Login
Amor Yaoi
Fanfics yaoi en español

El sexo no lo es todo... o sí por Misakiyeah

[Reviews - 149]   LISTA DE CAPITULOS
- Tamaño del texto +

Notas del capitulo:

Aquí ya está el siguiente capítulo, espero que les guste tanto como a mí ^^

 

www.planetayaoi.blogspot.com

-¡Suéltame! -patalée como una niña, pero sin hacerme caso, abrió la puerta de mi antiguo piso, ¿tenía llave? ¿desde cuándo? Y se metió dentro, fue lo más rápido hasta la habitación, conmigo en brazos y me tiró sobre ella.

-Si vas a dejar que cualquier desgraciado te tenga en sus brazos, yo soy el más hijo de puta del mundo -sentenció, poniéndose encima mío, sacándose su corbata, ¿me iba a violar?

 

-Espera...¡Espera Bill! -forcejée como pude, su mano derecha atrapó mis brazos, quedando los dos a centímetros de distancia. Él respiraba jadenado, mientras que la mía era entrecortada. Su mirada era extraña, de enfado, rabia e impotencia.

-No me mires con esa cara de zorro asustado, ¡no conmigo! -gritó como si esperase algo de mí. Solo desvié la mirada, no quería mirarlo, como hiciese algo lo mataría, pero no, solo me abrazó, fuerte...muy fuerte-. Soy quien soy por ti, he sacrificado todo por poder ser alguien, alguien que te pudiese dar todo, ¿no te acuerdas de mí? -preguntó hundiendo su nariz en mi cuello.

-Bill...yo, yo lo siento pero no sé quién eres -respondí afligido, intentaba hacer memoria, pero no lo conseguía-. Dímelo y acabemos con esto, no quiero que sufras por mi culpa.

-Esperaré, pero puedes compensarme -su tono se volvió más inquisitivo, empezando a besar y a lamer todo mi cuello-. ¿Aquí es donde te ha tocado?

-¿Me ha tocado quién? ¡Eres un paranoico! -chillé intentando zafarme, para verle pero este posó sus labios sobre los míos arrancándome el aire.

-Sé que había alguien aquí contigo, dios maldita sea sabía que no tenía que esperar, ¡joder! -de pronto pegó un golpe a la pared que estaba al lado de la cama, quedando sentado encima de mí.

-Oye, no sé qué quieres de mí, o si tu plan es algo diferente, no sé lo que pasa por tu cabeza, pero si de verdad deseas que nos llevemos bien, confía en mí. No he hecho nada, solo tenía nostalgia, ya sabes, todo es más dificil ahora... -mentí y dije la verdad a la vez, me sentía culpable pero esa chica necesitaba más ayuda.

Solo oí un suspiro provenir de su parte, se levantó sin decir nada y comenzó a arreglarse nuevamente. Su cara reflejaba una expresión que no podría describir con palabras, pero que me daba pena, a la vez que se me hacía conocido. Por primera vez dudé.

-Mañana quiero un reporte escrito en mi habitación, toma -tiró una tarjeta que cayó a un costado mío-. Ahí tienes para abrir la puerta, no me despiertes.

-¿Por la mañana? Podría ir un poco más tarde, necesito dormir... -lo que menos me apetecía era llegar al hotel a escribir lo que había vivido esa noche, omitiendo el detalle de RiRi, claro.

-Me importan una mierda tus necesidades -me miró frío como el hielo, mientras se encendía un cigarro-. Adiós.

Sin decir más se fue del cuarto, segundos después oí la puerta del apartamento. No sé porqué, pero me sentía miserable por haberle mentido de tan mala manera. Es cierto que no estaba dándome besos con nadie, pero es mentira que no había nadie conmigo. No tenía tiempo para pararme a pensar sobre mis cosas, aun estaría RiRi encerrada en el cuarto de contadores del edificio.

Me puse lo más presentable posible, y bajé las escaleras, con cuidado de que no estuviese Bill vigilándome, quien sabe. Ya me esperaba todo, hasta cerdos volando y ranas siendo hermosas.

Abrí la puerta del cuarto de contadores, y ahí me la encontré con una cara de horror impresionante. Era imposible que hubiese escuchado nada, dado que ella estaba ahí y yo en el piso con Bill, así que por esa parte me sentí un poco más tranquilo, pero me invadió mucha tristeza verla así, después de todo era una estrella mundial.

-Ya se fué -dije ofreciéndole la mano, la cual aceptó como un cachorro asustado-. ¿Estás bien? -pregunté lo más delicado que pude.

-Si, solo quiero marcharme... -cerró los ojos abriendo la puerta de aquél portal, por el cual salió seguida de mí. Ninguno de los dos se imaginaba lo que acababa de empezar.

La noche estaba llegando a su fin, me sentía cansado y notaba que ella también. Se montó en el coche y yo, en un acto de mala persona que seguramente me devolvería el Kharma, saqué al aún incosciente chófer del maletero, dejándolo en el suelo de aquél callejón, en el cual había aparcado.

En el trayecto sin destino, ninguno de los dos hablaba. Ella miraba por la ventana mientras que yo dudaba si interrumpir aquél momento de meditación por el que estaba pasando, decidí dar un par de vueltas por Nueva York hasta que ella se aclarase en su cabeza, era raro, no quería sacarla de aquél trance.

-Sé que probablemente pensarás que soy una estúpida sin sentimientos, que no tiene en cuenta a nadie y que me drogo por aburrimiento -comentó sin venir a cuento, pero le puse atención-. Pero no es así, no sabes como es vivir una vida a modo de tortura, amarrada por infinitos contratos que arrebatan mi libertad -al mirarla de reojo noté como comenzaba a llorar silenciosamente-. Lo peor es que esto es lo que deseaba, ¿sabes? Desde pequeña noté que quería ser alguien diferente, especial, única...y así he acabado.

-No digas eso RiRi, hay mucha gente que te apoya ciegamente como tus fans... -respondí bajito, sentía que si mi voz se alzaba una nota más ella estallaría.

-Esa gente es idiota, compran mis discos, se leen todas mis entrevistas las cuales responde mi mánager, pósters y demás creyendo que me conocen. Opinando sobre mí las veinticuatro horas al día cuando realmente no me conocen nada, solo a una música fabricada por productores, en las que solo pongo la voz -rechistó secándose las lágrimas-. Pero este no es mi fin, quiero más, quiero mi libertad y sé que podré conseguirla si aguanto un poco más de tiempo.

-¿Por qué no simplemente te retiras? Sería una buena solución, has hecho bastante dinero creo, aunque no lo sé la verdad -comenté mirando al frente mientras conducía.

-Por tu querido Bill, no sé si sois socios, amigos o qué, pero gracias a él estoy amarrada a seguir haciendo conciertos, ir a presentaciones, fiestas, premios y demás. El dinero que he ganado con mi sudor y esfuerzo está retenido hasta que acabe el contrato, si lo rompo me quedo sin nada -contestó sentándose bien en el respaldo de la silla-. Mira Sam, eres buen chico, no dejes que ese tío comience a manipular tu vida, si comienza, no parará hasta monopolizarla por completo y no serás una ficha más de su fábrica de dinero. Puedes dejarme en Park avenue si quieres, allí me las puedo apañar yo sola.

-Claro, como quieras... -respondí, sabía muy bien donde estaba Park avenue, era una de las zonas más tranquilas y de exclusividad que existían en Nueva York. Muy poca gente se podía permitir ni siquiera hospedarse un día allí.

-Por cierto, muchas gracias por salvarme de esta. Te lo agradezco de verdad, lo juro -noté como era sincera en su mirada, la cual solo pude sostener un segundo ya que no podía distraerme mucho-. Me gustaría tener tu número si es posible.

-Te creo tranquila, no tienes que agradecérmelo. Lo hice porque quise -reí, intentando ocultar mi cansancio-. Claro, tengo tarjeta, ¿sabes? -seguí riendo-. Soy un intento de fotógrafo, así que no te asustes, sácala de mi bolsillo.

Su mano se deslizo por mi bolsillo, sacando agilmente una tarjeta rectangular pequeña, la cual contenía mis datos profesionales. Era a la primera persona que le daba mi tarjeta de contacto. Las había llevado a la fiesta por si conocía a alguien importante, y vaya...sin quererlo me estrené por la puerta grande, nada más ni nada menos que una estrella pop mundial.

-De todas maneras, ¿no eres algo pequeño para estar conduciendo, siendo fotógrafo y amigo de Bill Flanagan? -preguntó como si recién se hubiese dado cuenta de mi aspecto-. No me malinterpretes, pero eres muy chaval, delgadito, unos ojos verdes de esos tan Tumblr -rió-. Creo que nos podríamos llevar bien.

-Tengo diecisiete, si, soy menor. Es largo de explicar, y ya estamos aquí -contesté entrando en Park avenue-. No conozco mucha gente por aquí, así que estaría guay -sonreí.

-Ahí mismo -señaló la acera donde estaba vacía, por la cual se desplegaba una alfombra roja, que era cubierta por una especie de toldo verde que daba lugar a la entrada de un hotel-. Te llamaré, alguien tan...como decirlo, ¿inocente? No se conoce todos los días -terminó de decir mientras se bajaba del coche-. Adiós Sam.

-Adió RiRi, cuídate -me despedí con la mano. No me marché hasta que la vi entrar en el hotel, me sentí un poco protector, pero no hice caso.

Conducí hasta llegar al Palace, me sentía casi desfallecido del cansancio, no estaba acostumbrado a estas fiestas tan largas, ni a salvar estrellas pop, era todo demasiado nuevo.

Entré por el hall totalmente ido, noté las miradas de los de recepción, pero hice caso omiso ya que no tenía ganas de comenzar a pensar en el porqué me miraban tan mal, si se suponía que era un cliente más.

Intenté adentrarme en la suite lo más sigiloso que pude para no despertar a Christian, quien seguramente se habría dormido esperándome. Caminé como si el suelo fuese de lava, mientras me quitaba la chaqueta y la corbata, esto de llevar traje era una desgracia.

-¿Qué horas son estas? -oí por detrás. Giré mi cabeza rápidamente para encontrarme a Christian asomado desde el baño.

-Lo siento, de verdad, se alargó todo y... -comencé a hacer gestos con las manos por lo nervioso que estaba, ¿qué le explicaría?

-Muy mal jovencito, castigado sin salir una semana -intervino agudizando su voz como la de una mujer-. Idiota, me tenías preocupado -me abrazó.

-Siento llegar tan tarde, bueno...o temprano según lo mires -dije con mi nariz en su pecho desnudo, ya que solo lo tapaba una toalla de cadera hacia abajo.

-Venga, ahora a dormir un poco y ya me cuentas después -me dio un par de palmaditas en la cadera, pero instantáneamente me vino a la cabeza aquél informe que Bill me había exigido a primera hora.

-Mierda tengo que escribir un par de cosas para que Bill sepa lo que pasó, me pidió que se lo entregase a primera hora -bostecé-. Ahora iré a dormir -dije soltándome del abrazo, buscando papel y boli para relatarle un par de mentiras.

-Que asco le tengo -rechistó-. Que ganas de que me coma lo que yo me sé, voy a entrar a la ducha entonces, si quieres puedes venir conmigo, ya tu sabes -rió adentrándose en el lavabo.

Sin hacerle caso escribí todo lo que había pasado aquella noche, inventando puras mentiras para rellenar y explicar la nostalgia que sentía por aquél apartamento asqueroso, bueno no, asqueroso lo quitaría de la lista para que no sospechase, sería tonto por mi parte.

Subí rápidamente a entregarle la nota, entré con la tarjeta que me había dado, y como sospeché, no estaba, o eso parecía. Lo iba a esperar para que me explicara algunas cosas de ayer, como de qué me conocía, no quería que lo siguiese ocultando más tiempo.

La verdad es que se notaba mucho la diferencia entre las suites normales lujosas, de la de Bill, era mucho más espaciosa, además de esa curiosa terraza que quería explorar, pero que no me atrevía a hacerlo sin su permiso. Poco a poco el sueño me fue ganando, no quería dormirme, pero notaba como el peso de mis ojos ganaba la batalla...

* * *

Momentos después, bajó el gran empresario por aquellas escaleras del duplex solamente en unos bóxers negros, que apretaban un miembro que luchaba por salir. Se cuestionaba porqué aún tenía erecciones mañaneras como los jóvenes de veinte años, no es que tuviese cuarenta, pero ya tenía unos valientes veinticinco años. Pensaba y pensaba y solo se le venía a la cabeza aquél zorro que lo tenía a dos velas, Sam.

Se sorprendió al verlo sentado en el sofá, completamente dormido, tan angelical, bonito...no entendía que hacía en Nueva York alguien como él, y como no lo habían cazado antes.

Cogió el papel de la mesa y lo tiró a la basura, le importaba muy poco por no decir nada aquél informe, solo era una excusa para pasar tiempo con él. Aunque tenía curiosidad y celos de lo que había hecho esa noche, aprendería a confiar un poco, al fin y al cabo, conocía a Sam desde hace años, ¿no le mentiría, no? Esperaba impaciente el día en el que el pequeño se recordara de él.

De repente tocaron la puerta repetidas veces, ¿quién se atrevía a molestarlo cuando tenía aquella presa tan indefensa en frente de sus ojos? Arrastrando los pies hasta llegar a la puerta, abrió sin ganas y allí se encontró a la persona que menos quería ver, aquella pequeña mierda que le estorbaba.

-¿Por qué tarda tanto Sam? Oye, ¿estás en ropa interior? -preguntó Christian intentando abrir más la puerta, pero el otro se lo impedía, reteniendo la puerta.

-Claro que estoy en ropa interior, ¿no lo ves? ¿ni para eso sirves? Sam bajará en unos momentos, ahora está...ocupado -sonrió pícaro-. Dejaría que te unieses, pero no eres mi gusto. Un modelo prostituto, que tópicazo. Me aburres. Adiós -hizo fuerza para cerrar, pero el otro empujó con todo su cuerpo, venciendo la fuerza de la mano de Bill, logrando entrar en aquel piso de lujo.

-¡Sam! -gritó buscando al menor, pero no pudo volver a repetirlo ya que notó como el otro le tapaba la boca con su mano.

-Cállate que está durmiendo -susurró, dándole una pequeño golpe en la cabeza-. Ahora que estás aquí, voy a aprovechar para hablar contigo una cosa pendiente, me estorbas.

Christian solo atinó a mirarlo enfadado, ¿qué tenía que hablar ese cabrón con él?

Continuará... ¿un comentario? :/

Notas finales:

Aquí ya está el siguiente capítulo, espero que les guste tanto como a mí ^^

 

www.planetayaoi.blogspot.com


Si quieres dejar un comentario al autor debes login (registrase).