista para irse, él aún en ropa interior se sentía algo ridículo.


 


—No es que no me gustara tu visita nocturna—le dijo acercándose a ella, haciéndola girar y encararle—. Pero ¿podrías explicarme a qué viniste antes de salir huyendo?


 


—Sexo, acaso no quedó claro.—La mirada sobre su cuerpo prácticamente desnudo le hizo sentir algo que nunca había sentido, se sintió usado, y lo cierto es que no le gustó nada—Vamos, Nott, eres un polvo increíble, deberías sentirte orgulloso.


 


Pero Theo no se sentía nada orgulloso, podría aceptar ser un polvo para ella, de hecho en Brasov lo aceptó encantado, eso era lo que él había querido en ese momento, ¿cierto? Pero había algo en el modo en el que le hacía sentir las cosas que era totalmente incorrecto.


 


Cuando se dio cuenta ella ya no estaba en su apartamento, estaba solo, en calzoncillos y con una sensación bastante incómoda de sentirse un trozo de carne para esa mujer.


 


 


Blaise estaba aún en la cama, sentía como si la noche anterior hubiera recibido una paliza, la tensión por la situación en el Merlin’s había sido abrumadora, y su cuerpo se resentía.


 


Entre sus sábanas se dejó llevar por el recuerdo de aquella otra lectura de la noche, Weasley rodando sus brazos por su cuerpo, reclamándolo como suyo aunque solo hubiera sido una estratagema para confundir a su ex amante; no era real, pero Blaise la rememoraba una y otra vez, notar en su espalda el pecho musculoso del auror, sus manos acariciando su vientre, el aliento en su cuello. 


 


Blaise se encontraba completamente duro y no dudó en autosatisfacerse con el recuerdo de su eterno salvador, pensando en que esa mano que le había acariciado el vientre bajaba a acariciarle su miembro, su aliento jadeándole en el cuello, y sus labios gruesos besándole la piel. 


 


“Él no es tu problema” rememoró sus palabras, y su subconsciente las modificó hasta convertirlas en “él es mío, él es mío…” como un mantra hasta que Blaise se vino jadeando su nombre.


 


 


Oficialmente se declaraba afectado por el “asunto Weasley” iba a tener que buscarse un novio, y a Blaise no le gustaban nada los novios.


 


 


 


 


—Ya he avisado a Draco, dice que vendrá a Londres dentro de poco—le dijo Theo unos días después en el club.—Por cierto, vendrá con Potter y creo que va a haber presentación oficial.


 


No es algo que ambos no hubieran estado esperando, lo de aquellos dos iba completamente en serio. Y al ritmo que iban y lo posesivo que era Draco desde pequeño no le extrañaría que anunciara que habría boda en menos de un año.


 


La idea de su amado amigo enamorado hasta ese punto le hizo sonreír.


 


—No querría perderme por nada del mundo la cara de Lucius Malfoy cuando le presente a su futuro yerno—continuó Theo.


 


—Deberíamos llevar una cámara, seguro que quieren inmortalizar el momento.


 


 


Su amigo rió su chanza, pero sus ojos le traspasaron fijándose en otra persona, y sus ojos negros rieron como un gato.


 


—Creo que tu novio ha venido a por más—le dijo.


 


Blaise giró la cabeza a una velocidad que hubiera podido provocarle una torticolis.


 


Una cabellera corta pelirroja le dejaba bien claro de quien estaba hablando, no esperaba verlo tan pronto, pero no podía negar que se alegraba, al menos una parte de él lo quería todo el tiempo cerca, lo más cerca posible. Otra, pequeñita le decía que lo sacara del sistema, pero era demasiado pequeña en esos momentos.


 


La sonrisa sincera del auror le atraía desde el otro lado del club, y sin despedirse de Theo fue a su encuentro.


 


—Hola—dijo Blaise, quizás más contento de lo que debería.


 


—Hola—dijo acercándose, Blaise estaba acostumbrado al ruido del ambiente, la música, las conversaciones. Ningún problema, Blaise dio un paso más.


 


—¿Qué quieres tomar?—le preguntó mientras asimilaba que su fantasía estaba allí solo, con él.


 


—¿Qué me recomiendas?—le dijo inclinándose un poco hacia él.


 


 


 


Blaise le miró entornando los ojos, se le ocurrían demasiadas recomendaciones pero desgraciadamente ninguna tenía que ver con el alcohol.


 


Blaise habló con uno de los camareros y dos copas aparecieron en la barra, le acercó la suya a Ron, acariciando sutilmente sus mano.


 


—Los clásicos nunca fallan—dijo cuando el pelirrojo saboreó con gusto el ambarino licor.


 


—Whisky de fuego añejo—dijo con aprecio.


 


—Lo mejor.


 


—No esperaba menos de ti.


 


Mierda, porqué todo lo que salía de esa carnosa boca era como una invitación, una insinuación a que Blaise tenía el camino abierto, para después darse cuenta de que no era verdad.


 


 


Lo condujo a uno de los reservados que podían ocuparse y que solían ser de lo más codiciados para los grupos, pero realmente deseaba hablar con ese hombre que se estaba metiendo en lugares que otros no habían llegado ni a rozar.


 


—¿Por qué has venido?—no se iba a andar con paños caliente, no era su estilo, pero su estilo no servía con el hombre delante de él.


 


—Decidí tomarte la palabra, realmente servís un Whisky excelente—dijo sin mirar su copa, sino a los ojos marrones de Blaise.


 


—Weasley, mientes fatal—le reprendió bebiendo.


 


—Quería saber cómo estabas.—Habían abierto la veda de la sinceridad—Y a ojear que no tengas más ex zumbados, realmente tendrías que cuidar con quien te juntas.


 


 


 


—¿Estás sugiriendo algo?—dijo acercándose más. 


 


—Que tienes un gusto pésimo para elegir amantes—dijo socarrón el pelirrojo.


 


Blaise bufó, al parecer iban a seguir danzando en ese baile que se había establecido entre los dos. Y por una vez, Blaise no quería bailar, ni jugar, solo quería besarle y que él quisiera ir más allá.


 


—¿Ves algo que te guste para mí?—dijo echándose hacia atrás mirando a la pista—. Desde que te has erigido en mi salvador, ¿vas a darle el visto bueno a mis ligues?


 


—No es mala idea.


 


—¿Estás en la lista?


 


—Aunque me sienta halagado, no, no estoy en la lista.


 


 


Y ahí estaba de nuevo su negativa, y ya estaba empezando a aburrirse, a él no le rechazaban tanto desde… bueno nunca le habían rechazado tanto y habían seguido ahí mirándolo, sonriéndole. 


 


—Entonces cuando vea a uno, ya sé a quien le preguntaré, ¿le pasarás tu radar auror?—Blaise sabía que debería apartarse y no aceptar esa amistad que estaba intentando fraguar el pelirrojo, ¿cómo ser su amigo si lo quería dentro de sí? Se consideraba lo suficiente inteligente para no meterse en esas historias, pero sabía que era incapaz de apartarse, al menos de momento.


 


Conversaron demasiadas horas, más de las que un auror que trabajaba a la mañana siguiente debería estar trasnochando, y aunque las dosis de alcohol habían ido reduciéndose la conversación no lo hacía, como aquella tarde en Brasov, Blaise era capaz de abrirse con él a un nivel que incluso sus mejores amigos no eran siempre capaces.


 


Mirando el punto por el que el pelirrojo se había marchado, no sé dio cuenta de que estaba sonriendo como un bobo hasta que Theo se lo señaló.


 


—¿Sois ya novios?—le preguntó divertido.


 


—Solo somos amigos—no se iba a engañar a él mismo, pero al menos trataría de hacerlo con los demás.


 


—Blaise, ¿en serio quieres estar en la Friend Zone con él?—le preguntó.


 


—Somos amigos, Theo. 


 


—¿Amigos con derecho?


 


—Solo amigos—¿Había salido tan triste como había sonado en su cabeza?


 


—Blaise, eres incapaz de no meterte en los pantalones de tus amigos. 


 


—Solo fueron unos revolcones, no me dirás que dañaron nuestra relación—dijo coqueto a su amigo.


 


—No, no la dañaron, pero esa sí te dañará—le dijo acariciando su mejilla—. No te metas en esa zona o él nunca te sacará de ella.


 


—¿Es tan malo querer estar en esa zona si es el modo de estar cerca?


 


—Blaise Zabini, te has enamorado.


 


Ante aquella afirmación Blaise tan solo pudo sonreír a su amigo y decidió que por esa noche ya era suficiente y que se iría a casa.


 


 


Theo no era quien para decirle a su amigo que no entrara en jardines de los que no sería capaz de salir, no cuando llevaba tantas noches enredado entre las piernas de Hermione, quizás debería frenarlo, pero no, le gustaba demasiado perderse en ella y en sus demandas, aunque a la mañana siguiente se evaporara como humo entre sus dedos.


 


 


o0o


 


Blaise estaba inquieto, y por primera vez no tenía nada que ver con su nuevo amigo/dolor de cabeza.


 


 


Al parecer, su querida madre iba a volver a Londres por una temporada y quería que conociera a su nuevo marido, a cuya boda ni siquiera había llegado a asistir. 


 


Y como siempre, ella era incapaz de hacer nada en la que no lo pusiera en una situación comprometida, y pensaba organizar una fiesta para que sus amigos le conocieran.


 


Sí, no podía negar que hubiera esperado que fuera algo más íntimo, ¿era extraño que quisiera que su madre hubiera querido compartir ese momento con él? Realmente no sabía que era lo normal con ella, pues no podría decirse que nunca hubiera sido una madre al uso.


 


Y sobre todo Blaise no quería verse allí solo, rodeado del círculo de su madre, de aquel nuevo marido cuyo número ni siquiera recordaba.


 


En cualquier otra ocasión hubiera pedido a Theo que le acompañara, pero todo dentro de sí le decía que necesitaba a Ron, aunque fuera en calidad de aquella extraña amistad que llevaban meses gestando.


 


Con él se sentía seguro, a pesar de que no había menguado ni un poco el deseo de estar con él, quizás solo había mutado a esa extraña necesidad de estar siempre a su lado.


 


Lo curioso es que el pelirrojo siempre estaba disponible para él, por lo que la ansiedad que podría llegar a sentir por no consumar esa relación se diluía con su cercanía.


 


Y allí estaba, en su apartamento, vestido de gala como tanto odiaba, a escasos minutos de que su “cita” apareciera por la chimenea.


 


Cuando escuchó el ruido de la llamas, se comenzó a sentir más relajado, más cuando sintió los brazos de Ron estrechándolo.


 


—Tranquilo, estaré allí contigo—le dijo, y supo que había hecho bien en pedírselo. 


 


Realmente se veía impresionante con su túnica de gala, y aunque odiaba ese tipo de festejos tenerlo allí con él riéndose de cualquier cosa que pudieran encontrar divertida le hizo mucho más amena la velada.


 


Su querida y ausente madre tan solo le dirigió una palabras cuando llegaron, tan fría cómo siempre no llegaba a comprender cómo enlazaba matrimonio de esa manera.


 


Y a pesar de todo, no podía decir que no doliera sentirse tan poco importante para su único familiar.


 


Una mano en su espalda y una mirada a esos ojos azules cielo, le devolvieron algo de ánimo.


 


Iba a dar por concluida la visita, pues creía haber cumplido de sobra cuando eligió ese momento ella para acercárseles de nuevo con su marido. 


 


—Cariño, ¿qué tal todo por Londres?—le preguntó mirando directamente a Ron.


 


—Bien, madre, como siempre.


 


—No sé como soportas este clima, nada como el Mediterráneo, ¿verdad Pierre?—le dijo a su marido llavero del momento, éste embelesado asintió.


 


 


—¿Y este es tu nuevo amiguito, Blaise?—le preguntó, con la deferencia de mirarle esta vez a él—. Deberías sentar la cabeza, hijo, ya vas teniendo edad de buscarte una buena mujer y formar una familia ¿no crees?


 


Ese era el otro tema favorito de su madre cuando le veía, Blaise alucinaba que alguien que cambiaba de marido como quien cambia de vestido se atreviera a cuestionar su estilo de vida.


 


Pero no fue él el que contestó esta vez.


 


—Lo siento señora, dudo que su hijo pueda buscar a una buena mujer, ya tiene pareja, y soy yo. Ron Weasley—dijo acariciando su espalda de modo tranquilizador.


 


No sabría decir cual de los dos estaba más sorprendido, si Blaise o su madre. Porque ninguno fue capaz de decir nada.


 


—Encantado de conoceros, chicos. Espero verlos más seguido—dijo el marido del que era incapaz de recordar el nombre, pero que al parecer tenía mejor educación que su madre. Que siguió la ronda de charla empujada por su marido.


 


—Vámonos de aquí— le dijo Ron, y no podía decir que no estaba de acuerdo.


 


En el apartamento de Blaise, aún seguía en shock, sabía que Ron le defendería delante de ella, ¿no lo hacía siempre que tenía la oportunidad?, su caballero de brillante armadura. 


 


Lo que aún lo tenía conmocionado es lo bien que había sonado aquello, su pareja, y lo inalcanzable que aquella relación era para ellos. Maldita suerte la suya, por una vez que encontraba a una persona con la que correría el riesgo de una relación, no era más que su amigo.


 


—Siento eso que pasó—dijo sentado en su sofá el auror, ya era tan común verlo allí que no le extrañó la comodidad con la que se movía por su intimidad.


 


—No tienes la culpa de que tenga por madre un dementor camuflado bajo ese hermoso rostro—dijo con una mueca mientras vertía licor en dos copas.


 


Le tendió una copa y se sentó junto a él.


 


—Realmente es odiosa—le dijo acariciando su brazo—. Al menos ese marido suyo parece simpático.


 


—No entiendo qué ven en ella.


 


—El amor es extraño—dijo encogiéndose de hombros el pelirrojo.


 


—Y tanto—que se lo dijeran a él.


 


Dejó escapar el aire y la tensión que había estado acumulando, apoyándose en el hombro de Ron. Este paso uno de sus brazos por su hombro.


 


—Gracias por dar la cara por mí.


 


—Solo por ver su cara mereció la pena—ambos rieron, era verdad. 


 


Le miró desde aquella postura, su olor le embriagaba, y por una vez, de verdad, deseo que aquello fuera posible entre ellos.


 


—Ojalá fuera verdad—dijo tan solo en un susurro, a la nada, a sí mismo. 


 


—Blaise…—le contestó el pelirrojo.


 


—Ya lo sé, solo amigos…—apartó su mirada de él. Pero una mano le impidió agachar su cabeza.


 


Realmente no tenía ganas de escuchar una nueva vez que le halagaba pero no; pero no fue una negativa de sus labios lo que encontró sino un suave beso sobre ellos. Seguido de otro, y otro más, mientras su brazo lo apretaba contra él.


 


Aunque ellos habían seguido teniendo la broma de los besos en los quicios de las puertas, no se habían besado desde la noche de la detención en el club.


 


Blaise se dejó llevar en esos suaves besos, no más que pequeñas caricias, realmente lo deseaba, más que nada que hubiera deseado en su vida, y abrió su boca, apenas lo suficiente pero notó como el beso se profundizaba y la lengua del auror le lamía el labio inferior.


 


Aquel beso era nuevo, aquel beso era más, y la avidez con la que se acariciaban con sus lenguas le hizo perder la cabeza a Blaise, sin mucho esfuerzo se colocó sobre el regazo del pelirrojo, que le devoraba calentando las llamas que dormían dentro desde el primer día.


 


Y no era lo único que ardía, sentado sobre él podía sentir que su obsesión estaba excitado, sentirlo por primera vez así no hizo más que calentarlo y frotarse contra él.


 


Notó sus manos en sus nalgas apretándole y gimió necesitado, lo quería dentro, lo necesitaba.


 


Se separó para mirarlo, para ver que era real, que aquello estaba ocurriendo. Sus labios rojos y húmedos, sus pupilas dilatadas le miraban desenfocado.


 


—Ron…—gimió frotándose de nuevo.


 


Buscó sus labios, pero estos no se movieron, su manos no le apretaban y Blaise se dio cuenta que la situación había cambiado. Lo había perdido.


 


—Lo siento… Blaise, no puedo… —dijo apartándole de sí, era absurdo, ambos estaban completamente excitados, para muestra sus entrepiernas, pero la mirada del auror le esquivaba, y Blaise sintió aquello como un jarro de agua fría.


 


Aún miraba la puerta por la que acababa de salir el auror como un rayo, no, aquello no podía estar pasando.


 


 

Notas finales:

Estos leones no saben ni lo que quieren ...


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