Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

SD2: Are You Ready For This? por Khira

[Reviews - 151]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Are you ready for this?

 

Por Khira

 

Capítulo 23. El problema

 

Ayako miraba distraída por la ventana las nubes grises de tormenta que se avecinaban. El tiempo había cambiado de manera brusca al llegar el mes de diciembre. Se acabaron los domingos soleados y las temperaturas bajaron en picado. Era la época de los exámenes trimestrales y el ambiente en el instituto era algo deprimente. En el equipo sin embargo los ánimos estaban por las nubes, todos parecían decididos a no perder ni un solo partido más y a ganar los preliminares de invierno o try outs. Ryota estaba más concentrado que nunca en su papel de capitán, Rukawa estaba ya al cien por cien después de la pequeña lesión que le dejó tres semanas fuera y lo demostraba en cada entrenamiento, y Mitsui se esforzaba mucho más desde que Miuyo, la que era ahora su novia oficial, le venía a ver practicar siempre que podía.

 

Aquella mañana la clase de química estaba siendo mucho más aburrida de lo habitual. Ayako disimulaba cada bostezo como podía; no sabía por qué pero últimamente casi siempre tenía sueño y le costaba concentrarse. Mientras la profesora Sasaki dibujaba fórmulas orgánicas en la pizarra, la muchacha dibujaba corazoncitos en su cuaderno. Encima del corazón escribía su nombre, y debajo... lo dejaba en blanco.

 

Levantó la vista de su cuaderno para mirar a Miuyo, sentada en primera fila junto a Ryota. La chica le daba envidia, parecía que le iba muy bien con Mitsui. Ella en cambio estaba estancada con Ryota, su relación no iba ni para delante ni para atrás. Pero... ¿realmente quería que avanzara?

 

Estaba hecha un lío sentimental. Ryota le gustaba mucho, eso lo tenía claro, pero no sabía si lo suficiente como para salir con él. Además era su amigo, su mejor amigo, y si empezaban a salir y terminaban mal le perdería para siempre.

 

Pero por otro lado... ¿y si Ryota se cansaba de esperar a que se decidiera? O peor aún, ¿y si Ryota ya se había cansado de ella?

 

Últimamente ya no le hacía tanto caso como antes...

 

La clase de química terminó por fin, y como era la última antes del almuerzo, cogió su obento (N/A: fiambreras en las que los japoneses transportan sus comidas) y se reunió con Ryota y Miuyo a la salida del aula. Últimamente el chico siempre almorzaba con ellas, y Ayako no sabía del cierto si era por ella o por Miuyo. Parecía que se llevaban tan bien...

 

—¿Vamos a comer en el patio o a la cafetería? —preguntó Ryota.

 

—En la cafetería, que hace ya mucho frío para comer fuera —dijo Miuyo—. Además he quedado allí con Mitsui —añadió con una sonrisa.

 

—Ok...

 

Efectivamente en la cafetería esperaban Mitsui, Hotta y otro amigo, que les hicieron sitio en la mesa en cuanto los vieron llegar. Miuyo se sentó al lado de su novio, y Ayako se sentó en el otro lado, entre Hotta y Ryota.

 

—¿Qué tal, preciosa? —le preguntó Mitsui a su chica a la vez que le pasaba un brazo por la cintura para acercarla más a él y darle un casto beso en la mejilla.

 

Miuyo se sonrojó más por como la había llamado que por el beso, y eso que esas demostraciones de afecto en público no estaban nada bien vistas en Japón.

 

—No me llames así —se quejó.

 

—¿Por qué no? Si lo eres...

 

Ayako abrió su obento mientras escuchaba la estúpida conversación entre los tortolitos. Ryota le echó un vistazo a su fiambrera y frunció el ceño, preocupado. Apenas había dos cucharadas de arroz.

 

—¿Eso es todo lo que vas a comer? — le preguntó en voz baja.

 

—Estoy a dieta, ¿no te acuerdas?

 

—¿A dieta? —repitió en voz alta e incrédula—. ¡Joder Ayako! ¿Es que no te miras al espejo? —todos se quedaron mirándolos.

 

—¡¿A qué viene eso?! —exclamó Ayako más que ofendida, malinterpretando.

 

—¡A que estás delgadísima! —explicó Ryota sin entender que no fuera obvio para la muchacha.

 

—¿Y eso que tiene de malo?

 

—¿Que qué tiene de malo? ¡Te ves horrible!

 

Inmediatamente después de decir eso Ayako se levantó, le cruzó la cara de una bofetada a Ryota y se marchó de la cafetería. Miuyo también se levantó y la siguió corriendo.

 

Ryota comprendió demasiado tarde que aquella no había sido manera de abordar el tema...

 

—Te has pasado, tío... —le dijo Mitsui.

 

—Lo sé... —murmuró Ryota, abatido—. Pero es que... Ayako empieza a preocuparme de verdad...

 

Miuyo alcanzó a Ayako en el patio, junto a los árboles que daban un poco de sombra en verano. Estaba llorando.

 

—Ayako...

 

—Me ha dicho que me veo horrible... —sollozó la muchacha.

 

—Él no quería decir eso...

 

—Ya, ¿y entonces que quería decir?

 

—Que tan delgada no te ves bien...

 

—¡Que pesados! ¡No estoy tan delgada!

 

—Ayako... —Miuyo respiró hondo—. Ayako, tienes un problema...

 

La chica de rizos se secó la cara con las manos y miró a su amiga ofendida.

 

—No, no te montes películas, Miuyo. No tengo anorexia.

 

—¿Ah no? ¿Entonces por qué sigues a dieta? Dijiste que querías estar igual de delgada que yo, ¡pero hace siglos que me has ‘superado’!

 

—No es verdad.

 

—¿Ves como sí que tienes un problema? De lo contrario no me negarías eso.

 

—Déjame en paz —bufó Ayako cansada de la conversación, y a continuación se marchó dejándola sola.

 

Miuyo observó a su amiga alejarse, esta vez sin intenciones de seguirla. Si se ponía demasiado pesada sólo conseguiría que se peleasen, y entonces no podría ayudarla.

 

Y a esas alturas ya era evidente que Ayako necesitaba ayuda.

 

xXx

 

Los valientes que aquel día sí que habían almorzado en el patio eran Sakuragi y su gundam. Un ratito antes de que sonara el timbre que anunciaba el final de la hora del almuerzo, Yohei se levantó y dijo que iba al baño. Unos minutos después, fue Sakuragi el que se levantó y se dirigió a los lavabos, pero allí no había rastro de Yohei, y tampoco se lo había cruzado por el camino.

 

«Habrá ido a otros lavabos...», se dijo Hanamichi quitándole importancia mientras se lavaba las manos.

 

Faltaban pocos minutos para que sonara el timbre, así que Sakuragi no sabía si valía la pena bajar de nuevo al patio o quedarse y dirigirse ya hacia su aula. Al final optó por lo segundo.

 

Entró en su aula y se sorprendió al ver allí a Yohei y Haruko, quienes le miraron a su vez entre sorprendidos y nerviosos. Hanamichi por supuesto no sabía que habían quedado allí para estar a solas unos minutos y que se habían separado justo a tiempo al escuchar abrirse la puerta.

 

—¿Yohei...? ¿Haruko...? ¿Qué hacéis aquí...? —preguntó Sakuragi sin entender.

 

—Ehm... como faltaba poco para que sonara el timbre, decidí ya venir para acá... —explicó Yohei apurado.

 

Sakuragi asintió, al fin y al cabo él había hecho lo mismo. Pero, ¿y Haruko? Ese no era su salón...

 

Haruko sabía que le tocaba explicarse a ella, y nunca había sido muy buena improvisando...

 

—Ehm... yo estaba de camino a mi aula... ehm... y he visto a Yohei entrar, ehm... y tenía curiosidad por preguntarle como le habían ido los exámenes...

 

Le pareció que era una excusa estúpida, pero Hanamichi era tan inocente que se la creyó.

 

—Ah... ¿y a ti como te han ido, Haruko? —preguntó el pelirrojo acercándose más y sentándose encima de su pupitre, al lado de ellos.

 

—Eh... pues bien... creo que no he suspendido ninguno...

 

—Seguro que no —sonrió Yohei, aliviado de que Hanamichi no hubiera sospechado nada.

 

En ese momento sonó el timbre y Haruko aprovechó para escabullirse de allí. Hanamichi y Yohei se quedaron sentados encima de las mesas de sus pupitres, uno frente al otro. La pequeña pelea del otro día estaba completamente olvidada, lo que Sakuragi agradecía profundamente.

 

—Oye Hanamichi... ¿cómo llevas lo de Haruko...? —preguntó el moreno antes de que llegaran los demás alumnos a las aulas.

 

—¿Eh? —Sakuragi no se esperaba la pregunta — Pues bien, supongo... que remedio...

 

—¿Ya no te gusta...? —tanteó esperanzado.

 

—Claro que sí —dijo el pelirrojo para su desgracia—. Pero... creo que lo voy superando...

 

Yohei decidió seguir esperando.

 

xXx

 

Por la tarde Ayako fue la primera en llegar al gimnasio. Empezó por sacar el marcador y el cesto de los balones del trastero. Estaba colocando el marcador a cero cuando llegó Ryota.

 

—Hola Ayako... —saludó el capitán del Shohoku.

 

La asistente no respondió.

 

El capitán del Shohoku se acercó a ella hasta quedar justo a su lado, pero Ayako seguía sin mirarle siquiera.

 

—¿No vas a hablarme?

 

— ... — era evidente que no.

 

— Ayako... Ayako lo siento mucho...

 

Ryota se estaba desvanando los sesos en busca de una disculpa más convincente, pero no se le ocurría ninguna. Además, el pensar que en el fondo tenía razón en cuanto a que estaba demasiado delgada y que no debería disculparse no le ayudaba en nada.

 

Ayako por su parte terminó de colocar el marcador y simplemente se alejó en busca del cuaderno que usaba para apuntar las estadísticas y que había dejado en su mochila. Ryota se apresuró a seguirla pero entonces llegaron Shiozaki, Kakuta y Yasuda y perdió la oportunidad de hablar con ella a solas.

 

Mientras tanto Mitsui estaba llegando al gimnasio por el pasillo acompañado de Miuyo cuando al girar una esquina vieron a Rukawa que iba en la misma dirección, ya cambiado.

 

—Ayako me ha contado que Rukawa ya no se ducha con vosotros —comentó Miuyo en voz baja—. ¿Es cierto?

 

—Sí, lo es —dijo Mitsui—. Porque es un cabezota y no hay manera de convencerle de que no nos molesta que sea gay.

 

—Tampoco le habéis insistido mucho, por lo que sé...

 

—Mm... quizás tengas razón, habría que volver a hablar con él... —admitió el chico.

 

—¿Y de verdad que a ti no te molesta...?

 

Mitsui se detuvo en seco, pero no solo por la pregunta sino porque ya habían llegado a los vestuarios y él aún tenía que cambiarse.

 

—¿Por qué me preguntas eso? —inquirió intrigado.

 

—No te enfades, pero... es que recuerdo perfectamente que en Takeishi siempre te las dabas de ‘machito’ y solías meterte mucho con los chicos que parecían afeminados... —explicó Miuyo.

 

Pasaron un par de segundos antes de que Mitsui respondiera.

 

—Voy a contarte una cosa. Cuando entré en el equipo después de casi lograr disolverlo, pasó bastante tiempo hasta que consiguiera sentirme integrado completamente. No es que me lo pusieran difícil, al contrario, todos fueron muy amables conmigo... Pero siempre estaban las típicas pullas y bromitas hacia mí, llamándome ‘macarra’ y cosas así... Sobretodo Sakuragi, quien incluso me echó la culpa de que el entrenador Anzai no nos dejara jugar el comienzo del primer partido del torneo de la prefectura... aunque tenía razón. Y sabes que, en todo ese tiempo, Rukawa, el que más razones tenía para estar resentido conmigo, puesto que le abrieron la cabeza por mi culpa, nunca me echó en cara nada... Y sí, es cierto, por lo general no les tengo mucho aprecio a los homosexuales... Pero Rukawa es mi compañero y le aprecio; y por mi, como si se hace travesti, que no pienso meterme con él.

 

Miuyo sonrió, y a continuación se puso de puntillas para besar a Mitsui tiernamente en los labios.

 

—¿Te vas a quedar al entrenamiento? —preguntó Mitsui esperanzado. Le encantaba que su chica le viera jugar.

 

—Sí, hoy toca descanso del club de teatro. Luego si quieres podemos ir a tomar algo.

 

—Genial —accedió Mitsui.

 

El entrenamiento de aquella tarde no fue como los demás. Todos notaron que el capitán del Shohoku y su asistente principal no se dirigían la palabra. Incluso Rukawa, que sólo era observador para lo que le interesaba, se dio cuenta.

 

—Chicos, esto ha terminado por hoy —anunció Ryota a las siete en punto de la tarde.

 

Se escuchó un suspiro general; después de dos horas practicando sin descanso estaban todos agotados. A paso lento se dirigieron todos a las duchas, Mitsui no sin antes darle un besito a su chica, sin acercarse mucho ya que estaba empapado de sudor.

 

—En diez minutos estoy listo —dijo.

 

—Vale. —Mitsui ya se marchaba pero Miuyo le retuvo—. Oye, ¿por qué no hablas con Rukawa...? —le recordó en voz baja.

 

—Es cierto, voy a...

 

Mitsui miró alrededor del gimnasio, pero Rukawa ya se había marchado...

 

Esa noche, cuando el rápido zorro llegó a casa, fue recibido por su madre con el teléfono inalámbrico en la mano.

 

—¡Kaede, es tu tío! Llegas justo a tiempo.

 

Rukawa por poco le arrancó el teléfono de las manos. Subió escaleras arriba en dirección a su cuarto para poder hablar con más tranquilidad. Hacía tanto tiempo que no sabía nada de Satoru que ya se le había pasado el enfado porque se marchara antes de tiempo.

 

—Hola, ojisan —dijo tras dejarse caer en la cama.

 

—#¡Hola Kaede! ¿Cómo va eso?#

 

—Tirando —respondió—. ¿Y tú?

 

—#Muy bien. Pero os echo de menos.#

 

—¿Cuándo vas a volver?

 

—#No lo sé, por eso te he llamado. Quiero felicitarte por adelantado. No sé ni si podré llamarte en Año Nuevo.#

 

—¿No vas a venir a la cena de Nochevieja? —preguntó Kaede sorprendido.

 

—#No, lo siento. Estaré de viaje... —Rukawa no se podía creer que su tío Satoru le dejara solo frente a la bruja de su madre, es decir, de su abuela paterna—. Y no sé ni si tendré cobertura, por eso quería felicitarte antes —continuó Satoru.#

 

—Está bien —dijo Rukawa con la voz fría como el hielo.

 

—#No te enfades...#

 

—No me enfado —mintió el chico—. Bueno, ¿y a dónde vas?

 

—#A un crucero por el Mediterráneo.#

 

—¿Y eso? ¿De luna de miel con tu novio?

 

—#Jaja, ya sabes que yo no tengo de eso. No me gusta atarme.#

 

—¿Entonces?

 

—#Cosas del trabajo... Por cierto, ¿Qué tal los exámenes trimestrales?#

 

—Bien...

 

—#Me alegro. En fin, era eso. Cúidate, y no le hagas mucho caso a la abuela, ¿de acuerdo?#

 

—Sí... —«Es ella que pasa de mí...»

 

—#Adiós, Kaede.#

 

—Adiós...

 

Rukawa colgó el teléfono y bajó con él para dejarlo en su sitio. Iba a subir de nuevo cuando su madre le interceptó.

 

—¿Qué tal? ¿Alguna novedad?

 

—No va a venir a cenar en Nochevieja...

 

—Oh... —Chiyako sabía que eso podía afectar a Kaede más de lo que parecía—. No te preocupes, ya volverá. Y seguro que pronto.

 

—Bueno, voy a ducharme.

 

Chiyako ya había desistido de insistirle a que se quedara a duchar en el gimnasio.

 

xXx

 

Mientras, del otro lado del pacífico, Satoru metía su teléfono móvil en una gran mochila. Subió la cremallera cerciorándose de que la dejaba bien cerrada, se levantó y se cargó la mochila al hombro. Una figura inmóvil en el umbral de la puerta de su dormitorio le sorprendió y la dejó caer.

 

—¡Joder, Kevin! ¡Me has dado un susto de muerte! —se quejó.

 

—Pero si sabías que estaba abajo, hombre... —rió Kevin, un chico rubio de ojos verdes.

 

—Tú lo has dicho: abajo, en el coche. Y esto es arriba, en mi apartamento.

 

Kevin sonrió más ampliamente y se adentró en la habitación mientras Satoru recogía la mochila.

 

—Ha llamado Joshua, dice que nuestro vuelo tiene un retraso de una hora y media —explicó colocándose justo frente a su ‘amigo’.

 

—¿Una hora y media? —repitió Satoru dejando caer la mochila de nuevo—. Joder, empezamos bien...

 

Se sentó en la cama y Kevin se sentó a su lado.

 

—No te pongas así... —susurró el rubio acariciándole lascivamente el pecho mientras sus labios se acercaban al lóbulo de su oído—. Podemos aprovechar el tiempo...

 

Le quitó las gafas y las dejó encima de la mesilla, pero Satoru no reaccionaba. Se había quedado ensimismado mirando la pared del fondo de la habitación. No opuso resistencia cuando le besó ni cuando le obligó a echarse hacia atrás de espaldas en la cama. Sólo una fuerte caricia en su zona íntima le devolvió a la realidad.

 

—Aah... —jadeó—. ¿Qué haces?

 

—Intentar echar un polvo, ¿y tú? —dijo Kevin bastante molesto.

 

—Lo siento, se me había ido la cabeza...

 

—¿En qué pensabas?

 

—En nada...

 

—Ya...

 

Kevin hizo además de levantarse pero Satoru se lo impidió, y sin saber como terminó debajo del japonés.

 

—¿Cuánto tiempo tenemos exactamente...? —preguntó Satoru acariciándole suavemente el cuello con los labios y con la mano ya dentro de sus pantalones.

 

—Llegábamos... ahh... llegábamos media hora tarde... aahh... así que una hora...

 

—Tiempo de sobras... —susurró el japonés.

 

El chico rubio sonrió y se dejó desnudar. Le encantaba cuando su ‘colega’ tomaba la iniciativa, ya que no ocurría muy a menudo...

 

Continuará...


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).