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CORAZONES EN LLAMAS por lyra

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Humo colándose bajo la puerta.

Llamas consumiendo todo lo que se interpone en su camino.

Dos hermanos abrazados fuertemente esperando a que llegue la muerte.

Gritan, lloran, se miran a los ojos y se besan.

-Te espero en el más allá-susurra Tom contra los labios de su hermano.

-Nunca dejaré de amarte-le contesta Bill aferrándose fuertemente a sus labios.

No quieren dejar de besarse, quiere que la muerte se los lleve de esa manera, amándose, fundidos en un beso que se debieron dar hace tiempo. Abrazados para no separase aunque la muerte los quiera alejar.

Tom le abraza fuertemente, cierra los ojos para no ver que el fin ya llega. En sus oídos oye el crepitar de la quemada madera, los latidos de su corazón golpeando contra su pecho. Cada vez más fuertes, cada vez más altos…

-¡Resistid!-grita una voz-Pronto os sacaremos.

Abre los ojos y levanta la mirada. No es su corazón el que en el baño resuena, son los hachazos que dan contra la puerta. La ayuda ha llegado a tiempo, van a ser salvados.

-Bill, ¿has oído? –le pregunta a su hermano.

Pero Bill ya no puede oír nada, tiene los ojos cerrados, para él ya es demasiado tarde, ha emprendido un camino muy largo. Esperando encontrar en su final a la persona que tanto deseaba amar en vida.

-¡Bill!-grita sacudiendo su cuerpo-No te vayas ahora.

Solloza contra su cuello. No siente su pulso contra sus labios. Para él no habrá ayuda, ha sido demasiado tarde. Reza para que la muerte venga a por él también, si su hermano se va quiere acompañarle. No quiere que esté solo allá donde vaya, quiere estar a su lado en la muerte ya que en la vida nunca lo estuvo.

Siente que se va quedando dormido, que el humo le llena los pulmones impidiéndole respirar. Sonríe ante la muerte, sabe que su final está cerca, que se va con la persona que más ha querido en vida para amarle en la muerte.

Besa su inmóvil frente, siente el calor que desprende. Deja allí los labios para que sienta su último ruego.

“Quédate conmigo, no me dejes, no puedo estar sin ti. Quiero que me abraces, he construido mi mundo alrededor de ti y no quiero vivir en el sin ti”

Nota un calor sofocante. Las llamas ya todo lo invaden. No oye las voces al otro lado de la puerta, o tal vez es que no quiere escucharlas. Ya no quiere que le rescaten, solo que le dejen consumirse, pues por dentro su corazón arde con el fuego de la pasión.

Extiende una mano intentando detener ese fuego que se acerca lentamente. Siente el calor en su palma, como su piel se va poniendo cada vez más roja a su contacto, pero por extraño que parezca no siente dolor ninguno. El fuego ya le ha arrebatado lo que más quería, ya le ha hecho mucho daño, y este no es nada comparado.

Grita por la rabia. Ya había conseguido tenerle a su lado, ¿por qué tenían que separarles? El destino era cruel, no quería verles feliz, no quería que vivieran para tener la oportunidad de amarse hasta la eternidad.






“¿Estoy muerto? ¿Así es el cielo?”

Abre los ojos de nuevo para ver una blancura que le ciega. Entorna los ojos y gime muy bajito. La garganta le escuece con cada intento que hace por hablar. Quiere preguntar en que lugar se encuentra, quiere saber si está solo o si le acompañó su hermano, quiere saber si es verdad que se besaron.

Se siente muy confuso, solo recuerda el fuego y el humo. Y los labios de su hermano sobre los suyos, dándole su aliento, pidiéndole que no se vaya de su lado.

Pero ahora les han separado.

Solloza débilmente y cierra los ojos. No quiere ver nada, si está solo que la oscuridad le rodee, que le envuelva bien fuerte y nunca le suelte.

-¡Bill!

No abre los ojos. Sabe que esa voz no es la suya.

“¡Déjame en mi tristeza, déjame en mi amargura!”

-Vamos, sé que estás despierto.

Unos brazos rozan su cuerpo, pero él se aleja de su contacto. No son sus manos, no quiere que nadie más le toque.

-Hazlo por Tom, por favor. Te necesita a su lado ahora más que nunca-suplica Gustav.

-¿Tom…?-gime con dolor.

-Sí, el todavía no ha despertado, parece que no quiere hacerlo.

Abre los ojos y ve allí a sus amigos. Ahora lo recuerda todo, la primera vez que abrió los ojos le costaba respirar, sentía un fino tubo en su garganta metido. Una voz le dijo que se tranquilizara, que eso le estaba ayudando a vivir. Intentó levantar una mano, pero estaba muy débil y cayó de nuevo inconsciente.

Entre erráticos sueños veía a su hermano abrazando su cuerpo. …l creía que ya se había ido para siempre y le juraba amor eterno. Le pedía que le esperara, que la muerte vendría a por él enseguida. Ve como cierra sus ojos, como le besa la frente y extiende una mano para intentar frenar al fuego que amenaza con prender sus cuerpos.

-Necesito que lo sepa-susurra con dolor.

-¿Qué tiene que saber?

-Que estoy a su lado, que nunca le voy a abandonar.

-No puedes ir ahora, te tienes que recuperar.

-Por favor…..-suplica entre lágrimas.

Gustav asiente y sale en busca de una enfermera. Sabe que la única manera de que se calme es que vea con sus propios ojos a su hermano, que este a su lado y no le permita marcharse del mundo.

Tras discutir en voz baja con el médico, Bill consigue su deseo. Trasladan su cama a la habitación en la que su hermano descansa. Se echa de lado en ella y estira una mano hasta que consigue rozarle el brazo.

Solloza al ver su estado. …l continuaba intubado, su rostro estaba muy pálido y los ojos fuertemente cerrados. Llevaba una mano vendada, la misma con la que trató de apagar las llamas que les devoraban.

Les dejan a solas con él y se acerca más hasta quedar bien cerca de su oído. Le susurra en el como también él lo hizo.

-No te vayas, amor mío, quédate conmigo. Tenemos una vida por delante, y quiero vivirla contigo.

Cierra los ojos y se duerme apoyado en su hombro. Le agarra fuertemente una mano para que sienta que está a su lado, para impedir que sean separados.

Pero cuando abre los ojos de nuevo se encuentra otra vez solo. Gira la cabeza y ve vacío el lugar en donde antes estaba su hermano. Se ha ido para siempre, se lo han llevado sin dejar que se despida con un beso en sus labios.

Tapa su cara con las manos, llora contra ellas porque él está a salvo. Quiere morirse en esos momentos, quiere ir al lado de la persona que antes de sentir morir le dijo “Te quiero”.

-¿Por qué lloras? ¿Te duele algo?-pregunta una enfermera a su lado.

-El corazón. Mi hermano se ha ido y se me ha detenido.

-Solo le están haciendo unas pruebas, regresará en unos minutos.

-¿Pruebas?-repite destapando su cara.

-Sí, no sé como pudo ocurrir. Se despertó del coma en el que estaba, miró hacia ti y rompió a llorar. Nos lo tuvimos que llevar para ver que todo está bien.

-¿Entonces está vivo?

-Los dos habéis sobrevivido a un incendio espantoso. Debéis estar muy agradecidos.

Y lo está, agradece esta segunda oportunidad. Pero también está asustado. Esas palabras que se dijeron fueron por el momento, esos besos que se dieron creían que serían los últimos.

¿Qué iba a pasar ahora? ¿Seguirían como hasta entonces, o a partir de donde los dejaron, con sus labios fusionados?





Tras una semana en el hospital pueden regresar a la normalidad. En el tiempo que estuvieron ingresados no tuvieron tiempo de hablar del tema. Siempre había alguien a su lado. Sus padres, Gordon, los muchachos,….

No encontraban la intimidad necesaria para hablar, o para volverse a besar.

Ahora en el apartamento pueden que la encuentren. Están cenando en silencio. Ni siquiera se atreven a mirarse, desean que llegue la noche y poder confesarse.

Bill levanta la mirada un instante y mira esa mano que aún está vendada. La quemadura no fue muy grave, pero tendrá una señal para el resto de su vida. Cada vez que la miren recordarán lo que estuvieron a punto de perder, sus vidas, ¿su amor?

No sabe si lo han perdido para siempre, o simplemente está dormido, esperando un beso para despertarse en toda su plenitud.

-Se os nota cansados, subid a acostaros-les dice Georg.

Se miran a los ojos y asienten. Se levantan y caminan muy juntos hasta sus habitaciones. Se paran en la de Bill y abren la puerta, pero no entran en ella. Se quedan mirando con miedo a dar ese paso. Bill entra y le tiende una mano, pero en esos momentos pasa Gustav y los hace separar.

-Buenas noches-se despide de ellos.

Tom le imita y corre a su habitación. Suspira contra la cerrada puerta, así no hay manera de aclarar las cosas o dejarlas como estaban.

Se tumba en la cama y tras lo que le parecen años se decide a levantarse y reunirse con su hermano. Abre la puerta y escucha la silenciosa casa. Todos ya se han acostados, ya es libre para empezar una vida nueva.

Entra en la habitación de su hermano y corre a su lado. Está dormido con una mano bajo la mejilla. Suspira en sueños y se le escapa una sonrisa.

“Sé que está soñando conmigo, soy el único que le hago tan feliz en sueños, porque en la realidad le hago muy desgraciado, por todos mis comentarios, por no decirle lo mucho que le amo”

Se echa a su lado y le mira de frente. No quiere despertarle de su sueño, solo lo haría para hacerlo realidad, pero no se atreve a hacerlo. Levanta una mano y roza ese cálido aliento que sale de sus labios, la última cosa que rozó antes de pensar que se iba de su lado para siempre.

Cierra los ojos y piensa en ese momento. Estaban muy asustados y a la vez fueron muy valientes. Se dijeron lo que sentían, se besaron por si otra vez no ocurría. Y ahora muertos de miedo ni siquiera se miran.

-¿Cuánto tiempo me vas a dejar esperando? ¿No te cansas de verme hambriento?-susurra una voz desesperada.

-¿Tienes hambre de mí?-pregunta abriendo de golpe los ojos.

-Quiero que estés dentro de mí-responde sin abrirlos.

No quiere hacerlo y ver que su sueño se esfuma entre sus dedos.

Tom acerca su cara y le echa el aliento en sus ojos cerrados. Los labios le tiemblan cuando roza los suyos, que de la misma manera se abren para recibirle dentro.

Por fin le da ese beso tan deseado. Ahora no lo hacen porque sea el último que se puedan dar, sino porque saben que es el primero de los que muchos vendrán.

Se abrazan fuertemente. Ya no le tiene miedo a la muerte, solo a la vida que delante de ellos tienen. Una vida llena de amor, de las ilusiones que el fuego amenazó con reducir a cenizas.

-¿No te arrepientes?-le pregunta cuando ese beso termina.

Bill niega con la cabeza y sonríe acariciando su mano herida.

-Solo me arrepiento de no habértelo dicho antes.

Lleva su mano a los labios y la besa con cuidado. Con ella trató de detener el fuego que se los quería llevar. La lleva hasta su desnudo pecho y la deja sobre su alterado corazón.

Tom siente sus latidos contra su palma. Sonríe al sentir como palpita y vive por él.

-Mmmm….-gime Bill cerrando los ojos.

-¿Qué te pasa? ¿Te duele algo?-le pregunta asustado.

-Mi corazón, que arde por ti-le contesta sonriendo.

-¿Y que puedo hacer por él?-pregunta rozando sus labios con la lengua.

-Apagar el fuego con tus besos.

Y eso hace. Le besa con más pasión que antes. Ese es un incendio contra el que lucha sin miedo de morir en el intento. Solo reza para que nuca se extinga.

Que la llama de la pasión nunca se apague. Que consuma sus cuerpos y los reduje a cenizas, de las que luego renacerán con el amor de sus cálidos besos.

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