-¿Cómo? -preguntó Bill arqueando una ceja. Mientras le apartaba, no dejaba de mirarle con cara de pocos amigos. No tenía ni la más mínima idea de por qué me llamaba cachorro, pero, obviamente, nos conocíamos.
-Buenas tardes Bill, mi nombre es Alexander, te acuerdas de mí, ¿no? -saludó, estirando su mano bajo una sonrisa-. Siento interrumpir, solamente venía a recoger a alguien, ¿qué tal, Sam? -levantó las cejas. Esa curva en sus labios me indicaba que la situación le parecía graciosa.
-Hola... -levanté la mano tímidamente, no sé por qué me sentía tan asustado.
-Sí, buenas tardes -espetó Bill apretando fuertemente su mano-. Espero que todo vaya como debe ir. Nos vamos.
Me agarró de la mano, enrojeciéndome completamente. Notaba mis mejillas arder mientras nos íbamos del portal, sintiendo la mirada de Alexander seguirme, quedándose quieto, solo despidiéndose levemente mientras recibía un beso en la mejilla de un chico joven, diría que de la misma estatura que yo, o quizás un poco más alto... tenía el mismo corte de pelo, y el mismo color. No pude ver más, ya que salimos del portal rápidamente.
Nos montamos en un Audi R8 de color rojo, me daba mucho respeto montarme en uno de estos coches tan rápidos. Por otra parte me parecía estúpida la gente que se los compraba, es decir, ¿para qué compras un coche de mil caballos si no vas a poder utilizarlo en la calle porque te multan? Era solo para presumir delante de los demás.
-¿De qué conoces a Alexander? -preguntó mientras arrancaba.
-Cuando fui a la fiesta del centro comercial con... bueno, en fin, le conocí y hablamos un rato, nada más, de hecho casi ni me acordaba de él -reí nerviosamente, mientras miraba por el cristal-. ¿Tú de qué le conoces? -ahora que pensaba, Alexander lo saludó como si supiera quién es.
-Lleva la empresa de fotógrafos que se dedica a hacer las portadas de los álbumes, sesiones de fotos y videoclips de todos los cantantes de la discográfica -respondió serio-. Podríamos ir a comer a algún sitio, te dejo elegir -de repente, su cara se iluminó, como si el enfado que tenía hubiese desaparecido por completo.
-Hm, quería ir a dejar mi tarjeta a un par de agencias por si me surge cualquier cosa, ya sabes, la época navideña y tal. Podrías dejarme en el centro si quieres -quería trabajar de lo que fuese antes de irme, una pequeña sesión de lo que fuera para poder llevar el máximo de dinero a casa.
-No necesitas trabajar, además, te vas dentro de poco, quiero estar contigo. Cuando vuelvas solo tendrás un par de meses antes de comenzar las clases, ¿no crees que es mejor descansar? -preguntó, esta vez mirándome, el semáforo se había puesto en rojo.
-Eh, sí, pero bueno, no sé, quiero trabajar de fotógrafo y esas cosas Bill -susurré, ¿por qué me sentía tan mentiroso? Aunque mi sueño sí que era ser fotógrafo, no iba a haber universidad, ni fotografía en Nueva York, ni una vida con Bill. Todo se acabaría el día de navidad. Menudo regalo.
-Va, no seas tonto, si un empresario millonario, guapo, genial, supremo y perfecto te dice que quiere pasar tiempo contigo, no deberías de negarte, zorrito -sonrió apretándome la nariz con sus dedos de manera cariñosa, para después arrancar el coche nuevamente.
-Vaaaale -asentí sonriendo, mirando mis manos mientras las juntaba.
Al bajarnos del automóvil, entramos en un restaurante llamado "Balthazar". Estábamos en la zona de Soho, la decoración por dentro me sonaba a Francia, era como meterme otra vez en los libros de fotografía que me enseñaban el corazón de París.
-Señor, ¿tiene reserva? - preguntó una chica joven con esmoquin, que llevaba una coleta muy lacia.
-¿Algún problema? -preguntó arqueando las cejas, dedicándole una mirada fría.
-Retírate, Ashley. Discúlpenos, señor Flanagan. Sígame por aquí -Intervino un hombre de avanzada edad, vestido de esmoquin, guiando a Bill mientras este avanzaba, cogiéndome de la mano.
Nos dieron una mesa un poco apartada de las demás, me sentía un poco fuera de lugar ya que todo el mundo estaba vestido muy elegante, mientras que yo desentonaba totalmente. Al estar tranquilos, una sonrisa se le escapó de sus labios, seguramente notó que estaba tenso.
-A veces hay que ser un poco cortante para dejar claro quién manda -decía riendo-. Me sale bien hacer de malo, ¿no?
-Muy bien, pensé que era en serio, que tonto -reí.
-Señores, ¿qué van a pedir? -preguntó, entrando a la sala apartada la chica a la cual llamó Ashley, el señor de antes.
-Salmón ahumado acompañado con el menú de la casa y un vino tinto de los mejores que tengan. Mi novio pedirá...
-Bill -intenté interrumpirle, pero la palabra novio sonó como si fuese un golpe seco en el ambiente.
-¿Acaso no eres mi novio? -preguntó mirándome incisivamente-. No hay ningún problema en que seas mi novio, mi, mi de mío, ¿no crees que es así, Ashley?
-¡Claro señor! -exclamó sonrojada, mirando directamente a la hoja de comandas.
-Solo, ¡solo quiero una hamburguesa! -respondí igual de sonrojado que ella.
-¿Solo una hamburguesa? Venga ya, por favor Sam, no quiero que me des problemas como un adolescente, ah no, espera, si eres un adolescente -sonrió burlescamente, haciendo que me sonrojase más-. Trae otro menú de la casa para él, y una bebida refrescante -La chica solo asintió y se marchó, dejándonos solos.
El ambiente, a pesar de todo, era cálido. Bill me cogió de la mano por encima de la mesa, acariciándome mientras me miraba de forma cariñosa. Tenía la sensación de que estaba triste, pero era tan difícil de descifrar, siempre era él quien se preocupaba por mí y no al revés, me sentía vacío por no poder devolver todo lo que me daba, y más sabiendo que nuestra relación se acabaría antes de acabar el año.
Por otro lado, tenía que volver a ayudar a mis padres, tenía que hablar con ellos e intentar solucionar el problema económico en el que se habían metido. Era el único que les podía ayudar, me pondría a trabajar de camarero o lo que fuese para poder llevar un sueldo más a casa.
-No puedo creer que sigas teniendo la misma cara de cuando eras canijo -soltó mirándome, de repente comenzó a sonar un teléfono-. Espera -alzó la mano, haciéndome una señal para después contestar-. ¿Sí? Sí, menuda hija de puta como sea verdad, ve con David esta noche a Cielo y repórtame en todo momento, adiós -terminó, colgando el teléfono, guardándoselo en el bolsillo del pantalón-. Temas de trabajo.
-Cuéntame, nunca me cuentas nada a fondo de tu trabajo -sonreí.
-No quiero aburrirte -después de aguantar un par de segundos mi cara de perro lastimado prosiguió-. No puedo negarme si me pones una cara tan sexy -dijo guiñando un ojo-. Me ha llegado una información de que una mis cantantes estrella está drogándose. He mandado a Harold y a otro de mis guardaespaldas a que la vigilen de lejos, si ven algo sospechoso, podré echarla, hundirla, quitarle todo el dinero y quedarme con las ganancias que siga generando de derechos de autor. Ha sido un buen negocio.
Mi cara palideció por momentos, discoteca cielo, cantante estrella, drogas, Bill, no podía ser otra que...
-¿Cómo se llama? ¿La conozco? -pregunté intentando ocultar mi desesperación.
-Hm, no te diré su nombre de artista, solo te diré que se apoda RiRi entre los que la conocen -sonrió-. En fin, no hablemos más de trabajo que me pongo enfermo recordando a la panda de locos que están en la discográfica.
Tenía que avisarle, esa inconsciente iba directa a una emboscada y seguramente no se daría cuenta, no podía permitir que arruinase su vida... aún recordaba sus palabras "sé que probablemente piensas que soy una estúpida sin sentimientos" No lo era, era inconsciente, pero no estúpida. Era amable, cariñosa y entregaba todo por quienes quería "No sabes cómo es vivir a modo de tortura" No, no lo sabía, pero sí que sabía que si estaba haciendo todo eso, era para poder vivir una vida tranquila con Freddy, "Lo peor es que esto lo deseaba"- Simplemente tenía que partir a ayudarla. La discoteca Cielo me quedaba cerca si lo miraba por el lado bueno.
* * *
-¿Terry, a que no adivinas con que preciosidad me he encontrado hoy? -preguntaba Alexander entrando a un despacho, encontrando a un moreno con mechas rubias revisando una cámara profesional de fotos.
-Esa sonrisa solo puede significar que has encontrado al cachorro ese -rió, mirándolo de reojo-. Eres un pedazo de capullo, yo lo vi primero, pero bueno con quien se quede él, se queda, ya sabes.
-¿De verdad piensas que se va a quedar con alguien que le trató como una vulgar puta? Terry, tú deliras -preguntó retóricamente, con una sonrisa de autosatisfacción.
-Sí, ahora que lo pienso... -dijo para sí mismo mientras se echaba para atrás en la silla de cuero, apoyándose en ella-. Primero pensé que era un prostituto en el Charlotte's, después pensé que era un prostituto en Cielo, y después me pilló fuera del Palace mirándolo, joder, ¡solo le iba a ofrecer un trabajo! Maldita suerte la mía, si no hubiese estado con Bill Flanagan -suspiró-. Bueno, un bonito culo perdido -se lamentó.
-Con Flanagan precisamente lo he encontrado hoy, me ha sorprendido, pero ya sabes como es este, siempre se pilla a las joyas de Nueva York. De todas maneras, no me importa compartir. Por cierto, si ves a Robbie por aquí, dile que no quiero hablar con él. Qué pesados se ponen cuando te los follas, si solo salí con él porque se parecía al cachorro...pero en fin, por lo menos gracias a que hoy me comporté como todo un caballero con Robbie, yéndolo a buscar al cuchitril en el que vive, pude encontrarme otra vez con él cachorrito. Ahora sí que no se va a escapar. -sonrió lleno de placer.
-¿Qué tienes planeado hacer, Alexander? -preguntó extrañado Terry.
Continuará ~ Espero vuestros comentarios ♥