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Doce Perdidos (MiloXCamus Yaoi Lemon) CaMilo por AMMU TEIKOKU YUDAINA

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---Esa Misma Noche (Casa De Milo)---

-Mocoso, tampoco el asunto era tal, como para andar interrumpiendo las clases- El hombre de caballera azulada alborotada, se encuentra sentado delante de la mesa del comedor, teniendo a su único hijo frente a él.

-Lo se… Papá- Sonríe apenado, tamborileando los dedos sobre la mesa por los nervios –Pero, debía hablar con Camus- Entrecierra sus ojos, recargando su espalda contra el respaldo de la silla –Quiero… Que volvamos a ser amigos y… Que todo lo que pasó hace años, quede atrás…- Su voz casi parece un débil susurro, pero no tanto, pues quiere que llegue a los oídos de su progenitor.

La mirada de Milo se nota nostálgica y triste, aunque su sonrisa pueda dictar lo contrario, sus manos se quedan quietas, lanzando un débil suspiro al terminar de hablar.

Claro que esto Kardia lo nota, y por un instante teme que de nuevo esos temas del pasado regresen para afectar a su hijo, con quién ahora su relación parece a ver mejorado mucho.

-A veces…- Alza su mano, intentando alcanzar las manos del menor, pero se siente en ese momento un poco cohibido en hacerlo –Uno cree, que olvidando el pasado, puede seguir avanzando…- Desvía su mirada, cruzándose de brazos, sintiendo un gran pesar en su corazón –Pero no siempre es el caso… No debes olvidar todo lo que alguna vez fuiste o hiciste… Sino- Sin duda se siente muy incómodo al tener esta conversación con Milo.

Son estos los momentos, en que te das cuenta que maduraste, y logras poder expresar algo de la sabiduría que el tiempo y tus vivencias te han dado.

Aunque claro, que esto a Kardia le parece muy molesto y vergonzoso, pero si debe guiar a su hijo, al menos lo intentara.

Lanza un suspiro, y también toma la misma postura de su hijo, recarga su espalda en la silla, y deja sus brazos colgando a los laterales –Solo aprende de tus errores, perdona y sigue adelante… No tienes que olvidar lo que hiciste solo crece y mejora…- Gira sus ojos, sintiéndose como un idiota por un concejo tan genérico, que sin querer se le escapa un pensamiento –Creo que tu madre sería mejor para darte concejos- No puede evitar mencionar a la mujer que le brindo tanta facilidad en muchos años de su vida, y le dejo lo más preciado y hermoso que tiene ahora. Un preciado recuerdo que lo hace sonreír, para darle al ambiente un toque de comedia.

Es allí que el anterior dorado de Escorpio, vuelve a notar y sentir una calidez en su pecho que nunca pudo apreciar por completo como suya, y que en efecto… En este mundo, tiene a alguien que lo ama de una forma única y sin condiciones, con palabras cursis y concejos paternales que siempre soñó tener. Jamás podrá olvidar que ese fue su deseo de varios cumpleaños cuando era un niño en su vida pasada, y que ahora lo tiene, pero… Si lo desea mantener, deberá pagar un precio.

No puede permitirse perder a personas así de importantes en su vida… Aunque su mente sigue gritándole que debe encontrar respuestas de este enredo y recuperar a todos su camaradas, su corazón le tienta en que deje todo tal y como esta, y siga formando el lazo que siempre quiso, con este hombre que le ha demostrado un cariño que su verdadero hijo no aprovechó.

-Mi mamá…- Sonríe, sonrojándose levemente de las mejillas, pues decir esta palabra no deja de ser grandioso y nuevo para él, sin embargo debe sacar esos pensamientos que lo distraen y seguir con su plática -¿Cómo era ella? ¿Cómo se conocieron?- Si alguna vez el Milo de este mundo llegó a preguntar algo como eso, no lo recuerda muy bien. Pero ahora, quiere ser él quien lo conozca más afondo a sus padres.

Kardia lo mira algo desconcertado y sorprendido, porque de un momento a otro hace preguntas de la nada, cuando estaban en medio de un sermón. Se inclina hacia el frente para posar su brazo derecho sobre la mesa, y el zurdo en su cintura, con el ceño fruncido y una sonrisa de burla en sus labios –No me cambies el tema, Milo. Te estoy regañando por andar interrumpiendo la clase y pelearte en la biblioteca- Se queda algo serio y lo mira confuso -¿Y por qué te andas peleando por Camus? ¿Qué no lo odiabas?- Esto claro que todo esto le confunde, pues tiene otra versión de la realidad.

Rápido el pelicerúleo se sorprende dando un leve salto en su lugar, pues está claro que esta sería la realidad que todos en este mundo conocen, a pesar de que intente cambiarla. Su primer instinto es negar con la cabeza, pues aunque vivió muchas cosas buenas y más con su Camus, jamás podría odiarlo, otra acción curiosa es que alza ambas manos hacia su delante también mostrando una negativa al moverlas de derecha a izquierda velozmente –No, no, no, no lo odio…- Se detiene al recordar levemente instantes de quien antes era en esta realidad, por lo cual desvía su mirada un poco -Bueno…- Debe pensar en la forma más creíble posible para que su padre no sospeché nada extraño –Ya no lo odio…- Una risita se escapa de sus labios, para mirar la mesa e intentar sonar lo más creíble posible –Es que… Entendí que mi enfado de hace años… Por la muerte de mi mamá- Ese tema le es doloroso por alguna razón que no vivió -…Y lo demás…- Se inclina para el extremo derecho de su lugar -No fue su culpa…- Ahora pone sus manos sujetas sobre la mesa y las aprieta entre si –Ni de nadie… El a verme portado de esa forma con todos- Esto último lo dice, mientras mira a su progenitor directamente.

Esas palabras, ya no iban dirigidas solo al tema de Camus, sino, que más bien van hacia lo que dejaron de lado, gracias a la nueva actitud de su hijo.

Desde luego, Kardia puede notar a donde van esas palabras, conoce perfectamente a Milo, aunque incluso él mismo no lo quiera aceptar. No puedo evitar sentir una sensación agradable en su ser, como si todo lo que ahora hace el pelicerúleo le hiciera creer que ya todo está arreglado sin siquiera a verlo conversado –Eras solo un niño… Tenías siete años y habías perdido a tu madre, entiendo bien que estuvieras perdido, confundido y muy enojado, incluso conmigo…- Lanza un largo suspiro cansado, desea tanto que esto jamás se volviera a mencionar, pero ver la cara de angustia del menor lo hace sentir que ha cometido errores –Y yo… Debí intentar ser un mejor padre, en vez de solo…- Su rostro se endurece, se da cuenta de que no manejo la situación de la mejor forma posible, pero era como podía y creí que lo haría mejor- Pasarme los días bromeando o queriendo hacerte reír, cuando estabas pasando por la muerte de ella… Sufriste tanto y yo…- Muestra sus dientes, apretando su mandíbula y sintiendo la culpa que siempre sintió como suya –Como siempre me comporte como un idiota y deje que…-

-¡¡¡BASTA!!!- Se levanta de golpe de la silla, haciéndola caer hacia atrás, para observar con el ceño fruncido y con algunas lágrimas amenazando con salir de sus orbes azulados -¡¡¡TÚ NO FUISTE EL CULPABLE DE NADA!!! ¡¡¡ELLA MURIÓ POR UNA ENFERMEDAD QUE NO SE PODÍA CURAR!!!- A pesar de no a verla conocido, le duele, le duele mucho saber que su madre, la mujer que le di a luz en este mundo, no está y no la pudo conocer más allá de los débiles recuerdos que parecen ser sueños del Milo que sí pudo tener. Las perlas de sal comienzan a caer, al mismo tiempo hace un puchero con su carita, tratando de recuperar al aire para continuar ¡¡¡Y EL ÚNICO IDIOTA EN TODO ESTE DESASTRE FUI YO!!!- Se señala a sí mismo desesperado -¡¡¡POR NO A VER ENTENDIDO QUE TÚ JAMÁS HUBIERAS DESEADO SU MUERTE O VERLA COMO UN SUSTITUTO DE TU ANTIGUA AMOR…!!!- Su corazón late demasiado rápido, nota a conciencia la humedad que recorre sus rojas mejillas y rápido las limpia, tratando de ocultar su dolor entre las manos –Papá…Perdóname… Por no…- Tiene su cara abajo, sintiendo el remordimiento de lo terrible que se portó su otra versión con este hombre que lo ama de verdad, sin condiciones –Entender que aquella relación que tuviste con el señor Degel, fue el pasado…- Aprieta sus labios, intentando sorber sus mocos –Te culpe de tantas cosas horribles…- Sus ojitos se vuelven a llenar de lágrimas –Fue… Lo, lo peor que te pude hacer…- Su voz empieza a quebrarse, las manos rápido ocultan su rostro. Milo, no entiende de donde sale tanto sentimiento acumulado, si él no era así antes.

Nunca había logrado soportar ver la tristeza y el dolor en su hijo, le molesta tanto verlo llorar. Preferiría mil veces que el cerúleo este enojado con él, que verlo sufrir.

No, Kardia no quiere, ni puede soportar que Milo padezca de esta forma, ni de ninguna otra.

El que llore, el que se arrepienta por su comportamiento, que le pida disculpas… Son cosas que no sabe cómo manejar. Sí todo esto, es una manera extraña en que la vida le está diciendo… Que al fin, todo estará bien y cree saberlo entender.

Su instinto paternal lo hace levantarse de su silla y abrazar al pequeño bichito, para calmar su angustia y su dolor –Oye, oye, oye… Ya, tranquilo… No es para tanto- De nuevo, su manera torpe y tosca de hablar, en un intento de consolarlo –No tengo nada que perdonarte… Milo, yo… Te entiendo…- Le cuesta hablar, le cuesta encontrar las palabras correctas para entablar una conversación, sin chistes, ni tonterías para relajar el ambiente, ya que todo esto se siente muy diferente. 

Niega con la cabeza, abrazándose de frente al mayor –¡¡¡NO!!! ¡¡¡NO… YO ME PORTE COMO UN TONTO NIÑO MIMADO, QUE SINTIÓ TRAICIÓN Y DOLOR DE ALGO QUE NO ERA CIERTO!!!- Sus verdades empiezan a salir para compensar los últimos años en los que ignoro y odio al mayor –¡¡¡NO SOLO YO SUFRÍ, SI NO QUE TÚ… TÚ…TÚ TAMBIÉN LO HICISTE…!!!- Sus manos se aferran a las ropas de su padre, deseando jamás apartarse de él -Perdiste a una persona que amabas mucho, y… Y… Te, te culpaba, porque alguna vez tuviste una relación con otra persona…- Sus ojitos azulados dejan escapar miles de lágrimas, manchando así la camiseta del peli azul -…Mucho antes de conocerla a ella…- Ahora que lo vuelve a escuchar en voz alta, le sigue sonando de lo más estúpido la maldita actitud que el Milo de este mundo tomo contra Kardia –Yo… Debí… Estar a tu lado, debí… Permanecer junto a ti, para superar su perdida, y te deje solo…- El llanto se intensifica, sollozos que rompen el silencio -¡¡¡SUFRIENDO, TENIENDO QUE SEGUIR ADELANTE POR MÍ!!!- Niega con la cabeza, dando a entender que esta apenado por todo el pasado –¡¡¡SOPORTÁNDOME CUANDO YO SOLO FUI UN IDIOTA, UN IMBÉCIL QUE NO MERECE UN PAPÁ TAN BUENO COMO TÚ…!!!- Los berridos aumenta, sin dejar de sujetar a su progenitor, mientras moja su hombro, por lo idiota que fue.

Pero todas esas palabras, el comportamiento de su hijito, desgarran vilmente el corazón de Kardia. 

Jamás había hablado con nadie de cómo se sentía, nunca quiso que eso fuera más importante que el pesar de su hijo. Desde luego, Kardia siempre fue un hombre de pocas palabras, que soporto todo en silencio, sacándolo solo entre sus bromas y tosca actitud.

Nunca le gusto discutir con Milo después de ese suceso, no le importo mucho que le recriminara tantas veces por el noviazgo que tuvo con Degel. Solo quería que él ni sufriera la muerte de Calvera.

La única que lo consoló también a él, cuando… Terminó aquella relación que le partió el alma, la única que le brindó una mano amiga en su peor momento, la única que le sonrió, quien lo ayudo, y la única que después de eso, le demostró que los segundos amores existen…

Es imposible no ver en Milo a Calvera, que ese niño tenga su sonrisa y su manera tan dulce y rebelde de ser. Se puede decir que en apariencia, el pelicerúleo es su viva imagen, pero en actitud ella está con él siempre.

No puso soportar más ese instante, y también, termino por aferrarse aún más a su no tan pequeño hijo, dejo caer unas lágrimas que deseaba retener con todas sus fuerzas, pero… No era el momento de hacerse el fuerte, sino… De experimentar un poco más de ese dolor, que alguna vez quiso vivir solo y extinguirlo por Milo.

-No… No soy un padre tan bueno… Soy un torpe en todo esto…- Se intenta seguir culpándose a su manera para que el pesar no recaiga en quien más ama.

Ambos entre lágrimas, no se han dado cuenta que están formando un momento de padre e hijo, en donde dejan salir lo que guardaron recelosamente por años.

-Claro que no… Haz sido, un padre… Muy genial, y que… Me ha demostrado que le importo, a pesar de ser un completo idiota… De ser, yo quien te lastimará… Siempre…- Frunce su ceño, lleno de frustración y rencor contra sí mismo -Perdón…Perdóname papá…- Milo siente que su corazón se le está quebrando también, sus lágrimas son sinceras, no existen ninguna mentiras en ellas, de verdad quiere el perdón de Kardia, a pesar de que él, no le hizo nada malo.

-Ya, pequeño bicho, no tengo nada que disculparse, no importa ya eso…- Se quiere calmar, quiere que el momento de llanto termine, ya que los odia mucho –Solo vamos a mirar para el futuro- Muestra una media sonrisa mostrando su colmillo –Yo quiero siempre verte así de tonto, pero no tan problemático…- Se aleja levemente de él, solo para mirarlo a los ojos y sujetar sus hombros, queriendo demostrarle que todo está en orden ahora, aunque sus lágrimas sigan cayendo de esos orbes azul oscuro que posee.

Al verlo de esta manera, que fuerza una sonrisa, con su característico ceño fruncido, que le indica y pide que este bien por fin, solo lo hace pensar en que… El Milo de este mundo, era el mayor idiota de todos, ¿Cómo pudo odiar a alguien, que su único error fue amar?

Su padre debió rehacer su vida... Pero el reencontrarse con un viejo amor, no significaría que olvidara a su madre… 

Entiende lo que debe hacer ahora…

Es extraño, quisiera decirle más sobre eso, preguntar por tantas cosas de su pasado, pero… Sus sentimientos solo llegan a lo poco que ha conocido, tal vez… Si fuera el Milo de este mundo y hablarán bien de su pesar, posiblemente ellos serían mucho más felices ahora, podrían recordar buenos momentos de su infancia, mientras comparten temas que solo han permanecido entre ellos. Sin embargo… El Milo del otro mundo, se siente en paz al saber que ese perdón, el cual él no debía recibir, al fin ha llegado y hace que su corazón este en relativa calma.

-Está bien…- Le sonríe, asintiendo con la cabeza suavemente, mientras se talla la cara para eliminar sus lágrimas –No volveré… A… Portarme tan mala en clases…- Su voz aun esta entrecortada, pero su sonrisa y felicidad es cien por ciento genuino.

-Eso me alegra…- El mayor no puede evitar que esa sonrisa se proyecte vívidamente en su rostro, porque al fin su niño está feliz y está volviendo a ser él mismo de antes -No quiero volver a ir a tu escuela y escuchar a una maestra odiosa quejarse de mi bichito, porque debe estudiar más…- Lanza un suspiro, mirándolo directamente a los ojo con un aire de desafío y complicidad, ya que tampoco son sus puntos fuertes esos temas académicos, pero sabe que debe ser el responsable aquí.

-Lo voy a intentar, papá…- Se avergüenza, encogiéndose de hombros, pues de seguro comparten el mismo pensamiento, de que los estudios no son su fuerte. Y es allí que de nuevo se le ocurre una curiosa pregunta -¿Mamá, era buena estudiando?- Si, ese deseo de conocer más a fondo a Calvera no se va.

Al notar, que hablar de su madre lo hace feliz, provoca que Kardia entienda y se dé la oportunidad de responderle con completa veracidad –No era la de mayores calificaciones, pero…- Asiente sereno, con un toque de elegancia fingida –Tenia mejor promedio que yo- Frunce el ceño y mira el techo algo fastidiado de buena manera.

Eso ilumina la carito del dorado caballero -¿Se conocieron en la escuela?- Le pregunta con mayor interés, dejando sus lágrimas de lado.

Asiente, dejando solo una mano en el hombro de su hijo –Si, nos conocimos desde el instituto- Sonríe, recordando aquellas épocas -En ese entonces, fue mi mejor amiga, al única que no le daba miedo, ni me decía que era un idiota por mis buenas bromas- Para este punto pone ambas extremidades superiores en sus caderas –A ella, también le gustaba mucho hacer locuras, je, je, je. Nos metimos en varios problemas por algunas de ellas- El hablar de Calvera, provoca que un precioso brillo aparezca en sus ojos.

-¿Qué tipo de bromas hicieron?- Alza una ceja, estando bastante curioso.

Le mira algo juguetón y le revuelve los cerúleos cabellos –Bromas que no te diré, porque si las llegaras hacer, acabarías en la cárcel- Gira sus ojos, para caminar hacia el otro extremo de la mesa –Las reglas y normas de las escuelas y sociedad, han cambiado mucho desde que éramos jóvenes- Lo observa seriamente y amenazante -No te metas en problemas Milo- enfatiza lo importante del asunto apuntándole con el dedo índice.

Esto solo aumento la curiosidad del adolecente, pero entiende que es mejor mantenerse dentro de la ley, y más, sí recuerda el problema que existe en cuestión –Esta bien… No preguntare más…- Guarda silencio un momento, para ver a su progenitor –Por ahora- No puede evitar sonreírle, demostrando que tiene mucho de él en su personalidad.

Se levanta la silla, que afortunadamente no se rompió, ya que… Puede ser, que algo de aquella fuerza que poseía en su vida pasada, está volviendo sin darse cuenta.

Estando más calmado el ambiente y arreglados los problema a la manera de ambos, Kardia camina despreocupado hacia la cocina -¿Qué quieres cenar?- Le pregunta con un tono desinteresado –Y no vamos a pedir de cenar, porque Calvera siempre me decía que no puedo alimentarme de comida chatarra, y ni menos a ti…- Ahora señala a Milo con los ojos afilados, sin olvidar su carácter juguetón.

Esas conversación con su difunta esposa, siempre las recordara con enorme cariño, la manera en que lo regañaba, le decía que debía ser más consciente de su alrededor, eso sí, sin enojarse, solo bromeando, ellos dos se entendían y provocaba que sus corazones se reconocieran.

Así como sigue pasando en Kardia.

-Mamá, sí que era una mujer muy ruda- Se acerca al peli azul, pensando en una buena idea para la última comida del día –Pues no se…- Alza sus hombros sin mucho interés -¿Algunas verduras?- Pregunta sin mucho gusto en lo que propone.

-No sabes lo ruda que era…- Gira sus ojos –No le temía a nada- Sus azulados orbes, vuelven a emitir ese brillo que deslumbra felicidad por recordarla -Estaba loca en el buen sentido. Y tenía un buen puñetazo, como patada- Sigue impresionado de todo lo que ella llego hacer solo por él –Era…- Su tono se vuelve más calmado, lanzando un suspiro sonoro, a la vez que una media sonrisa -Creo que… La mujer perfecta para mí- Una leve sonrisa aparece en sus mejillas, la cual demuestra el enorme amor y cariño que le tuvo y aun le tiene a ella.

-¿Aun sigues enamorado de mi mamá, papá?- Quiere conocer todo de ambos, lo que pueda, lo que fuera…

Un suspiró con una risita se escucha de entre sus labios, mientras se termina de ajustar su delantal negro con escorpiones rojos y enfurecidos que van con su personalidad –Saca las plantitas que quieras- Rápido toma un cuchillo y pelador para comenzar con la cena.

Creyó en ese momento que había dicho algo muy tonto, ya que el ambiente parecía cambiar bruscamente. Acata las órdenes del peli azul, sintiendo que debería insistir más, pero a la vez callarse mejor la boca.

Al entregarle las verduras…

-Ponte también algo para que no te ensucies la ropa, y ayúdame a cocinar…- Le habla serio, mientras empieza a lavar los vegetales que pelara.

-Si… Está bien…- Siente que ha destruido todo los avances que había tenido con su padre hasta ahora; Pero avergonzado continua haciendo lo que se le pidió.

Al verlo colocarse el mandil de escorpiones rojos que le había comprado por la última vez que cocinaron, y Milo termino hecho un desastre.

Y mientras comenzaban a cocinar, Kardia no se iba a guardar algunos secretos esta vez.

-Sí… Aun la amo… Y creo que siempre la amare, ya que ella… Nunca se apartó de mi…- Su voz se escucha nostálgica como triste -Incluso cuando todos me odiaron, me abandonaron  me sentía tan solo…- Se había jurado a sí mismo, que nunca hablaría de ese tema con Milo, ya que… Era algo que siempre les ocasionaba problemas, pero por alguna razón cree, que es el momento oportuno de contarle parte de su pasado. 

Se sorprende gratamente al escuchar esas palabras, mira a su padre atónito, al intenta cortar partes del brócoli -¿Cuándo estabas mas solo?- Se cuestiona esto, pues aunque no conoce por completo a su actual padre, por su actitud y personalidad, jamás creyó que algo así le pasaría, ni siquiera se le cruzo por la mente alguna vez.

-No hondare en detalles- Su voz se vuelve hermética, pues es un tema de dolor absoluto para él –Pero solo te diré… Que ella estuvo conmigo en mi peor momento- Su mirada se refleja en el cuchillo al detenerse y mirar la tabla -Cuando… Degel y yo terminamos. Porque yo no era suficiente bueno para él… Para su familia en sí, y nos obligaron a terminar nuestra relación- Claro que aún le duele ese recuerdo, pero… Desde luego que el tiempo ha ayudado a aliviar ese pesar, y ahora es menos el sufrir.

-¿Por qué?- Le parece algo tonto y absurdo que destruyeran de esa manera el antiguo amor de su padre. No puede evitar fruncir el ceño, pero contiene su furia.

Sonríe, para alzar sus hombros, demostrando que aun esta algo molesto por eso –Porque yo venía de una familia disfuncional, sin mucho dinero y esas cosas- Gira sus ojos bufando del fastidio por esos idiotas clasistas de los padres de su antiguo amor –Esos fueron los problemas por los cual los padres de Degel me creyeron lo peor que le podría pasar a su hijito y bueno…- Su mirada se vuelve de resignación total -Entre amenazas, pagar por casi asesinarme, debimos separarnos, y se lo llevaron muy lejos…- Un suspiró lanza, la nostalgia vuelve a su ser, pero niega con la cabeza para cambiar su semblante –Estaba muy destruido en ese entonces, pero Calvera me devolvió un poco de esperanza, me apoyo tanto- Después de aquellos recuerdos dolorosos, una espléndida sonrisa demuestra -Que… Bueno, una cosa llevo a otra, me enamoré, se enamoró y… Nos casamos- Alza el pela papas de un lado a otro en forma de círculos –Al poco tiempo ya te esperábamos y naciste… - Le intenta restar importancia a todo el asunto, pero no deja de ser lo más hermoso que le llego a pasar.

Una risita se apodera de Milo, dándole gracia la forma en como cuenta la última parte su padre, a pesar que la primera parte si es bastante desalentadora –Creo que fue una enorme suerte que al final el señor Degel y tú no se casaran- Trata de verle el lado bueno a todo ese desastre.

Alza una ceja en señal de descontento -¿Y tú por qué crees esto?- Frunce el ceño algo confundido.

-Fácil- Toma el colador para lavar el brócoli –A mí me gusta Camus, su hijo, y quiero llegar a estar con él de novios, que le guste, enamorarnos, y bueno… Tal vez…- Baja la mirada de ensoñamiento y pena, demostrando un rubor único en sus mejillas –Casarnos- Ahora levanta la cara, para ver al peli azul, con un semblante sereno -Y eso no se podría si fuéramos hermanos- Sonríe burlón –O sea, eso sería súper incesto- Alza el dedo índice, en señal de enfatizar su explicación.

Kardia solo niega con la cabeza por las ocurrencia de su hijo, y le da un golpecito en la frente –Eres un bobo, Bichito- Le habla con cariño, mientras le dedica una alegre sonrisa, sigue en su labor de preparar la cena –Bueno, si eso es lo que crees ahora, debes estar muy seguro de lo que sientes, porque no quiero que te hieran, ni hieras a alguien más- Suspira y sonríe tranquilo, porque sabe que su hijito sería incapaz de hacerlo, ya que volvió a ser a como era en su infancia –Yo te apoyo en lo que decidas Escorpioncito, quiero verte feliz siempre- La seriedad vuelve unos segundos más a su mirada –Y ya no quiero que vivas con dolor en tu corazón- Kardia, le habla con completa sinceridad –Además, ahora tienes una posición social mejor que lamia a tu edad, así que, sí Degel se trata de poner se las verá conmigo- Frunce el ceño, alzando el cuchillo al frente de manera amenazante, mientras muestra una media sonrisa bastante macabra.

Milo, solo deja escapar una pequeña gota de sudor de su frente, con algo de miedo por cómo actúa su padre, pero a la vez está feliz de saber que sin importar lo que decida, él siempre lo apoyara.

Sí, eso es lo que siempre soñó, un padre como lo es Kardia… Y lo tiene… ¿Sería justo perderlo por alguien más? ¿Por su antigua Diosa?

-Ja, ja, ja, papá… No creo que haga falta asesinar a nadie…- La risa nerviosa se deja escuchar –Pero gracias…-

Asiente gustoso–No te preocupes, Bichito- Se señala a sí mismo -Yo te respaldare por siempre- Decidido en sus palabras, de las cuales jamás se retractará, decide seguir con la cena, prendiendo la estufa, para cocinar lo que se le ocurre con verduras, queso y algo de pan que encontraron

–Creo que debemos ir de compras mañana… Nos hace falta algo de despensa…- Mira atento a la alacena, que en efecto está bastante vacía, ya que no han tenido tiempo de ir al mercado.

Milo no escucha esto último, ya que tiene solo una cosa en mente –Yo igual te respaldo papá, por eso…- Sonríe, mientras tamborilea su dedos sobre la mesa de la cocina, por sus ocurrencias -Creo que estría bien…- Gira sus ojos, teniendo un semblante inocente -Sí tú y el señor Degel lo vuelven a intentar- Mira bastante atento al peli azul para ver su reacción, le quiere dar a entender que tiene su total aprobación.

Sin embargo, Kardia no esperaba para nada esto, y se terminó sorprendiendo por completo, que por accidente una lata de lentejas que sostenía en su mano derecha se le termina cayendo justo sobre su pie, y al llevar sandalias griegas, claramente nada cubre sus dedos del impacto -¡¡¡¿QUÉ?!!! ¡¡¡AAAAAAYYYY, MI PIE!!!!- Claro que el dolor le comienza a molestar inmediatamente, pero eso no quita de su mente las palabras de su hijo, las cuales jamás las espero.

-¡¡¡PAPÁ!!! ¡¡¡¿ESTAS BIEN?!!!- Milo, corre para ayudarlo, preocupado porque este lastimado y más al sentir que fue su culpa.

Sin duda, esta curiosa, liberadora, y divertida convivencia familiar entre estos dos escorpiones, ha logrado que aquella distancia y culpa del pasado, se alejen al fin, bueno… Al menos eso se cree… Aunque, Milo ha dejado un tema al aire, lo que termino aturdiendo a Kardia, quien jamás creyó que eso podría llegar a ser una opción.

Nunca lo volvió a pensar, por no herir a su hijo, ni manchar la memoria de Calvera. Sin embargo, él mismo sabe que ella también lo alentaría a seguir adelante, casi como Milo lo está haciendo ahora… como Milo lo ha hecho…

Sin duda, Milo sigue sorprendiéndolo en actitudes y manera de ser, es completamente igual a ella.

---Unas Horas Después, (Esa Misma Noche)---

El sonido de llamada de un celular suena en la habitación de Milo.

El pelicerúleo lo toma, ya anda en pijama, la cual consiste en un short negro y una camiseta roja de tirantes, se sienta en una especie de cojín brumoso, suave y blando, el cual está pegado en la pared unto a la ventana –Hola, Aioria de este mundo- Su voz suena muy entusiasmada, al parecer debieron pasar cosas muy felices después del golpe y leve herida de su padre -¿Qué me cuentas? ¿Qué crees que paso hoy?- Pero claro que no puede soportar las ganas de contarle todo lo maravilloso que ha ocurrido en esta noche, y lo desea compartir con la única persona que le tiene una enorme confianza y le creería.

Sin embargo, lejos de poder continuar, la voz que se deja escuchar del otro lado del celular, suena realmente seria, un poco desinteresada, a la vez que fría –Milo, quiero que nos veamos en el museo- No presta ni una mínima de atención a lo que el pelicerúleo le está contando.

Claro que al escuchar esto, extraña mucho al ajeno a este mundo, tanto así que endurece su rostro y acerca más el teléfono a su oreja, para poder escuchar mucho mejor -¿Por qué? ¿Qué pasa?- Confundido y con cierta duda, lo comienza a cuestionar.

Aioria enmudece un segundo, como si aún dudara en hacerlo, pero no puede evitar algo que cree un destino que debe cumplir, suspira entristecido, para tomar la valentía necesita –Debemos ir… Por esa gema… Ahora mismo, Milo…- Su voz esta entrecortada, parece como si un nudo en su garganta se hiciera, e incluso como si hubiera estado llorando recientemente. 


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