La lluvia caía haciendo que las ropas de Harry se le pegaran, pero a él no le importaba. La rabia que sentía era mayor a la incomodidad que un puñado de tela contra su cuerpo le provocaran.
Malfoy había sido el culpable de haber arruinado el enlace entre Ron y Blaise, no podía creerlo, pero por otro lado no le extrañaba.
Siempre tan arrogante, siempre tan altivo y creyéndose superior a cualquiera. Él y su título, él y sus prejuicios ante una familia humilde y llena de amor como era la de los Weasley.
Ya no solo le odiaba por lo mal que le había hecho sentir a él con sus desplantes, por sus palabras de poco aprecio hacia su persona. Él había provocado la infelicidad de su hermano adoptivo, Ron no quería decirlo pero estaba completamente dolido por la marcha sin explicaciones de Blaise a Italia.
La rabia se lo comía, y cuando el amigo de Malfoy se lo había contado en aquella reunión estúpida, Harry salió corriendo. Luego dirían que los donceles eran seres volubles e inestables, que los nervios por ser una criatura frágil y sin pareja le habían dominado.
Pero lo que nadie sabría era que Harry hubiera estrangulado al señor Malfoy con sus propias manos si hubiera podido.
Por eso fue la última persona que pensó se lanzaría a buscarle en mitad de la tormenta.
Harry se cobijó cansado de correr, cansado de la lluvia, y cansado de todo.
—Harry.
—¿Qué haces usted aquí?—preguntó Harry sorprendido.
—Volvamos, la lluvia le hará enfermar.
—¿Y qué más le dará a usted que yo enfermar, señor Malfoy?—Su rabia era ta que el rostro del rubio, normalmente carente de un atisbo de expresión humano se turbó.
—Me importa muchísimos más de lo que usted entendería.
—Está claro que me tiene como a un ser insignificante de escaso intelecto, por no hablar de lo evidente que dejó mi escaso encanto físico.
—Eso no es cierto.
—¿Tampoco es cierto que nos encontró indignos a mi familia y a mí?
El señor Malfoy tuvo la decencia, o el descaro de no contestar.
Harry solo quería perderlo de vista.
—Váyase, se lo suplico.
Ese hombre le turbaba hasta tal punto que la rabia se había trasformado en tristeza, y esta en un cansancio vital.
—Harry, si he venido hasta aquí, si he hecho coincidir mi visita a Godric's Hollow, ha sido solo por verle a usted, porque por más que he intentado luchar contra lo que siento, he sido incapaz. He luchado contra lo que soy, contra lo inadecuada que es su familia, y nuestra clara diferencia social. He luchado y Merlín lo sabe, pero lo que siente mi corazón es mucho más fuerte de lo que me dice mi razón.
—No entiendo nada.
—Le amo, Harry. De un modo demoledor, solo pienso en usted, día y noche. ¿Se casaría conmigo?
Harry hubiera esperado cualquier cosa, incluso que le hubieran salido dos cabezas, salvo eso. Nunca eso.
––Señor, yo...,sé cuán horrible ha tenido que ser para usted todo este sufrimiento, cuanto de su valioso tiempo ha debido malgasta en pensar en alguien como yo. Pero debo rechazar su ofrecimiento.
—¿Puedo preguntarle por qué me rechaza con tan escasa cortesía?
—Podría decir yo mismo, que ha sido usted el poco cortés viniendo hasta aquí para ofender a mi persona y a mi inadecuada familia.
—No era mi intención, ofenderle.
—Aunque no me hubiera ofendido, yo nunca me casaría con usted, Señor Malfoy, ¿cree usted que yo podría caer en la tentación de aceptar al hombre que ha sido el culpable de arruinar, tal vez para siempre, la felicidad de mi hermano? ¿Se atreve a negarlo, Señor Malfoy?––repitió él––. Usted separó a una pareja que se amaba y expuso a su amigo a las censuras del mundo y a mi hermano a la burla que despiertan las esperanzas frustradas, sumiéndolos a los dos en el más vivo dolor.
—Solo advertí a mi buen amigo de un matrimonio urdido en el nombre de un falso amor. Liberé a su corazón de sufrir por algo que nunca llegaría a tener.
—¿En base a qué juzgó la falta de un sentimiento sincero en mi hermano?—contestó Harry—. El amor que le profesa, que le profesaba a su amigo era sincero, tímido y tan dulce como una flor que está a punto de abrirse.
—Su hermano nunca manifestó tales sentimientos.
—Mi hermano es casi incapaz de mostrar nada, y si usted lo conociera, si hubiera tenido el valor de mirar en sus ojos, en mirar en sus gestos tímidos, se habría dado cuenta de lo sincero de sus sentimientos.
—En ese caso, me disculpo, con usted y con su familia. Siento haberle incomodado con mis sentimientos desbocados.
Con una inclinación de cabeza, se fue, dejando un terremoto en su corazón.
Harry se fue de allí como había llegado, chorreando, enfadado y ahora de nuevo humillado por ese hombre que se atrevía a decirle que le amaba después de haberle insultado.
Draco Malfoy era uno de los hombre más guapos y ricos de toda Inglaterra, y también el más arrogante y carente de empatía que Harry había conocido nunca.
Los padres de Harry habían muerto cuando él no era más que un niño, sin embargo había sido acogido por lo que no podía considerar más que como su verdadera familia. Los Weasley.
Eran muchos, eran ruidosos, y eran lo mejor que Harry había tenido nunca.
La vida en la Madriguera era cuanto Harry necesitaba, los hermanos mayores habían hecho sus vidas, lejos del hogar pero siempre volvían para poder pasar tiempo juntos.
Todos volvieron cuando el único hijo doncel de los Weasley, Ron, entró en sociedad para buscar esposo.
Para Harry el destino de Ron era el suyo, pero debería esperar un año más, los Weasley no tenían dinero para poder presentarlos a ambos.
Para Harry estaba bien, él no tenía el más mínimo interés en casarse, y muchísimo menos en tener hijos. Él quería terminar sus estudios, ingresar a alguna universidad mágica donde pudiera ser aceptado.
Sin embargo, la emoción de Ron era algo que le calaba poco a poco a él, ¿por qué no quería casarse? ¿Por qué quería ir en contra de su naturaleza, como todos decían?
Harry no lo sabía, y solo esperaba no tener que conocerlo nunca. Su pelo oscuro, su corta estatura y sus anteojos le restaban mucho del atractivo que cualquiera de los Weasley tenían.
Harry acompañó a su amigo, casi su hermano, al baile de los Nott, una de las familias más importantes y cuyo hijo estaba buscando pareja.
A Harry la opulencia le daba realmente lo mismo, prefería mil veces más sencillez de La Madriguera.
Fue en aquella fiesta donde lo conoció y donde Ron se enamoró perdidamente de su amigo, Blaise Zabini.
Fue allí donde Malfoy le insultó por primera vez.
Cuando él y los Zabini se marcharon, dejaron a todos devastados, a Harry con unos sentimientos que no sabía como lidiar con ellos, y a Ron humillado y ocultando su dolor con indiferencia.
No esperó volver a verle, no esperaba aquellas palabras de amor, y mucho menos que ellas le hicieran mella. Porque por más que quisiera negarlo, su corazón palpitaba por el maldito señor Malfoy, pero él iba a resistirse aunque le doliera en el alma.
Lo que Harry no sabía es que la vida, le iba a volver a colocar delante del hombre que tan profundamente amaba y odiaba a la vez.
FIN