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SD2: Are You Ready For This? por Khira

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Are you ready for this?

 

Por Khira

 

Capítulo 12. El festival de otoño

 

 

El festival de los deportes de otoño había llegado. A pesar de ser ya el mes de octubre, ese sábado amaneció muy soleado. Desde primera hora de la mañana, Shohoku era un hervidero de gente que iba de un lado al otro pendiente de los últimos preparativos para el evento.

 

El equipo de baloncesto tuvo la suerte de que le tocó jugar su partido amistoso como locales, así que no tuvieron que desplazarse. El enfrentamiento era a última hora, con lo que seguramente serían los que más público tendrían, además de porque el rival que les había tocado era ni más ni menos que el Shoyo.

 

Sakuragi se paseó con su ejército todo el día, y presenció las competiciones de atletismo, fútbol, kendo y judo. Al comienzo de esta última, y a pesar de saber que estaba lesionado, Aota no dejó escapar la oportunidad de insistirle a Hanamichi de que se apuntara al club de judo tras la rehabilitación. El pelirrojo le contestó con un cabezazo.

 

—Muy bien, solo queda el partido de baloncesto... —dijo Yohei mientras caminaban por el patio, al parecer sin rumbo fijo, a la vez que miraba a su mejor amigo de reojo. Parecía estar mejor, pero desde que aquel día consintió en dejarle solo que intentaba no separarse de él más que lo necesario.

 

Sakuragi se limitó a seguir andando con la mirada ausente. Los demás se miraron entre ellos.

 

—Vamos Hanamichi, tenemos que ir... Juegan contra Shoyo.

 

—¿Y qué...? —murmuró el pelirrojo, sin cambiar de expresión.

 

—Que lo van a tener difícil y necesitarán nuestro apoyo.

 

—Pues id vosotros.

 

—No pensamos ir sin ti. —Yohei se paró y se cruzó de brazos. Takamiya, Noma y Ookusu le imitaron.

 

Sakuragi les miró y suspiró.

 

—De acuerdo....

 

—¡Bien! —exclamaron.

 

Tal y como se veía venir, el gimnasio estaba lleno de alumnos y alumnas que no querían perderse el primer partido oficial del Shohoku después de los nacionales, aunque fuera un amistoso. Como el gimnasio no contaba con gradas con asientos, se habían dispuesto alrededor de la cancha una docena de bancos y el triple de sillas de plástico, pero la mayoría de público estaba de pie en las gradas. Sakuragi y sus amigos iban a quedarse allí, apoyados en la barandilla, cuando oyeron una voz femenina dirigirse a uno de ellos.

 

—¡Sakuragi! —llamó Ayako, haciéndole gestos con la mano para que bajara — ¿No pensarás quedarte en la grada? —Y le señaló el banquillo—. Tú te sientas con nosotras.

 

Pero el pelirrojo negó con la cabeza.

 

—No, gracias. Estoy bien aquí.

 

—Pero Sakuragi... —empezó Haruko.

 

—No, gracias —repitió lo más amable que pudo.

 

Las dos asistentes se miraron entre ellas con pesar, igual que la gundam.

 

—¿Por qué no has querido bajar? —le preguntó Yohei, sin poder evitar recordar lo mucho que le gustaba ver los partidos sentado junto a Haruko.

 

—Porque sentado ahí abajo aún tendría más ganas de jugar —respondió Sakuragi, y sus amigos no volvieron a insistir.

 

En la cancha no había ni rastro de ninguno de los dos equipos, que estaban dentro de los vestuarios. Pero en las gradas apareció uno inesperado, y el gimnasio se llenó de murmullos y grititos.

 

—¡El Ryonan! —exclamó Noma, que fue el primero en darse cuenta de que se dirigían a ellos.

 

En efecto, el equipo de Ryonan casi al completo había decidido ir a ver el encuentro amistoso entre Shohoku y Shoyo, en lugar de quedarse a ver las últimas competiciones de su propio instituto. Su flamante nuevo capitán, Akira Sendoh, seguía igual que siempre, a excepción de su pelo pincho, que llevaba un poco más corto. La mitad de las alumnas de Shohoku se quedaron atontadas mirándole. Se dirigió caminando tranquilamente hacia Sakuragi con su aire despistado de siempre, pero un chico de estatura mucho menor se adelantó a saludar al pelirrojo.

 

—¡Sakuragi! —exclamó Hikoichi, a la vez que sacaba su conocido bloc de notas—. Nos enteramos hace poco de tu lesión. ¿Cómo está tu espalda? ¿Qué tal la rehabilitación? ¿Cuándo volverás a jugar?

 

Pero Sakuragi en lugar de contestar le miró tan fríamente que el pobre Hikoichi se escondió un poco tras su capitán.

 

—Déjalo en paz, Hikoichi, debe estar harto de que le pregunten siempre lo mismo —rió Sendoh para relajar el ambiente—. ¿Verdad, Sakuragi?

 

—Verdad —dijo este simplemente.

 

—¿Qué tal todo, amigo? ¿Crees que ganaréis? —preguntó colocándose a su lado.

 

—No lo sé.

 

—Oye Sakuragi... Felicidades por el campeonato nacional. De verdad que lo hiciste muy bien.

 

—Gracias... —En otras circunstancias, Sakuragi habría reído y exclamado ‘¿Acaso lo dudabas?’, pero en ese momento no podía dejar de pensar que quería estar en los vestuarios con sus compañeros ultimando la estrategia y no de espectador.

 

De pronto Sendoh saludó con la mano a alguien del otro lado del gimnasio, Sakuragi se fijó que eran Akagi y Kogure, que también estaban en las gradas.

 

Los árbitros salieron a la cancha y un minuto después los jugadores hicieron lo mismo. El sonido ambiente del gimnasio aumentó considerablemente de volumen. Pero faltaba algo...

 

Sendoh miró a un lado y al otro del gimnasio.

 

—¿Y las fans de Rukawa?

 

—Es que resulta que desde que salió a la luz que Rukawa es homosex... —Pero Takamiya no pudo continuar porque Noma y Ookusu le taparon la boca con las cuatro manos.

 

—Vaya, entonces los rumores eran ciertos... —murmuró Koshino.

 

—¿Lo sabíais? —preguntó Yohei.

 

—La verdad no me sorprendió —comentó el base de Ryonan—. Tantas fans y él las ignoraba... Si otro estuviera en su lugar...

 

—¡El partido va a empezar! —interrumpió Yohei.

 

En efecto, ya estaban en el círculo central Rukawa y Hanagata. El equipo titular del Shohoku estaba formado por Miyagi, Rukawa, Mitsui, Kakuta y Shiozaki. El equipo del Shoyo lo formaban Fujima —que ahora llevaba perilla—, Takano, Nagano, Hasegawa —quien pronto intercambió miradas con Mitsui— y Hanagata —que estrenaba en partido oficial sus gafas de mosca—. Como ya se sabía, todos los jugadores de tercero de Shoyo seguían en el equipo. Fujima y Ryota se dieron la mano.

 

—Aunque sea un amistoso, voy a jugar al cien por cien —dijo Fujima.

 

—Lo mismo te digo —dijo el capitán de Shohoku.

 

—Y esta vez no vais a ganar.

 

—Eso ya lo veremos.

 

El partido comenzó, y en el salto Rukawa y Hanagata empataron. El balón llegó a manos de Ryota, quien escapó como un rayo hacia su canasta, dispuesto a encestar los primeros dos puntos del partido. Pero Fujima le alcanzó y tocó lo suficiente para que la pelota saliera por banda. Shiozaki sacó y se la pasó a Kakuta, quien tras ver una seña de Rukawa, se la pasó al Super—Rookie, quien encestó rápidamente con un bello mate.

 

Todo el gimnasio se quedó en silencio por la sorpresa, pero nadie aplaudió.

 

—Joder, sí que está en plena forma... —murmuró Sendoh.

 

Sakuragi se limitó a gruñir con desagrado.

 

«Maldito zorro...»

 

—Este es Rukawa —dijo Ayako alegre desde el banquillo—. Diez segundos de partido y ya ha encestado con un mate. Menos mal que sigue jugando como siempre.

 

—Sí... —convino Haruko.

 

Shoyo sacó y tras una bonita jugada entre Fujima y Hanagata, el pívot encestó también con un mate casi por encima de Kakuta.

 

—Vaya, ya nos la han devuelto... —dijo Yohei.

 

En las jugadas siguientes, Hanagata siguió superando a Kakuta. El marcador estaba 2 - 8 a favor de Shoyo.

 

—Kakuta no tiene suficiente nivel para enfrentarse a Hanagata como pívot. Los únicos del equipo que podían hacerlo eran Akagi y Sakuragi —comentó Ookusu tras otra canasta del de gafas. 2 - 10.

 

—Seguramente Rukawa también —dijo Noma.

 

—Pero a Rukawa le necesitan como ala-pívot, porque puede lanzar tanto desde dentro como desde fuera del área.

 

Sakuragi se sorprendió un poco porque parecía que sus amigos empezaban a entender más de baloncesto que él.

 

—¿Entonces por qué está jugando como escolta? —preguntó Takamiya de pronto.

 

Era cierto, Rukawa y Mitsui parecían haberse cambiado las posiciones, y eso tenía completamente despistado al Shoyo. El chico de ojos azules había metido dos triples seguidos y Mitsui dos tiros en bandeja. 12 -10.

 

—¡Muy bien! —exclamó Ayako. Luego se dirigió a Anzai—. Parece que la estrategia funciona.

 

—Jo, jo, jo, ya lo veremos —dijo el entrenador.

 

De momento siguió funcionando, porque cuando Hasegawa decidió marcar a Mitsui para que no entrara al área, este le sorprendió con un perfecto triple. 15 - 10.

 

—¡Maldita sea! —exclamó el jugador de Shoyo.

 

Mitsui se limitó a sonreírle con suficiencia.

 

En las gradas, Miuyo no perdía de vista las jugadas del mvp de secundaria.

 

«Sigues tan creído como siempre...»

 

Hacia la mitad de la primera parte, el marcador iba 20 - 16 a favor de Shohoku. Rukawa tenía el balón y lo botaba tranquilamente frente a Nagano, su marcador. Estaba a punto de superarle cuando el jugador de Shoyo le lanzó una pulla muy mal intencionada, para la que parecía haber esperado al momento adecuado.

 

—¿No puedes pasarme, maricón? ¿O es que te gusta estar así de pegadito a mí?

 

Kaede se quedó tan sorprendido de que el rumor hubiera llegado incluso a Shoyo, que por primera vez en su vida perdió la concentración de golpe en un partido y Nagano no tuvo ningún problema en arrebatarle el balón y correr hacia la canasta contraria.

 

—¿Pero que...? —exclamó Sakuragi en la grada.

 

 A su lado no había nadie que no estuviera también estupefacto por lo que acababa de pasar. ¿Cómo era posible que un jugador como Rukawa se hubiera dejado quitar el balón tan fácilmente por un jugador como Nagano? En el banquillo estaban igual.

 

—Rukawa... —murmuró Ayako. Anzai miró preocupado a su jugador.

 

Pero nadie había oído nada, ni siquiera en la cancha, por lo que el número 11 de Shohoku se llevó una buena reprimenda.

 

—¡Pon atención, Rukawa! —le gritó Ryota—. ¡Me da igual que sea un amistoso, tenemos que ganar! ¿Es que no escuchabas en el vestuario?

 

—Tsk... —gruñó Kaede, echando una mirada asesina a Nagano, quien simplemente le sonrió.

 

Con el marcador 20 - 18, Shohoku recuperó el balón, y prontamente estuvo de nuevo en manos de Rukawa. Esta vez se libró de Nagano antes de que pudiera decirle nada, pero cuando iba a efectuar un tiro en salto, Takano apareció delante de él con la mano extendida.

 

—No lo vas a conseguir, maricón de mierda...

 

El tapón fue impresionante. El balón salió disparado hacia un lado de la cancha pero lo recogió Fujima, quien inició un contraataque que terminó en un triple del base-capitán. Ryota no llegó a tiempo para impedirlo. 20 - 21.

 

En la grada, Sakuragi y Sendoh estaban que no podían creérselo. En realidad nadie en el gimnasio lo entendía.

 

—¡Pero que está haciendo ese zorro estúpido! —gritó Sakuragi.

 

—Algo le pasa, mírale... —dijo Akira.

 

El pelirrojo se fijó mejor en su rival. Rukawa no parecía en absoluto tan tranquilo como de costumbre. A pesar de haber transcurrido solo unos minutos de partido, respiraba agitado. A su lado, Ryota le estaba riñendo de nuevo.

 

Rukawa tampoco entendía lo que le estaba pasando. No era la primera vez que le insultaban en un partido, pero nunca hasta ahora con ese apelativo. ¿Pero que más daba como le llamaran los estúpidos del Shoyo? Lo que tenía que hacer era concentrarse y jugar como siempre.

 

Pero no era capaz. En las jugadas siguientes entre Nagano y Takano le continuaron superando, siempre después de un comentario hiriente. Además provocaron que el Super-Rookie les cometiera faltas estúpidas. Todos sus compañeros estaban que se tiraban de los pelos. El marcador estaba 22 - 28 y Rukawa llevaba ya dos faltas cuando Ryota miró a su entrenador como preguntándole cuando iba a cambiarle, pero el anciano negó con la cabeza.

 

—¿Rukawa, te encuentras bien? —le preguntó Shiozaki.

 

Pero Kaede le ignoró y se colocó en su posición para defender, delante de Nagano. Este continuaba diciéndole barbaridades al oído, hasta que de pronto dejó las palabras para pasar a la acción, y le dio un pequeñísimo y casi imperceptible pellizco en la parte baja de la espalda.

 

Rukawa se dio media vuelta y se apartó como si le hubieran tocado con fuego. Nagano aprovechó para recibir el balón y encestar sin que nadie se lo impidiera. 26 - 35, y la primer parte estaba por terminar.

 

Pero ahora ya más de uno se había dado cuenta de lo que estaba pasando.

 

—Se están burlando de él —dijo Sendoh con el ceño fruncido—. Por eso está tan desconcentrado.

 

—Brr... brr... —Sakuragi temblaba de rabia, con los puños apretados sobre la barandilla.

 

—¿Habéis visto lo mismo que yo? ¿Nagano le ha pellizcado el trasero a Rukawa? —preguntó Noma.

 

—Brr... brr...

 

—Qué cabrones... recurrir a esto para ganar... —murmuró Yohei.

 

—Brr... brr...

 

—Quizás lo hacen para vengarse de la manera en que Rukawa les humilló la última vez... —dijo Ookusu.

 

—Brr... brr...

 

—Rukawa es humano, en parte es normal que estas cosas le afecten... —decía Koshino.

 

—¡¡SERÁ ESTÚPIDO!!

 

Todos los que estaban cerca de Sakuragi dieron un bote por el grito. El pelirrojo empezó a caminar alejándose de ellos, en dirección a las escaleras que bajaban hacia la cancha.

 

—¡Hanamichi! —exclamaron sus amigos, asustados—. ¡¡Hanamichi!!

 

Y empezaron a perseguirle temiéndose lo peor, pero quedaron atrapados entre el gentío que había en las gradas, y los alumnos empezaron a quejarse de los empujones.

 

—¿Pero qué va a hacer? —preguntó Sendoh, que les había seguido un par de metros.

 

—N-no lo sabemos, pero conociéndole, ¡cualquier cosa! —dijo Takamiya intentado llegar de nuevo a la barandilla para ver la cancha.

 

Afortunadamente el árbitro acababa de pitar el fin de la primera parte, por lo que al menos Sakuragi no interrumpiría el partido. Todos vieron como él entraba a la cancha al mismo tiempo que los jugadores empezaban a dirigirse a los banquillos.

 

Rukawa, que iba caminando con la mirada baja y la mente completamente en blanco, se encontró de pronto frente al pelirrojo, que le miraba con la cara enrojecida de la rabia.

 

No vio venir el cabezazo.

 

—¡¡Sakuragi!! —exclamó medio gimnasio tras ver el brutal golpe que le había dado a Rukawa frente con frente.

 

Rukawa tuvo que dar un paso hacia atrás para no caerse de espaldas. Se cubrió la cara con las dos manos al mismo tiempo que flexionaba un poco las rodillas y se inclinaba levemente hacia delante para no perder el equilibrio.

 

—I... idiota... —fue lo único que alcanzó a decir.

 

Ambos estaban rodeados por todos sus compañeros, incluso los que hasta hace un momento estaban en el banquillo. En la grada, Sendoh se había tapado la boca por la sorpresa, igual que el resto de miembros de Ryonan y muchos alumnos de Shohoku.

 

—¿Pero qué ha hecho? —preguntó.

 

—Volverse loco... —murmuró Noma.

 

—O decidir cargarse a Rukawa de una vez por todas —musitó Takamiya.

 

—Creo que nunca le he visto dar tan fuerte —dijo Ookusu.

 

—Sí que lo hemos visto —dijo Yohei—. A Akagi, en el partido contra Ryonan, para que reaccionara.

 

—¿Quieres decir...? —Noma, Takamiya y Ooukusu le miraron con los ojos muy abiertos.

 

—Sí. Lo ha hecho para que Rukawa reaccionara —dijo el moreno muy convencido.

 

En la cancha, nadie se atrevía a decir nada, ni siquiera Rukawa después de ‘Idiota’ había dicho otra palabra. Un reguero de sangre le recorría media cara desde la frente hasta la barbilla. Cuando por fin tras un par de minutos le dejó de latir la cabeza de dolor, apartó las manos de la cara y miró al pelirrojo a los ojos.

 

—¿Idiota yo? —bufó Sakuragi—. ¡¡Eres tú quién está haciendo el ridículo!! ¡¡Y estás dejando en ridículo al equipo!!

 

Rukawa abrió un poco más los ojos. Mitsui le puso una mano en el hombro a Sakuragi con la vana intención de calmarlo.

 

—Sakuragi, no creo que sea este el momento de...

 

Pero el pelirrojo le apartó y siguió hablando.

 

—¡¿No fuiste tú quien me dijo que lo que no tuviera que ver con el baloncesto no debía interferir en mi rehabilitación?! ¡¿Y ahora tú te desconcentras en un partido porque un par de gilipollas se están metiendo contigo?! ¡¿Quién eres tú para dar consejos a nadie, zorro estúpido?!

 

Normalmente Rukawa habría simulado que lo que le decía el pelirrojo le entraba por un oído y le salía por el otro, le habría soltado otro insulto, o le habría devuelto el golpe, que era lo que todos a su alrededor más temían. Pero en lugar de eso bajó la mirada de nuevo y contempló por un momento la sangre que le manchaba las manos.

 

—Tsk... No hacía falta que me abrieras la cabeza para decirme eso, doa’ho... —gruñó.

 

Sakuragi sonrió casi imperceptiblemente al escucharle.

 

—Así me aseguraba de que me prestarías atención...

 

xXx

 

Durante el descanso, en los vestuarios de ambos equipos se comentaban las estrategias para la primera parte. Mientras Anzai daba unos cuantos consejos a sus pupilos, Ayako le curaba la frente a Rukawa, quien mantenía su flequillo levantado con una mano para facilitarle la tarea.

 

—Esto te va a escocer un poco —le dijo mientras le acercaba un algodón empapado a la herida.

 

—Mm... —Rukawa permaneció quieto mientras la asistente le limpiaba la cara.

 

Kamisama, vaya chichón... —no pudo evitar exclamar la chica.

 

Y es que en verdad Sakuragi se había lucido. Pero Rukawa no estaba molesto con él, al contrario. Gracias a él había reaccionado, y estaba decidido a hacer morder el polvo en la segunda parte a ese par de graciosillos.

 

Sintió un calorcito agradable en el pecho. Sakuragi había bajado expresamente a la cancha para darle un cabezazo... Vale, dicho así no sonaba muy bien, pero la cuestión era que el pelirrojo se había molestado en ayudarle...

 

¿Ayudarle? ¿O más bien lo que quería era desquitarse con él, como siempre?

 

Era un estúpido por hacerse ilusiones por semejante tontería...

 

—Esto ya está —dijo Ayako después de colocarle una tirita de forma cuadrada en la frente.

 

Rukawa dejó caer de nuevo su largo flequillo sobre la frente.

 

—¿Estás bien? —le preguntó Ryota.

 

—Sí.

 

—¿Jugarás en la segund...?

 

—Sí —dijo levantándose con la mirada más decidida.

 

—Ok —dijo Ryota sonriente—. ¡Chicos, a jugar!

 

Los dos equipos salieron de nuevo al campo, deseosos de conseguir la victoria. Esa vez en el salto Rukawa se hizo completamente con el balón, y se lo pasó a Mitsui, quien nada más llegar a la línea de tres tiros de su canasta encestó con un triple. 29 - 35.

 

—¡Bien! —gritaron sus compañeros desde el banquillo.

 

Shoyo sacó y el balón llegó a Fujima, quien salió disparado hacia la canasta contraria, siendo detenido a medio camino por un Miyagi muy concentrado.

 

«Es mi primer partido como capitán... No podemos perder... No puedo perder...», pensaba el capitán del Shohoku.

 

Y para sorpresa de muchos, incluido él mismo, consiguió arrebatarle el balón a Fujima de un manotazo. Pero este acabó en poder de Hanagata, quien se internó rápidamente en el área, y superando de nuevo a Kakuta, encestó con un tiro bajo el aro. 29 - 37.

 

Un par de jugadas después el balón llegó por fin de nuevo a Rukawa. De pronto el gimnasio parecía haber bajado el volumen del sonido ambiente. Todos querían ver si la estrella de Shohoku seguiría metiendo la pata o reaccionaría de una vez. Sobretodo cierto pelirrojo que no le quitaba ojo de encima.

 

Y reaccionó. Nagano se lanzó a por él pero Rukawa le esquivó de una manera tan elegante que se escuchó un ‘Oh’ colectivo en el gimnasio. Y cuando se encontró a Nagano bajo el aro, ni siquiera le dio tiempo al chico mayor de soltar una idiotez. Literalmente saltó por encima de él —derribándolo— y clavó la pelota en el aro en el mate más espectacular de todo el partido. 31 - 37.

 

Esta vez el ‘Oohhh’ se escuchó en todo el instituto.

 

Fue su tercera falta, pero para Kaede valió la pena. Miró hacia el suelo, donde se había quedado Nagano sobándose un hombro, y alzó las cejas en un claro gesto de superioridad.

 

—Uy perdona, ¿te he hecho daño...? —preguntó con una vocecita tan irónica que Nagano enrojeció de la rabia.

 

Afortunadamente Fujima detuvo a su jugador cuando este se levantó dispuesto a encarar a ese niñato y el partido continuó sin problemas. El balón le fue devuelto al Shoyo, pero recuperado rápidamente por Rukawa, quien no tardó en clavarla de nuevo.  33 - 37, y el ambiente empezaba a cambiar.

 

Los chicos, los más orgullosos, simplemente dejaron de mirar mal a Rukawa. Pero las chicas, un poco tímidas al principio, comenzaron a aplaudir y a gritar a cada jugada en que el chico de ojos azules destacaba, que cada vez eran más. Incluso Ru, Ka y Wa resurgieron de sus cenizas y volvieron a animarle con sus uniformes y pompones que nadie sabía donde los habían escondido. Cuando Rukawa se dio cuenta de que estaba recuperando a su club de fans, valoró por primera vez esos gritos de ánimo, y se prometió no volver a despreciarlos.

 

xXx

 

Aunque Rukawa dio lo mejor de sí en la segunda parte, ignorando los comentarios de Nagano y Sakano, y superándolos en todas las jugadas, y Mitsui demostró que también era capaz de hacer mates, lo que descolocó un poco más a la defensa del Shoyo, la ausencia de Akagi y Sakuragi se notó demasiado y al final el Shoyo terminó ganando al Shohoku 78 - 81.

 

—Habéis jugado muy bien —le dijo Fujima a Miyagi al terminar el partido.

 

—Vosotros más... —dijo Ryota, desalentado por su primera derrota como capitán.

 

—Siento mucho lo de Nagano y Takano. No tenía ni idea de lo que le estaban diciendo a Rukawa, de lo contrario les habría sacado.

 

—No te preocupes.

 

Y los dos bases se dieron nuevamente la mano.

 

Rukawa pasó olímpicamente de todo jugador de Shoyo que se acercara a darle la mano, pero nadie se lo recriminó.

 

Estaba furioso consigo mismo, porque si no hubiera hecho el tonto durante la primera parte quizás habrían tenido tiempo de remontar. No, ni siquiera el Shoyo les habría alcanzado en la primera parte. Instintivamente miró un momento a la grada antes de entrar en el vestuario, y vio a Sakuragi charlar con Sendoh. Se le veía enfurruñado por la derrota, y aunque a Kaede le daba rabia porque sabía que tenía parte de culpa, no pudo evitar pensar que el chico se veía adorable con esa carita de enfado.

 

No se dio cuenta de que a la vez, él también estaba siendo observado por el chico de ojos violetas.

 

Como había cogido por costumbre, solo entró en el vestuario para recoger su bolsa de deporte. Ni Ayako ni Ryota, desanimados como todos por la derrota, tuvieron ánimos de pedirle que se quedara a duchar con ellos.

 

Al término del partido estaba previsto la ceremonia de entrega de premios en el patio principal del instituto, pero a Rukawa no se le pasó por la cabeza el quedarse. Estaba ya junto a su bicicleta cuando oyó una voz conocida tras él.

 

—Ey Rukawa —dijo Sendoh colocándose a su lado—. Buen partido.

 

Kaede le miró con cara de pocos amigos.

 

—Vaya, veo que no has cambiado nada desde la última vez que nos vimos —rió el capitán de Ryonan—. Siempre con esa expresión tan amistosa.

 

—¿Qué quieres? —bufó Rukawa, ya cansado de la conversación, y eso que solo llevaban tres frases.

 

—Felicitarte por como jugaste en los nacionales, ya que aún no había tenido la oportunidad. Como no volviste a venir a jugar conmigo... —esto último se lo dijo haciendo un puchero de broma.

 

—¿Y para qué iba a venir? Tú mismo me dijiste que no servía de nada que te venciera en un uno contra uno si no era en un partido.

 

—Pero eso no significa que no podamos jugar uno contra unos de vez en cuando. Es divertido, y a mi me gusta mucho jugar contra ti.

 

Pero como Rukawa no dijo nada más, y se colocó la mochila dando a entender que quería marcharse, Sendoh no insistió.

 

—Bueno, si te animas ya sabes donde encontrarme.

 

Y se despidió de él con un gesto. Rukawa se montó en la bicicleta y empezó a pedalear para salir de Shohoku.

 

Estaba bastante cansado, y no entendía el porqué. Se había pasado todo el verano poniéndose en forma, corriendo y practicando, sin contar los duros entrenamientos con la selección nacional, pero no parecía haberle servido de mucho. También le dolía bastante la cabeza. Poco a poco sus pedaleos fueron haciéndose cada vez menos enérgicos. Aunque quería llegar cuanto antes a casa, su cuerpo no le respondía.

 

Tampoco entendía por qué esas ganas de llegar a casa. Aunque su madre le había dicho que su padre pronto entraría en razón y volvería a dirigirle la palabra, todo seguía igual.

 

Aún no había dejado el barrio donde se encontraba Shohoku, cuando al girar una esquina vio a un grupo de chicos con los que deseaba no encontrarse de nuevo jamás.

 

Ryu y su banda, los ex amigos de Mitsui.

 

Y ellos también le habían visto.

 

Continuará...


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