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Castigo Divino por Mascayeta

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Henmi liberó las feromonas que tranquilizaron de inmediato los ánimos de los Alpha. Pertenecía al grupo de los Nephrite, junto con Onodera y dos chicos más que llegaron con ellos.

Por su carácter, pocas personas le tomaban en cuenta, pero el joven Omega tenía más fortaleza que cualquiera de los hombres allí presentes. Casado desde hacía tres años con el único heredero de la Manada de los Ojos Rojos del Sur, tuvo que demostrar sus capacidades cuando el padre de su pareja fue asesinado defendiendo a los Ojos Grises que al igual que los de Japón y otras regiones del mundo, murieron por culpa de incendios forestales difíciles de sofocar. Una vez casados, y tras ocupar Tsumori Yasushi su lugar entre los Mayores, Henmi asumió el rol de pareja y continuó como una ficha clave de Inteligencia, así demostró que los Omegas eran inteligentes y de gran visión, de esa manera ambos ganaron el respeto más allá de un apellido.

Risako se sorprendió por la respuesta que Yasuda y Takano tuvieron ante el pequeño de ojos café oscuro y cabello negro. Por lo visto ese chico era más peligroso que el mismo Hiroki que lucía algo demacrado y ausente a lo que ocurría.

Cambiando su actitud, el joven solicitó a la Alpha ayudarle a acomodar a los Omega, tres mujeres y dos hombres, que saludaron amablemente y se presentaron felices por ser recibidos en el Resguardo de Shiretoko, un lugar de difícil acceso y que brindaba la protección necesaria a la Manada.

Una vez dentro de la camioneta, Takano explicó que irían hasta cierto punto en el vehículo, y luego debían seguir a pie. Para los visitantes todo parecía una aventura propia de lo que significaba crecer, con una sonrisa los escuchó quejarse por no poder asistir a la Alborada, ya que los rumores de la "diversión" solo para Omegas y Betas había iniciado en la madrugada.

Takano miró por el retrovisor que el único que no pronunciaba palabra era su primo. Recordó como Kirishima casi enloquece cuando le avisaron de su desaparición, fueron meses buscándolo sin obtener ninguna información, hasta que una noche un médico dijo que había un paciente que preguntaba por ellos, por sus hermanos.

Sin dudarlo llegaron al psiquiátrico donde estaba recluído, Nowaki Kusama explicó la razón por la que se encontraba en ese lugar, y como el abogado recurrió al diagnóstico médico de Demencia para que la pena aplicada fuese de poco tiempo. El hecho de que no hablara y cuando lo hacía decía incoherencias sobre hombres lobos queriéndolo atacar, y como no existía una explicación a las mordidas de lo que parecía un lobo de Kenai por el tamaño, el jurado asumió que la historia inventada por el abogado defensor era cierta: Hiroki quiso defender del perro que atacó a sus amigos, y por los nervios terminó disparándoles sin intención.

Sin embargo, Kamijou empezó a mostrar mejoría y fue trasladado para que los últimos meses de condena estuviese en una cárcel normal donde su reintegración a la sociedad fuera exitosa.

«Quiero quedarme con él»

Dijo el Caramel a Masamune utilizando la voz. Sabía que no escucharía su respuesta, pero por lo menos podía hacer algún gesto que aprobara la petición.

—Al llegar al campamento distribuiremos a los invitados en las casas de los Omegas y Betas que están próximos a emparejarse —Henmi asintió solicitando la carpeta con las respectivas colocaciones.

—No aparecen Onodera y Hiroki ¿alguna razón en particular?

Masamune cedió la respuesta a Risako que había hecho la repartición, la Alpha fue rápida y con simpleza respondió que no le dieron sus nombres sino hasta esa mañana. No muy convencido, el Omega y Yasuda se miraron con la intención de solucionar el problema, durante su estadía se hospedarían en la Casa de Gobierno, pese a no conocer que tantas habitaciones estaban disponibles por la presencia de los Usami, Risako y Kirishima con su hija, los dos Omegas tendrían que quedarse con ellos, pero eso solo podrían decidirlo cuando arribaran al Resguardo.

Takano era bueno leyendo el ambiente y de inmediato vio la oportunidad de cumplir el deseo de su primo, así que sin dudarlo propuso lo más evidente.

—La Casa de Gobierno no posee habitaciones disponibles, tanto que los Deltas se alojan en el Comando.

—Al grano Takano —ordenó Yasuda que le desesperaban las personas que hablaban con rodeos.

Masamune lo pensó por un instante, pero sería más creíble y difícil de rehusar la propuesta si vinculaba al Nephrite que en algún momento fue su pareja.

—Onodera y Kamijou pueden quedarse con un Beta y su hijo, ellos viven cerca de la Casa de Gobierno...el hombre es el profesor del Resguardo y...

—No se diga más, esta decidido —dijo Henmi escribiendo los nombres de ambos Omega y solicitando la información básica del docente, un descendiente de rusos que se llamaba Dima Kuzmin.



En el Resguardo, Kirishima sonreía gustoso por la manera como la Manada daba la bienvenida a su cachorra, la niña por la edad en la noche de Belewe Moon pasaría por su primer celo y mostraría la forma de lobo que tomaría, junto con el género al que pertenecería, pero también podía no suceder nada, y seguir su vida como humana, igual que su amada Sakura.

La música proveniente del bosque avisaba la llegada del grupo que desde la madrugada se encontraban en el Lago Sagrado; libres de la presión de las jerarquías superiores, tanto Betas como Omegas comprometidos, junto con los jóvenes que pronto partirían a completar su educación en la civilización, disfrutaban de ese evento como parte del proceso de crecer.

El saludo efusivo de una mujer que hacía años no veía, le hicieron perder la atención sobre su pequeña. Eri Aikawa era su compañera de estudios cuando decidió casarse con un escritor mucho mayor que ella, pero que le dio la felicidad que muchos envidiarían. Al fallecer Sumi, ella volvió a la Manada sin reclamar nada de la fortuna que por derecho heredaría, dejándosela al primogénito y único heredero de Keiichi.

Al ser una Beta, fácilmente se mezcló en la sociedad de Tokio, disfrutando cada instante; cuando perdieron contacto, sabía que Eri conocía medio mundo, tenía una basta cultura, y publicaba diferentes artículos en revistas especializadas en Arte.

Hiyori aprovechó no estar bajo la estricta vigilancia de su padre para fisgonear un poco más allá de la calle principal, un hombre salió de improviso de una de las tiendas persiguiendo un gato que corría con un pedazo de algo en el hocico.

Divertida por el suceso tan difícil de encontrar en Tokio, siguió por la senda donde el animalito había cogido. Subido en una roca, el felino negro de patitas blancas consumía con gusto el producto del robo. Levantando las orejas la vio aproximarse sin dejar de comer.

—¡Sorata! —el grito alarmó al mamífero que salió a esconderse en medio del follaje—, ¡Sorata, sal de donde estás!

—¿Es tuyo el gato? —La niña cuestionó al rubio de ojos cafés que caminaba buscando entre las ramas de los árboles a su mascota. Yokozawa la observó con curiosidad, pocos iban por ese sendero y por eso el Protector siempre que substraía alimento, se escondía ahí—. Si me prometes que no le vas a hacer nada, te digo donde está.

El trato que le proponía le hizo sonreír, afirmando con la cabeza, vio como Sorata se mostraba detrás de la niña.

La presencia mágica del gato reveló al guardián la forma real de la híbrida, resignado Takafumi exhaló tratando de no manifestar ninguna reacción por la información recibida.

Cargando a Sorata y ofreciéndole la mano a quien se presentó como Hiyori, regresaron a la calle principal del pueblo.

Después de despedirse, caminó de vuelta a su casa, lo único bueno de lo que acaba de ser testigo, era saber que pronto su labor concluiría y podría retornar a su vida normal.

Lástima que el olor de alguien conocido llegó con el viento de la montaña.

Su suerte era de lo peor.




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