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Una falsa historia de Amor por Mascayeta

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Draco Malfoy llegó a las ocho de la noche a Hogwarts con el glamour de Sloven Dutyo, era mejor mantener un perfil bajo frente a las personas que, sin duda, querían obtener lo que por derecho les pertenecía a los Malfoy y al Clan de Invierno.

Saludó a otros invitados y comentó algo de la decisión del Wizengamot, era experto en sonrisas hipócritas y charlas vacías, donde los comentarios sarcásticos y las verdades a medias pululaban, así que fue fácil hacerse al ambiente, hasta que se topó con el grupo en que estaba su tía Andrómeda Tonks junto a los Weasley y Fleur Delacour que parecía incómoda.

De inmediato la mujer preguntó por cómo sobrellevaba el Refugio del Clan estar sin el líder y con un heredero que pronto se convertiría en un "concubino", debido al incumplimiento de las cláusulas del Contrato Matrimonial.

Draco desconocía el hecho de que Lucius alcanzó a hacer un convenio con Potter, aunque no era de extrañar por el poder que poseía, así que se obligó a contestar recordándole que él era quien ejercía el cargo desde antes de la Guerra, por ende, tomaría las medidas necesarias que favorecieran a su manada.

Los comentarios mordaces continuaron haciéndole entender que la noticia que daría Dumbledore implicaba mucho más que el nombramiento de Potter como jefe de Aurores, y que definitivamente su futuro estaba en riesgo.

Cansado de las burlas se apartó del grupo de arpías no sin antes decirle a Fleur que ella y la familia Delacour contaban con el apoyo del Clan si en algún momento se arrepentía de la decisión de estar conviviendo con ratas, la Veela sonrió por primera vez en la noche y tocó su vientre, ya tenía algo superior al amor de su pareja destinada que le mantendría con vida.

Con esa imagen, Draco se retiró del grupo que le acompañaba, caminó por el pasillo que tantas veces recorrió como estudiante y que se veía tan diferente después de la remodelación. Las voces al final del mismo le atrajeron, más por la curiosidad de escuchar la discusión que sin duda sostenían a quienes pudo reconocer como la pareja de los Potter, y a Remus Lupin que parecía actuar como mediador.

—¡No es excusa para ignorarlo! ¡James, Harry es tu único hijo!

—Pues parece más hijo tuyo y de Albus por la manera como se comporta Evans —replicó con sarcasmo haciendo que el mismo Draco se sorprendiera ya que nunca lo había escuchado hablarle así a la pelirroja—. No he estado de acuerdo con esta locura, si avalé el contrato matrimonial fue porque aseguró estar enamorado de Draco, además que Dumbledore prometió protección a Lucius y Severus, algo que no hizo.

—¿Te estás oyendo James? —La pregunta de Lupin parecía querer recordarle al hombre todo el daño que le hizo al pocionista y el desprecio que siempre sintió por los Malfoy—. Tu padre no incumplió, Voldemort secuestró a Snape, Bellatrix maldijo al oxigenado, y ahora ambos están muertos...

—¡Jamás compares a mi padre con Dumbledore!

Draco quiso avanzar, pero sintió que una mano lo jalaba, dándose vuelta encontró a Teddy Lupin que negó con la cabeza cuando iba a reclamarle y le hizo una seña para que lo acompañara.

El silencio entre ambos continuó hasta que llegaron a una puerta que Lupin abrió para dejarlo pasar. Draco lo escuchó susurrar que él se encargaría de que Lucius estuviese bien, y que aceptara la propuesta que pronto le harían.

No lo comprendió, quiso preguntar, pero fue demasiado tarde porque ya Teddy lo había abandonado. Invocó un Lumus y empezó a recorrer el pasillo, un cuadro lo esperaba al final, se asomó a través de la ventana con cortinas, observó la oficina del Director y en ella a Harry en medio de las piernas de quien sabía era su rival. El llanto de un niño lo obligó a mirar al fondo donde un bebé de unos ocho meses pedía atención.

Harry liberó a la comadrejilla que se acomodó la ropa para pasar a cargar al niño, era ver a James, el Alpha sonrió con cariño, Draco no necesitaba palabras, sintió las lágrimas resbalar, no obstante, recordó que significaba ser un Malfoy, tomó aire y se concentró en la conversación.

La puerta del despacho se abrió dejando pasar a Dumbledore y Lupin seguidos de un James disgustado que de inmediato ordenó a la Omega para con la liberación de feromonas. Algo que la sonriente Lily restó importancia cuando abrazó a la Omega para cargar al bebé que llamó Arthur Henry. Draco sonrió al notar como el mayor de los Potter rodó los ojos sentándose en un lugar alejado de su hijo y las pelirrojas.

El Director fue el primero en hablar, preguntó a Lupin por Sloven, este negó diciendo que tras la conversación con Andrómeda y Molly, desapareció.

—Es necesario encontrarlo, no se puede dar el anuncio antes de que firme su dimisión al liderazgo del Clan de Invierno, sé por nuestro informante que tan pronto Lucius mejore —el tono de burla era palpable en su voz-—, o Draco cumpla la mayoría de edad, él retornaría a su cargo de Chaman.

El ojiplata pensó en quien era el informante, fue fácil encontrarlo, un ser que pudiese entrar y salir de cualquier lugar sin ser detectado por las protecciones más no a los hechizos de privacidad, un ser que estuviese vinculado a un miembro de la familia real, el elfo doméstico que traicionó a los Malfoy y que servía fielmente a Harry Potter, Dobby.

Dumbledore ordenó a Lupin traerlo antes de las diez de la noche, a esa hora, si no daban con él, tendría que asumir las consecuencias de lo firmado por Lucius en el contrato. De igual manera le pidió advertir a la señora Tonks, su imprudencia podría costarle algo más que la fortuna y el apellido que pensaban devolverle, ya se encargaría personalmente de Molly.

—Harry aún tienes tiempo de arrepentirte —sugirió James a su hijo en el afán de dar una oportunidad de salir bien librado del desastre que se avecinaba.

—¿Por qué debería hacerlo?

El azabache miró a su progenitor como si estuviese loco, con una sonrisa que asemejaba una mueca, confesó lo que terminó de romper la esperanza que Draco tenía en él y sus sentimientos.

—Sabes que desde el matrimonio de Bill la convivencia con Ginny me hizo comprender que la amaba, el casamiento con Malfoy fue un arreglo, nosotros los protegíamos y Lucius y Narcissa permitían que yo me enlazara con él.

—Le dijiste al hombre que amabas a su hijo, era lógico que lo aceptaría —eso sorprendió a Draco, el razonamiento de James era correcto, su padre sólo cedió por creer que era la mejor opción para salvarlos.

El ojiverde soltó una carcajada que causó un gran dolor a Draco por el cinismo reflejado, en ese instante cada confesión de quien pensó conocer lo suficiente para convencerlo de que había cambiado, lo hundía en la desesperanza.

Potter marcó a Ginevra una noche antes del ataque a La Madriguera, cuando se casó con él en Malfoy Manor fue porque Narcissa se lo sugirió para evitar que lo llevaran a Azkaban y ganar su confianza. Habló de cómo durante la búsqueda de los Horrocrux sus pensamientos siempre estaban con la pelirroja, por eso, al llegar a Hogwarts pasó una semana con ella y renovó los votos de unión. Se burló al recordar la expresión de Malfoy cuando lo salvó en la Sala de Menesteres, y aún más cuando entró a la enfermería tomado de la mano de Ginny.

—Tres años de matrimonio donde si he convivido uno completo con ese remedo de Alpha ha sido mucho —arrugó la cara haciendo una expresión que denotaba asco—. No sabes lo que tuve que forzarme para darle un beso o simular interés en la cama cuando veía su cuerpo similar al de un Omega deforme por lo afeminado del mismo.

Las hirientes y despectivas narraciones de sus relaciones íntimas continuaron recalcando que en la mente de Harry, cada vez que se lo "cogía", estaba Ginny.

—Debía usar toda mi concentración para follarlo sin herirlo, ya que el maldito lobo de Malfoy gruñía cada vez que lo tocaba, y no me permitió volver a sentir su fragancia.

Fue el momento de reír del mayor de los Potter.

—Qué Ginevra parezca un aspersor de feromonas para mantenerte excitado a toda hora, no quiere decir que tu Alpha esté contento Harry. Te has preguntado ¿Por qué no puedes sentir el embriagante aroma a Champagne y Manzana de Draco?

Detrás del espejo Malfoy se sobresaltó, era imposible que James si percibiera su aroma, ya que últimamente solo lo liberaba en la habitación de San Mungo en que tenían a Lucius, y más cuando notó como saboreaba cada palabra como si de un buen vino se tratase, sonrojado por la lascivia que sintió, volteó a ver a Harry que pareció inhalar nostálgico y tragó en seco, fue cuando la Omega lo abrazó diciéndole que se calmara.

—Debías darte cuenta con estos detalles, pero en fin, parece que no puedes unir dos ideas con la única neurona que posees —Draco rió por el comentario, adoraba esa faceta de James, que siguió hablando con un tono de decepción y tristeza—. Cometí muchos errores al criarte como un niño mimado, cruel y que justificaba sus acciones con la fama de ser el Salvador del Mundo Mágico.

<<Dejé que ese señor —dijo señalando a Dumbledore— al que en algún instante admiré como mentor, te metiera ideas en la cabeza del bien mayor hasta convertirte en alguien que desprecia lo que significa ser un Mago e ignora lo que conllevaba tu herencia de lobo. Has roto tantas reglas, disfrazando la imprudencia con la imagen de un falso heroísmo, cuando eres consciente que no hubieses podido triunfar sin espías como Severus que te protegió durante años desde las sombras, o los Malfoy que te pasaron información sobre Voldemort>>.

—No te la vengas a dar de santo James, casi asesinas a Snape dos veces, y Malfoy, sabías que Harry hizo todo esto para salvar a Potter Potion.

La intervención de Remus que acababa de entrar sin obtener resultados en su búsqueda, causó un gesto de dolor en el de ojos marrón que se quitó las gafas limpiándolas, una manía que Draco descubrió tenía James cuando estaba desesperado o no quería decir algo.

—Tienes razón, pero cuando Harry me dijo que todo lo hacía para salvar la fortuna Potter, se lo prohibí, le recalqué que no había necesidad, y que desistiera del plan, pero Lily y Albus intervinieron alejándolo de mi lado para poder manipularlo con facilidad.

James se volteó para ver a su hijo que parecía ajeno a la conversación mientras mantenía a Ginny abrazada por la espalda y él olía su cuello. Llamándolo Harry alzó la cabeza mirándolo con los ojos nublados por la lujuria de las feromonas de la Omega.

—Harry Evans, te convertiste en un pelele en manos de Lily y los Weasley, ojalá no te arrepientas por haber renunciado a la verdadera felicidad con alguien como Draco.

El azabache pareció despertar con esa frase, odiaba que le echara en cara que, por engañar a Malfoy con Ginny, había perdido su herencia y el derecho a ser Lord Potter. Desde hacía tres semanas no podía ingresar a la mansión, había sido repudiado y su madre recibió la demanda de divorcio. James los echó a la calle, eliminando cualquier relación con ellos, y para su sorpresa, con el pequeño Arthur, por quien se atrevió a discutir.

—Es tu nieto, él no tiene la culpa de nada —masculló entre dientes—, no puedes hacerle esto, tiene tu sangre.

—Claro que puedo y ya lo hice. Ese bastardo no nació dentro del matrimonio, que Dumbledore manipule las leyes, no le da el poder de cambiar las tradiciones mágicas—. Lord Potter se levantó mirando a los presentes, le parecieron patéticos, hasta Teddy Lupin comprendió la situación de manera rápida e inteligente, algo que esos estúpidos no veían—. Te dejaste llevar por la lujuria y la codicia Harry, desde esa temporada en La Madriguera donde marcaste a esta...muchachita, no quieres ver más allá del cuello de la Omega y de su agujero.

Lamentó corroborar el nivel de embotamiento en que mantenían a su hijo, esperaba que algún día pudiese despertar de este. Dirigiéndose a Dumbledore que lo veía comprobando que ya no tenía poder sobre él, concluyó.

—Te haces viejo Albus, no entiendo cómo crees que Malfoy fue tan ingenuo como para firmar ese contrato sin tener un As bajo la manga.

El silencio fue la respuesta, cuando vieron salir a James Potter, Dumbledore reaccionó de inmediato, ya no le importaba conseguir a Sloven, debían hacer público el anuncio para evitar cualquier triquiñuela que Malfoy hubiese planeado. Sacó de una caja debajo del Fénix que era su familiar un estuche en cuero que abrió leyendo las cláusulas del contrato matrimonial que Lucius firmó, descansó al comprobar que no había nada fuera de lo normal,

Sin más que agregar, ordenó dar inicio a la ceremonia para finiquitar el asunto. A partir de esa noche, ellos serían los dueños de la fortuna Malfoy, Lestrange y Black, del poder del Clan de Invierno y tendrían a la posibilidad de intervenir en las decisiones del Concejo de Lobos. Apuró a los presentes para abandonar el lugar, dejando el documento que necesitaba sobre la mesa.

El retrato se abrió consintiendo que Draco saliera a la oficina y pudiese ver el contrato que Lucius firmó. Era cierto, el compromiso con Harry fue un arreglo para protegerlo de Voldemort, sin embargo, los postulados del Clan de Invierno y las tradiciones Malfoy estaban camufladas en medio de los extensos párrafos que el abogado encargado de escribirlo había redactado.

Con cada palabra el joven líder se sentía humillado, lanzó un hechizo copiando el documento, lo más seguro es que los duendes tuviesen el original que pertenecía a Lucius y la explicación de los postulados cifrados, unos que de seguro se revelarían cuando llegase el momento.

Arregló su cabello y confirmó que aún tuviese el glamour, regresó al salón y se despidió de los que reconocía como importantes para su vida, entre ellos Teddy que le abrazó transmitiendo su apoyo y pidiendo disculpas por la traición de la que fue víctima. El Ministro asintió con la cabeza deseándole suerte, Sloven Dutyo se marchó directo a Gringotts, era momento de acciones concisas y de parar el engaño.

 

Harry se apareció en la Mansión Malfoy a las siete de la mañana del cuatro de mayo, El Profeta llegaba a las seis, así que Draco ya debía conocer lo ocurrido en la celebración.

Al entrar en la casa encontró al platinado con un traje que lo hacía lucir como un príncipe, una suave capa negra de piel con el emblema del Clan de Invierno lo cubría, dejando ver el apretado pantalón negro con botas hasta debajo de la rodilla, y una camisa gris humo de seda con cuello militar. Su cabello suelto y el bastón de Lucius en una de las manos dando órdenes a los elfos que corrían de un lado para otro tratando de ordenar las diferentes cajas y reliquias. Sin duda era ver al patriarca Malfoy en su versión más joven.

En la mesa de centro se veía el periódico con la fotografía de él, Ginny y el pequeño Arthur mencionándolos como los nuevos líderes del Clan de Invierno y presentando al niño como el heredero Malfoy. Abajo la fotografía de Draco el día que trasladaron a Lucius a San Mungo, y un subtítulo que resaltaba su nuevo rol como "concubino" por faltar al contrato matrimonial y a la tradición que lo obligaba a elegir a un Omega para procrear los herederos.

Esto facilitó las cosas a Harry, no tenía que andar con rodeos o explicando lo que ya el otro conocía, elevando su voz sobre el ruido del embalaje, llamó la atención de Draco, quien lo ignoraba fingiendo no haberse percatado de su presencia.

—No tienes el derecho a mandar sobre estos elfos ni sobre la casa, Malfoy perdiste el privilegio hace un año según las tradiciones. Asume tu lugar en las mazmorras de la mansión que a partir de hoy, Ginny, mi Omega, mi hijo y yo, ocuparemos.

Los ojos grises de quien ahora se catalogaba como concubino miraron con frialdad a Potter, un movimiento de su mano hizo que los elfos desaparecieran dejándolos solos.

A diferencia de aquella vez en el comedor, la temperatura de la sala no descendió, sino que aumentó drásticamente, en los ojos de Draco descubrió un color similar al del hierro fundido haciéndolo más evidente por el traje oscuro que llevaba y el cabello platinado que —al mirarlo con detenimiento— cambiaba como un papel tornasol.

—El que no tiene derecho a estar aquí eres tú, ¿Acaso no leíste nuestro contrato matrimonial?

Las hojas fueron colocadas sobre El Profeta por Caló, uno de los más antiguos elfos sirviendo a los Malfoy.

Harry empezó a leer con una sonrisa de burla los pergaminos, la misma que fue desapareciendo mientras más avanzaba en estos.

—Fuiste infiel desde que firmaste el contrato, eso invalidó muchas de las condiciones puestas por tu querido abuelastro y mi tía Andrómeda, quitándote el privilegio que anoche pregonaste en la fiestecita que anualmente hacen para elevarte el ego —Draco no se detendría en recalcarle al imbécil que eligió amar, todos sus errores desbaratándole los castillos que construyó en el aire—. La cláusula que nadie se molestó en leer determinaba las características de las parejas del clan que lidero, así como explica que sin importar el subgénero o su calidad de Dominante, Sumiso o Concubino, un Malfoy siempre recibirá su fortuna y el título de Lord.

Potter levantó la cabeza para encontrarse con la fluida mirada de Draco, el olor a vino espumoso especiado con un fuerte toque a menta, inundó el olfato de Harry haciendo que su Alpha gimiera y provocando un dolor que lo derribó hasta colocarlo de rodillas ante el menor de los Malfoy, y concluir con su transformación en el enorme lobo rojo que mostró humildad al líder del Clan de invierno.

—Las protecciones de la casa te rechazan a ti y a todos los que a mi linaje traicionaron, incluido el elfo domestico que recibe el nombre de Dobby —Draco acarició el pelaje del cambiaforma, sintió pesar porque pudieron ser una gran pareja—. Doy por concluido el contrato matrimonial que jamás fue válido por el error que en este aparece, borró una marca que no necesito y que mi lobo rechaza, porque, querido Harry, yo Draco Lucius Malfoy nunca he sido un Alpha...

El azabache sintió una oleada de magia elemental que lo arrojó fuera de la mansión y sus terrenos, ocultándola a sus ojos.

Su lobo temblaba con emociones similares a las que experimentó antes de aquel día en el Gran Comedor, ese en que permitió que Ginny se volviese a meter en su vida y opacar el sentimiento que, sin percatarse, estaba creciendo en su corazón por Draco Malfoy.

Se levantó ya en su forma de hombre y miró a la nada, donde supuestamente debía estar la mansión. Acababa de perderlo todo, sus sueños se hicieron añicos para pasar a ser simplemente Harry Evans, un mestizo que ya no atraía las miradas por ser el-niño-que-vivió-y-venció, le dolió darse cuenta que su padre tenía razón, nunca se preocuparon por entender lo escrito por Lucius, ni por comprender que la fama no dura para siempre.

Observó los pedazos del anillo que estaban en el suelo, era aquel que indicaba su unión con Draco. Suspiró resignado, debía encontrar una solución, y para eso debía pedirle ayuda a Hermione, sólo ella podía explicarle lo dicho por Draco antes de expulsarlo.

--...soy el primero en mi clan, el bendecido de Loki, soy un Sigma.


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