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How To Save A Life por Sabaku No Ferchis

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Notas del capitulo:

¡Hola! n.n

Bueno, esta vez no me tarde xD Y vengo con este capi que es el inicio de los problemas *0*

muahahahahaha

¡Gracias por sus reviews!

Capítulo 10

 

 

The Sweet of Sin.

 


— ¡Ahhg!



Lo llenaban placenteramente, los gemidos de él. Tenía los cinco sentidos nublados, adormecidos. Sólo podía sentir las débiles vibraciones de los jadeos rozar sus oídos, excitándolo, brindándole una sensación gloriosa.



— ¡Sasuuh!


De nuevo, aquellos sonidos ahogados y electrizantes. Su miembro vibró en el interior del taheño. Sintió las uñas de Gaara enterrarse en su espalda y rasgarlo con desesperación. Soltó un quejido cortado y él también apretó el cuerpo del otro.



Las paredes del menor seguían siendo increíblemente estrechas, y apretaban su miembro en cada embestida que daba; aquello simplemente le fascinaba a Sasuke, le era imposible dejar de gemir el nombre del pelirrojo.


Entraba, salía... Sus testículos chocaban contra el trasero del menor para que el pene volviera a salir y repetir el mismo acto; una y otra vez. No sabían exactamente cuánto tiempo llevaban así... Podrían haber sido horas, quizá hasta días; la verdad era que no les importaba. Realmente, si por ellos fuera, preferirían quedarse así por el resto de sus vidas.



Una explosión ardiente sacudió las entrañas de Gaara y él liberó un fuerte gemido, largo, profundo; luego se estremeció al sentir el chorro salvaje y cálido llenar su trasero por completo.



Echó la cabeza para atrás, apretando con fuerza los ojos para dejarse llevar por la euforia del orgasmo.



Sasuke también gimió. Se curveó, clavando las uñas en la piel pálida de su amante, como si fuera un gatito enojado. Cuando se sintió terminar, y miró gustoso la esencia del pelirrojo derramada sobre su abdomen, retiró su miembro, dejándose caer sobre Gaara para mantenerse abrazados el resto de la noche.


Bien se podría decir que aquella había sido la noche más excitante en la vida de ambos, una que nunca olvidarían. Porque cada segundo de contacto había sido espectacular, cada sonido, cada movimiento; el saber que se tenían uno al otro y que eso era todo lo que necesitaban.


Y es que a decir verdad aquella no era una sensación muy común; el complementarse con la pareja al momento de unirse a ella y formar uno solo. Esa satisfacción que es reservada exclusivamente para ella y que no llegas a sentir con nadie más: El mágico hecho de fusionarse con la persona amada.


Y no habían tenido simple sexo, ellos habían hecho el amor; esa era la singularidad del asunto.



Porque Gaara sintió las manos del azabache —más cálidas que de costumbre— acariciarlo con una delicadeza que no era propia en el acto sexual; como si el otro sólo se preocupara por satisfacerlo a él, de llenarlo en todos sentidos independientemente de los deseos carnales.



Esa explosión blanca, había sido la mejor experiencia que haya tenido en su vida...

 



 



Tenía la cabeza estrellada contra la paleta de su pupitre, emitiendo sonidos que sólo podrían significar una enfermedad gastrointestinal. Su ceño –evidentemente fruncido—más los gruñidos que libraba entre dientes eran como un imán para las miradas ajenas, curiosas y filosas. A él no le importaba, como de costumbre; pero ese dolor comenzaba a hacerse insoportable, como si algo estrujara sus entrañas y lo obligara a expulsar todo lo que había entrado por su boca. Se maldijo internamente por haber devorado cinco bolsas de papas fritas la noche anterior; esa porquería seguramente había vuelto locas a sus tripas, ¿por qué diablos no se animaba a meterse a la boca cosas un poco más saludables?



Menos mal que había vomitado esas frituras.



Al parecer Kakashi no se había percatado de los gruñidos del estómago de Gaara, pues seguía volteado a la pizarra, remarcando el gis en esta mientras explicaba la etimología de psique.


Mejor para el pelirrojo.



Llegó al límite en el que sentía que su estómago escupiría todo, así que sin más se levantó bruscamente y salió corriendo del salón, siendo perseguido por las mismas miradas agrias hasta que desapareció por la puerta.



Nuestro querido Kakashi, ni siquiera lo notó.



El pelirrojo tenía dos opciones: Encerrarse en su habitación y meterme bajo las sábanas hasta que el dolor se esfumara, o ir a la enfermería. Quería hacer lo primero, así se evitaría de verle la cara a los demás; pero el problema era que Sasuke regresaría de la competencia de natación esa misma noche, y no quería que lo viera retorciéndose por culpa de su estómago salvaje. No tenía más remedio que ir a la enfermería.


De pronto se detuvo a mitad del camino, abriendo sus ojos como platos y tragando saliva. Sus mejillas se habían sonrojado. ¿Realmente cambiaba de decisión por Sasuke? ¿Por qué? ¿Acaso trataba de quedar bien con el Uchiha o algo así? Ciertamente, nunca se había preocupado por como lo vieran los demás o lo que pensaran de él, entonces, ¿por qué con Sasuke era diferente? ¿Por qué se preocupaba por verse bien para él?


Porque lo quiero...



¿Y desde cuándo pensaba cosas tan cursis?



Sonrió de lado, de una manera torpe, según él; y continuó su camino tratando de despejar su mente un poco. Pero ese azabache era como un grabado dentro de su cabeza, una imagen que nunca podría olvidar.

 

Tocó tres veces la puerta, penetró la habitación después de escuchar un suave "pase" desde haya adentro.


La doctora se corrió sus mechones obscuros a un lado para acomodarse los lentes y posar la vista sobre el pelirrojo. Sonrió ligeramente e hizo a un lado los papeles que descansaban sobre su escritorio.



— Puedes tomar asiento, si quieres— inquirió ella cortésmente. Tenía una voz demasiado suave al pensar de Gaara. La chica bien podría confundirse con una estudiante si se le ponían las medias a medio muslo y la corta falda azul.



—Estoy bien— dijo él desviando la mirada. La doctora sonrió, asintiendo sutilmente. Se levantó de su escritorio y se colocó la larga bata blanca junto con el estetoscopio metálico.


— ¿En qué puedo ayudarte?— preguntó mientras se sacaba el cabello que había quedado entre la bata y su blusa. No era mucho, pues le caía hasta el hombro.



—Me duele el estómago.


— ¿Has comido algo en mal estado?



—Cinco bolsas de papas fritas, ayer, pero no estaban caducas— confesó Gaara llevándose las manos a los bolsillos.



— Y exactamente, ¿qué es lo que sientes?



—Dolor— ¿Que no era obvio?



La pelinegra se llevó una mano a la barbilla y con el otro brazo apretó su cintura. Miraba minuciosamente al muchacho frente a ella, analizándolo de pies a cabeza como si fuera un raro espécimen recién encontrado. Ante ello, Gaara se sintió incómodo. No estaba acostumbrado a ese tipo de miradas tan penetrantes... Bueno, si lo estaba, pero a aquellas despectivas y cargadas de asco que le brindaba la mayor parte del mundo...


Tsk, como si me importara...


Aunque, por el contrario, también estaban aquellos ojos profundos, coloreados de un intenso tono negro. Su mirar era único; tan cargado de deseo, cariño y amor..., sólo para él. Esos orbes eran los que le desnudaban el alma, haciéndolo sentir como si fuera lo más importante para esa persona...


En cambio, la mirada de ella era analítica y estudiosa. Simplemente, la muchacha estaba chequeando el estado del paciente.


—Muy bien, voy a pedirte que te quites la camisa y te recuestes sobre la camilla— solicitó la pelinegra, indicándole al taheño dónde estaba la camilla.



Gaara suspiró resignado y obedeció. Estaba comenzado a arrepentirse por haber ido a la enfermería.



Sintió la pequeña mano de Shizune palpar su estómago varias veces.


—Quiero que me indiques dónde te duele, ¿está bien?— indicó tranquila. Comenzó a ejercer presión en ciertas zonas del estómago del pelirrojo, a lo que el muchacho la miraba de forma extrañada.


Sentía las frías manos de la muchacha recorrer su piel y se preguntó qué demonios pretendía ella con eso. ¿Que no sería mejor que simplemente le diera alguna pastilla para el dolor y ya? Sólo era un simple mal en el estómago.



— ¡Auch!— gritó cuando Shizune presionó su abdomen. Ella retiró su mano del cuerpo del menor al instante y se cruzó de brazos. Su mirada se volvió seria.


—Conque te duele la parte baja del abdomen— comentó sin despegar la mirada analítica de aquella zona, y sin esperar la respuesta del pelirrojo, añadió —. ¿Has tenido vómito?

 



...


¡Malditas frituras!



—Sí— y ahora que lo pensaba bien, su estómago estaba revolviéndose de nuevo.



La pelinegra se quedó un momento más pensando, en silencio. Luego, prosiguió a colocar el estetoscopio en Gaara.



El pelirrojo mordió fuertemente su labio inferior, tratando de evitar el quejido que luchaba por salir de su boca a causa del tacto helado del metal. Echó la cabeza para atrás y relajó sus facciones, quedándose quieto; esperando impacientemente a que Shizune terminara su trabajo.



Uno, dos, tres minutos...



¿Por qué se tardaba tanto?



Gaara separó lo párpados y alzó la cabeza rápidamente. Miró. El estetoscopio aún estaba sobre su abdomen, y Shizune escuchaba a través de él... Encontró algo extraño en el rostro de la muchacha; una expresión que denotaba sorpresa y nerviosismo. Su cuerpo temblaba ligeramente y ella comenzaba a sudar.



— ¿Shizune-sensei?— preguntó él con tranquilidad; aunque en su interior se hallaba algo inquieto. Lo único que quería era largarse de ahí con alguna pastilla para el dolor.



Ante la voz del taheño, Shizune pegó un salto pequeño y, saliendo de sus pensamientos, posó sus ojos oscuros sobre Gaara.



Él la notó tragar saliva...



Y su mirada conservaba aquella expresión.


—Espérame aquí.



Simplemente, la miró desaparecer por la puerta a pasos apresurados y algo torpes. Así que se levantó, se puso la camisa y sonrió porque al final podría ir a su habitación. Abrió el botiquín y tomó una caja de pastillas para el dolor de estómago, luego se dirigió a la puerta y giró la perilla...


¡Mierda!


Ella había cerrado la puerta con llave.

 


 



Largó un gran suspiro desde lo más profundo de su garganta, expresando sólo la mitad del cansancio que reinaba en su cuerpo. Acomodó sus cosas a un lado de su cama y dejó caer su cuerpo pesado sobre el colchón, volviendo a suspirar roncamente en el acto.



Muy bien, habían ganado la competencia nacional; eso realmente lo hacía sentir satisfecho. Además lo calificaron como el segundo mejor nadador de toda la región ¡Genial! Ahora su único propósito para el siguiente año sería superar a Suigetsu.


Sonrió satisfactoriamente entre las cobijas de su cama y trató de relajarse. Le dolía todo el cuerpo y lo único que quería hacer en ese momento era descansar un poco..., sólo un poco y después...



Te veré...

 

Soltó una risa disimulada, burlándose de sí mismo por lo cursi que se había vuelto. Se dobló sobre la cama, quedando boca arriba, y se tapó el rostro con el brazo derecho. No quería que las paredes vieran su expresión de estúpido enamorado.


Sintió que el corazón se le subía a la garganta cuando aquellos pequeños golpecitos sobre la puerta llamaron su atención. En menos de un segundo se incorporó. ¡Diablos, su cara estaba ardiendo! Tenía que contar hasta diez y relajarse hasta que sus mejillas volvieran a su temperatura natural...


Se acercó a la puerta, sintiendo los latidos de su corazón correr a su máxima potencia. Suspiró largamente, tenía tantas ganas de atrapar al pelirrojo entre sus brazos y hacerle el amor por el resto de la noche.



Giró la perilla, ansioso. La puerta se abrió y Sasuke estaba a punto de saltar a abrazar a quien se encontraba frente a él.


Paró en seco —antes de hacer algo estúpido— y miró con los ojos bien abiertos al chico rubio de ojos zafiro. Los latidos de su corazón se tranquilizaron y aquella sensación excitante dentro de su pecho desapareció.



No pudo evitar sentirse algo decepcionado.



El rubio tenía la cabeza baja, pero cuando Sasuke abrió la puerta fue subiendo lentamente la mirada. Los ojos azules se notaban indescifrables, y se posaron suavemente en los del pelinegro.


— ¿Puedo pasar?— preguntó el rubio en voz muy baja, desviando la mirada del mayor mientras enroscaba uno de sus mechones dorados.



Sasuke le miró extrañado, con una ceja alzada. Había algo extraño con Naruto que era imposible pasar por alto. De pronto se encontraba tan... ¿Sombrío? Bueno, no del todo, pero él estaba acostumbrado a un Naruto energético y fastidioso. ¿A qué se debía ese cambio de actitud?


—Pasa— dijo con algo de resignación. Cuando Naruto hubo entrado, él entrecerró la puerta tras de sí para luego voltearse al menor.


Se cruzó de brazos.


Observó detenidamente al rubio. Él se encontraba sentado sobre la cama, cabizbajo, con las hebras doradas colgando a la nada.



— ¿Qué te pasa, Dobe?— preguntó tranquilamente.


Miró como el rubio se debatía mentalmente entre levantar la mirada o no. Finalmente, terminó por hacerlo. El Uchiha notó aquellos orbes azules brillar un poco más de lo usual.


—Verás...— pronunció entrecortadamente el menor. Apretó los puños sobre el colchón y la iris zafiro volvió a descender —. Hinata..., se me confesó.


Silencio...


El azabache expandió su mirada y se quedó callado. Después de unos segundos volvió a encontrarse con esos ojos azules mirándolo de una forma misteriosa. Ese brillo que poseían era muy intenso.



Naruto tragó saliva.



Escuchó un suspiro por parte del mayor y de pronto lo tenía sentado a lado suyo.


— Eso está bien, ¿no?



¿Bien? ¿¡Cómo podía creer él que eso estaba bien!?

 

— ¡No lo está!— le gritó abriendo por completo sus ojos y clavándolos en el moreno. Sasuke le miró desconcertadamente, seguramente, creyendo que sufría de algún problema de bipolaridad. Cuando el rubio se dio cuenta de aquella posibilidad, relajó sus facciones lo mejor que pudo.



Pero es que era tanto lo que quería expresar...


— ¿Y por qué no? Ella no es fea— comentó Sasuke volviendo a su expresión tranquila. Pero en el fondo, quería saber qué era eso que le pasaba a su amigo.



—Lo sé, pero...



— Pero, ¿Qué?



—A mí..., me gusta otra persona.


Rompieron contacto visual...



Naruto sentía que su corazón estallaría en cualquier momento. De alguna manera, se encontraba nervioso. Podía sentir la presencia del otro tan cerca de él que llegaría a perder la cordura.



Y le gustaba como se sentía...



Sus ojos volvieron a fijarse en los de él; en los profundamente oscuros de él. ¿Por qué era tan dependiente de ellos? ¿Por qué el sólo hecho de verlos hacía que su corazón se llenara de vida? Es más, ¿Por qué con cada segundo que pasaba parecía estar acercándose más a ellos?



Es que son tan bellos..., y yo simplemente no puedo vivir sin ellos…


Cerró lentamente sus zafiros.


— ¿Qué estás haciendo?


Lo vio venir y se echó para atrás. Su voz obligó al otro a abrir los ojos. El moreno frunció el ceño. ¿Qué había sido eso?


Naruto no se atrevió a verle la cara. Se encontraba con el rostro ardiente y los ojos entrecerrados. Sentía que en cualquier momento explotaría. ¿Por qué era tan difícil? Sólo eran dos palabras, tan simples y sencillas como cualquier otra. Lo único que tenía que hacer era aspirar aire profundamente y arriesgarse a decir:



—Me gustas tú.


Para poder sentirse tranquilo...



El tiempo en el que Sasuke se quedó estático, fue aprovechado por Naruto para acercarse a él lentamente. Acercarse a sus ojos, a su rostro, a su boca.



Y con la misma lentitud, sintió que iba a llegar a rozar sus labios...



— Pero tú a mí no.



No llegaron a besarse, pero tampoco se movieron de sus posiciones.



—Lo sé, pero puedo llegar a gustarte— le susurró contra sus labios, despacio —. Déjame intentarlo...



Y no supo cómo, pero para cuando se dio cuenta, estaba recostado sobre la cama, con el rubio encima de él. Una sutil curvatura de labios había surcado el rostro de Naruto y sus ojos azules le miraban con extrema ternura.


Lentamente, la distancia se acortó.



Lentamente, el rubio rozó sus labios con los de él.



Lentamente…,, Sasuke tenía que evitar que ese beso se profundizara...

 



 


Sus ojos estaban abiertos extremadamente, su piel blanquecina se bañaba en una fina capa de sudor, la cabeza le dolía, más que nada...



Sin duda, haberse quedado en la enfermería fue el peor error que pudo cometer en su vida. Realmente no se esperaba que Shizune regresara acompañada de Tsunade, la directora del instituto —y médico profesional— y empezaran a revisar cuerpo de pies a cabeza. No estaba de más decir que le sacaron varias radiografías, además de seis tubos de sangre. ¡Maldita sea! Y todo por un estúpido dolor de estómago.


Después de tanto "manosearlo" lo dejaron ir a su habitación, no sin antes ordenarle que no se automedicara antes de que llegaran los resultados de los análisis. No pensaba hacerles caso, pero luego se sintió como un estúpido al darse cuenta de que la caja de pastillas que se había robado estaba completamente vacía...



¿A qué clase de idiota se le ocurre meter una caja de pastillas vacía a un botiquín?


Inhaló una considerable cantidad de aire, lo contuvo un momento y terminó por soltarlo.


Seguramente, Sasuke había llegado de su competencia.


Quería ir a ver al moreno. Aunque todavía se sintiera extraño por estar enamorado, curveó sin vergüenza una delicada —y casi imperceptible— sonrisa en los labios. Tenía la agobiante necesidad de encontrarse a sí mismo atrapado entre los brazos de Sasuke, de disfrutar el contacto con su cuerpo, de oler su aroma..., de besarle hasta que la boca le sangrara...



Llegó hasta el fondo del pasillo y paró en seco. El corazón le comenzó a palpitar a rimo veloz y una sensación inexplicablemente satisfactoria se adueñó de su cuerpo.



La puerta estaba entreabierta; Sasuke había llegado.



Tragó saliva y se llevó una mano por detrás de la nuca, nervioso. No sabía si entrar con Sasuke o meterse a su habitación a esperar a que el moreno fuera por él. No quería parecer un hostigoso siguiéndolo todo el tiempo, pero en verdad se moría por verlo. Una semana sin Sasuke no era nada fácil.


Así que, decidido, se giró completamente en dirección a la habitación del Uchiha. Se acercó a pasos lentos mientras extendía su mano a la puerta y, finalmente, la empujó.


El rechinido de la puerta se le hizo eterno, los segundos, en ambiente, aquellos sonidos que provenían desde adentro...



¿Sonidos?


Sí, sonidos. Aquellos que emiten dos labios al besarse.

 

Notas finales:

*O* ¡No se enojen con NARU! él no sabe que Sasu está con Gaa-chan, ¿o sí? OAO

Espero que les haya gustado n.n

¡Gracias por leer y hasta la próxima!

*3*


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