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Juntos por Liss83

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Edward intentó no entrar en pánico mientras se quedaba en la mitad de una inspiración. Lo único que se movía en su rostro eran los ojos, girando de forma instintiva para encontrar la fuente de aquel sonido.

Seth estaba en la línea donde el bosque tocaba el prado de los Cullen, con los brazos cruzados sobre el cuerpo y la mandíbula apretada con fuerza. Invisibles detrás de él. Edward escuchó un corazón más y el ligero crujido de los helechos bajo unas patas enormes, que caminaban impacientes de un lado para otro.

 

 

 

-          Ten cuidado, Seth — le advirtió Jacob. Un rugido se alzó en el bosque para corear la preocupación que denotaba su voz  —. Quizás ésta no sea la mejor manera...

-          ¿Crees que es mejor dejarlo que se acerque primero a los bebés? — le interrumpió Seth  —. Es más seguro ver cómo se las apaña Edward conmigo. Me curo rápido.

 

 

 

Edward entendió que eso era una prueba para ver si no mataba a Seth antes de encontrarse con Renesmee y Elijah. El vampiro se sintió extrañamente mareado..., pero esto no tenía nada que ver con su estómago sino sólo con su cerebro ¿Acaso eran trillizos y faltaba que naciera otro bebe? ¿Había sido esto idea de Jacob?

Edward vio en el rostro del chico mucha ansiedad. Jacob pareció deliberar durante un momento, pero entonces su expresión se torció para preocuparse por algo más. Se encogió de hombros y una corriente sumergida de hostilidad tiñó su voz cuando replicó:

 

 

 

-          Es tu cuello lo que te juegas, supongo. Solo quiero quede muy claro que no tengo nada que ver para cuando Sue me quiera matar — dijo Jacob y el gruñido del bosque se volvió más furioso esta vez; Leah, sin lugar a dudas.

 

 

 

“¿Qué pasaba con Jacob?” pensó Edward. Después de todo por lo que habían pasado, debería haber sido un poco masa agradecido, después de todo era su mejor amigo. Lo que no entendía era porqué se ofrecía como una prueba para proteger a Elijah y a Renesmee? Nada de esto tenía sentido para él.

 

 

 

Entonces dejó salir su sonrisa familiar, la sonrisa de un amigo de verdad, y Edward estuvo seguro de que su amistad estaba intacta. Era como siempre, como si no se hubiese puesto en peligro a sí mismo y a Jacob al embarazarse. Todo fácil y normal. Como si aquel día que se había enterado de su embarazo no hubiese ido a la mansión dispuesto a matarlo para honrar el tratado. Era sólo su amigo, de la manera en que todo debía ser.

 

 

 

Sin embargo, aún no le veía sentido a lo que estaba haciendo. ¿De verdad era tan poco egoísta que intentaría proteger a Jacob, a riesgo de su vida, de hacer algo que lamentaría para siempre? Esto iba mucho más allá de la mera tolerancia por su nueva alianza, o una manera milagrosa de poder mantener su amistad. Seth era una de las personas con el alma más pura que había conocido, pero esto resultaba excesivo para aceptarlo de cualquiera.

Su sonrisa se amplió, y se estremeció ligeramente.

 

 

 

-          Tengo que decirlo, Edward. Eres un verdadero espectáculo para friquis — dijo Seth con la sonrisa más amplia de todas

-          ¡Hey! — gruño Jacob.

 

 

 

El viento sopló a sus espaldas y Edward pudo llenar rápidamente los pulmones con aire limpio de modo que logró responderle.

 

 

 

-          Qué va, tiene razón. Los ojos sí que lo son, ¿verdad?

-          Realmente espeluznantes, pero no tienes tan mala pinta como pensé — dijo Seth — pensé que volverías a ser… tú ya sabes

-          Oye... ¡Gracias por ese cumplido tan asombroso! — y Seth puso los ojos en blanco.

-          Ya sabes lo que quiero decir. Sigues pareces tú, más o menos. No es tanto el aspecto que tienes como que... sigues siendo Edward — le sonrió otra vez sin rastro de amargura ni resentimiento en ninguna parte de su rostro. Entonces se echó a reír entre dientes y dijo  —. De todas formas, supongo que pronto me acostumbraré a los ojos.

-          ¿Seguro? — le preguntó el vampiro, confundido. Era maravilloso comprobar que aún eran amigos.

 

 

 

La más extraña de las miradas cruzó su rostro, borrando la sonrisa. Parecía... ¿culpabilidad? Sus ojos se movieron hacia Jacob.

 

 

 

-          Gracias — dijo el chico  —. No sabía si serías capaz de callar, lo hubieras prometido o no. Como siempre le das todo lo que él quiere...

-          Quizás es que no he perdido la esperanza de que se enfade tanto que te arranque la cabeza — sugirió Jacob, pero su lugarteniente bufó — ya que yo no puedo matarte o mi padre y Sue se enojarían conmigo

-          Muy gracioso. Edward solo no leas mi mente aun, por favor — suplico Seth — Te lo explicaré más tarde — dijo Jacob de forma casi inconsciente, como si en realidad no lo hubiera planeado así. Entonces cambió de tema  —. Primero, que empiece el espectáculo — su sonrisa era un reto tan pronto como comenzó a avanzar lentamente.

 

 

 

Hubo un aullido de protesta, y entonces el cuerpo gris de Leah salió de detrás de él. Seth se molestó y le pidió a su hermana que no se metiese en lo que no le importaba. Edward sin embargo se alegró de que la loba no lo escuchase, aunque lo siguió con mayor lentitud.

El viento se había calmado y no alejaría el olor de Seth. Edward se acercó tanto que pudo sentir el calor de su cuerpo en el aire que había entre ellos. La garganta le ardió en respuesta.

 

 

 

-          Vamos Edward. No me tengas miedo

 

 

 

Leah gruñó. Edward no quería respirar. No estaba bien aprovecharse de este modo tan peligroso de Seth, aunque hubiera sido él quien se ofreciera. Además, no podía apartarse de la lógica. ¿En qué lo ayudaría eso? ¿Acaso eso le aseguraba que no le haría daño a sus hijos?

 

 

 

-          Eres muy lento — provocó Seth  —. Bueno, no técnicamente, pero creo que entendiste la idea, ¿no?

-          Sujétame — le pidió Edward a Jacob, pegándose a su pecho.

 

 

 

Sus manos se aferraron a sus brazos. Coloco los músculos en posición, esperando ser capaz de mantenerlos inmóviles. Estaba decidido a hacerlo tan bien, por lo menos, como lo había hecho durante la caza. En el peor de los casos, dejaría de respirar y echaría a correr. Nervioso, aspiró un poco de aire por la nariz, preparada para lo que fuera.

 

 

 

Dolió un poco, pero su garganta ya ardía sordamente de todas formas. Seth, al ser lobo, no olía más humano que el puma. Había un matiz animal en su sangre que le repelía de forma instantánea, aunque el sonido húmedo, fuerte, de su corazón resultaba atractivo, el olor que lo acompañaba le hizo arrugar la nariz. En realidad, su olor le facilitaba el atemperar su reacción al sonido y calor de su sangre pulsante.

Inspiró de nuevo y se relajó.

 

 

 

-          Seth, sabes que te aprecio de verdad y nuestra amistad es real — dijo Edward — pero debo decir que apestas.

 

 

 

Jacob estalló en carcajadas, sus manos se deslizaron de sus brazos para enredarse en torno a la cintura de su esposo. Seth ladró una baja risotada que armonizó con la de Jacob y se acercó un poco más mientras que Leah se alejaba varios pasos. Entonces Edward fue consciente del resto de la audiencia cuando escuchó el bajo y diferente carcajeo de Emmett, sofocado por la pared de cristal que había entre nosotros.

 

 

 

-          Mira quién habla — replicó Seth, apretándose la nariz de modo teatral.

-          Ok, ya ha pasado, ¿no? — repuso Edward  —. ¿Y ahora me vas a contar cuál es el gran secreto? — La expresión de Seth se tornó muy nerviosa.

-          No es nada de lo que debas preocuparte por el momento...

 

 

 

Se escuchó otra vez la risita de Emmett... un sonido anticipatorio. Edward pensó que debería haber presionado más, pero mientras escuchaba a Emmett, percibió también otros sonidos. La respiración de siete personas y dos juegos de pulmones que se movía con mayor rapidez que los otros. Y dos corazones que latía como las alas de un pájaro, ligero y rápido.

Se distrajo por completo. Sus hijos estaban justo al otro lado de aquella fina pared de cristal. No podía verlos, porque la luz se reflejaba en los cristales reflectantes, como si fueran un espejo. Sólo podía verse a sí mismo

 

 

 

Siempre había sido un hombre seguro de sí mismo hasta que conoció a Bella Swan y su nudismo mental. Pero cuando Jacob Black imprimo de él y lo rechazo no sabía cómo sentirse exactamente. Pero ahora, que debía conocer a sus dos hijos recién nacidos, todo lo anterior le causaba risa y terror a la vez.

 

 

 

-          Elijah. Renesmee — susurró. La tensión lo convirtió de nuevo en una estatua. Ellos seguro que no olerían como un animal. ¿Los pondría en peligro?

-          Ven y lo vemos — le murmuró Jacob  —. Sé que lo vas a hacer muy bien.

-          ¿Me ayudarás? — susurró el vampiro a través de los labios inmóviles.

-          Claro que sí.

-          ¿Y también Emmett y Jasper...? Sólo por si acaso.

-          Cuidaremos de ti, Edward. No te preocupes, estaremos preparados. Ninguno de nosotros pondría en peligro a los niños. Creo que te sorprenderá lo rápido que se han metido a todos en sus puñitos. Estarán totalmente a salvo, no importa lo que pase.

 

 

 

El anhelo del vampiro por verlos, de comprender la adoración que destilaban los labios de Edward, rompió la inmovilidad de su postura. Dio un paso hacia delante. Y entonces Seth lo interceptó, con el rostro convertido en una máscara preocupada.

 

 

 

-          ¿Estás seguro, alfa? — Seth le exigió a Jacob, con la voz casi suplicante. Edward nunca le había oído hablar a este de esa manera  —. Esto no me gusta nada. Quizá debería esperar...

-          Ya has tenido tu prueba, Seth.

 

 

 

¿La prueba había sido idea de Jacob?

 

 

 

-          Pero... — comenzó él de nuevo.

-          Pero nada — replicó Jacob, de repente exasperado  —. Edward necesita ver a nuestros hijos. Quítate de en medio, ya.

 

 

 

Seth le lanzó una mirada extraña al vampiro, frenética, y después se volvió y casi echó a correr hacia la casa delante de ellos.

Jacob gruñó.

Edward no le veía sentido a su enfrentamiento, pero tampoco podía concentrarme en él. Sólo podía pensar en el bebé borroso de sus recuerdos y luchar contra la confusión de esa imagen, intentando recordarla con exactitud.

 

 

 

-          ¿Vamos? — le dijo Jacob, con su voz dulce de nuevo.

 

 

 

Edward asintió con nerviosismo. Jacob le tomó la mano con fuerza y lo guio camino de la casa. Los esperaban en una línea sonriente que era a la misma vez amigable y defensiva. Rosalie y Esmes estaban varios pasos detrás de los demás, cerca de la puerta principal. Estaban solas hasta que se les unió Seth, que se colocó delante de ellas, más cerca de lo normal. No había nada casual ni cómodo en esa cercanía, por el contrario, los tres parecían encogerse ante esa proximidad.

 

                                                                                        

 

Dos personitas muy pequeñas se inclinaban en los brazos de Rosalie y Esmes, intentando ver algo alrededor de Seth. De inmediato captaron toda la atención de Edward, todos sus pensamientos, de una manera que nada había conseguido desde el momento en que abrió los ojos.

 

 

 

-          Pero ¿no tienen sólo dos días? — preguntó Edward en un jadeo, incrédulo.

 

 

 

El extraño bebé recostado en los brazos de Rosalie parecía tener semanas, si no meses. Lo mismo que el que cargaba Esmes. Eran dos veces más grande que el bebé de la vaga memoria de Edward, y alzaban sus torsos con facilidad mientras se estiraban hacia el vampiro. Renesmee tenía un brillante cabello del color del bronce que caía en rizos más allá de sus hombros, y sus ojos del color negro lo examinaban con un interés que tenía muy poco de infantil. En cambio Elijah tenía la piel morena pero los ojos verdes intenso. Su cabello era negro azabache, muy parecido al de Jacob.

 Un aire adulto, consciente y lleno de inteligencia los envolvía a ambos. Renesmee movió una mano, moviéndola en dirección de su padre vampiro durante un momento, pero luego se volvió para tocar la garganta de Rosalie.

 

 

 

Si sus rostros no fueran tan asombroso en belleza y perfección, Edward no le habría creído que era los mismos bebés. Sus bebés. Pero los rasgos eran los de Jacob mesclados con los suyos y las mejillas y el color de sus ojos eran del lobo. Incluso su madre biológica tenía su lugar en los espesos rizos. Debían ser sus hijos. Suyos, y de Jacob. Imposible, pero cierto.

De todos modos, la visión de esas personitas inesperadas no la hacía más real; si acaso, más fantástica. Rosalie palmeó la manita que tenía contra el cuello y murmuró.

 

 

 

-          Sí, es él — dijo la vampira a la niña.

 

 

 

Tanto los ojos de Renesmee, como los de Elijah se engarzaron en los suyos y entonces, como hizo a los pocos segundos de su violento alumbramiento, el pequeño le sonrió. Un rayo brillante de diminutos dientes blancos y perfectos.

Edward temblando en su interior, dio un paso vacilante hacia ellos. Todo el mundo se movió a gran velocidad. Emmett y Jasper se situaron justo enfrente de Edward, hombro con hombro y las manos preparadas. Jacob sujetó a su esposo por atrás, con los dedos tensos sobre la parte superior de sus brazos. Incluso Carlisle y Seth se movieron para cubrir los flancos de Emmett y Jasper, mientras Rosalie y Esmes retrocedían hacia la puerta, con los brazos fieramente apretados en torno a ambos bebes. Jacob se movió también, manteniendo su postura protectora delante de ellas.

Alice fue la única que se quedó en su sitio.

 

 

 

-          Oh, vamos, denle una oportunidad — les reprendió  —. No les va a hacer nada. Sólo quiere mirarlos un poco más de cerca.

 

 

 

Alice tenía razón. Su hermano estaba bajo control. Lo habían sujetado para nada, porque sus olores no eran en absoluto igual que el de los humanos del bosque. La tentación no se le podía comparar. La fragancia de Renesmee y Elijah equilibraba perfectamente el olor del más hermoso de los perfumes con el de la comida más deliciosa. Había suficiente del dulce aroma vampírico para que contrapesara la parte humana.

Podía manejarlo. Estaba seguro.

 

 

 

-          Estoy bien — aseguro el vampiro, palmeando la mano de Jacob sobre su brazo. Pero dudó y añadió  —. De todas formas manténganse cerca, sólo por si acaso.

 

 

 

Los ojos de Jasper estaban entrecerrados, concentrados. Edward sabía que su hermano estaba testando su clima emocional y él se empeñaba en mantener una firme calma. Sintió cómo Jacob liberaba sus brazos y leyó el asentimiento de Jasper, pero aunque éste lo sabía de primera mano, no parecía tenerlas todas consigo.

Cuando los gemelos escucharon la voz de su papi, aquellas criaturas demasiado listas para sus edades, lucharon por desprenderse de los brazos que las retenían, extendiéndolos en dirección de Edward. De alguna manera se las apañaron para que su expresión mostrara impaciencia.

 

 

 

-          Jazz, Em, déjenlo. Edward puede con esto.

-          Jacob, el riesgo... — comenzó Jasper.

-          Es mínimo — dijo Jacob — Escucha, Jasper, cuando estábamos de caza, captó el olor de unos excursionistas que se encontraban en el lugar equivocado y la hora inoportuna...

 

 

 

Escucho cómo Carlisle tragaba aire con una inspiración de asombro. El rostro de Alice se llenó de pronto de un interés cariñoso mezclado con compasión. A Jasper se le pusieron los ojos como platos. La boca de Seth se torció en una mueca disgustada. Emmett se encogió de hombros. Rosalie mostró aún menos interés que su compañero, ya que estaba intentando sujetar al bebé que luchaba en sus brazos, lo mismo que Esmes

 

 

 

-          ¡Edward! — le recriminó Carlisle  —. ¿Cómo has podido ser tan irresponsable?                      

-          Ya lo sé, Carlisle, ya lo sé. Simplemente me he comportado como un estúpido — se auto recrimino el vampiro  —. Debería haberme tomado mi tiempo para comprobar que estábamos en una zona segura antes de empezar a cazar.

-          Edward, no seas tan duro contigo mismo — masculló, avergonzado por la forma en la que miraban a su esposo. Era como si intentaran encontrar un rojo más brillante en sus ojos.

-          Tiene toda la razón del mundo para regañarme, Jacke — repuso Edward con una mueca  —. He cometido un error terrible. El hecho de que a pesar de la sed hubiese sido capaz de huir no lo cambia

-          Un chiste de buen gusto, Edward — dijo Alice poniendo los ojos en blanco.

-          No era un chiste — dijo Jacob  —. Le estaba explicando a Jasper por qué sé que Edward puede apañárselas bien con esto. No es culpa mía que todos se hayan precipitado en sus conclusiones.

-          Espera — le interrumpió Jasper con un jadeo  —. ¿Es que él no cazó a los humanos?

-          Empezó a seguirlos — replicó Jacob, disfrutando a las claras de la historia. Edward apretó los dientes  —. Estaba concentrado por completo en la caza.

-          ¿Y qué ocurrió? — intervino Carlisle. De repente sus ojos brillaban, mientras una sonrisa asombrada comenzaba a formarse en su rostro.

-          Me escuchó ir detrás de él y reaccionó a la defensiva — dijo Jacob inclinándose hacia él, animado — Tan pronto como mi persecución interrumpió su concentración, la abandonó bruscamente. Nunca me imaginé que pudieran hacer algo así. Se dio cuenta de lo que estaba pasando... y entonces, contuvo el aliento y huyó.

-          Guau — comentó Emmett  —. ¿En serio?

-          No lo está contando bien — refunfuñó su hermano entre dientes, aún más avergonzado que antes  —. Esta omitiendo la parte en la que le gruñí.

-          ¿Y no le diste un par de buenos sopapos? — preguntó Emmett con alegría.

-          ¡No! Claro que no.

-          ¿No? ¿De verdad que no? ¿De verdad que no le atacaste?

-          ¡Emmett! — protestó su hermano.

-          Ah, vaya, qué lástima — gruñó él  —. Hubiese sido interesante esa batalla, aunque tal vez no disfrutaría las palomitas de maíz — Edward lo miró con cara de muy pocos amigos y ojos helados.

-          Ni se me ocurriría.

 

 

 

El ceño fruncido de Jasper captó la atención de Edward, ya que parecía incluso más molesto que antes. Pero pronto volvió a concentrarse en lo que tenía en frente. Edward seguía mirando a los preciosos bebés que estaba al lado de la puerta, todavía pendientes de él.

 

Notas finales:

Volví!!!!!!!!

 

Pregunta preguntona  que nada que ve con esta historia: ¿se imaginan que de un día para otro Ronald Weasley empiece a comportarse como bebe sin poder evitarlo (pañales, biberón, vocabulario, etc.) pero su mente siguiese siendo de un adulto?

 

¿Se imaginan que pasaría si su tutor legal (que no es Arthur) lo tratase como bebé y a la vez lo convirtiese en su juguete sexual?

 

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Besitos!!!


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