Ron no quiso hablar con George, bastante tenía con lidiar consigo mismo.
Se habían dejado llevar por la emoción, eso era lo que había pasado, la adrenalina les había tomado completamente. Estaba seguro de que el moreno era alguien que besaba habitualmente, pero para él, había sido increíble. No recordaba haber dado nunca un beso como ese, uno donde nunca se tenía suficiente.
Una sonrisa tonta toda la mañana le acompañó, intentó decirse a sí mismo que era cosa del momento, algo que no iba a volver a ocurrir.
La conversación previa a encontrar a Gatito le había dejado claro que él no era del tipo del moreno. Pero aún así no podía olvidar el beso y cómo le pidió que se quedara. Solo pensar en que había dicho que iría esa noche le hacía ponerse nervioso.
—Sea lo que sea, me gusta—le dijo George.
—No digas tonterías—se defendió Ron.
—Jordan dice que no hay nadie como Zabini para quitarte las telarañas—dijo riéndose y dándole un codazo—. Pero no te enamores, no es de esos.
Las palabras de ánimo y precaución de su hermano le sentaron como un balde de agua fría.
Ni se iba a acostar con Zabini, ni mucho menos se iba a enamorar de él, pero que tuviera tanta gente que hablara de sus dotes amatorias le molestó, no sabía bien porqué, pero le molestó.
Un regusto amargo se mezcló con las cosquillas en su estómago, una mezcla desagradable, sinceramente.
Sin embargo iría a casa de Harry, quería comprobar como estaba Gatito, no se iba a quedar tranquilo hasta que la pareja volviera.
Se decía eso mientras recogía todo, no podía alargarlo más, todo estaba en orden y se hacía tarde.
Cuando salió por la chimenea, Blaise tenía a Gatito entre sus brazos, la imagen le pareció demasiado tierna para venir de alguien como Zabini.
—Has venido—dijo este mirándole.
—Dije que lo haría—dijo arrepintiéndose de haber ido, ahora se sentía como un idiota allí.
Blaise dejó a Gatito en el sofá, y se levantó, se acercó a Ron y este no se movió. Atrapado por sus ojos color chocolate, un par de centímetros más bajo que él, era realmente atractivo.
Sintió como lo tomaba de las caderas y suprimía la distancia entre sus labios. De nuevo, un beso como no había dado antes.
Le daba igual que aquello para él fuera el pan de cada día, le daba igual que se hubiera tirado a la mitad de sus amigos. Le daba igual que aquello no se volviera a repetir, le daba igual porque ahora era verdad.
Gatito contemplaba como esos humanos finalmente había cedido a lo que ambos querían, le había costado más de lo que había pensado. Tener que estar tanto tiempo en aquella cornisa había sido molesto y aburrido, y más tenerse que ensuciar deliberadamente.
Pero los gemidos que estaba escuchando era como esos que daban sus humanos, y luego siempre estaban contentos y juntos.
¿Quién era el mejor gato? Se dijo orgulloso el minino.
o0o
¿Qué opináis? ¿Es Gatito el mejor gato del mundo?