Draco había tenido suficiente de Malfoy Manor por una larga temporada. Estaba harto de las quejas de su padre. Sí, era una nulidad. Le quedaba claro que su progenitor no estaba orgulloso de él. Su promedio era excelente pero nunca superaba a la "sangre sucia" de Granger.
Y Draco dudaba que alguna vez lo consiguiera. Él había sido educado para ser el mejor y sencillamente no conseguía serlo.
Al menos había conseguido llevarse a Gatito, no tuvo corazón de dejarlo una semana solo. Encantó su baúl para que el animalito pudiera viajar en él sin asfixiarse y en cuanto llegó a la mansión lo ocultó en su habitación.
Rara vez sus padres entraban, de hecho rara vez sus padres estaban cerca de él y sus cosas.
Los elfos domésticos eran otra cosa, amenazó a todos ellos con darles una prenda si se atrevían a decir que allí tenía a Gatito.
Esos largos días en los que se quedaba solo sin que le dirigieran la palabra solo podía pensar en qué estaría haciendo Potter. Quizás no hubiera tenido que ir con sus tíos, no parecía disfrutar nada con ellos.
Lo imaginaba rodeado de pelirrojos llenos de remiendos, pero sonriendo.Feliz. E imaginarlo así hacía que se sintiera bien. Por primera vez no fueron celos lo que sintió por el moreno.
Miró sus costosas ropas, el lujo que le rodeaba y la fría soledad de su vida. Pensar en las risas y gestos cómicos que solía hacer Potter le arrancó una sonrisa.
Un último vistazo a los jardines de Malfoy menor y un suspiro. Dentro una fiesta a la que no quería asistir y personas con las que no quería hablar.
Pero sus pasos le condujeron a sus deberes, siempre lo hacía, ¿cierto?
Harry festejaba como nunca había podido hacerlo en su vida. Aquella, a pesar de todo era una de sus mejores Navidades.
Haberse ido de ese modo, sin poderse llevar a Gatito y sin poder despedirse de Malfoy eran ese regusto amargo al final de su boca. A pesar de estar pasándolo bien, recordarlos y no tenerlos lo entristecía.
El señor Weasley estaba recuperándose y todos decían que gracias al sueño de Harry fue que lo encontraron a tiempo. Lo que no contó a nadie fue que en su sueño él era quien lo atacaba y como lo había disfrutado.
Era malo, y su cicatriz no paraba de doler.
Rodeado de todas las personas a las que quería trató de olvidar cualquier rastro de preocupación. Los gemelos habían conseguido robar un poco de ponche y todos lo tomaban a pequeños sorbos.
Ginny lo miraba con intensidad y Harry podía decir que la pequeña de los Weasley era realmente hermosa y como todos sus compañeros suspiraban por ella. Sus mejillas se colorearon al pensar que a pesar de ser tan bonita, no podía compararse con Malfoy.
Harry era ingenuo, pero no tanto. Cuando todos suspiraban por la chica más bonita de Gryffindor que no paraba de ponerle ojitos a él. Y él se ponía nervioso al pensar en otro compañero, guapo como ningún otro, le dejaba claro que Harry era más de varitas que de calderos.
¿Malfoy le miraría alguna vez como lo estaba haciendo ahora Ginny?