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Te quiero para mi por Shamita

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–        ¡Príncipe! –escucho que lo llamaban y camino dejando atrás al pequeño rubio para ir hacia donde lo llamaban tomando su caballo.


–        ¡Aquí estoy! –alzo la voz lo suficiente para que lo ubicasen.


–        Príncipe, su padre el rey solicita su presencia –dijo un hombre de largos cabellos celestes y de mirada de igual color, alto y piel blanca, vestido con una camisa borgoña, pantalón blanco y botas negras altas que iba montado en un caballo color café.


–        Vamos entonces, no hagamos esperar a mi padre –dijo un niño de once años; de largos cabellos lilas, piel blanca y ojos verde esmeralda  con dos puntos en lugar de cejas  este vestía una túnica de seda color verde oscuro que le llegaba hasta las rodillas y bajo esta unos pantalones beige y en sus pies un botín de cuero que se amoldaba a la forma de su pie hasta los tobillos  donde se ataban con correas y con broches de oro en forma de media luna en la parte del empeine; mientras que se montaba sobre su caballo blanco con manchas negras y ojos del mismo color.


Ambos jinetes se dirigieron hacia el Este, después de cabalgar unos cuarenta minutos divisaron el castillo de la región Elíseos; construido de un blanco que hacía que las piedras preciosas que se encontraban incrustadas en las paredes resaltasen, de tamaño considerablemente  grande, por enfrente tenía cinco arcos y en el de en medio se encontraba la puerta principal al interior del mismo, contaba con dos torres cada una a los extremos del mismo, con grandes ventanales  que daban una vista impresionante de los terrenos que formaban parte de la región,  en algunas partes de las paredes se podía encontrar enredaderas que dotaban de mayor belleza al castillo con su color verde que resaltaba entre tanto blanco; cuando llegaron al frente del castillo bajaron de sus caballos y el mayor acompaño al niño de cabellos peli lilas hacia el despacho personal del rey que se encontraba en el primer piso del castillo a un lado del trono real,  donde el menor pudo ver a varias personas que se encontraban cerca, sabía bien que su padre de seguro quería hablar sobre cómo se encontraba después de la muerte de su querida madre la Reina Saori, pero es que no sabía qué era lo que su papá quería escuchar si le decía que estaba bien le decía que no era necesario que se hiciera el fuerte pero si le decía que aun resentía este suceso le declaraba que como príncipe de la región de Elíseos debía mantenerse siempre fuerte y dar una imagen de absoluta fortaleza y entereza, la verdad el había salido del palacio principalmente por eso porque estaba harto de escuchar a cada momento que las personas fueran y preguntaran por su estado o no faltaba el que digiera que era lamentable por su hermano que apenas tenía dos meses de nacido.


Para el príncipe que había sido criado por una madre nacida, crecida y educada en la Región  Darkneiss; una mujer de carácter fuerte e inquebrantable, que aquello que quería lo poseía sin importar lo que tuviese que hacer, era severa cuando tenía que serlo si bien había sido una reina justa también las personas podían conocerla como una reina de dura mano y así lo educo a él, a hacer un príncipe fuerte e inquebrantable capaz de tener lo que el quisiese, lo había preparado para ser un rey justo, honesto pero capaz de tomar decisiones extremas siempre y cuando fuesen en beneficio de su reino; y  siendo criado por la mano dura de su madre externar sus sentimientos tan fácilmente no era sencillo pero el que lo conociese bien sabia que el príncipe se encontraba dentro de un estado de tristeza muy profundo debido a que él durante su corta vida no había tenido un contacto más cercano con su padre ya que se la pasaba siempre en compañía de su madre  al ser esta la única que educara en todos los sentidos a su amado hijo (que aunque no lo dijese tan seguido sabía que su madre lo amaba porque para ella su príncipe era la razón de ser y por eso había pactado antes de morir un compromiso matrimonial con el príncipe de su tierra natal con el fin de que sus dos tierras siguiesen en paz), dejando a su vez al Rey casi fuera de la vida de su hijo causando que en estos momentos existiera siempre entre ellos una atmosfera pesada cada vez que se encontraban a solas en una habitación.


–        Deseabas verme, padre –hablo el más joven cuando estuvo dentro de aquel despacho frente a un hombre alto, de cabellos verdes pálidos, ojos color violeta con dos puntos en lugar de cejas y de blanca piel, estaba vestido con una túnica de seda azul marino con abertura a los lados con detalles en dorado, igual que en las mangas y en la parte de abajo que llegaba hasta un poco más debajo de las rodillas, debajo de la túnica llevaba unos pantalones de seda blanca y en sus pies llevaba unas sandalias doradas.


–        Hijo mío –hablo el hombre de cabellos verdes pálidos–, he estado pensando que sería bueno que comenzaras a ayudarme más con algunas tareas reales que te apoyen para que te sobrepongas a la muerte de tu madre.


–        Como gustes padre –respondió el menor sin siquiera inmutarse a lo dicho por su padre.


–        Mu, de verdad que quiero acercarme más a ti –respondió el mayor acongojado al ver la actitud seria de su hijo mayor–, se que la muerte de tu madre debió ser un golpe muy duro pero quiero que sepas que puedes contar conmigo –continuo diciendo el hombre sentado frente a su hijo–, es más te podría dar cualquier cosa que tu mamá te haya negado pero por favor me gustaría que conviviéramos más.


–        De verdad me darías cualquier cosa, con tal de que nos llevemos mejor –hablo el menor, recordando lo que había visto en el lago que formaba parte del gran jardín del palacio.


–        Lo que desee, mi querido hijo –respondió el rey


–        Bien, entonces –comenzó seriamente a exponer su solicitud a su padre– quiero que traigas aquí a un niño gitano que he visto en el lago.


–        ¿Un gitano? –cuestiono asombrado el más viejo– Pero hijo los gitanos no se quedan en un lugar, son seres errantes además no sería bueno que un gitano fuese compañía para ti.


–        ¡Yo quiero al gitano de cabellos de oro! –exigió el menor– No importa lo que tengas que hacer ese niño gitano debe de vivir aquí en palacio sino yo me iré, es tu decisión padre –termino mientras se levantaba del asiento y se dirigió hacia la puerta dejando al rey con un gran problema.


El Rey de Elíseos vio como su hijo salía del despacho, dejándolo a él en una encrucijada ya que si bien el quería mucho a su primogénito llevar a un gitano a ser parte de la familia real no sería bien visto por los reyes de las otras regiones ya que estos no eran muy bien recibidos por todo el mundo y no era una opción que este se fuese a seguir la vida de los gitanos, pero por su hijo sería capaz de hacer lo que sea así que tomando la única decisión que le favorecería llamo a uno de sus más fieles sirvientes.


–        Albafica –llamo el Rey a su comandante.


–        Me llamo Rey Shion –hablo el mismo hombre que había ido por el príncipe, asiendo una reverencia frente al rey– ¿se le ofrece algo?


–        Necesito que busques a los gitanos –comenzó a explicar el Rey Shion a su hombre más fiel–, mi hijo dijo que los había visto cerca del lago así que comienza por ahí cuando los encuentres quiero que les extiendas una invitación a cenar a palacio y diles que tienen mi permiso para montar su campamento en el jardín real.


–        ¿Los gitanos? –pregunto sorprendido Albafica– Señor si me permite decirle, los gitanos no son personas que sean de fiar ni que se fíen de alguien, que no sea parte de su comunidad, fácilmente y en dado caso de que aceptasen venir no cree usted que los pobladores de Elíseos verían mal este suceso.


–        Entiendo tus fundamentos –comento el rey mientras se dirigía hacia el ventanal del despacho–, pero dime Albafica ¿Qué harías por el amor de tu hijo?


–        Señor –hablo el otro mientras veía la silueta de su rey para después suspirar y mirar por el ventanal la naturaleza que rodeaba el palacio–, por Afrodita haría cualquier cosa.


–        Igual yo por Mu y por el pequeño Kiki –dijo el de cabellos verdes pálidos–, ahora Albafica cumple con la misión que te he encargado, estaré esperando una respuesta afirmativa de los gitanos.


–        ¿Y si se negasen? –cuestiono el otro


–        Entonces no regresaras hasta que vengas acompañados de los gitanos, diles que deseo hablar con ellos para ofrecerles mi protección –explico el rey–, creo que eso será suficiente para que vengan a palacio.


–        Como ordene su majestad –hablo el otro para después hacer una reverencia –, con su permiso.


Albafica se retiro del despacho e inmediatamente se dirigió primero hacia la cocina del palacio donde pidió le hiciesen algún tentempié y con esto listo fue hacia las caballerizas donde ensillo su caballo para montarlo,  con todo listo se dirigió nuevamente a donde había encontrado al príncipe Mu apenas si acaso una hora atrás para comenzar con su búsqueda de los Gitanos.


Cuando por fin llego el de cabellos celestes al lago observo los restos de una embarcación que había sido quemada hasta casi no dejar nada sabía bien, debido a los datos que habían recopilado los historiadores de su pueblo, que lo que veía era una antigua celebración fúnebre que se realizaba antiguamente pero que en recientes años había sido suplantada por el entierro de los cuerpos en fosas dentro de un campo que habían destinado para esto así que por sentido común si no había nadie en las extensiones de Elíseos que realizase ya esta práctica entonces podía jurar que la ceremonia funeraria había sido llevada a cabo por los Gitanos, viendo el lago determino que tenía tres direcciones en las cuales debería buscar decidió ir primero hacia su lado derecho  para rodear el lago hasta llegar a su posición actual.


Anduvo por casi dos horas buscando el campamento de los gitanos, hasta que pudo divisar a una distancia no tan lejana una línea de humo que salía desde alguna parte del bosque, así que se dirigió haya esperando que fuese alguna fogata echa por los gitanos, después de un tiempo vislumbro unas carretas, junto con unos caballos de diferentes colores, diversas carpas de diferentes tonos y tamaños, también se escuchaba una música acompañada de risas de niños y en medio de todo estaba una gran fogata y a un lado se encontraban otras más pequeñas donde varias personas preparaban alimentos, entonces supo que había encontrado al pueblo errante: “Los Gitanos”.


Se comenzó a acercar y al ir acercándose cada vez más a la fogata de mayor tamaño los gitanos fueron dejando lo que estaban asiendo y fijaron su vista en el visitante, cuando llego hasta la fogata tenia la atención de todos los que se encontraban en el campamento, aun montado en su caballo se acerco a un hombre de largos cabellos verdes, piel blanca, alto y de fríos ojos morados que vestía unos los pantalones negros y una camisa azul de manga larga  con un par de botas.


–        Disculpe podría decirme quien es la persona que funge como su jefe –hablo Albafica mirando a los ojos del hombre de cabellos verdes–, necesito hablar con él.


–        Lo está viendo –contesto el otro sin inmutarse.


–        Mi nombre es Albafica de Piscis y he venido en nombre del Rey Shion –dijo el de cabellos celestes mientras desmontaba de su caballo–, ¿Podría decirme cual es su nombre?


–        Me llaman Degel –contesto el de largos cabellos verdes.


–        Bien, noble señor me gustaría extenderle una invitación a cenar a usted y su pueblo en el palacio real de Elíseos –explico el otro el pedido de su Rey.


La música seso al igual que cualquier actividad que estuvieran haciendo los presentes en espera a la respuesta de Degel que se había mantenido en la misma postura seria y fría que era normal en el mientras examinaba al hombre que estaba frente a él y que le había extendido tan inusual petición.


–        Me está tomando el pelo –hablo por fin el de cabellos verdes–, es sabido por todos los presentes que no somos bien recibidos en ninguna de las cuatro regiones.


–        No es mi intención que se sientan ofendidos ni nada por el estilo –contesto el otro–, la invitación la ha extendido el mismo Rey Shion ya que desea ofrecer su protección, así mismo ha dado su permiso para que ustedes puedan montar su campamento dentro del jardín real.


–        ¿Protección? Que le hace creer a su rey que nosotros necesitamos protección alguna, nosotros nos hemos podido proteger de nuestros enemigos  –declaro el de mirada fría– durante mucho tiempo sin necesidad de que alguien fuera de nuestro pueblo interfiera.


–        Eso lo sabemos muy bien, pero creo que lo que mi señor les quiere ofrecer va más allá de una simple protección –hablo Albafica–, mire señor acepte la invitación de mi Rey a cenar y montar su campamento en los territorios reales y escuche la propuesta del Señor de Elíseos.


El otro hombre se quedo sopesando lo dicho por el de cabellos celestes, después dirigió su mirada a donde se encontraban reunidos la mayoría de  los niños y pudo distinguir al pequeño Shaka y no pudo evitar pensar en su querido amigo Asmita y en el amante de este, después poso su mirada en su hijo  Camus, paso su mirada a los gitanos de su edad que lo veían expectante al igual que aquellos mayores que esperaban la resolución del joven Jefe de su comunidad, de improvisto sintió una mano en su hombro que lo hizo girar hacia su izquierda encontrándose con unos ojos azules que lo veían con calma.


–        Nosotros respetaremos y apoyaremos la decisión que tomes Degel –hablo un hombre de cabellos castaños con algunas canas ya visibles, ojos azules, piel trigueña que vestía una camisa verde, un pantalón café que se ajustaba con un cinto café y en sus pies llevaba unas sandalias de cuero– sabemos que tomaras la decisión que creas más conveniente.


–        Gracias Sisyphus –contesto Degel para  después dirigir su mirada hacia al enviado del Rey– Bien Albafica de Piscis –hablo nuevamente con voz firme y fuerte para que todos lo escucharan–, dígale a su Rey que el pueblo de los gitanos aceptamos ambas invitaciones.


–        Perfecto, entonces iré a decirle a mi rey para que se prepare todo en palacio para recibirlos–dijo Albafica.


–        Está bien, mientras nosotros levantaremos el campamento para ir hacia allá –decidió Degel.


–        Entonces por ahora me retiro –contesto el otro.


Albafica hizo una reverencia para después montar nuevamente su caballo, tomo las riendas para dirigirlo hacia el camino que lo llevaría de regreso al castillo, galopo lo más rápido que pudo hasta que llego a su destino, rápidamente desmonto y le dio las riendas el caballo a uno de los sirvientes que se encontraba cerca de la entrada preguntando a su vez por el paradero del su Soberano, teniendo ya la ubicación se dirigió hacia donde sabia que lo encontraría.


El Rey Shion se encontraba en la habitación de su hijo menor el Príncipe Kiki que apenas tenía dos meses de nacido era un bebe de piel blanca, ojos violetas iguales a los de su padre y cabellos naranjas  se encontraba cargando a su hijo mientras le daba la leche, era un acto tan sencillo pero que lo llenaba mucho ya que solo en esos momentos se sentía como un hombre más de Elíseos, lo hacía sentirse solo un padre que debía velar por el bienestar de dos niños que ahora más que nunca lo necesitaban debido a la muerte de su esposa la Reina Saori, pensando en su esposa y en lo que había representado en su vida se encontraba el Soberano de Elíseos cuando fue interrumpido por unos toques en la puerta.


–        ¿Quién? –dijo Shion mientras se paraba de su asiento cargando a su hijo.


–        Albafica de Piscis –se escucho desde afuera del cuarto.


–        Toma –le dijo Shion a la doncella que cuidaba del príncipe Kiki, esta tomo al pequeño entre sus brazos para poder sacarle los gases al bebe.


Shion se dirigió hacia la puerta para salir del cuarto dejando a su hijo menor al cuidado de la sirvienta al abrir la puerta le hizo una señal al de cabellos celestes para que lo siguiera, ambos hombres caminaron en silencio hasta llegar a la sala del trono donde el Rey tomo su lugar ya que esta vez hablaría como el soberano de Elíseos.


–        Albafica de Piscis, ¿Qué noticias me tienes? –cuestiono el rey a su comandante.


–        Mi Rey aunque al principio se mostraron poco convencidos por la invitación de su majestad–explico el otro lo sucedido con el pueblo errante–, el jefe de los gitanos a aceptado su invitación y en cuanto terminen de recoger su campamento se dirigirán inmediatamente aquí para instalarse en el jardín del palacio como usted ofreció.


–        Esas son muy buenas noticias –comento el Rey–, Albafica tu estarás encargado de escoltar a los gitanos hasta aquí, también da la orden para que nadie los moleste.


–        Como ordene –hablo el comandante–, si esas son todas sus disposiciones las iré a cumplir de inmediato.


–        Es todo –dijo el otro.


El de cabellos celestes hizo una reverencia y salió de la sala del trono mientras este se dirigió a cumplir las órdenes que se le habían dado, el Rey Shion se dirigió hacia uno de los sirvientes que siempre se encontraban cerca de la sala del trono por si su señor necesitaba algo.


–        Theseus  –llamo el rey a un joven de  cabellos rubios sobre los hombros excepto dos mechones a cada lado que están a la altura de los hombros, ojos verdes y piel blanca que vestía una túnica celeste con un cinturón plateado y unas sandalias del mismo color, este se acerco al rey y realizo una reverencia para después esperar a que el mayor hablase–, di a los cocineros reales que hagan un gran banquete como para cuarenta personas, también dispón con los demás sirvientes los mejores utensilios para la mesa y esta preparara elegantemente.


–        Como ordene su majestad –contesto el otro–, ¿sería todo señor?


–        Solo una cosa más –volvió a tomar la palabra el rey Shion después de unos momentos– prepara las dos habitaciones que se conectan entre sí.


–        Como diga –hablo el más joven, después realizo una reverencia y salió del lugar para hacer cumplir las órdenes del rey.


Por su parte el Rey se dirigió a buscar a su primogénito para darle la buena noticia, aunque aun no sabía cómo tomarían los gitanos la propuesta que les haría después de la cena que estaba organizando, sabía que para que aceptaran debía tratar el asunto con sumo cuidado para evitar que estos no le dieran ni tiempo de hablar y se fuera, aunque si esto sucedía sabia que solo le quedaría una alternativa, la última jugada que era cazarlos para obtener al niño que su hijo le había pedido, con todo esto en mente siguió el camino que lo conduciría hasta su retoño.


Mientras en el campamento de los gitanos, todo era movimiento, cada uno de los miembros de este pueblo ayudaba a levantar el campamento para dirigirse a su nuevo destino, se podía ver personas que iban y venían, vestidos de diversas maneras algunos con túnicas, otros con pantalones negros, camisa y botas,  otros pocos con pantalones y camisas holgados con adornos en blanco o plateado, con botones alargados en la parte delantera de la camisa, con zapatillas o algunos descalzos, solo un hombre sobresalía de entre todos debido a que vestía una camisa borgoña, pantalón blanco y botas negras altas, junto con una capa blanca hasta la cintura que traía bordado con hilo de oro el emblema de la familia real de Elíseos, que esperaba paciente hasta que la comitiva estuviera lista.


–        Disculpe –escucho una vocecita que lo llamaban a su derecha haciéndolo voltear encontrándose con unos pequeños niños que lo veían intrigados, uno tenía los cabellos rubios ensortijados y mirada azulina, otro de piel morena y cabellos corto de color azul al igual que su mirada, uno más pequeño de cabellos cortos marrones y mirada verde y otro rubio  de lacios cabellos y ojos turquesa que miraban interesados al mayor.


–        ¿usted quién es? –cuestiono el de cortos cabellos azules.


–        Bueno, mi nombre es Albafica de Piscis comandante de las tropas de Elíseos –contesto el hombre viendo a los más pequeños– y, ¿ustedes son?


–        Yo soy Death Mask –contesto el mismo señalándose con el pulgar–, ellos son mis amigos Milo, Aioria y…


–        ¡Death Mask! –se oyó un grito que interrumpió al niño y de entre las personas se acercaba un hombre alto de cabellos azules, piel trigueña y mirada azulina que ahora reflejaba molestia llevaba unos pantalones negros junto con una camisa blanca, un chaleco de rayas verticales en rojo y negro, y un cinturón de pañuelo en su cintura de color rojo – ¡Te dije que subieras las mantas a la carreta!


–        Ahorita lo hago solo queríamos saber quién era él –contesto el niño mientras señalaba al de cabellos celestes asiendo que primera vez fuese notado por el gitano mayor


–        Niños, ¿Qué parte de NO hables con Extraños, no han ENTENDIDO? –cuestiono el de cabellos azules a los menores


–        Lo sentimos, Manigoldo –dijeron los niños al mismo tiempo


–        Vayan a alistar lo que les hace falta para cuando partamos –hablo el mayor de cabellos cortos–. Y Death Mask ¡Sube las mantas a la carreta!


–        Si, si –respondió el mencionado mientras se alejaba en compañía de sus amigos.


–        Y usted no se acerque a ellos –se dirigió el de piel trigueña al de largos cabellos celestes–, no crea que porque aceptamos su invitación puede acercársenos con tanta familiaridad


–        No tiene de que preocuparse –hablo por primera vez desde que apareciera el mayor de los gitanos frente a si–, yo no les hare ningún daño ni mi Rey.


–        Eso, nadie se lo creería –contesto el otro–. Tendremos los ojos bien abiertos y atentos a todos los movimientos que hagan.


–        Entiendo su preocupación pero le aseguro que mientras estén bajo la protección de mi Rey nadie los tocara, eso se lo puedo asegurar –hablo nuevamente el de cabellos celestes.


–        Aja eso lo veremos –refuto el otro para después voltearse y no darle tiempo de réplica al otro.


Después de un tiempo todo estuvo listo y guiados por Albafica de Piscis los gitanos se dirigieron al jardín del Palacio de Elíseos, pronto estuvieron ahí y se dispusieron a nuevamente armar su campamento mientras eran observados por algunos guardias del palacio. Cuando tuvieron todo listo algunos optaron por arreglarse para cuando se presentaran ante el rey de la región mientras que otros prefirieron descansar hasta que les comunicaran que podían pasar al interior del castillo.


Cuando anochecía las puertas del palacio se abrieron para recibir a los invitados del Rey, los gitanos entraron despacio mientras admiraban las riquezas que se encontraban en si camino hacia el gran comedor donde se sentarían a cenar con la familia real, la cena transcurrió en silencio que solo era roto por los cuchicheos de los más pequeños de los gitanos y por algunas cuantas palabras que el Rey Shion expresaba para romper la atmosfera densa que se había formado desde que les diera la bienvenida.


La noche transcurrió en una tranquilidad densa pero el tiempo de la plática entre el Rey y el Jefe d los Gitanos se había dado, para el primero era todo o nada mientras que para el segundo podía ser una oportunidad para que al menos los más pequeños de sus hermanos e hijos pudiesen vivir un tiempo sin ser perseguidos ni tener que preocuparse por su sobrevivencia.


–        El motivo por el cual los he invitado a mi hogar –comenzaba a hablar el Rey Shion, en su despacho personal, con un serio y frio Degel y un serio Sisyphus– es para ofrecerles mi protección para que puedan vivir tranquilamente dentro de mi reino e incluso si lo desean algunos de ustedes podrían estudiar con nuestros pensadores más importantes de nuestra región o también si gustan pueden ser formados como guardias o soldados.


–        Supongo que todo lo que nos ofrece no es gratis o ¿sí? –hablo con voz tranquila Sisyphus mirando directo a los ojos del hombre frente a él.


–        Eso es verdad…


–        Sisyphus, Rey Shion –aclaro el de ojos azules


–        Sisyphus, lo que dices es cierto pero verán que el precio a pagar es pequeño comparado con todo lo que les ofrezco –continuo hablando el de cabellos verdes pálidos.


–        ¿Y se puede saber cuál es el precio? –se dejo escuchar la fría voz de Degel por primera vez.


–        Mi hijo, el príncipe Mu ha sido deslumbrado por un niño gitano –comenzó a explicarse el regente de la región–, un niño de cabellos rubios y ojos de color turquesa, piel blanca como la nácar, lo ha visto en el lago y desea que ese niño este con él-.


–        ¿A qué se refiere con que este con él? –cuestiono el de largos cabellos verdes, mientras pensaba que había solo un niño que concordaba con la descripción y el lugar, y ese no era más que el pequeño Shaka.


–        Digamos que mi hijo Mu ha quedado prendado del niño y lo que mi hijo desea es que este niño viva con él, que compartan su vida claro cuando a mi hijo se le pase el gusto a Mu el pequeño gitano podrá regresar con ustedes –explico el Rey.


–        ¿Qué pasaría si nos negamos? –cuestiono esta vez el de cabellos castaños.


–        Serian perseguidos por mi ejército hasta que me traigan al niño que mi primogénito desea y considerando que ahora mismo todos los gitanos se encuentran en palacio el cual  a su vez está protegido por el ejército declinar mi propuesta seria una respuesta  poco muy favorable para ustedes –dijo firmemente el Rey Shion.


–        Es decir que o aceptamos o aceptamos –afirmo fríamente Degel.


–        Exactamente –contesto el de ojos violeta.


–        Si aceptamos seria con unas cuantas condiciones –declaro el de cabellos castaños.


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