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La cena de los idiotas por Sh1m1

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Sirius estaba nervioso, solo quedaba una semana y Severus no había caído, él conocía esa mirada, la había visto en demasiadas personas hacia él.

 

Pero el Slytherin tenía un autocontrol que era incapaz de romper, no debería de sorprenderle porque en aquellos siete años solo lo había visto fuera de él en dos ocasiones. 

 

Odiaba que sus planes no salieran, odiaba que Severus se resistiera, odiaba no poder besarle porque él sí quería hacerlo. Quería clavarse de ese nuevo modo en él y que no fuera capaz de sacarse de él. Quería ser su espina y no lo conseguía.

 

Remus había dejado de hablarle, literalmente. No veía con buenos ojos la “nueva” relación que tenía con Severus.

 

Y habían tenido la más bizarra de las conversaciones sobre ello.

 

—¿Es que acaso lo quieres para ti, Lupin?—le ladró a centímetros de la cara, Remus era el más alto de los cuatro, el más recto y el más toca pelotas—Es mío, ¿te enteras?

 

Peter y James en el dormitorio los miraban como los que ven a dos estrellas apunto de colisionar.

 

—Eres un puto enfermo.—Remus quería engañarlos a todos con sus principios, y a él le tenía harto.

 

—Acercarte, mírale o háblale y por la mañana quizás encuentres mis consecuencias en ti—le amenazó, ambos sabían lo en serio que hablaba y eso hizo reaccionar a James que se interpuso entre ambos, Remus estaba a punto de maldecirlo.

 

—Chicos, por favor—medió el moreno—Sois amigos, es solo Snape, olvidémonos todos de él.

 

Sirius le empujó, las palabras de James le molestaron, ellos le molestaban. Solo quería tener a Severus y le daba igual quien cayera.

 

—No vuelvas a hablarme en tu puta vida—fue lo que le dijo Remus antes de salir de la habitación.

 

Los tres chicos se miraron, Sirius estaba muy enfadado, que se fuera a la mierda, a él le daba igual.

 

Salió de allí dando también un portazo dejando a James y Peter solos.

 

Fue a buscar a su presa, la culpa de todo aquello era suya. Por resistirse, por llevarle a ese punto en el que hasta amenazaba a su amigo, era su culpa.

 

Lo interceptó en el lago, mirando el estúpido reflejo negro de su superficie.

 

Severus alzó la vista al verlo llegar, era magia en estado puro tan fuerte y agresiva que dio un paso atrás.

 

Sirius le tomó del rostro y Severus luchó entre sus manos, estaba harto de ser paciente, no lo había sido en su puñetera vida. 

 

Lo quería y lo iba a tener.

 

Le besó como habría tenido que besarlo Severus, le lamió tan fuerte y profundo que si Severus se estaba resistiendo a él no le importó.

 

Por eso cuando notó como el beso era devuelto se tranquilizó, volvió sus caricias más suaves, la lengua de Severus le acariciaba al principio tímidamente pero luego se impuso, a su ritmo, a su modo.

 

Sirius se separó para mirarle, los labios finos y muy rojos por la fricción, los ojos tan negros como siempre pero con un fuego en su interior que no había visto nunca.

 

Sirius no le soltó y volvió a besarle.

 

 

Severus trataba de resistirse a la atracción que sentía por Sirius, pero cada vez le costaba más. Era como el vaso de agua fría que estás deseando beber, pero ese agua no es dulce, sino salada y solo sabes que te dañará beberla.

 

Se había dedicado a estudiar el comportamiento de los adolescentes a su alrededor.

 

Su propia ex amiga, Lily, parecía haber profesado auténtica animadversión por Potter todos esos años. Y un día sin entender cómo eran novios.

 

¿Qué había pasado ahí? ¿Qué le había hecho cambiar de opinión? 

 

Veía chicas y chicos molestando a sus compañeros, y como de aquellas peleas salían relaciones amorosas.

 

¿Era eso lo que les estaba pasando a ellos? ¿Pero por qué sentía que no era igual?

 

Solo quedaba una semana para acabar la escuela, estaba deseando acabar ese periodo y por otro lado, no quería que llegara nunca.

 

No tenía un futuro delante de él, no había estudios superiores, y no sabía qué tipo de trabajo podría realizar en el mundo mágico.

 

Y luego estaba Sirius, al que no volvería a ver nunca más, en aquel pensamiento había tanto dolor como alegría.

 

No ver lo que no se puede tener es bueno, pero no ver lo que deseas tener también es triste. 

 

 

Cuando Sirius llegó hasta él sintió algo que hacía tiempo no sentía por él, miedo. Venía tan enfadado hacia él que pensó que le iba a pegar y dio varios pasos hacia atrás, el campo delante del lago estaba lleno de estudiantes y Severus no quería volver a ser humillado en público.

 

Cuando Sirius le agarró de la cara, Severus volvió a tratar de apartarse, pero este le agarraba muy fuerte, le llegaban oleadas de su magia, era tan fuerte que le estaba haciendo temblar. Él quería plantarle cara, no quería volver aquello, le gustaba la nueva relación que tenían.

 

Él quería besarle no que volvieran a las agresiones, cuando sus deseos se vieron cumplidos no supo que hacer con ellos.

 

Nunca, y es decir, nunca, algo salía con deseaba. Y los labios de Sirius le prodigaban caricias rudas, pero lo estaba haciendo.

 

¿De verdad le gustaba a Sirius? La lengua invadió su boca, y sintió multiplicado por mil las nuevas sensaciones que tenía con el Gryffindor en los últimos tiempos.

 

Y por una vez en su vida, Severus Snape se dejó llevar y devolvió el beso en lo que a él le pareció un modo torpe. La presión de Sirius fue reduciéndose. 

 

¿Lo estaba haciendo mal?

 

Cuando se separó lo supo, era un desastre, pero en su defensa diría que jamás lo había hecho antes.

 

Cuando iba a abrir la boca para disculparle y decirle que podía mejorar, Sirius le besó de nuevo, mucha más suave, mucho más profundo, agarrándole por la cintura y por la nuca, atrayéndolo hacia él, jugando con su lengua.

 

Severus le imitó, se dejó cargar sobre Sirius y se agarró de su cuello, porque sentía que se caería si no lo hacía.

 

Había conseguido lo que quería y no se había acabado el mundo.

 

Durante toda aquella tarde, se besaron, hablaron y se besaron. Sirius no dejó de atraerlo hacia él, como si no poder tocarlo fuera inadmisible.

 

Severus se atrevió, y se sentó entre sus piernas abrazándose al moreno, escuchaba su corazón.

 

No había rastro de enfado, la tormenta en sus ojos grises no volvió y solo le miraban a él.

 

Estaba enamorado de Sirius Black y por un momento sintió que podría ser correspondido.

 

 

Severus no estaba acostumbrado a soñar, pero sus sueños, por primera vez se estaban haciendo realidad.

Notas finales:

 

 

 

Hola, sí, soy yo 84 años después. No suelo tener historias tan paradas, salvo un Vkook de BTS que creo que va a morir en breve y volver a borradores.

 

En fin, nuevo capítulo. Severus me rompe el corazón.

 

Hasta la próxima, espero no tardarme tanto pero esta historia no sale de otro modo.

 

Shimi.


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