Prov. Zero
Desperté e Ichiru no estaba a mi lado, era sumamente extraño, siempre era yo el que se levanta antes.
Miré el reloj y eran casi las once de la mañana, al parecer no había oído el despertador y él prefirió dejarme dormir.
Salí de la habitación y fui hacia la cocina y él estaba ahí: traía un delantal amarrado a la cintura, estaba frente a la estufa cocinando algo y no notó cuando entré.
-¿Por qué no me despertaste?
Se sorprendió al escuchar mi voz, dio un pequeño salto y volteó hacia mi, al verme se sonrojo y agachó la mirada, no traía puesto más que mi ropa interior.
-No deberías andar así...
-Lo dices como si fuera la primera vez que me ves de esta manera...-le sonreí y me acerqué a él-Me has visto incluso con menos ropa-tomé su barbilla con delicadeza y lo besé dulcemente.
-Ya lo sé, pero no me refería a eso. Sólo digo que es raro verte así a esta hora. Siéntate, el desayuno está listo.
-Sí, gracias-me acerqué a la mesa y vi sobre ella una pequeña pila de cartas-¿Llegó algo de papá?
-Como cada mes, ya lo sabes. No la abrí porque esperaba que la leyéramos juntos-acercó los platos con comida hacia la mesa.
-¿Y Sakurai?-continué mientras tomaba el sobre entre mis manos y lo miraba con detenimiento.
-Tiene horas que salió, incluso pasó a despedirse antes de salir. En verdad te veías cansado-se sentó frente a mi y me miró fijamente-¿Y bien? ¿Qué dice la carta?
-Lo de siempre supongo-la hice a un lado con indiferencia-Avisar que ya hizo el deposito, preguntar si es suficiente o necesitamos más... Pero mejor vamos a desayunar, una vez que terminemos la leemos con calma ¿Sí?
Prov. Ichiru
Sabía que no estaba bien, desde que tomó la carta vi que algo raro tenía. Si más que perder me animé a preguntarle.
-¿Te asusta la respuesta a lo de mamá cierto?
-No hay forma de ocultártelo-dejó los cubiertos sobre la mesa e hizo una mueca de desagrado-Es por eso que no pude dormir: me aterra imaginar la reacción de mamá.
Tomé la mano de Zero y la acaricié suavemente, por alguna razón el quería verla y saber que todo había pasado y no encontraba mejor manera que pedirle a papá que hablara con ella.
-¿En verdad crees que funcione? No quiero desanimarte pero la conoces y sabes que es casi imposible que lo entienda.
-Sí, sí, pero... Ha pasado tanto tiempo y quiero creer que lo ha olvidado-me miró con tristeza y agachó la mirada.
Me levanté y lo abracé por la espalda, apoyando mi barbilla en su hombro con mis brazos rodeando su cuello, él tomó con suavidad mis manos y las besó dulcemente.
-Hay cosas que no se olvidan fácilmente, tal vez... Sólo necesita asimilarlo ¡Sí! Ha pasado bastante tiempo pero intenta entenderla. Si un inocente beso la llevó a intentar separarnos definitivamente el decirle que intentaríamos hacer una vida juntos debió causarle un gran impacto y ahora que ya no podía manipularnos a su antojo no encontró mejor "castigo" que darnos la espalda.
-Supongo que tienes razón...-Zero me tomó de las manos-Nunca me había puesto en su lugar.
Después de un rato abrazados seguimos comiendo, él seguía intranquilo y preocupado y eso no pasaría sino hasta después de leer esa carta.
Terminamos y fuimos a la sala, dispuesto a acabar de una vez por todas esa intriga. Tras una rápida lectura puso el sobre sobre la mesa de centro y se acostó en el sillón con un brazo cubriendo sus ojos totalmente decepcionado.
-¿Y bien? -No sé ni porqué me sorprende...-suspiró pesadamente sin siquiera voltear a verme-En cuanto papá sugirió que debíamos vernos reaccionó de forma violenta, Dice que tal vez él venga el fin de mes pero en caso de que no pudiera nos avisa.
Me recosté junto a él y lo abracé con fuerza, de haber sabido que ese era el contenido de la carta me hubiera deshecho de ella antes de que pudiera leerla, lo que menos quería era verlo triste y era justo lo que había pasado.
Al sentirme cerca me abrazó y comenzó a acariciar con suavidad mi rostro, pude sentir una lágrima rodando por su mejilla y no hice más que abrazarlo con más fuerza.
Si tan sólo supiera que decir para hacerlo sentir mejor, si tan sólo tuviera las palabras para tranquilizarlo le evitaría este sufrimiento. Simplemente no podía soportarlo, me sentía sumamente impotente e incapaz de ayudarlo.