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Una falsa historia de Amor por Mascayeta

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Ronald rechazó la llamada entrante en el celular que tenía para cuando hacía los encargos a Dumbledore en el mundo muggle.

Lo guardó en la chaqueta que lo mantenía caliente en el frío londinense, para acomodarse el cuello y esperar a que los cuervos de la invocación, hicieran su trabajo. Llevaba tres meses vigilando el sector donde se supone estaba uno de los herederos de las fortunas que Dumbledore quería recuperar, la perteneciente a los Black.

No le extrañó, para Ron la necesidad de encontrar al descendiente era, como siempre, el jugoso pago que con los años acrecentó la bóveda que tenía a su nombre en Gringott. Lo único que pedía, es que el sujeto cumpliera las condiciones ante los duendes y el Ministerio, es decir, no haber sido repudiado por el clan original, sino el tiempo invertido sería una pérdida.

La vibración en su pecho lo hizo rodar los ojos, llevaba casi seis años viviendo como soltero, y ahora, de un momento a otro, Hermione le dio por ser la esposa insistente y posesiva.

Sacó el móvil y contestó tratando que la Alpha comprendiera que era inoportuna su llamada.

—¿Qué quieres?

«Te estoy esperando para almorzar. Hoy es nuestra celebración de aniversario»

Ronald soltó una carcajada que seguramente hirió a Hermione, pero ya no le importaba. Cuando él era quien hacía las invitaciones y preparaba todo para disfrutar esa fecha, la Alpha se negaba o lo olvidaba sumergida en el trabajo y la necesidad de ser reconocida por sus logros como la mejor opción para el cargo de asistente del Ministro, y el cual ostentaba Percy Weasley.

Hermione no merecía su compasión o lástima, ella jamás reconoció sus esfuerzos por mantener la relación que con los años perdía estabilidad.

—Pueda que no lo creas, pero estoy trabajando, llegaré en la noche como normalmente lo hago

«Ron, necesitamos hablar... yo quiero que de nuevo lo intentemos, me lo... nos lo merecemos, una segunda oportunidad».

Para el pelirrojo la frase que no concluyó fue más que diciente, ella siempre actuaba porque la "autoridad" se lo pedía.

—¿Seguro que el almuerzo es para mí? Mejor invita a tu amado Albus —Weasley reclamó con ironía, igual, lo más seguro es que él estuviese en la comida—-. Por mi parte, te deseo que la disfrutes, llegaré cuando termine lo que estoy haciendo.

Colgó escuchando un bufido y el grito característico que Hermione le daba desde el colegio. Tiempo atrás eso hubiese logrado que corriera a su lado, pero hace años la sensación y necesidad de estar con ella no existían.

El matrimonio con Hermione fue bueno mientras Harry estuvo presente, era seguir la relación de amistad con el cuarto miembro que era Ginny. Siempre una broma, un plan para realizar y una escapada para divertirse, con la expectativa de que se cumpliera lo prometido por Dumbledore, obtener la venganza contra los Malfoy por la muerte de Fred, la de Sirius y la de otros tantos que cayeron en la guerra.

Ron hizo una mueca, su relación se vino al piso después del tercer año. Nadie se esperaba que Draco descubriera el engaño, y menos que el contrato firmado entre Lucius, Narcissa y Dumbledore, fuera una trampa y Harry terminará sin nada.

No obstante, lo peor fue el hecho de que Ginny escapara dejando a Arthur y a quien los sacaría de pobres. Su hermana se cansó de tener un marido de adorno, sin embargo, lo que la hizo tomar la decisión fue enterarse que el matrimonio entre Harry y Malfoy no podría deshacerse.

Aunque para ser sinceros, Ron aceptó con los años, que Harry tuvo motivos para actuar como lo hizo. Si Ginevra mantenía a Potter con exceso de feromonas, Hermione era lo contrario. Nunca quería pasar los celos juntos, lo hacía consumir supresores para minimizarlos, y eso se convirtió en noches programadas de mal sexo y orgasmos fingidos por parte de ella e insatisfacción para él.

Pronto las feromonas de la Alpha en vez de excitar a Ron, le producían náuseas, así que sus lobos hicieron un acuerdo tácito, lo sabe porque no volvió a sentirlo hasta ese día hace un año, cuando comenzó la búsqueda del o la heredera Black.

El trabajo consistía en encontrarlo, llevarlo antes del veinte de diciembre a Dumbledore, y él se encargaría del resto para que la fortuna no se perdiera. El dinero era demasiado, pero nada comparado con las casas, las reliquias y las inversiones alrededor del planeta.

Eso quedaría para los Gobblin y el banco hasta que Lady Magia determinará quién sería el adecuado en recibirlo y continuar el legado.

¿Su pago? El veinte por ciento de lo reportado por los duendes. Nada mal para un "fracasado" como lo llamaban sus hermanos o para el marido mantenido de Granger como le apodaban los amigos de la castaña.

La búsqueda inició con un conjuro usando la sangre de Narcissa Black, la única que seguía en la línea de herencia después de Sirius y Regulus, un cuervo emergió del caldero, no esperaba que su Alpha aullara cuando percibió el leve aroma de la jerarquía Omega en el rastro que señaló el ente mágico. Albus pareció disgustado por la confirmación de lo que aparentemente no creía, Ron no vio el problema, ya que con una promesa de matrimonio o una marca de un Alpha que la familia aceptara, es decir, uno que no fuera traidor a la sangre, mestizo o nacido muggle, por eso de "Toujours pur", el Omega podría reclamar la herencia.

Ronald observó cómo el cuervo se alzó mostrando el camino en el Londres no mágico. De eso había transcurrido un año, tiempo que pasó persiguiendo una sombra, meses en que no había ninguna pista, y de un momento a otro, el ave negra se partió en dos, el o la Omega tenía un cachorro, algo excelente para los planes de Dumbledore.

Una vez apagó el celular, Weasley volvió su atención al cuervo que abrió las alas liberando el aroma del Omega que llegó con fuerza hasta Ron. A paso rápido entró al supermercado que tenía enfrente con el camuflaje apropiado, su cabello ya no era rojo, un simple Coloravia y cambió a castaño, la piel más canela y los ojos caramelo. Mucho mejor que un glamour y con menos gasto de magia.

Edward tomó la botella de vino, cuando alzó la cabeza vio a un cuervo posicionarse en el carro de supermercado que recién cargaba en el área de licores, acarició el plumaje percibiendo dos firmas mágica, una de su fallecida madre Narcissa, y la otra de su antiguo profesor. Con cuidado de no asustarlo murmuró una atadura al ave que chilló llamando al polluelo que se colocó en el hombro de Teddy dándole pequeños picotazos mientras parecía cantar.

—¿Quién los envió amiguitos?

El gorjeo fue una respuesta clara para el último de los Black, acarició su pequeño vientre de cinco meses y avanzó hacia la parte posterior del almacén, detrás suyo los pasos del sexto Weasley lo seguían cada vez más cerca, no sabía si el mago sería capaz de atacar, pero no iba a arriesgarse, así que trataría de meterse entre las cortinas que se dirigían a los congeladores, pertenecer al Clan de Invierno le permitía aguantar cierto margen de grados bajo cero, sin embargo, esperaba que no fuera demasiado tiempo. Lástima que su escape fue frustrado por alguien que lo abrazó sintiendo el tirón del Traslador.

Ronald alcanzó a ver al joven Black, lo iba a detener cuando un hombre tropezó con él y luego nada. Chocó con el carro metálico que al caer causó un gran estruendo que llamó la atención de los celadores, pronto lo rodearon preguntado si todo estaba bien, le echó la culpa al irresponsable que dejó el mercado en medio del pasillo, en su mano llevaba un frasco que cogió antes de levantarse del piso, nadie podría saber dónde había estado antes. Una voz pidiendo disculpas por lo acontecido hizo que Ron mirara al gerente quien, por el accidente, le dio de cortesía lo que recién notó era una botella de vino.

Agradeció y salió pensando en lo ocurrido, alguien más seguía a Black, quizás del Ministerio.

De algo estaba seguro, era él, su amor imposible antes de quinto año cuando comenzó a enredarse con Hermione. ¡Maldita sea!, el hijo de Remus y Narcissa embarazado, e igual de hermoso con su cabello original y no el azul que tanto irritaba a Andrómeda, sus ojos dorados y ese tono de piel tan particular. Llevó la botella a su nariz para sentir el leve aroma de Teddy, pudo percibir algo que sin duda causaría conmoción en Lily porque no podría poner sus manos en la fortuna Potter, una que por segunda vez le era esquiva, pero sobre todo, porque el amor del hombre lo había perdido para siempre, Edward Lupin Black, era el Omega de James Potter.

Con una sonrisa Apareció en La Madriguera, su lobo estaba de buen humor, quizás Ron esa noche podría festejar su aniversario, y darse el gusto de satisfacerse con su pareja. A pesar de todo, fue un buen día.

El sentir el suelo bajó él logró desestabilizar un poco a Teddy, más no lo suficiente para perder la agilidad que le ganó un nombre y el respeto entre los Inefables. Una patada en la espalda del hombre que lo sacó del supermercado fue lo que necesito para derribarlo y con rapidez colocarle en el cuello la daga que siempre lo acompañaba.

—¡Tu nombre! ¡Dime tu nombre!

Ordenó al Alpha al que sostuvo del cabello y con la filosa arma amenazando con ser enterrada.

El color del pelo y la barba desaparecieron mostrando a alguien que conocía muy bien.

—Si aprietas menos, es más fácil responder —murmuró el mayor con dificultad.

El Omega lo soltó lanzándolo hacia delante, Remus le sonrió cuando al girarse notó la pancita que se asoma con disimulo detrás de la gran camiseta y el cortavientos. Poco le importó percibir el aroma de su amigo James en Teddy.

—¿Para qué me buscan padre?

—Necesitamos hablar, y que esté presente tu Alpha —Edward torció la boca y sin esconder la daga pidió a Lupín que continuará.

Remus exhaló tratando de acercarse al chico, que se sintió amenazado cuando llevó su mano dentro del abrigo, ya que pronto estuvo una vez más en el piso con la varita en el pecho y el cuchillo en el cuello.

—No tientes tu suerte Lupin, a menos de que desees saber porque los Inefables me apodaron Iku.

El mayor asintió, sabía por Sirius y el mismo James que los Inefables daban sobrenombres a los Aurores que superan ciertos estándares en las misiones, si Teddy fue designado como Muerte, era por la letalidad de sus ataques.

—Busca en mi bolsillo, usa un Engorgio para agrandarlo.

El Omega siguió la instrucción, un Immobulus dejó a Remus paralizado para poder revisar con atención los papeles, cuando el mayor logró deshacer el hechizo, Edward volvía a apuntarle.

—¿Por qué los Potter? Harry y James hicieron el papeleo antes de desaparecer.

—James sí, pero Harry no. James desapareció hace seis años del mundo mágico, si no se presenta su heredero, entrará en el listado que Granger, junto a varios del Wizengamot, han elaborado.

Teddy observó con desconfianza a su padre, años de traiciones y verdades a medias hacían dudar de su lealtad.

—Hablaré con los Potter, prefiero que tú ni nadie se acerque a ellos —permeó en la mirada que le dio a Remus la poco credibilidad que daba a la justificación de estar allí—. ¿Weasley?

Lupin con un gesto de fastidio narró como Albus hizo el hechizo de rastreo, Ron era uno de sus perros, los otros buscarían a los demás herederos.

Teddy preguntó lo lógico, cómo obtuvieron la sangre de Narcissa, algo que puso de manifiesto el porqué de la presencia de su padre en el lugar.

El sonido de una nueva Aparición hizo que el castaño volteara, aunque un poco mayor, ahí se encontraba James Potter, su amigo y el Alpha de Teddy. Los ojos marrón del hombre no perdían la mirada de su pareja, llegó hasta donde Edward para abrazarlo, mientras cuestionaba si todo estaba bien.

Fueron unos minutos que para Remus se hicieron eternos, cuando volvieron la atención a él, James fue el primero en hablar.

—Te escucharemos, pero no aquí, Teddy deshizo el conjuro de localización, sin embargo, no pienso arriesgar a mi familia.

—Demasiado tarde para eso, Lily, tu esposa, ha solicitado que te presentes en el Ministerio en dos días —Remus extrajo del abrigo un segundo sobre, una copia del citatorio que debía llegar a Potter, pero que no pasaría porque nadie conocía su paradero.

Teddy se aferró a la mano de su Alpha, Lily había cuidado a Ariel hacía unas pocas semanas en la casa de la playa de los Black, un lugar bajo Fidelio que no podía ser revelado, como tampoco aceptaba visitas, pero eso no aseguraba que hubiese logrado burlar la promesa de no comentar sobre su nieto, al fin y al cabo, Harry era un Evans y la magia de sangre, aunque considerada oscura, podía ser de ayuda para que ella y Dumbledore cumplieran su objetivo de dar con ellos.

Esa noche James revisó con calma la ley que fue aprobada por el Wizengamot, lo que quedaba de la fortuna Potter no podía ser tocado, pero la única manera de llegar a Harry era a través de él, Albus los necesitaba para lograr su verdadero objetivo, Draco Malfoy.

 


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