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El sexo no lo es todo... o sí por Misakiyeah

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Notas del capitulo:

Este capítulo es muy monoso, así que espero que os guste. Está hecho con mucho amor. 

 

Les dejo la historia en Wattpad, donde siempre publico antes que aquí :) 

http://www.wattpad.com/39593559-el-sexo-no-lo-es-todo-%C2%BFo-si-cap%C3%ADtulo-15

Mi móvil vibró fuertemente repetidas veces, lo saqué de mi bolsillo y lo leí, “Lo siento, lo siento, lo siento se me fue la cabeza perdóname, te lo compensaré” RiRi, ¿de verdad se arrepentiría? Para mí que más se lo tomó como un juego lo de darme droga, que otra cosa. Aún así creo que se merecía otra oportunidad, ya le hablaría cuando llegase a la suite casa, hotel, ático, duplex o como le quisiese llamar Bill.

 

El coche se estacionó justo fuera del hotel, todo hubiera sido normal si no hubiese estado ese hombre ahí... era el de la discoteca. Me miraba con una cara sombría y sonriente, ¿como sabía que vivía allí?

De repente mi corazón comenzó a agitarse más de lo debido, si contaba algo de la discoteca seguramente llegaría a oídos de Bill y me obligaría a escupir toda la información aunque fuese a latigazos. Intenté darle conversación a Harold, pero este ya se había bajado del coche para abrirme la puerta.

 

- Sal -ordenó fríamente, como si me hubiese odiado todo este tiempo. Tragué, y bajé lo más lento que pude.

 

Notaba aquellos ojos pardos clavados en mí, estaba apoyado en la pared de la entrada del hotel, con las anos en los bolsillos de aquél pantalón pitillo, y el cuello de la chaqueta negra que llevaba le tapaba hasta la nariz.

 

Notaba que me iba a desmayar de la tensión, si decía algo sobre “Cielo” hasta ahí había llegado, adiós amigos, adiós vida y adiós ser fotógrafo. Harold se había quedado detrás de mí, como si fuese mi guardaespaldas, era un tanto extraño.

 

Al pasar por su lado, el tiempo se paró, mi paso quedó a medias y todo se volvió en color blanco y negro mientras él se giraba hacia nosotros a cámara lenta, cosa que yo solo parecía percibir, había creado una burbuja de tiempo esperando mi final, y el sudor corría por mi frente, una vez más.

 

- Te encontré -le oí susurrar lo más bajo posible, solo le dirigí una mirada de susto y entré por la puerta giratoria del hotel.

 

Seguí caminando con Harold, pero no podía parar de girarme a mirarlo a lo lejos por el miedo que tenía metido en el cuerpo de que en cualquier segundo entrara al hotel, avasallando contra mí, pero...no llegó. La puerta del ascensor de cerró con normalidad, todo había pasado.

 

Suspiré aliviado, apoyándome en un costado del ascensor, por lo menos algo me salía bien, que ya tocaba. Harold presionó el botón del piso y comenzamos a subir en silencio, en un incómodo silencio que a mí parecer, nos estaba matando a los dos.

 

- Harold, tú...¿eres amigo de Bill? -pregunté por sacar algún tema de conversación.

 

- Nos conocemos desde cuando llegó él a Nueva York, podría decir que mantenemos una relación de amigos, si -contestó sereno.

 

- ¿Bill no es de Nueva York? -nunca había pensado en esa posibilidad.

 

- Por supuesto que no, solo un cinco por ciento de la población de Nueva York es originaria de aquí -contestó con la misma tranquilidad, pero pude divisar en su mirada como si se hubiese equivocado al desvelar información del empresario.

 

Al entrar en el apartamento, Harold se quedó fuera sin despedirme y cerró la puerta dejándome solo en la entrada. Miré alrededor pero no había nadie dentro.

 

- ¡Hola! ¿hay alguien? -saludé, dando un par de pasos, pero no hubo contestación.

 

Di una vuelta por el comedor, ¿como la gente podía vivir en pisos tan grandes con lo caro que era el metro cuadrado en Nueva York? Era un lujo que no cualquiera se podía permitir. La cocina era al estilo americano, pero lo bastante grande como para comer allí mismo si lo deseabas, aunque estaba conectada directamente al comedor, sin paredes.

 

Había un ventanal gigante, solo tapado por unas cortinas blancas y con unos cuadritos de color marrón y naranja en el centro, bastante sencillas, aunque tenían pinta de ser bastante caras. Salí a la terraza abriendo una de las ventas, y...libertad.

 

Esa era la sensación de respirar el aire más puro de Nueva York, de estar a las máximas alturas de la ciudad de manera tranquila y relajada. La terraza era mucho más grande de lo que me imaginaba, y era solo una parte, pues pude ver que tenía un segundo piso pero este más pequeño, que salía de la parte arriba de aquella suite duplex, o como se llamase. Solo la decoraba una mesa un poco alargada , con dos sillas de color blanco.

 

Volví a entrar, ya que estaba haciendo un poco de frío y me dirigí a la parte de arriba, era muy larga pero estrecha con puertas en las paredes que seguramente daban a las estancias de la suite. Giré a la izquierda, abriendo la primera puerta que encontré, topándome con el lavabo, por dios qué lavabo, si casi era tan grande como el de mi antiguo piso.

 

Tanta ostentación me abrumaba, pasé por cada habitación, cada cual más estúpida, en una guardaba trajes, en otra zapatos, en otra camisetas, eran tan surrealista y tan estúpido como Bill, que me lo creía. Al fin llegué a la última puerta del pasillo, la abrí y por fin la recámara de aquél magnate empresario idiota e infantil.

 

Era grande, muy grande. Todo era muy simétrico, ordenado y minimalista, las paredes de color blanco y todo lo demás de color negro, daba un poco de miedo. La cama era de dos plazas y media, y almohadas de color blanco con adornos de color gris. Toqué ligeramente la cama, era suave, tan suave... mucho mejor que la cama del hospital.

 

- Pensé que iba a ser mucho más difícil llevarte a la cama, pequeño zorrito -esa voz me puso los pelos de punta, ¿como había entrado sin oírlo? Me giré y allí estaba, parado en el marco de la puerta.

 

- Tonto, solo estaba, hm... -¿tenía derecho a averiguar que había en la casa? Sentí como mi cara se ponía roja rápidamente, estaba husmeando en sus cosas sin permiso-. Lo siento Bill.

 

- No te preocupes, chafardear está entre las tareas de un fotógrafo, ser inquieto y demás, así que está bien -suspiró desajustándose la corbata, para sacársela, tirándola al suelo como si no importase-. ¿Quieres cenar? Es tarde ya.

 

- ¡Si, claro! Bueno no, Christian dijo que iba a subir él a cenar conmigo -interrumpí, saliendo de la habitación mientras él entraba.

 

-En fin, ¿quieres tomar algo entonces? -preguntó sacándose la chaqueta del traje, quedando solo con sus pantalones y una camisa abotonada de color blanco.

 

- Seguramente beberé con Christian también -respondí un poco incómodo.

 

-Christian, Christian, Christian, deja a Christian tranquilo, ya tengo suficiente con dejarlo vivir allí abajo como para que me lo metas aquí, ni de broma, deja la tontería y ven a tomarte algo conmigo -mandó, saliendo de su habitación, intentando cruzar su mano por mi hombro, pero me aparté rápidamente adelantándole y bajando primero las escaleras-. Zorro huidizo.

 

La noche se nos hizo amena, pensaba que Bill mandaría a pedir algo para comer, pero él mismo hizo la cena. Unas chuletas con patatas fritas, y vino tinto para beber, la verdad es que cocinaba como un dios, pensaba que era un desastre.

 

Contamos chistes en el sofá mientras acabábamos la botella, con la tele de fondo y una luz tenue que susurraba sensualidad. Él se había desabrochado un par de botones de la camisa, y mi risa estaba cada vez más suelta, era una buena combinación. No podía creer que el gran Bill Flanagan también tenía su pizca de humor.

 

-¿Sabes una cosa Sam? -dijo apoyando su brazo en el respaldo del sofá, recostando su mejilla en él.

 

Mi móvil comenzó a vibrar, tenía un poco de miedo a que fuese RiRi y Bill comenzara a husmear, pero me arriesgué, por lo menos ahora teníamos un buen rollo que nunca habíamos experimentado ninguno de los dos.

 

Te extraño” Suspiré tontamente, era Chad. Sonreír automáticamente, solo dos palabras de él bastaban para alegrarme como un tonto, como si oliese que no había pasado por mis mejores momentos.

 

- ¿Qué? -pregunté saliendo de aquél trance.

 

- Nada, ¿quién es? - respondió preguntando, mirando mi móvil, el cual guardé lo más rápido que pude.

 

-Un amigo -sonreír otra vez como un tonto.

 

- Anda, déjame ver quien es -dijo metiéndome mano, para poder quitarme el teléfono móvil. Me resistí, causando que me cogiese entre sus manos, haciéndome cosquillas. Mi risa salía como un poseso, mientras intentaba zafarme del agarre.

 

Forcejeando, los dos caímos al suelo, quedando él encima de mí, al segundo noté como me miraba lascivamente, sus ojos dejaban ver un destello que me causaba curiosidad, a la vez que inquietud. Mi respiración comenzó a aumentar de forma veloz, intenté moverme pero me detuvo las manos, sin decir nada.

 

- ¿Te gusta ese amigo? Has sonreído como una quinceañera enamorada -sonrió de lado.

 

- No te interesa -respondí desviando la mirada, sonrojado.

 

- Si, si que me interesa -dijo hundiendo su cara en mi cuello, dando pequeñas lamidas-. Me cambias, me revives.

 

- No te entiendo -gruñí, moviéndome, intentando salir de aquél agarre.

 

- Contigo puedo volver a ser yo, por eso no te pienso dejar escapar -susurró, dándome un mordisco que me arrancó un gemido.

 

 

* * *

 

En una suite principal, una morena de pelo largo daba saltos de alegría, vestida con unos shorts de mezclilla cortos y una camiseta gigante con el símbolo de Nirvana, bailando feliz fumaba marihuana.

 

- ¡Señorita por favor! -dijo su asistenta, intentando dispersar el humo con su mano-. ¡Pare de fumar eso!

 

-No, no ¡estoy feliz! Ya sé como hacer que Sam me perdone -rió, mientras daba otra calada.

 

 

Continuará 
Notas finales:

Este capítulo es muy monoso, así que espero que os guste. Está hecho con mucho amor. 

 

Les dejo la historia en Wattpad, donde siempre publico antes que aquí :) 

 

http://www.wattpad.com/39593559-el-sexo-no-lo-es-todo-%C2%BFo-si-cap%C3%ADtulo-15


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