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Claroscuro por mei yuuki

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Notas del capitulo:

Listo, aqui esta el segundo capitulo, que aunque es un poco mas corto ke el primero, costo mas en editarlo y transcribirlo :/

bueno, eso y si encuentran alguna falta ortografica y/o de redacción, de antemano tienen mis disculpas.

   Entre estratagemas y mentiras, trascurrieron en un parpadeo tres meses de sus vidas. Provenientes de un solo lado, cabe destacar. Todo con tal de darse tiempo para su clandestino romance, sin que ella, la tercera persona, se diese cuenta de lo que estaba aconteciendo justo enfrente de sus narices.


Por consiguiente se veían frecuentemente entre semana, encontrándose en diferentes lares o sino directamente en casa del moreno como desde un principio fué. Aunque evidente y lamentablemente, rara vez pasaban toda la noche juntos, debido a la antes mencionada naturaleza furtiva de su relación, pero a pesar de eso, hasta el momento todo marchaba sobre ruedas. Se divertían, tal como acordaron inicialmente.


Hacer y deshacer en su propia utopía compartida, en dónde nada podía interferir y todas las fantasías tenían permiso para ser cumplidas. Era como si una atracción mutua, tan intensa como la suya, sólo podría nacer entre quienes no debería de existir nunca, por el mero hecho de ser prohibida, ya que de no ser así, perdería el embriagador aliciente del peligro. Pero, sí por milagrosas razones un día dejara de ser así, ¿entonces que es lo que quedaría?


Esa era una pregunta que ninguno de los dos se arriesgaría a responder.


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-Veo que me has traído a un buen lugar. -Comentó dando un vistazo a su alrededor. La suite del hotel era lujosa y amplia, lástima que sólo fuesen a quedarse en ella hasta la siguiente mañana. Sino fuera porque ese mismo día había tenido una discusión con Akane, no podría haberse escapado con Kougami a las afueras de la ciudad ni estarían ahora en ese fantástico lugar. Pensar eso casi le hizo sentirse más liviano, como si se desprendiera de un gran peso que hasta entonces cargó sobre los hombros, aunque sólo momentáneamente. El efecto inmediato de la adictiva y dulce evasión. -Aunque de algún modo me hace sentir como sí fuese una especie de prostituta.


-...Lo dijiste tú, no yo. -Contestó el pelinegro en tono burlón.


Makishima entrecerró sus ambarinos ojos y se sentó en la enorme y mullida cama. Bien podía tener eso algo de verdad, pero ya qué. A esas alturas no iba a cambiar el curso de las cosas ni su estilo de vida, porque eso implicaría dejar de verse con él, entre otras cosas. E intuía que eso no le haría nada feliz. -Si tienes algo que decir respecto a mí, sólo dilo. De tu respuesta dependerá si me quedó o no contigo esta noche. -Añadió jugando, fingiendo real irritación. -


-¿Ahora te haces el ofendido? -Se aproximó a él e inclinándose tomó su rostro. El albino volteó el rostro en un movimiento brusco, rechazándole. -Creí que no te importaba lo que pensaran de ti, incluyéndome.


-Arg, cállate. Sí que sabes cómo arruinar un buen momento. -Le empujó y se echó hacia atrás sobre la cama en medio de un suspiro.-Y ni creas que estoy a tu servicio.


-¿Qué es lo que te pasa?, no estás como siempre. -Trepó sobre él, mientras éste rehuía su mirada aún a pesar de la cercanía existente. No era mentir el decir que nunca sabía en que estaba pensando él, y si tuviera que aventurarse en especulaciones, lo más seguro es que cayera en una equivocación. Y esta vez no era la excepción, sólo que lo notaba más extraño que de costumbre. No obstante , seguro sí estuvo de poder hacerlo cambiar de opinión. -¿Más problemas de los que no estás dispuesto a hablar, o sólo es un mal día? -Inquirió arrastrando los labios por el fino cuello. Discretamente, su mano se escurrió bajo su ropa clara, entrando en contacto con su sensible piel. Viajó hacia su torso.


Se relajó inevitablemente y un suspiro se filtró de entre sus labios, antes de que alcanzase a ocultarlo. Pese a no llevar juntos demasiado tiempo, Kougami sabía bien dónde y cómo tocar para hacerle caer. El juego de resistísele sería en este caso una inútil y soberana perdida de tiempo. Y el tiempo era un bien valioso del que nunca disponían de suficiente cantidad cómo para desperdiciar.


Ciñó sus brazos en torno a su cuello y cerró los ojos, entregándose a un beso.


-Ni lo uno ni lo otro. -Contestó contra su boca, con respiración algo acelerada y pómulos ahora sonrosados. -Olvídate de eso. Estaba desvariando. Haz cómo que si no hubiese dicho nada desde que llegamos aquí. -Esto iba más para sí mismo que para Shinya. En un incomprensible intento de silenciar el eco de la voz de la razón en su cabeza, cuyo melodioso tono buscaba tentarle para que su boca pronunciase palabras que terminarían conformando una pregunta, la cuál se negaba a formular. No todavía al menos. No cuando juraba sentir que sus pies despegaban del mundo y las ataduras llamadas "compromiso" e "incorrecto" se difuminaban fácilmente hasta desaparecer.


Shinya decidió no preguntar nada más, sólo lo miró profundamente unos instantes, no del todo convencido de su despreocupación repentina. Pero finalmente se dejó disuadir y retomó su tarea de dispergar besos aquí y allá a lo largo de su piel mientras simultáneamente se desnudaban.


 El cuerpo pálido era glorioso entre sus fuertes manos. Sus corazones latieron unidos en mutuo frenesí, como temiendo la llegada de la inexorable e infame separación que traería consigo el alba. Al son de una triste balada condenada al olvido luego de su última nota. Un cruel destino irresoluble.


Makishima gimoteó su nombre incontables veces, zambullido entre las sábanas de fina seda y su musculoso cuerpo. Las luces del cuarto eran anodinas; sus ojos sólo podían enfocar y reconocer la de sus ojos , plateada y llameante. Fuego helado que se consumía al impactar contra su piel ardiente. Una explosión insonora.


Demasiado real y etéreo a la vez como para no dejar huellas poco físicas. El sentimentalismo sería su pronta consecuencia.


¤•:.::•.•:.::•¤


Horas más tarde, y lejos de allí, una sumamente enfadada castaña comprobaba la hora en su celular por duodécima vez durante ese cuarto de hora. Pasaba ya del mediodía y él no daba ni luces de aparecerse por allí, y ni siquiera se tomaba la molestia de llamarle o enviarle un mensaje dando señales de vida. Lo que era ella, ya lo había intentado varias veces encontrándose con el inútil buzón de voz, hasta que terminó por cansarse de intentarlo y se conformó con esperar. Chasqueó la lengua con indignación y lanzó el teléfono hacia un sillón próximo de apagado color caoba. Estaba oficialmente furiosa. Ahora mucho más por la evidente falta de interés en ella por parte de su novio que por la estúpida pelea que habían tenido el día anterior. Aunque de eso aún no se olvidaba.


Era normal que quisiese fuera con él, había dicho Akane, sobretodo ahora que ya no existía motivo alguno para ocultar su relación. Pero Shougo se negó, escudándose en la escusa de que no estaba con ánimos como para eso y que prefería quedarse allí en casa tranquilamente  leyendo un libro. Ante esto, por supuesto que la castaña le reclamó su falta de atención, la que venía acentuándose últimamente con más notoriedad. También le llamó aburrido, como broche de cierre de su argumento - berrinche. Pero él continuó impavido, y simplemente le dijo que se equivocava y estaba sobredimensionando las cosas, aparte de siendo algo infantil e irracional. Esto cabreó a Tsunemori más allá de lo que es posible describir con palabras educadas. Resultado final: el oji ambar prefirió salir y dejarla sola hasta que se calmase, y dejara de gritar y de aventarle cosas.


Desde entonces, como antes ya se mencionó, no había tenido noticias suyas. Y esto le preocupaba y la hacía sentirse culpable al mismo tiempo, además de sola. Todo eso a pesar de su renuente enojo. Sentía y era testigo de cómo su relación con el albino se estaba yendo al diablo, y a su mente no llegaba idea alguna de cómo poder impedirlo ni por qué sucedía.


Sin embargo, eso no era del todo cierto. Tenía que admitirlo y dejar de evitar ver lo evidente por propia y cómoda conveniencia. Algo estaba pasando desde hace ya un tiempo con su amante. Salidas extrañas, evasivas y excusas poco convincentes. E incluso llamadas que él recibia y que por una u otra razón nunca llegaba a enterarse de con quién o de qué hablaba éste. Todas estas pequeñas cosas sumadas al surco de distancia que lentamente se iba acrecentando entre los dos. Y del que no se sentía responsable en lo absoluto. ¿Por qué lo sería?, si era él quién se portaba frío con ella y la dejaba sola como ahora. Claro que la responsabilidad de eso no podía ser suya. Era culpa de Makishima, por mentirle cómo seguramente estaba haciendo. De la misma forma en que ella misma hecho con Kougami, cuando al estar casada con él, lo engañó con el oji ambar, hasta que fueron descubiertos y todo llegó a su predecible final.


Evitó irse por esa corriente de pensamientos, la culpa en relación a esa traición todavía la carcomía, aunque la mayor parte del tiempo la mantuviese a raya y semi olvidada. Porque , aún cuando fué por amor, y ese poderoso sentimiento obnubiló su razón, eso no podía justificar del todo su cometido ni liberarla de la culpa que sobre ella recaía, ya que a fin de cuentas le inflingió a su ex pelinegro un daño más que considerable.


Quizás eso era, reflexionó sintiendo un halo lúgubre envolver su menuda figura. Tal vez el atávico karma venía a por su compensación...


No. Se rehusó a aceptarlo así de buenas a primeras. No lo creería hasta que tuviera las pruebas pertinentes o lo viese con sus propios ojos, eso si es que Makishima realmente le estaba siendo infiel. Y si este resultaba ser el desafortunado caso, no se lo perdonaría. Ni siquiera aunque hubiese cometido antes el mismo pecado del que ahora podría ser víctima, no se creía capaz de olvidar ni de perdonar ese agravio; y a pesar del amor que a él le profesaba, todo terminaría entre ambos si llegaba a comprobar una infidelidad de su parte.


Llegada a esta sólida conclusión, se decidió a actuar. Así que con el ímpetu del momento, fué a por su bolso y recogió su olvidado celular del sillón. Salió entonces del departamento, dispuesta a no dar marcha a atrás hasta esclarecer sus interrogantes y descubrir si tenía o no sentido seguir con él.


El que busca siempre encuentra, dice una sabía frase. Y Akane estaba a punto de grabar su significado para siempre en su memoria.


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Regresaban ya de su pseudo luna de miel en el auto del moreno, con los tenues rayos solares surcando el horizonte y rozándole someramente la piel a través de las ventanillas que permanecían bajas. El viento jugaba con sus cabellos tonalidad nube, como las disperdigadas allá en lo alto, y sus pensamientos se mecían sinuosamente en un irregular equilibrio entre la duda y la seguridad de la sapiencia. Suspiró. La brisa dulce acabó por desprender las delicadas hojas de las secas ramas, y el automóvil se detuvo a unas cuántas calles de dónde vivía el albino, para evitar riesgos y sospechas innecesarias. Se volteó hacia Kougami y las palabras salieron de su boca, más por voluntad propia que por verdadera inclinación. Su subconsciente exteriorizando aquello que pretendía ignorar. De nuevo.


-¿Será que sales conmigo para vengarte de Akane? -Lo dejó caer de manera tan casual y repentina, que se odió por ello durante una fracción de segundo. Mientras, su rostro lucía igual que siempre, perfecto e inalterable, sólo que sin ninguna sonrisa decorándole.


Shinya le devolvió la mirada, extrañado en primera instancia. No tenía ni idea de por qué sacaba el tema a cuento ahora, después de todo ese tiempo, pero no intentó comprenderlo. Su primera reacción fué negarlo, porque verdaderamente no sentía ni menos creía tener esa intención oculta al estarse viendo con él cuando lo quería; pero se detuvo antes de responder, y lo pensó más a fondo. Y efectivamente, se dio cuenta de que no tenía nada de irrazonable llegar a esa conclusión, y que por el contrario, ésta era bastante lógica y entendible.


Nadie lo culparía por sentir resentimiento hacia la persona que le engaño durante una incierta cantidad de tiempo, y tampoco si pretendiese vengarse de ella y de paso también del albino. No obstante, el que Shougo casi lo acusara de ello le desagradó más de lo que se habría imaginado. Asimismo, tal posibilidad  de que conscientemente hubiese pretendido dañar a Tsunemori usando como medio al oji ambar le pareció por lo bajo deplorable. Por su mente no llegó a pasar ni una sola vez, ni siquiera antes, cuando sí pudo tener más motivos para querer hacerlo.


-Eso sería lo más obvio, desde tu punto de vista y el de cualquiera, pero no. No te seguí la corriente en esto por un afán absurdo de venganza como ese. -Se acomodó en el asiento y lo miró mejor. Enarcó una ceja y sus labios se elevaron en una semi sonrisa. -¿Crees que te soportaría sólo para utilizarte de ese modo?, Si así fuese sería yo quien perdería. -Dijo sarcástico, sin darse cuenta del profundo significado que podría extraerse de esas simples palabras.


Los luceros de oro se abrieron más de la cuenta durante un milisegundo. Su corazón tartamudeó un ritmo extraño y anormal, sin embargo, lo pasó por alto con un deje de desconcierto.


-Ya veo, debí imaginarlo. -Contestó ausente. Su simple y llana respuesta tuvo en él un efecto mucho mayor del que pudo esperarse. Le descolocó, tanto lo que el pelinegro dijo como su propia reacción a ello.


Con un respingo imperceptible cayó en la cuenta de que estuvo temiendo su posible respuesta durante más tiempo del que se permitió aceptar, y de que haber sido otra, ésta quizás habría causado más estragos en él de los que hubiese querido entender.


-Y en cuánto a ti, ¿no te sientes mal por ella cuando estás conmigo? -Inquirió Kougami, sacándolo de su ensimismamiento.


Viró la vista hacia el frente y dudó. Pero, ya que Shinya había sido sincero con él -confiaba en que así fuese-, no le quedaba más remedio que retribuirle de la misma forma. Era lo justo.


-En parte si, por supuesto, pero -Apretó los labios en una delgada línea. -no tanto como para hacerme cambiar de parecer. -Dijo camuflando su momento de duda con una sonrisa cargada de autosuficiencia. Le habría gustado añadir algo más a la frase, algo cómo que realmente le era imposible pensar en la castaña cuando estaba con él, y aunque esa era la verdad, no creyó que fuese algo que debiese decir en ese instante, cuando ni el mismo estaba seguro de por qué era así. Dios, el rumbo que estaba tomando esa conversación era inaudito, y suya era la culpa de eso por haber lanzado al aire la primera pregunta. Mejor era ya irse antes de que fuese a empeorar.


-Si eso es lo que piensas, no es mi problema de todas formas. -Pese a que no se lo tragó del todo,  prefirió no ahondar más en ello. Poco a poco comenzaba a ser capaz de ver a través de sus palabras y de notar cuando éste mentía. Aunque no supo si eso era algo bueno o no, tratándose de él. -Y no me meteré en tus asuntos.


Makishima agradeció para sus adentros el que no insistiera en preguntarle más, sin embargo, hay que decir también que su aparente falta de interés tampoco le agradó en desmedida. Esa actitud suya no era más que una prueba de lo poco y nada que debía de significar su existencia para él.


-Bueno, me voy. -Puso su mano en la manija de la puerta. La burbuja de de tiempo se rompería y todo se volvería a teñir e iluminar con conocidos y cotidianos colores en cuánto pisara el incólume pavimento, fuente de realidad y destructor de fantasías.


-Espera, te olvidas de algo. -Lo detuvo del brazo y lo volteó del hombro haci él. Degustó sus labios en un ósculo que, sin importar la maraña de confusión del albino, fué aceptado y correspondido por éste mismo. Siendo irrevocablemente arrastrado por las frescas y oscuras olas del mar hacia la disipación. Ameno y atrayente.


-No vemos pronto, y no vayas a dejar de extrañarme, Kougami. -Le dijo con su típica seducción a modo de despedida, antes de abrir la puerta del vehículo negro y bajarse con gracilidad innata.


Pero no llegó a sentir significativo alivio cuando se encontró solo en la calzada. Necesitaba pensar, reflexionar respecto a cosas que no deseaba en realidad llegar a saber. Eso y enfrentarse a Akane, que muy probablemente lo esperaría furiosa y con la intención de acribillarlo a preguntas sobre dónde pasó la noche, con quién y por qué no la llamó. Reparar en ello sólo aumentó su desazón. En definitiva no quería volver aún, quizás iría a visitar a su buen amigo Choe Gu - Sung, que no veía desde hace un tiempo. Hablar con alguien más puede que le ayudara a aclarar sus ideas y desestresarse.


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Al cabo de unos cuántos días, Akane tuvo en sus manos el fruto de su ahínco y terquedad. Sólo que cuando enfocó la vista en las imágenes frente a sí, fué presa del estupor y del escepticismo. Lo que veía allí no guardaba semejanza con sus ideas preconcebidas. Era tantísimo peor, e inimaginable.


Ser traicionada de esa manera era por ejos lo más despreciable que jamás le habían hecho, ¿cómo pudo ser tan estúpida?, si le habría sido tan fácil atar cabos e indentificar lo que todo ese tiempo pasaba delante suyo, prácticamente. Se reprendió a si misma conforme el shock se diluía, dejando su lugar a una ira encarnizada y sedienta de venganza. Porque de ningún modo se quedaría tranquila. No se estaría satisfecha hasta devolverles a esos dos aunque fuera tan sólo una insignificante parte de toda aquella humillación que por su culpa ahora la aquejaba.


Convencida de su deseo, se ciñó a este ideal y enterró su corazón herido. Desde este momento ya no lo necesitaría.

Notas finales:

y empiezan los problemas O.O, ya se vera que pasa en el siguiente capitulo.

Gracias x leer :3

reviews?, me harian muy feliz *-*


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