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How To Save A Life por Sabaku No Ferchis

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Notas del capitulo:

¡Hola! :D 

Debo disculparme por la tardanza, pero en mi defensa, todavía no se cumplen los seis meses :v xDD

En fin, espero disfruten el capítulo :3 

Gracias a todo/as por sus reviews, de verdad que es un placer leerlos y saber que siguen ahí nwn

PD: ¡¡FELIZ CUMPLEAÑOS, GAARA BEBÉ!! U don't know how much I love you :3

[CAPÍTULO 20]

 

Despicable

. . .

«El chico que cayó del cielo,

No tenía nadie ahí para verlo llorar.

Él te miró con sus ojos vacíos, y dijo:

“estoy haciéndote un favor”»

[Despicable-Grandson]

. . .

Los gritos de Itachi llamándolo se perdían entre el montón de pensamientos inundando su mente. Apenas escuchaba los acelerados latidos que golpeaban su caja torácica, jamás había corrido tan rápido; seguramente, cuando todo terminara, los músculos de sus piernas le cobrarían cuentas.

Sasuke se echó a correr casi por inercia, siguiendo la vaga dirección que apuntaba el dedo de Kayane. ¿A dónde iba y qué se encontraría? No lo sabía, pero el único objetivo que tenía claro era encontrar a Gaara, tomarlo, protegerlo y nunca dejarlo ir.

«Una cabaña. Debo encontrar una cabaña.»

Los colores de la noche estaban envolviendo el atardecer. Debía ir más rápido si quería llegar a tiempo y no perderse; se maldijo mentalmente por ser más veloz en el agua que en la tierra.

«¿Una cabaña? ¿por dónde? ¿¡SI QUIERA VOY EN LA DIRECCIÓN CORRECTA!?»

Aquella inseguridad lo hizo tambalear. Tal vez no corría en línea recta, quizá se había desviado, ¡es más! ¿Qué le aseguraba que Kayane, siendo amigo de Deidara, decía la verdad? Sasuke paró en súbito, mordiéndose el labio. ¿Estaba siendo engañado? Aquel terrible pensamiento lo invadió por varios segundos hasta que se dio cuenta de que desperdiciaba tiempo valioso. La única información que tenía de Gaara la había dado ese muchacho de pelo verde, así que no le quedaba más que confiar.

Siguió corriendo hacia al frente, donde el cielo ya era nocturno. No sabía si su corazón colapsaba debido al esfuerzo de sus piernas, o por el miedo de lo que encontraría más adelante.

«¿Por qué demonios Kayane dijo que debía intervenir la policía?»

— ¿Vas a seguirlo? —Preguntó Kayane, que por fin había recuperado el aliento.

—No tengo opción.

Itachi ató con fuerza su coleta baja, preparándose para ir contra el viento que soplaba desde el horizonte. Miró al de pelo verde con el ceño fruncido, aunque su expresión era de auténtica preocupación.

— ¿Qué fue lo que sucedió allá?

— Chst—Kayane desvió el rostro. Se mordía el labio repetidas veces; claramente, pensó Itachi, no estaba seguro de qué contestar—. Es una locura, demonios, ¡una cosa tan descabellada como esa sólo significa que he perdido la cabeza!

El muchacho se sujetó de sus propios cabellos como si se los quisiera arrancar. Itachi notó a leguas el terror que dominaba a Kayane por la forma en que temblaban sus piernas y sus labios.

— Es… Gaara…, eso de allá no era Gaara… eso…

—No era humano—Completó Itachi, porque algo le decía que Kayane no estaba preocupado específicamente por el pelirrojo que habían capturado él y sus amigos, no. Quien estaba en peligro no era la víctima, sino el verdugo—. Gaara no era humano, ¿cierto?

Kayane lo miró con sorpresa.

—Por eso dijiste que no debía ir solo, que era trabajo de la policía—Continuó Itachi.

El de pelo verde, con ojos de canica, asintió. Se incorporó, relamiéndose los labios y apretando los puños.

—No estoy loco. Sé que lo que ellos… —Hizo una pausa para tragar saliva—. Lo que nosotros hicimos fue algo horrible, pero… él… era un monstruo, Uchiha, es…

—¿Y qué le dirás a la policía? ¿Que un monstruo te asustó a ti y a tus amigos? —interrumpió el moreno con sarcasmo—. Cuando llames, hablarás por el delito de violación, eso si no lo ha hecho ya Suigetsu.

El Uchiha mayor se echó a correr por la dirección que había tomado su hermano, dejando a Kayane en medio de la bola de curiosos que se había comenzado a formar desde que regresó de aquel infierno.

 

A lo lejos, Sasuke vio algo. El correr estaba nublándole la vista y cortándole la respiración, así que tuvo que tragar saliva y entrecerrar los ojos para enfocar mejor la visión. La poca luz de luna no le permitía distinguir quién era la figura que cojeaba a lo lejos en su dirección.

—¡¿Gaara?! ¡Gaara, espera! ¡VOY PARA ALLÁ! —Gritó lo primero que se le vino a la mente, pues estaba comenzando a esperar el peor resultado.

Corrió más fuerte, rompiendo el viento.

—N… no soy Gaara, estúpido, hum.

Aquella voz fue como una espada sobre las esperanzas del moreno. Paró en seco. Luego, la poca luz le permitió ver la melena dorada.

—Tú­—Dijo molesto, pero entonces notó el aspecto del rubio: el pelo enmarañado y la forma en la que se cubría el ojo izquierdo con ambas manos, de donde brotaba sangre espesa. Sasuke hizo una expresión horrorizada—. ¿Qué demonios te pasó?

Deidara le miró molesto, a pesar del dolor que le hacía temblar todos los músculos de la cara. Sasuke notó que la piel del joven estaba sucia no solo por la sangre, sino por tierra y arena. Sin embargo, el joven no contestó; se veía débil y cansado por los pasos que daba, no parecía que estuviese siendo perseguido, más bien, era como si quisiera alcanzar algo.

Cuando el rubio pasó al lado del moreno, golpeándole el hombro en señal de que le estaba ignorando, Sasuke sujetó su muñeca con fuerza.

—¡SUÉLTAME, BASTARDO! —Gritó Deidara, moviendo su brazo como un látigo.

—¿Estás sordo? —Contestó Sasuke—. Te hice una pregunta, Namikaze. ¿Qué te pasó en el ojo?

Deidara se mordió el labio. Logró soltarse del agarre del moreno y lo empujó con las pocas fuerzas que le quedaban.

—¿Quieres saber? ¡Te lo diré! ¡Te lo diré para que te cagues en los pantalones, si no es que tú ya sabías todo esto! —Deidara descubrió su herida, una cuenca con bordes de carne que sangraban. No había rastro del ojo. El moreno se cubrió la mano, asqueado—. ¡Esto es lo que me pasó! ¡Tu asqueroso noviecito me enterró un palo en el ojo, hum! Y no quiero que esa cosa haga con mi hermano lo que hizo con mis amigos, así que debo darme prisa, hum.

Sasuke frunció el ceño y volvió a sujetar al rubio, esta vez por los hombros, para mirarlo cara a cara.

—¿Qué le hicieron a Gaara?

—Nosotros no le hicimos nada, hum.

—¡Métete tus mentiras por el culo y habla! ¡Sé que lo mandaron violar!

Deidara cerró las manos sobre las muñecas de Sasuke. El moreno observó un chorro de sangre brotar de la cuenca del rubio; por el forcejeo, se manchó la cara con ella.

—Pues sí. Pero no fue nada, ¿sabes? Nada de lo que le hicimos y teníamos planeado hacerle a ese monstruo se comprara con lo que él hizo, hum. Te diría que fueras a verlo por ti mismo, ¡pero están hechos polvo! —Nuevamente, empujó a Sasuke—. ¡Y suéltame! No dejaré que le ponga las manos encima a mi hermano.

—¡Sasuke!

Deidara estaba a punto de reanudar su camino cuando se escuchó la voz de Itachi. El moreno iba corriendo hacia ellos, con la mirada enfocada en su hermano hasta que notó la presencia del rubio y la herida de éste. A su lado venía Kisame, el amigo de Itachi, que había llegado justo a tiempo para acompañar al moreno.

Deidara murmuró una grosería. Ya conocía la pregunta que seguía a continuación.

—¿Qué pasó?

 —Sabaku no Gaara. Eso fue lo que pasó—El rubio pasó entre Itachi y Kisame, golpeándoles en los hombros como si se tratara de una puerta—. Háganse a un lado imbéciles—Miró de reojo a Itachi—. Y si tu hermano sigue protegiendo a ese demonio, de verdad le ha comido el cerebro. Irán a pudrirse en la cárcel.

—¡Espera! —Gritó Sasuke—. Entonces Gaara…

—¡Fue detrás de mi hermano, hum! —respondió el rubio con el ojo azul fulminante. Era comprensible, pero los otros tres jóvenes que estaban ahí jamás había visto a Deidara llorar—. Quiere matar a mi hermano y no se lo voy a permitir.

Les dio la espalda y siguió. Sasuke tomó impulso para seguirlo, pero Itachi lo detuvo.

—Hey, Sasuke—Dijo. Su hermano menor intentó zafarse—. Sasuke, escucha. Tú sabes que no es normal.

—¡Suéltame! No voy a permitir que los lastime.

—¿¡De verdad crees que Gaara es quien saldrá lastimado!?

Sasuke se quedó quieto por un momento, su mirada negra y titilante fija sobre su hermano.

—¿Qué sabes, Itachi?

—Mira—Itachi tensó la boca y rodó los ojos, en una pequeña pausa—. Hagamos esto. Si quieres ir tras él, hazlo. Pero mídete. Tú no conoces su naturaleza, así que, por favor, por favor, conoce tus límites. Mientras, Kisame y yo seguiremos hasta la cabaña, ¿de acuerdo?

—Pero, y si…

—Si Gaara estuviera en la cabaña, Deidara no iría tan desesperado a buscar a su hermano.

—Chst—El menor se mordió el labio—. Bien.

Y se echó a correr de regreso.

El viento que se filtraba a través de la arena le agitaba el cabello y refrescaba sus mejillas. Era de noche; apenas podía ver hacia dónde iba con todos esos granos de polvo a su alrededor. Su cuerpo desnudo seguramente estaba agotado, pero estaba tan caliente que no podía sentir nada.

Ocasionalmente, mientras caminaba, la nube de arena volvía una ráfaga furiosa a causa de los parloteos desquiciados que daba Shukaku dentro de él, expresándose en el pelirrojo con murmullos ininteligibles. Hablaba de muerte y sangre, de lo grandioso que sería arrancarle a Naruto el corazón del pecho.

Gaara, cegado por el calor dentro de su cuerpo, sólo podía pensar en la expresión de Deidara cuando Shukaku le dijo que asesinaría a Naruto.

Verás con tus propios ojos como convierto a tu hermanito en un puré gelatinoso de vísceras. Así que sígueme, no te presionaré. Quiero que estés en tus cinco sentidos para que puedas disfrutar la escena.

Era como si un torrente de negrura pestilente se hubiese enterrado en la herida del rubio para consumir toda la luz que había dentro del chico; luz que, evidentemente, era su hermano. El rubio había intentado abalanzarse sobre él, pero la arena lo detuvo y lo arrojó al suelo sin delicadeza, provocándole un grito de impotencia y dolor. Incluso, al pelirrojo le pareció que se torció el tobillo con la caída.

Gaara se puso sus pantalones (sucios de tierra y sangre), luego, le dio la espalda comenzó a alejarse, dejándolo ahí tirado mientras gritaba con furia (con tanta pasión, pensó) que defendería a Naruto de sus garras. Debería pasarlo por alto y decir que Deidara era un hijo de perra por atreverse a lastimar a su bebé, pero ante ello se interponía la imagen de Yashamaru protegiendo a aquel niño, vestigios de memorias que preferiría olvidar. Por eso, prefirió dejar el control de su cuerpo en garras de Shukaku.

Había caminado por varios minutos, protegido por la arena. Al menos, ya no sentía dolor físico, pero la herida en su corazón era un abismo por lo que le habían hecho a su hijo, a la criatura dentro de su vientre, parte Sasuke y parte él. ¿Qué había hecho ese pedazo de células para merecer la muerte sin siquiera haber nacido? Viéndolo de ese lado, la mejor manera de cobrar cuentas era ahorcando a Naruto.  

Poco después, al llegar a lo alto de una pequeña colina, divisó la escuela. Había una enorme masa humana frente al auditorio, parloteando cosas que Gaara no podía escuchar desde esa distancia… pero Shukaku sí.

—¿Qué pasa? ¿¡Por qué tardan tanto!?

—¡Está haciendo mucho frío y yo con este vestido!

—No estoy segura, pero escuché que hubo un problema con los de tercero y ese chico raro de segundo. Sí, sí, el tal Gaara.

—¿Y qué? ¿Por eso deben atrasar la ceremonia? ¿Y la fiesta?

—Pues creo que llamaron a la policía.

Aquel parloteo humano le causó una gran carcajada a Shukaku, tanto que tuvo que contraerse y a Gaara se le tensaron las costillas.

¡JAJAJA! Me he enfrentado con más de la mitad de las criaturas del Yomi, para mí las autoridades humanas no son más que basura que puedo aplastar con mi garra. Vamos a…

—No—interrumpió Gaara.

¿Qué? ¿Cómo osas…?

—Mapache estúpido, no estás en tu elemento. Podrás haber peleado con demonios y dioses cuando eras libre, pero ahora estás amarrado a mí. Recuérdalo, soy mortal.

El demonio bajó las orejas, reconociendo con amargura que su contenedor no le permitía liberar su poder absoluto, y que, además, era humano. Así que el pelirrojo tomó un camino diferente para llegar a Naruto. Sigiloso y escurridizo como una pantera, se deslizó por el estacionamiento hasta llegar los dormitorios, donde todo estaba desierto, aparentemente. Sin embargo, su olfato demoniaco había capado la esencia de Naruto en ese lugar.

Mientras caminaba por los pasillos, el danzar de la arena que le protegía era cada vez más errático. Shukakau estaba desesperado, y planeaba divertirse con el muchacho hasta que su hermano llegara para destrozarlo frente a sus ojos. El olor iba haciéndose más fuerte, Naruto seguramente estaba en su habitación, pero Gaara desconocía el número.

Entonces, el pelirrojo escuchó a alguien y se detuvo, no porque reconociera la voz, sino por el nombre que había mencionado.

—¿No crees que estás siendo muy desconsiderado con nuestro hijo?

­—¿De qué hablas?

—Parece que no esperas el momento para sacar a Sasuke de aquí, Fugaku, relájate, es sólo una ceremonia, una fiesta.

—Y tú sabes que la cita con Mr. Damen es mañana a las 10, y que ya deberíamos estar en el aeropuerto.

Aquellas voces no debían estar a más de 100 metros. Gaara se asomó con cuidado y vio a dos personas doblar por el pasillo que daba a las habitaciones de Sasuke y él. El pelirrojo los siguió lentamente, intentando hacer a un lado los gruñidos de Shukaku para concentrarse en los padres de Sasuke.

—Lo que no quieres es que Sasuke pase más tiempo con esa persona, ¿cierto? Por eso te lo quieres llevar tan rápido.

Una pausa.

—Él no tiene que perder el tiempo en cursilerías así; como distracción está bien, pero debe ver por sus deberes y su futuro antes que cualquier mujer.

—¡Está enamorado! —gritó la mujer. Gaara, que se asomaba desde la esquina del pasillo, miró la enorme melena negra que le llegaba más debajo de su falda.

—Está encaprichado, Mikoto. Y lo entiendo, es joven, no sabe nada de la vida. Después llegará una buena mujer para él. Ahora…

—¿Ahora qué?

—Es más importante su futuro.

—“Es más importante su futuro, es más importante su futuro” —remedó la mujer, deteniéndose frente a la puerta de Sasuke para encarar a su esposo—. ¿Desde cuándo has estado tan preocupado por el futuro de Sasuke?

—Sabes que siempre lo he hecho. Todo lo que hago, cada decisión que tomo es por mis hijos.

—Por Itachi, querrás decir—Mikoto tensó los labios y tomó aire—. Escucha, amo a mis hijos más que nada en el mundo, pero cuando se trata de ellos, tú únicamente ves por Itachi.

—Eso no es verdad.

—¿No? En tus reuniones de trabajo sólo hablas de Itachi, lo obligaste a tomar clases de música, de karate e historia cuando sólo tenía ocho años, trabajas duro para hacer de él lo que tú quieres, metiste a nuestros hijos a esta escuela porque le ofrecían una beca a Itachi, ¿y me dices que te preocupas por ambos? ¿Qué hay de cuando Sasuke te pedía que le ayudaras en la tarea, o que lo llevaras a tus reuniones como lo hacías con su hermano? ¿A caso fuiste a verlo cuando compitió en las estatales de natación?

—Escucha, acabo de conseguirle una cita con el director de Cambridge.

—Sí, porque Itachi no la necesita, porque Itachi ya está adentro. Aun así, ¿por qué hasta ahora Fugaku?

El hombre se quedó en silencio por unos minutos. Abrió la puerta del dormitorio de Sasuke y entró, seguido de la mujer. Gaara caminó hasta estar lo suficientemente cerca del cuarto para poder escuchar.

—Bien… puede ser que… admito que no he sido el mejor padre para él, ¿bien? Y sé lo mucho que ha querido alcanzar a su hermano, por eso estoy haciendo esto, por él. Cuando vea la cita que le conseguí, seguramente se pondrá feliz.

—Ahora mismo le estás haciendo daño—dijo la mujer—. Escucha Fugaku, no se trata de que Sasuke alcance a Itachi, sino de que logre sus propias metas. Como padres, deberíamos darle nuestro apoyo—Gaara escuchó el sonido de un cierre—. Pero míranos, empacando las cosas de nuestro hijo sin haberle dejado tomar una decisión.

El celular de Fugaku vibró.

—¿Sí, directora? —Gaara no pudo escuchar lo que decían por teléfono, pero no fue necesario—. ¿La policía? ¿Por qué? ¿¡Mis hijos están bien!?

—Qué… ¿Qué demonios? —esa era otra voz, y Shukaku había enloquecido

Gaara volteó hacia el fondo del pasillo por donde había venido. Naruto estaba ahí parado, con el rostro envuelto en una auténtica mueca de horror.

Las pupilas del pelirrojo se volvieron amarillas, los irises se dividieron en cuatro y la arena comenzó a revolotear como tormenta.

—¿Qué e…?

Lo que pasó a continuación fue tan rápido que Naruto apenas pudo procesarlo. Una cosa enorme hecha de arena (al parecer) se cerró sobre su cuerpo, cubriéndole la boca y las extremidades. Intentó moverse y gritar; mala idea, la presión sobre su cuerpo y la arena en su boca le hicieron sentir desesperado. Luego, sintió una sacudida, como si estuviera cayendo en un avisto a varios kilómetros por hora y de pronto algo lo elevara por los cielos.

Escuchó el azotar de una puerta y todo se quedó quieto. Cuando abrió los ojos, estaba flotando dentro de la prisión de arena en medio de la habitación; la poca luz de luna que entraba por la ventana le permitió ver a Gaara parado frente a él, mirándolo fijamente. Uno de sus ojos era aguamarina y el otro amarillo.

Naruto recordó esos ojos. Era la mirada del demonio.

Las patrullas ya estaban ahí cuando Sasuke y Deidara volvieron a la escuela. Todo se había vuelto un bullicio, tanto padres como alumnos (y algunos profesores) no paraban de preguntar qué había pasado para que viniera la policía, y sobre lo que pasaría con la ceremonia y la fiesta de fin de curso.

Ahí, hablando con la policía, estaban la directora Tsunade, Kayane y Suigetsu.

—¡Genial! —Dijo Deidara—. Kayane llamó a la policía, menos mal, creí que el maldito nos había abandonado, hum.

—¿Vas a decirle a la policía sobre Gaara?

—Pues claro.

Sasuke hizo una mueca de horror.

—¡Estás loco! ­—Hizo una pausa, pensando en cómo convencer a Deidara para que cerrara la boca—. No te van a creer, idiota. Lo que deberías decirles, es que mandaste a violar a mi novio.

Sasuke tenía sujetado el brazo del rubio, apretándolo con tanta fuerza como si quisiese hacerlo puré. Deidara soltó una exclamación de dolor y se liberó del agarre, encarando al moreno.

—¡Mira! —Señaló su herida—. ¡Mira mi maldito ojo! ¡No está! ¿Y dices que no me van a creer, hum? Si no les digo, él va a matar a mi hermano.

Y dicho eso, Deidara corrió hacia la policía. Sasuke soltó una maldición, pateando el suelo. ¿Qué iba a hacer? No tenía idea de dónde estaban Gaara y Naruto, la policía había llegado y sus padres seguramente ya sabían que ese algo extraño que estaba sucediendo tenía que ver con él. Pensó en meterse en esa masa humana y gritarle a Gaara que huyera, donde quiera que estuviese, pero ese era un arranque de desesperación, y bien sabía que debía mantener el control si quería encontrar al pelirrojo antes que nadie (y antes de que éste encontrara a Naruto).

Gaara salió y cerró la puerta despacio, como temiendo perturbar el sueño de alguien. La tormenta de arena a su alrededor ya no era más que una pequeña cortina, sus ojos habían regresado a su color habitual, su respiración se había normalizado. Juntó los párpados, recargándose en la puerta para soltar en un suspiro toda la oscuridad de su corazón.

«Te estoy haciendo un favor.»

Sin embargo, sus párpados comenzaron a temblar y sobre ellos se formó una hilera de lágrimas. Gaara abrió la boca y la cerró, sus manos eran puños que temblaban erráticos. Su corazón estaba hecho trizas.

—¡Gaara!

Se incorporó de inmediato al ver a Sasuke al fondo del pasillo, corriendo hacia él con la cara llena de sudor. Gaara tragó saliva cuando sintió los brazos del muchacho rodearlo con fuerza, dándole toda la calidez del mundo a ese cuerpo tan sucio y helado.

—Uchiha…

Sasuke se separó de él y lo contempló, sucio, sin camisa, con manchas de sangre seca y fresca en la comisura de sus labios, en sus brazos y el torso. El pelirrojo desvió el rostro, frunciendo el ceño.

—Esa sangre…

—La mayoría es mía.

En realidad, eso solo alivió al moreno un poquito.

— ¿¡Estás bien!? Gaara, ¿cómo está el bebé?

— Ah—A pesar de las circunstancias, el taheño no pudo evitar un sonrojo—. Lo sabías…

— Sí.

—Todo está bien.

Hubo un momento de silencio entre ambos. Sasuke no tenía idea de qué decir; sabía que debían huir para proteger a Gaara, pero había estado tan ansioso por cinco segundos a solas con él.

— Ven—Dijo Gaara, tomando la muñeca del moreno.

— ¿Qué? ¿A dónde? Gaara, debemos darnos prisa.

Los ojos aguamarina se fundieron en los negros de Sasuke, era como el cielo de la noche reflejándose en las aguas cristalinas de un lago.

— Quiero hacerlo contigo.

Ahora fue el turno del moreno para sonrojarse.

—Ahora no es el momento.

Sasuke comenzó a dar toda clase de argumentos sobre por qué no podían darse el tiempo de tener sexo. Sin embargo, Gaara hizo caso omiso y lo jaló a la habitación del Uchiha, con un poco de ayuda de Shukaku. Cuando la puerta estuvo cerrada, Sasuke se quedó quieto, mirando al pelirrojo con ojos indescifrables.

—Tú… ¿le hiciste eso a Deidara?

Gaara no contestó, pero se acercó a él para abrazarlo.

—La sangre de tu cuerpo… ¿es de Naruto? ¿Es de los amigos de Deidara?

«¿Piensas que soy un monstruo?»

Los labios de ambos se juntaron, el sudor de Sasuke se combinó con la sangre seca en la boca de Gaara.

—Tal vez­—Respondió el pelirrojo dentro del beso, con el corazón en el filo de la espalda, temiendo que el otro lo empujara lejos como él estaba a punto de hacer.

Pero no sucedió, y Gaara se sintió el ser más despreciable sobre la tierra.

Sasuke fue a recostarlo sobre la cama, mientras sus manos recorrían cada centímetro de la piel del joven. Se separó un poco, mirando al otro recostado sobre la cama, con los ojos cerrados.

—Debemos huir—Dijo Sasuke.

—Sí—Respondió Gaara, y de pronto, la arena que se había formado detrás del moreno le provocó una fuerte punzada en todo el cuerpo, y cayó sobre el pelirrojo—. Debo huir.

«Te estoy haciendo un favor.»

 

Notas finales:

¡Muchas gracias por llegar hasta acá! Nos vemos hasta la próxima y no se olviden de festejar a nuestro precioso pelirrojo:D


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