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Castigo Divino por Mascayeta

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Yasuda ya no sabía dónde buscar, había recorrido todos los posibles lugares que Misaki por el celular le había frecuentaba el rubio.


No entendía como en cuestión de minutos desapareció, por más que intentó utilizar su olfato para encontrarlo, entre tantos olores y aromas, el de Moriarty no aparecía. Los Gamma podían esconder su fragancia por un mínimo de tiempo, y ya eran más de seis horas.


Solo quedaba buscar en la Embajada y el Aeropuerto, a la primera no iría porque entró sin permiso al país, y en el segundo sin pasaporte y documentos sería imposible viajar.


Golpeó el volante con fuerza en la medida que maldecía su suerte, si hubiese controlado su ira no estaría tratando de dar con el paradero del molesto quinto guardián...


Flashback


Gou miró el reloj sobre la chimenea, era las siete de la mañana y recién llegaba a dormir después de dos noches de redadas y pesquisas por el problema que los rumores de la Belewe originaron.


En la escalera vio a Yokozawa que daba unas indicaciones a quien era su mano derecha, aún no entendía cómo no supuso que al ofrecerle al peliazul su casa para vivir mientras llegaba Aíma, implicaba tener que hacerse cargo de Shinobu y también del molesto Gamma.


De verdad detestaba a ese muchachito, desde que arribaron no hizo más que criticar el orden, el aseo, la disposición de los alimentos y trastes en la cocina, ya ni un maldito café podía hacerse sin que tuviese que rebuscar por toda la alacena para encontrar la cafetera o el azúcar.


Le molestaba el olor a algodón de azúcar que envolvía el corredor y se filtraba por debajo de su puerta, provocándole dolor de cabeza por lo empalagoso, pero que con rabia extrañaba en su trabajo, y en las mujeres y hombres que le rodeaban.


Entre dormido y despierto escuchó a Takafumi explicarle que visitaría a Takahiro, en su ausencia Misaki buscó refugio con ellos para no hacerle caso a la decisión de su hermano, algo que cuando descansará le contaría. El pelinegro asintió, despidiéndose mientras se quitaba el uniforme y caía rendido en la cama.


Las vibraciones y lo que parecían risas le despertaron, la habitación le daba vueltas y el dolor de cabeza se acentuaba con cada nuevo sonido. Eran las diez de la mañana, su cuerpo necesitaba recuperarse por completo y lo que fuera que estuviese pasando no lo iba a permitir.


Descendió al primer piso para encontrar a Misaki y Shinobu jugando con los cojines de plumas, y viendo el desastre que la ruptura de otro había creado sobre la alfombra y sobre los muebles. Apagó de inmediato el reproductor de sonido logrando la atención de los muchachos, que poco les importó su malhumor. Cogiéndoles a cada uno de un brazo los arrastró hasta el cuarto de aseo para darles una escoba, la aspiradora, un trapo y un recogedor.


—Van a arreglar lo que hicieron en mi sala ¡ahora!


—No lo harán —murmuró sin perder la calma Louis haciendo que los menores se colocaran detrás suyo.


—¿Qué te hace tan seguro que puedes mandar en mi casa?


—Se equivoca, de acuerdo con los documentos de propiedad esta casa es de Yokozawa Takafumi, usted no es dueño de nada, es peor que un arrimado.


Yasuda apretó la mandíbula conteniéndose de no golpear al ojiescarlata que lo miraba desafiante.


—Bien, entonces "señor Moriarty", este "arrimado" se va y mire como le explica al dueño de casa que no tendrá acceso a ninguna información del Consejo y lo que se va a hacer en Aíma —Louis no cambió su expresión, lo cual le enfureció aún más, seguía como si eso no fuera relevante.


Subió las escaleras y dio un portazo para meterse al baño, se quedaría en el hospedaje de los oficiales de la Manada o con Miyagi, lo cierto es que debía salir de allí para no asesinar al imbécil londines. Al salir se encontró con el Gamma sirviendo una taza de té, los ojos escarlatas observaron su pecho y la forma como se secaba el cabello.


Ignorándolo se despojó de la toalla que cubría su intimidad y desnudo buscó la ropa que se colocaría ese día, fue cuando se percató que las feromonas de Louis se liberaban seductoras provocando que su lobo se pusiera en alerta, a diferencia de los días anteriores, el olor a algodón de azúcar era acompañado del delicioso picor del tamarindo. Yasuda disfrutó por un instante pensar como se sentiría con el suyo, por eso liberó levemente el olor a mandarina, hasta que sintió el jadeo del muchachito, que tosió para retomar la compostura.


—Hablé de más señor Yasuda, pido disculpas —el chico se aproximó ofreciendo una taza de té que Gou despreció.


—Demasiado tarde para disculparse, desde el principio mostró sus cartas así que no venga a hacerse el inocente —el rubio colocó el pocillo en la mesa, su carácter y la sobreprotección de sus hermanos hacía que evitará cualquier enfrentamiento; sin embargo, con ese hombre las palabras salían y su lobo le obligaba a retarlo constantemente.


—No sé qué quiere decir con eso, yo estoy aquí porque mi amigo pidió que le colaboraba en la casa y cuidará de Shinobu mientras él preparaba lo de Aíma.


La carcajada detuvo la explicación, ya solo faltaba que el Alpha se pusiera la chaqueta de su uniforme, la soberbia mezclada con ira lastimaba el olfato del Gamma que liberó su propio aroma en señal de advertencia. El pelinegro se llevó la mano a la nariz y mantuvo unos escasos centímetros de distancia, los ojos amarillos brillaron intimidando al ojiescarlata.


—Vaya que eres estúpido, viajas a cientos de kilómetros de Londres para cumplir las mismas funciones de una maid —la expresión del más joven se entristeció, ante eso Yasuda aprovechó a destrozar con más fuerza la coraza que parecía agrietarse—. Eres una pesada carga para todos, incluso tu hermano y el único y verdadero heredero de la fortuna Moriarty, se deshicieron de ti en achaques de resolver un caso que ya tiene respuesta.


El dolor expresado en el olor que cada vez era más empalagoso, lo enfureció por completo. Tomándolo del rostro se acercó a la boca del chico para casi rozándola terminar de destruirlo.


—Un insignificante Gamma, débil y enfermizo que ni siquiera puede disfrutar del útero que posee porque no soporta el anudamiento —una lágrima se deslizó por la mejilla de Louis, que mordió su labio inferior para no contestar, Yasuda lo liberó por el escalofrío que sintió al ver esa acción, con la respiración acelerada por lo que sabía que su lobo pedía, escupió sus últimas palabras—. Eres tan poca cosa que ni ganas dan de follarte por la compasión produces.


Lo vio correr y escuchó la puerta de la casa. El sonido de unas llantas frenando y el insulto de alguien que gritaba terminaron con su satisfacción, una que desapareció en medio de la rabia consigo mismo y por los reclamos que su Alpha mentalmente le hacía. Cogió la billetera y las llaves del coche para salir a buscarlo.


Fin del flashback


Manejó rumbo a la casa, antes de llegar decidió pasear por el parque cercano a esta, no sabía cómo enfrentar a Yokozawa, lo ocurrido era su error, fue a prender un cigarrillo, al aspirar abrió con sorpresa los ojos. Pisó el tabaco y caminó rumbo a un claro oculto entre los bosques más altos, detrás del escenario que se utilizaba para las presentaciones navideñas.


Rodeado por cuatro hombres, el Gamma sostenía el pico de una botella en posición de defensa, Gou lo vio lanzarse en contra de quien tenía una navaja, para deslizarse antes de llegar y clavarle el vidrio en la pierna, con rapidez cogió el arma blanca quedándose en el suelo calmando la respiración.


Yasuda sonrió por la trampa en que cayeron los delincuentes, el rubio era bueno con los cuchillos y fácilmente hirió de muerte a dos mientras el tercero escapaba despavorido.


Los aplausos acompañados del aroma a vodka transformaron la expresión fiera del menor de los Moriarty, algo que satisfizo al Alpha que vio el golpe en el ojo y el labio sangrante que limpió con delicadeza, ganándose un mordisco.


—Si soy un insignificante Gamma que no doy ni ganas de follar, no debe tocarme.


—Entonces demuéstrame que estoy equivocado.


Respondió Gou para robarle el más ansiado de los besos.


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